Wednesday, April 21, 2010


Despilfarradores



En plena crisis económica, los gobiernos panistas, el de Vicente Fox y el del espurio Felipe Calderón, registraron un incremento en el gasto corriente de 826,383 millones de pesos

MEXICO, D.F., 20 de abril (UNIVERSAL).- En las administraciones gobernadas por Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, el gasto corriente nominal registró un incremento de 826 mil 383 millones de pesos, según información de la Secretaría de Hacienda.
Cifras de la dependencia exponen que, en el 2009, el gasto corriente nominal del gobierno federal alcanzó una cifra de un billón 324 mil 859 millones de pesos. En el 2000, las cifras de la Secretaría de Hacienda sumaron 498 mil 476 millones de pesos por dicho concepto.
José Luis de la Cruz, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, afirmó que lo que muestran las cifras es que en la administración pública no se ha implementado un programa de control del gasto.
“Lo que ellos van a decir es que las cifras están en términos nominales y no se les ha descontado la inflación, pero el problema es que el gobierno federal sí ha aumentado el gasto, lo cual obedece a la incapacidad que tiene para quitar plazas y readecuar su funcionamiento”, dijo el académico. Añadió que en la última década se evidencia el hecho de que el gobierno no reorganizó su estructura administrativa. En entrevista, destacó que cuando la economía de México ha experimentado un crecimiento económico, el gasto corriente repunta. Sin embargo, cuando se presenta una situación de crisis como el año pasado, entonces la mayor afectación se presenta en el gasto de inversión.
La fracción del PRI en la Cámara de Diputados acusó que las administraciones panistas han recibido cantidades millonarias de excedentes cuyo destino final es el gasto corriente. En respuesta, la Secretaría de Hacienda mantiene una defensa al asegurar que solo se utilizan 42 pesos de cada 100 que van al gasto corriente para el pago de la burocracia.
Las cifras de Hacienda exponen que entre 2000 y 2009, los servicios personales se incrementaron en términos nominales de 288 mil 586 millones de pesos a 550 mil 82 millones de pesos. Un aumento nominal en las administraciones del PAN de 261 mil 496 millones de pesos.

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=15&idTitulo=15551


Locura en la administración

Francisco Rodríguez

Indice Político

SÓLO LA PARRANDA los convoca. Mariachis, tequila, un trovador… Estamos frente y bajo una Administración que no sólo es fallida, sino a la que ya ha invadido la locura, la estupidez, la estulticia.
Una Administración a la que el cantautor le entona cómo es que llegó borracho el borracho y, además, insiste en llamar –“por decir lo menos”—ingenua.
Estamos ante y bajo una Administración que sigue una política de acción consistente o testaruda, a pesar de que esa política esté en contra de su propio interés: ya se le revirtió la “guerra” contra el narco… ya sufre sus errores económicos y financieros… ya ha sido –y volverá a serlo— electoralmente derrotada…
Estamos ante y bajo una Administración de locos, a los que alguna sustancia tóxica les ha reblandecido el cerebro.
La locura, la falta de sentido y la perversión son parte de la naturaleza humana, cierto. Pero estas cualidades aparecen sublimadas en la Administración del señor Felipe Calderón.
¿Todo a causa de la parranda?
Porque sorprende cómo es que el ocupante de Los Pinos puede seguir de manera consistente conductas que le son dañinas. Sobre todo, porque las acciones de su cada vez más fallida gestión afectan la vida de muchas personas. La chifladura individual afecta sólo a una persona, pero la chifladura del aparato burocrático afecta a un número demasiado grande.
La estupidez gubernamental incluye la noción de la terquedad como una razón del engaño auto inducido. Los gobernantes, por testarudos, creen en situaciones irreales. Esa testarudez consiste en evaluar una cierta situación real en términos de una noción preconcebida y fija, que ignora y rechaza realidades y signos contrarios. Es actuar de acuerdo con los deseos y no con las realidades. No sorprende que quien ignora la realidad tome decisiones equivocadas. Las cabezas duras rehúsan el beneficio de la experiencia.
Pero la estupidez de este simulacro de Administración que padecemos no necesariamente tiene consecuencias negativas para todos. Por ejemplo, atacar al narcotráfico sólo en el frente de la violencia, no es mal visto por bancos, instituciones financieras, cresos empresarios que así pueden seguir “blanqueando” cuantiosos recursos sin temor a represalias. Tampoco los muchos corruptos incrustados en el aparato burocrático deben quejarse de las fracasadas e imperfectas campañas a favor de la honestidad.
La conclusión es dramática. La estupidez es hija del poder mal obtenido. El poder no solamente corrompe, también atonta. Sí, el poder corrompe. Pero no nos damos tanta cuenta de que el poder también produce tonterías, que el poder produce a menudo fallas de pensamiento y que la responsabilidad de ejercer el poder a menudo desaparece conforme la realidad crece. Las necedades del aparato burocrático proceden de la misma naturaleza del poder.
La responsabilidad general de cualquier gobierno democrático es ejercer el poder para gobernar razonablemente en interés de la nación y de los habitantes. Un deber en ese proceso es estar bien informado, mantener el juicio abierto, resistir la testarudez. Y también, cambiar una política si ella no sirve, reconociendo que se ha cometido un error. Paradójicamente, el ejercicio mismo del poder lo impide.
Hay, pues, una asociación entre ejercicio de poder mal conseguido y pérdida del sentido: el poder atonta. Y atonta porque el gobernante está en una situación que por naturaleza se presta a la testarudez y a la terquedad.
Felipe Calderón se engaña a sí mismo con más facilidad que otros y es, en esa pérdida del sentido de la realidad, que es capaz de intentar acciones que están en contra de su propio interés. Calderón se engaña a sí mismo con más facilidad que otros. En esa pérdida del sentido de la realidad, el gobernante es capaz de intentar acciones que están en contra de su propio interés: como invitar a comer y hasta homenajear a quien le llama ingenuo, por decir lo menos.
Urge incorporar mecanismos de control del gobernante. Mecanismos para evitar en lo posible la pérdida del sentido de la realidad y mecanismos para impedir que el gobernante chiflado dañe a la sociedad.

Índice Flamígero: “Una tarde en Cartagena / a la hora de sestear / me invitaron a gozar / entre el almuerzo y la cena. / El corazón se desmanda / en la casa de Samper / cuando Pilar, su mujer, / te da güisqui con parranda… / Me arranqué por vallenatos / con permiso de mi socio / que es verraco en el negocio / de hallarle tres pies al gato. / En estas riñas de gallos / no protesta ni el vecino / yo aprendo, bebo y me callo / porque no soy gallo fino.”: Parranda cartagenera, de Joaquín Sabina.

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