Monday, October 08, 2007

Entrevista a James K. Galbraith, Economista y académico estadunidense

Estados Unidos se perfila hacia una crisis social

Primera vez que se afecta en forma integral a la clase media

Una nueva guerra es vista como opción por los círculos más conservadores de Washington para salir del atorón económico. Es una pregunta abierta la posibilidad de que se emprenda otra aventura militar, tal vez en Irán, advierte

Roberto González Amador


Estados Unidos se perfila hacia una crisis social. Es James K. Galbraith, autor prolífico, académico, economista cercano a los círculos influyentes del Partido Demócrata y, el apellido lo identifica, descendiente de John Kenneth Galbraith, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX. “Conozco bien las crisis financieras y ahora es la primera vez que, en forma integral, una crisis afecta a la clase media estadunidense”, comenta.

James K Galbraith, profesor de la Universidad de Texas en Austin y presidente de Economistas por la Paz y la Seguridad, se refiere a la administración de George W. Bush en la Casa Blanca, de la que ha sido crítico agudo: Con la economía en fase de desaceleración pronunciada y el dólar perdiendo valor como moneda de referencia, “una nueva guerra” es vista como una opción por los círculos más conservadores para salir del atorón económico. “La posibilidad de que el círculo de poder en Washington emprenda otra aventura militar, quizá en Irán, es una pregunta abierta”, dice.

El profesor Galbraith se encuentra en México desde el sábado pasado. Sobre el país ha estudiado los efectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y en particular los relativos a la estructura de los salarios industriales en los tres países firmantes del acuerdo.

El año pasado dedicó varios de los artículos que publica en The Guardian a argumentar en favor del recuento de votos reclamado por la coalición de izquierda. Ahora está aquí para ofrecer dos conferencias, una, este lunes, sobre el pensamiento de su padre, en el posgrado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México; la otra, el próximo martes en la unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana en el marco de la Semana de Economía organizada por la institución.

En declaraciones a La Jornada, Galbraith considera que la crisis derivada del aumento de deudas impagadas en el sector hipotecario de Estados Unidos, que se ha extendido a instituciones europeas, no tendrá un final pronto. “Va a durar entre 18 meses y dos años. Sobre todo porque las compañías que tienen en sus portafolios papeles de empresas inmobiliarias se van desprendiendo de ellos paulatinamente, no lo hacen de inmediato sino de manera gradual”.

–Esta crisis en el sector inmobiliario de Estados Unidos se presenta en un momento en que la economía enfrenta crecientes déficit fiscal y en la cuenta corriente, de más de 800 mil millones de dólares. ¿Cuál puede ser el resultado de la combinación de estos factores?

–Básicamente lo que va a afectar es el valor del dólar. No creo que el Congreso se atreva en estos momentos a realizar un recorte fiscal poderoso. Gran parte de la crisis se debe al alza en la tasa de interés de hace algunos años. Ahora la Reserva Federal ha debido bajar su tasa de interés. Todo esto afecta el valor del dólar.

–¿Habrá una reducción del gasto militar de Estados Unidos?

–Los gastos militares se van a mantener debido a la presencia de Estados Unidos en Irak. Lejos de disminuir, los costos tangenciales, como son el regreso de los militares, que hay que tratarlos, etcétera, significarán un incremento. En lugar de disminuir, preveo que va a aumentar.

Exequias del dólar

–En algunos círculos académicos se comienza a hablar del declive del dólar como moneda fuerte y de la aparición de otras divisas, como el euro.

–Es muy temprano para hacer las exequias del dólar. Todavía no se ve con claridad que vaya a perder su relevancia. Porque el alza del euro también afecta a las economías de la Unión Europea e incluso de quienes no están en el sistema del euro, como Gran Bretaña. Entonces, el problema de la próxima administración de Estados Unidos es cómo va a estabilizar este desequilibro, pero no veo de inmediato la caída abrupta del dólar.

