México, líder del atraso
ÁLVARO DELGADO
QUITO, 5 de octubre (apro).- Todos los indicadores coinciden: la de México es la peor economía de toda América Latina, donde no hay país, incluidos los centroamericanos, que padecen un desplome tan pronunciado en la producción y, en consecuencia, un alza tan acelerada en el desempleo y la pobreza.
Pero el deterioro atroz de la economía no es el único. Hay otra realidad que genera tristeza y enojo: México, que durante décadas ejerció un incuestionable liderazgo político en la región, ya no importa más en América Latina.
El único liderazgo que México ostenta ahora es el del atraso.
Y Brasil, la única economía de la región que crecerá este año, se ha convertido en la primera potencia latinoamericana, en reemplazo de México.
No por nada ese país organizará los Juegos Olímpicos en 2016 que obtuvo por el arrojo de su gobierno, convencido del significado de un acontecimiento así.
"Para otros serían simplemente otros Juegos Olímpicos, pero para Brasil sería algo que elevaría la autoestima del pueblo", argumentó el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien arrebató la sede nada menos que a Chicago.
Por eso, efectivamente, Brasil está de moda y México, que observa atraso en todos los órdenes --incluido el principio supremo de la democracia: el respeto al voto--, concita indiferencia y hasta desdén en los países de la región y del mundo.
En todos los foros mundiales y multilaterales el prestigio de México se ha desvanecido. Hasta hace no mucho, aun en tiempos de crisis, su política exterior concitaba interés y sobre todo influencia. Ahora su voz ni siquiera es escuchada.
Vaya, hasta Vicente Fox definió una relación con América Latina: de plano se confrontó con Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, y se entregó sin atenuantes a Estados Unidos. Felipe Calderón sólo ha hecho lo segundo.
Por eso no extraña la conducta de Calderón ante el Foro de Biarritz, una iniciativa que busca tender puentes entre América Latina y Europa, cuya décima edición celebrada en Quito, Ecuador, fue desdeñada de plano por su gobierno y el Partido Acción Nacional (PAN). Al menos en eso puede decirse que hay congruencia, un bien más bien escaso en la facción gobernante.
En este foro, que auspicia la reflexión colectiva entre personalidades políticas, económicas, académicas, de la sociedad civil y de la comunicación de todas las tendencias ideológicas, se discutieron temas fundamentales que gravitan en el mundo actual y futuro, entre otros el impacto social de la crisis global, el diseño de una nueva arquitectura económica y financiera, y la gobernabilidad democrática en tiempos de recesión.
La delegación gubernamental de México fue casi inexistente, lo que revela no sólo el desdén al foro en sí mismo, sino al país anfitrión, gobernado por el peculiar izquierdista Rafael Correa, ante cuyo gobierno no hay embajador de México desde junio de este año y no hay fecha para designarlo.
Estaba prevista la asistencia del secretario del Medio Ambiente, Rafael Elvira, pero repentinamente canceló su participación. Los organizadores preguntaron a qué obedeció esa decisión y la repuesta fue el silencio.
El único funcionario asistente fue José Ramón Ardavín, subdirector de la Comisión Nacional del Agua, hijo de Bernardo Ardavín Migoni, jefe general de la organización ultraderechista de El Yunque, que tiene un sólido entendimiento con Calderón.
Integrante también de esta cofradía, César Nava Vázquez, presidente del PAN, estaba previsto que asistiría, pero después se informó que en su lugar estaría presente Josefina Vázquez Mota, coordinadora de los diputados federales de ese partido. Tampoco asistió.
El PAN sólo tuvo participación formal a través de la senadora Adriana González Carrillo quien, a sus 34 años de edad, se ostentó como representante de los jóvenes de México en una mesa de diálogo con expresidentes de la región.
