Saturday, August 30, 2008

MÉXICO, D.F., 27 de agosto (apro).- El capo de capos, Miguel Angel Félix Gallardo enfrenta la más penosa situación dentro del penal del Altiplano. A 18 años de su aprehensión, el patriarca del narcotráfico en México camina casi a tientas porque ya casi no ve ni oye.

A sus casi 62 años, Félix Gallardo abrió un sitio en internet en el que aparece una fotografía de cuando tendría unos 25 años a lo mucho, trepado en una motocicleta Honda. Viste pantalón color azul claro, camisa blanca y luce unas gafas de gota oscuras. Eran sus mejores tiempos como jefe del cártel del Pacífico, como accionista del banco del Bajío, como empresario boyante y hombre de intensa vida social.

De aquellos tiempos de esplendor, nada queda, o quizá muy poco. Según la página citada, Félix Gallardo lucha, desesperado, para que las autoridades federales le autoricen salir de la prisión y someterse a una cirugía ocular para evitar que pierda por completo la vista.

También tiene un agudo padecimiento auditivo y neurológico, de acuerdo con el diagnóstico que se muestra en el sitio web (www.miguelfelixgallardo.com), en el que se resalta este mensaje:

Gracias por todos los que se interesaron y preocuparon por mí, debido a problemas de salud no podré seguir contestando preguntas.

La cárcel lo consume. El diagnóstico clínico “otorrrinolarongólogo” establece:

“Miguel Félix Gallardo desde hace algunos años sufre de una infección en ambos oídos, la cual le ha hecho perder la capacidad de escuchar correctamente. En un oído perdió su función al 70% y en otro un 50%. Actualmente utiliza auxiliares auditivos para poder captar sonidos un poco mejor… Lo más grave de este asunto es que la infección podría avanzar hacia áreas vitales de su cabeza si no es controlada y tratada debidamente.

“El 26 de febrero del 2007, por orden de un juez ingresó al penal del Altiplano un reconocido otorrinolaringólogo a practicarle al señor Miguel Félix Gallardo un estudio, del cual podemos resaltar lo siguiente:

“--Otitis media crónica perforada bilateral en fase de exacerbación (padecimiento que sufre en ambos oídos).

“--Vértigo secundario a este problema

“--Hipoacusia neurosensorial bilateral de media a profunda y uso de auditivos auxiliares bilaterales.

“--Su adición ha bajado, sabemos que esta enfermedad puede progresar y como consecuencia de la falla de audición y equilibrio del paciente puede presentar más síntomas, el paciente incluso requiere que lo han castigado por no escuchar las indicaciones que se le dan.

“--En el oído derecho encontramos perforación amplia de membrana timpánica y mango del martillo careado en un 70%, mucosa de la caja del oído izquierdo medio seca y costras serosas en piso.

“--Oído izquierdo con membrana timpánica con perforación subtotal, mango del martillo careado en un 50% y mucosa de caja de moco hialino el cual se aprecia como late…”

Atrás, muy atrás, quedaron los tiempos de gloria. Félix Gallardo es el prototipo del capo que emergió de las estructuras de poder. Fue uno de los hombres más cercanos --en los años sesenta--, del entonces gobernador de Sinaloa, Leopoldo Sánchez Celis.

Bajo el cobijo del poder, escaló alto: fue el alumno más aventajado del capo Pedro Avilés, quien en los años setenta dominaba desde Chihuahua hasta Sinaloa.

Tras la muerte de Avilés (fue ejecutado en un tiroteo), Félix Gallardo llegó a la jefatura del cártel del Pacífico, al lado de Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto y Pablo Acosta Villarreal, entre otros.

En abril de 1989, cuando vivía en plena gloria como capo, una orden del presidente Carlos Salinas de Gortari puso fin a su impunidad: fue detenido. Su captura la ejecutó Guillermo González Calderón, su compadre, el narcopolicía del sexenio.

Cuentan que cuando González Calderón llegó a la casa de Miguel Angel Félix Gallardo, el capo salió a su encuentro.

--¿Qué pasó, compadre…? –preguntó con una sonrisa amable.

--Que compadre ni que madres…--respondió, iracundo, el policía, quien le soltó una bofetada y procedió a detenerlo.

Así terminó la vida impune que, por años, llevó el capo, quien fue uno de los más buscados del mundo.

Félix Gallardo está sentenciado a 40 años de prisión, de los cuales ha compurgado 18. Pero una loza legal falta por caer a sus espaldas: el caso Camarena, cuyo expediente sigue abierto e implica tanto a Gallardo como a Don Neto, quien ve cerca la muerte y, por ello, mandó construir su tumba –un fastuoso mausoleo –en Santiago de los Caballeros, Sinaloa, su tierra natal.




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