En noviembre pasado, James K. Galbraith publicó Unbearable cost: Bush, Greenspan and the economics of the Empire, que en traducción libre podría ser: “El costo insoportable: Bush, Greenspan y la economía del Imperio”, en la que traza un crítico y agudo perfil de la administración federal estadunidense, de la economía de guerra que siguió a los atentados de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington DC. Se trata de una serie de ensayos en los que apuntó rasgos de la historia de la presidencia de Bush en el momento en que ocurría, como se reseña en la cubierta.

Los temas tocados por los ensayos van desde el fallo judicial que llevó a Bush a la presidencia de Estados Unidos –hecho que Galbraith comparó el año pasado con el fallo judicial que dio la presidencia a Felipe Calderón en México–, a los efectos de los atentados de septiembre de 2001 y la guerra de Irak, y la construcción de lo que ha identificado como una “república corporativa”.

En la entrevista con este diario, mediada y atestiguada por Alfredo Jalife, profesor universitario y articulista de La Jornada, Galbraith toca algunos de estos temas.

Otra guerra en ciernes

–¿En Estados Unidos habrá una desaceleración económica o se anticipa una recesión?

–El país no está en recesión, pero hay una desaceleración significativa. La economía se ha estado manteniendo por deuda y por el sector de bienes raíces, las hipotecas, que han hecho funcionar el consumo. Lo que pasa es que al bajar los bienes raíces va a afectar el consumo, y eso es lo que está provocando la desaceleración. Hay gente que cree que esta carencia puede ser contrarrestada o compensada por las exportaciones, pero yo soy escéptico, a pesar de que el dólar está en un nivel bajo. Otra guerra podría cambiar la situación.

–¿Es una economía de guerra?

–Si van a otra guerra puede ser que cambie la situación.

–¿Considera que existe esa posibilidad?

–La posibilidad de que la administración de Estados Unidos emprenda una nueva guerra es, se puede llamar así, una pregunta que está abierta. Yo estoy escéptico también sobre la posibilidad de una guerra en Irán, pero no es un asunto que esté fuera del debate. El sector militar está en contra de la guerra; los generales, paradójicamente, se oponen. Está en contra el secretario de la Defensa, pero el vicepresidente (Dick Cheney) está a favor.

–¿Quién va terminar decidiendo la guerra?

–¿Ésa es una muy buena pregunta. Hay que preguntarse quién gobierna Estados Unidos en este momento.

–¿Quién gobierna?

–No estoy lo suficientemente cerca del emperador para saber qué pasa en la corte.

–La administración Bush tomó el gobierno con una economía en crecimiento y superávit fiscal. ¿Quiénes han sido los ganadores y los perdedores de esto que ha llamado “república corporativa”?

–En la administración Bush es muy claro. Los mayores ganadores han sido los contratistas del gobierno, los sectores militares y los que están ligados a los organismos de inteligencia. Hablando en general, lo que se conoce como el cinturón alrededor de Washington DC. También están los sectores inmobiliarios, empresas como Halliburton, las compañías petroleras y el sector financiero. Hablando de los perdedores, en los últimos cinco años han sido los sectores de información y tecnología, que estaban muy altos y se colapsaron. Ha habido un declive relativo en Silicon Valley (la región entre San Francisco y San José, California, sede de varias de las empresas tecnológicas más importantes).

–¿Qué pasará con la clase media estadunidense?

–La clase media había aguantado debido al auge del sector inmobiliario. Ahora viene la crisis de la clase media, es lo que sigue. La construcción de la clase media en Estados Unidos está basada en el crédito y este crédito lo están obteniendo por las hipotecas del sector inmobiliario. La clase media se sostiene con créditos para la universidad, para adquirir casa, préstamos para ir de vacaciones. Podría haber una insostenibilidad del sistema que se ha creado en los últimos 40 o 50 años si se seca el sistema crediticio que le llega a la clase media.

–¿Es el fin del conocido como sueño americano?