Invitado por sus propias prendas, y no como representante formal de su partido y gobierno, pero cuya reconciliación ya se materializó, el diputado federal panista Javier Corral Jurado asistió al Foro de Biarritz en Quito y aprovechó para negociar con perredistas una alianza electoral con el PAN en Oaxaca para vencer al gobernador priista Ulises Ruiz, después de que ese partido y los gobiernos federales de Fox y Calderón lo fortalecieron como parte del pacto de impunidad que establecieron con él para imponerse en el 2006.
Ahora Nava y Corral, quien viajó con el diputado oaxaqueño Guillermo Zavaleta, pretenden que todo eso se olvide con tal de darse un respiro electoral luego de las sucesivas derrotas que han tenido desde el 2006 --salvo Baja California--, aunque eso implique también acercarse a Andrés Manuel López Obrador, el político al que más odian.
Lo cierto es que Corral, quien no participó en alguna mesa, discutió la alianza con Alejandro Encinas, coordinador de los diputados perredistas; Porfirio Muñoz Ledo, diputado petista; Manuel Camacho Solís, y Héctor Vasconcelos, quien en su carácter de "canciller" del "gobierno legítimo" de López Obrador leyó un mensaje de éste.
Por cierto, las condiciones del foro impidieron que el mensaje de López Obrador tuviera el efecto esperado: fue el viernes 2, ya por la noche, en la mesa "La gobernabilidad democrática en tiempos de crisis", previa a la clausura y moderada por el exprocurador Diego Valadés.
Con el tiempo encima, Valadés apremió a los numerosos participantes abreviar sus intervenciones, pero Vasconcelos quiso leer íntegro el largo documento, lo que generó impaciencia. El moderador intervino y el mensaje se distribuyó entre los asistentes.
Pero, salvo para la identificación de los mexicanos participantes y para ejemplificar la crisis económica que padecen, el nombre de México no se escuchó en las mesas de discusión del Foro de Biarritz, sobre todo de parte de los latinoamericanos. Es cierto, México ha dejado de importarles, porque México, desde hace mucho, ni siquiera voltea a verlos.
Elicio Vidatuña Páez, un informado militante democristiano con 61 años de peluquero en el centro de Quito, bolivariano implacable y seguro del "fraude" en las elecciones presidenciales de 2006, lo dice con claridad: "México no quiso estar en la gran patria latinoamericana. Prefirió a Estados Unidos."
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
Pero el deterioro atroz de la economía no es el único. Hay otra realidad que genera tristeza y enojo: México, que durante décadas ejerció un incuestionable liderazgo político en la región, ya no importa más en América Latina.
El único liderazgo que México ostenta ahora es el del atraso.
Y Brasil, la única economía de la región que crecerá este año, se ha convertido en la primera potencia latinoamericana, en reemplazo de México.
No por nada ese país organizará los Juegos Olímpicos en 2016 que obtuvo por el arrojo de su gobierno, convencido del significado de un acontecimiento así.
"Para otros serían simplemente otros Juegos Olímpicos, pero para Brasil sería algo que elevaría la autoestima del pueblo", argumentó el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien arrebató la sede nada menos que a Chicago.
Por eso, efectivamente, Brasil está de moda y México, que observa atraso en todos los órdenes --incluido el principio supremo de la democracia: el respeto al voto--, concita indiferencia y hasta desdén en los países de la región y del mundo.
En todos los foros mundiales y multilaterales el prestigio de México se ha desvanecido. Hasta hace no mucho, aun en tiempos de crisis, su política exterior concitaba interés y sobre todo influencia. Ahora su voz ni siquiera es escuchada.
Vaya, hasta Vicente Fox definió una relación con América Latina: de plano se confrontó con Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, y se entregó sin atenuantes a Estados Unidos. Felipe Calderón sólo ha hecho lo segundo.
Por eso no extraña la conducta de Calderón ante el Foro de Biarritz, una iniciativa que busca tender puentes entre América Latina y Europa, cuya décima edición celebrada en Quito, Ecuador, fue desdeñada de plano por su gobierno y el Partido Acción Nacional (PAN). Al menos en eso puede decirse que hay congruencia, un bien más bien escaso en la facción gobernante.
En este foro, que auspicia la reflexión colectiva entre personalidades políticas, económicas, académicas, de la sociedad civil y de la comunicación de todas las tendencias ideológicas, se discutieron temas fundamentales que gravitan en el mundo actual y futuro, entre otros el impacto social de la crisis global, el diseño de una nueva arquitectura económica y financiera, y la gobernabilidad democrática en tiempos de recesión.
La delegación gubernamental de México fue casi inexistente, lo que revela no sólo el desdén al foro en sí mismo, sino al país anfitrión, gobernado por el peculiar izquierdista Rafael Correa, ante cuyo gobierno no hay embajador de México desde junio de este año y no hay fecha para designarlo.
Estaba prevista la asistencia del secretario del Medio Ambiente, Rafael Elvira, pero repentinamente canceló su participación. Los organizadores preguntaron a qué obedeció esa decisión y la repuesta fue el silencio.
El único funcionario asistente fue José Ramón Ardavín, subdirector de la Comisión Nacional del Agua, hijo de Bernardo Ardavín Migoni, jefe general de la organización ultraderechista de El Yunque, que tiene un sólido entendimiento con Calderón.
Integrante también de esta cofradía, César Nava Vázquez, presidente del PAN, estaba previsto que asistiría, pero después se informó que en su lugar estaría presente Josefina Vázquez Mota, coordinadora de los diputados federales de ese partido. Tampoco asistió.
El PAN sólo tuvo participación formal a través de la senadora Adriana González Carrillo quien, a sus 34 años de edad, se ostentó como representante de los jóvenes de México en una mesa de diálogo con expresidentes de la región.
Invitado por sus propias prendas, y no como representante formal de su partido y gobierno, pero cuya reconciliación ya se materializó, el diputado federal panista Javier Corral Jurado asistió al Foro de Biarritz en Quito y aprovechó para negociar con perredistas una alianza electoral con el PAN en Oaxaca para vencer al gobernador priista Ulises Ruiz, después de que ese partido y los gobiernos federales de Fox y Calderón lo fortalecieron como parte del pacto de impunidad que establecieron con él para imponerse en el 2006.
Ahora Nava y Corral, quien viajó con el diputado oaxaqueño Guillermo Zavaleta, pretenden que todo eso se olvide con tal de darse un respiro electoral luego de las sucesivas derrotas que han tenido desde el 2006 --salvo Baja California--, aunque eso implique también acercarse a Andrés Manuel López Obrador, el político al que más odian.
Lo cierto es que Corral, quien no participó en alguna mesa, discutió la alianza con Alejandro Encinas, coordinador de los diputados perredistas; Porfirio Muñoz Ledo, diputado petista; Manuel Camacho Solís, y Héctor Vasconcelos, quien en su carácter de "canciller" del "gobierno legítimo" de López Obrador leyó un mensaje de éste.
Por cierto, las condiciones del foro impidieron que el mensaje de López Obrador tuviera el efecto esperado: fue el viernes 2, ya por la noche, en la mesa "La gobernabilidad democrática en tiempos de crisis", previa a la clausura y moderada por el exprocurador Diego Valadés.
Con el tiempo encima, Valadés apremió a los numerosos participantes abreviar sus intervenciones, pero Vasconcelos quiso leer íntegro el largo documento, lo que generó impaciencia. El moderador intervino y el mensaje se distribuyó entre los asistentes.
Pero, salvo para la identificación de los mexicanos participantes y para ejemplificar la crisis económica que padecen, el nombre de México no se escuchó en las mesas de discusión del Foro de Biarritz, sobre todo de parte de los latinoamericanos. Es cierto, México ha dejado de importarles, porque México, desde hace mucho, ni siquiera voltea a verlos.
Elicio Vidatuña Páez, un informado militante democristiano con 61 años de peluquero en el centro de Quito, bolivariano implacable y seguro del "fraude" en las elecciones presidenciales de 2006, lo dice con claridad: "México no quiso estar en la gran patria latinoamericana. Prefirió a Estados Unidos."
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