–Conozco bien las crisis financieras, tengo tiempo observándolas. Trabajaba en Chrysler en Nueva York, cuando ocurrió la crisis de México en 1982. Vi la crisis de las instituciones de ahorro y préstamo en Estados Unidos (que tuvo un costo mayor al Fobaproa de México), la crisis rusa, la asiática. Es la primera vez que en forma integral una crisis afecta a la clase media estadunidense. Es más difícil de manejar y más desafiante, debido al tamaño de la economía de Estados Unidos. Se conocen los instrumentos para manejarla, son factibles, pero no se sabe en estos momentos si van a ser efectivos.

–¿Cuáles son esos instrumentos que menciona?

–Los pasos inmediatos vienen en dos áreas. Una es relativa a la crisis de las instituciones financieras, que ya se atiende con acciones como el movimiento de las tasas de interés por la Reserva Federal y la inyección de liquidez al sistema. La pregunta es qué va a pasar después. Se perdieron miles de millones de dólares en créditos. La otra es la que afecta a la clase media y a la clase media baja. La pregunta es si se mantiene a la gente en sus casas y se sostiene el consumo; hasta ahora no se ha hecho nada para eso. Creo que en los siguientes dos años no se va a hacer nada.

–¿Puede haber una crisis social?

–Sí, es posible que haya una crisis social en Estados Unidos. Puede volverse una crisis social muy seria. Vamos a ver más gente sin hogar y mayor número de quiebras bancarias.

–¿Habrá expulsión de trabajadores mexicanos que no tienen documentos migratorios?

–No lo creo. Esta crisis va a golpear mucho a la población afroamericana que acaba de mudarse de casas rentadas a otras que adquirieron con hipotecas. No creo que afecte esto a los mexicanos, quizá a algunos, pero no es la mayoría. Los mexicanos que trabajan viven en casas rentadas, tienen casas temporales.

James K. Galbraith ha dedicado parte de su actividad académica a estudiar la desigualdad en la sociedad estadunidense y la forma en que se ha desmontado el sistema de seguridad social en ese país, tema que aborda con amplitud en el libro publicado el año pasado.

“Hay dos importantes dimensiones en Estados Unidos sobre la desigualdad”, comenta en la entrevista. La más destacada es la relacionada con el pago en los salarios, que disminuyó en los años 90 del siglo pasado porque hubo empleo pleno, dice. En la base de la pirámide trabajaban más horas y tenían pagos de tiempo extra, entonces los trabajadores ganaron relativamente. “En 2001 eso se acabó y ha estado estancado; se ha complicado”.

La otra dimensión de la desigualdad tiene que ver con los ricos-ricos. “Es muy simple: vea la bolsa de valores, cuando sube, la desigualdad empeora. En los años 90 los altos ingresos virtualmente estaban concentrados en cuatro pequeños condados: tres estaban en Silicon Valley, y el otro en Seattle (la sede de Microsoft); era asombroso. Si se eliminaban esos cuatro condados, no había mejora en los ingresos. Es un fenómeno de ultraconcentración”.

En los últimos cinco años, añade, han mejorado las empresas del sector militar. Si una nueva guerra ocurre, plantea, es muy sencillo determinar quiénes se van a enriquecer. En esta perspectiva, comenta:

“El presidente Bush representa al Estado trasnacional corporativo. Es el hombre de paja profesional, así lo describiría, es un experto en relaciones públicas. Representa lo más limitado del conocimiento de Estados Unidos. Casi nadie apoya esta situación, salvo el Estados Unidos corporativo. Ronald Reagan, por ejemplo, tenía su base de apoyo. Incluso los cristianos republicanos de Carl Rove –el superasesor defenestrado este año– son insuficientes para sostener al Partido Republicano. Lo más interesante es que el Partido Republicano se está volviendo un partido del sur profundo, sin base en el resto de Estados Unidos. Es muy probable que se vea una supermayoría en el Senado para el Partido Demócrata”.

Remata: “Para que el sistema estadunidense quede estable se requiere un ambiente multilateral estable y además que sea predecible. Y la política exterior de la administración Bush, que viene de los aspectos mas agresivos de la guerra fría de los años 50 y 60, lanzando guerras preventivas y abandonando el marco de la diplomacia multilateral, finalmente ha demostrado los límites del poder militar, que han puesto en peligro la economía de Estados Unidos”.



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