Carlo Marino: El narco, brazo operativo de mafias ocultas en el poder político
ricardo ravelo México, D.F. 1 de octubre (apro).- Con base en la historia de la mafia siciliana, la lucha contra el crimen organizado en México puede fracasar si el presidente Felipe Calderón sólo utiliza la vía de la represión militar y no el camino de la revolución política, ya que ésta “fue el arma para vencer a los mafiosos en Italia”, sostiene Guiseppe Carlo Marino, investigador de la Universidad de Palermo.
El especialista expone sus certezas y sus dudas sobre la política criminal del régimen de Felipe Calderón:
“Yo creo en las buenas intenciones del presidente Felipe Calderón –afirma el experto—, pero creo que en su lucha contra la mafia del narco, el presidente puede terminar siendo víctima del propio sistema mafioso que se enquista en el poder, sin que los presidentes muchas veces se den cuenta, y terminar maniatado por ese poder que se oculta en la oscuridad.”
De visita por México recientemente, Carlo Merino dictó varias conferencias ante miembros del Poder Judicial y fiscales de la PGR sobre la evolución de la mafia en el mundo. También se reunió con académicos, ante quienes el experto en criminalidad organizada dijo que en su batalla contra la mafia del narcotráfico, el presidente de México puede ordenar “cazar a los narcos, mientras que, al mismo tiempo, los resortes mafiosos se mueven en otra dirección para conservar intocado el sistema que dirige a las mafias y que está en la cúpula del mismo poder político”.
Con la nueva dinámica del crimen organizado, Giuseppe Carlo Marino se refiere al poder del narcotráfico en México, tan violento como avasallante, y define cuál es su verdadero papel en el mundo mafioso:
“Los narcos son como la periferia de un proceso mafioso de mayor alcance, no son la fuerza decisiva más importante. Es una particular organización criminal que ya no es sólo una sociedad que sirve como intermediaria entre la sociedad del sur de América y Estados Unidos en el tráfico de drogas: la mafia mexicana produce sus drogas y esa es una realidad desde hace varios años.”
Con base en los datos que dispone y su amplio bagaje histórico, el autor del libro Historia de la mafia: un poder en las sombras, que la editorial Vergara-Grupo Zeta tradujo al español hace pocos meses, Giuseppe Carlo Marino explica, en entrevista con Apro, que en México el narcotráfico ya se constituyó en una fuerza económica y, como los capitales son tan grandes, dice, los cárteles mexicanos empiezan a disponer de personas con otros perfiles.
Por ejemplo, expone, tiene contadores, economistas y técnicos que disponen de una gran capacidad para mover sus enormes capitales. Pero insiste en que, aun con todo lo poderoso que se muestra, “el narco es sólo el brazo operativo de un poder mafioso más grande que se oculta en las sombras del poder político”.
--Con base en la historia de Sicilia y su mafia, ¿Usted considera que en el caso de México la mafia del narcotráfico se incuba desde el poder o evoluciona como parte de una descomposición social?
--Si tomamos en cuenta la historia de la mafia en Sicilia, el proceso nace desde arriba y llega hasta abajo. Abajo la verdadera delincuencia, en el caso de Sicilia, era la de los bandidos; sin embargo, los verdaderos mafiosos en Sicilia no eran los bandidos. Antiguamente, los verdaderos mafiosos en Sicilia eran los grandes terratenientes que usaban a los bandidos, a los bandoleros como fuerza armada.
“Todo esto produjo un sistema perverso que crece hasta la base social y hace posible que el fenómeno se reproduzca desde abajo, pero nace en la cúpula del poder político y ésta es la dirección estratégica del negocio.”
Autor también de La República de la Fuerza (1991), Carlo Marino afirma:
“Pensemos en un ejército. El ejército no se forma sin una organización estatal que lo constituya y sin una dirección estratégica que lo guíe, si no, no existiera un ejército, sino una masa de equivocados. Los dos fenómenos –delincuencia y poder–tienen que, ir a la fuerza, juntos, así como en el ejército los soldados simples tienen que andar junto con los jefes de la dirección estratégica.
--¿Cuál es la razón de ser de esa relación poder-mafia?
--Antiguamente la mafia garantizaba a los terratenientes de Sicilia la defensa, los movimientos populares y de las organizaciones populares que se iban desarrollando para llegar a la justicia social. La mafia era una especie de fuerza usada por las clases dominantes para salvaguardar sus privilegios sociales. Hoy la situación es mucho más compleja. Sin embargo, los aspectos esenciales de esta antigua dinámica no han cambiado.
“También hoy en día si la mafia no se elimina es porque hay alguien que está interesado en que las cosas se queden así y esto no es obra de una sola persona: es alguien que coincide con un grupo social y este es de los privilegiados.”
De acuerdo con Giuseppe Carlo Marino, en pocos países del mundo, entre ellos México, el combate a la criminalidad adquiere tintes de realidad, pues lo que se ataca es al crimen organizado, no al sistema mafioso.
Explica:
“Hay que ver si, en el caso de México o de otros países de América Latina, se combate de verdad contra la mafia o esa lucha se limita a combatir a la criminalidad organizada y no al sistema mafioso. Esta lucha se justifica, según la historia, en los casos en que la criminalidad organizada moleste al poder político y el Estado reacciona, con todos sus instrumentos a su alcance y dirigidos por la clase privilegiada por la mafia, para sacudirse lo que le estorba.”
La reflexión del académico de la Universidad de Palermo encuentra mayor profusión en los antecedentes de la mafia que operó en Sicilia a principios de los años veinte del siglo pasado.
Con el respaldo de esos datos históricos, el experto señala:
“En Italia la mafia era dominante en los primeros años del siglo XX. Cada día en los pueblos de Sicilia había un muerto, por lo menos. Quien resistía a la mafia, pues, se moría. Sobre todo, se mataba los jefes de los movimientos campesinos. En 1922 llega al poder el fascismo con Benito Musollini.
“El nuevo régimen empieza a luchar contra la mafia. La mafia aparentemente se había eliminado, pero lo que había pasado en realidad es que se había encarcelado a los elementos secundarios, a los pequeños delincuentes, mientras los grandes mafiosos se pusieron la camisa negra, el símbolo del fascismo y se integraron al régimen y el gobierno de Musolini, quien no sólo absorbió a los mafiosos, sino que la mafia se institucionalizó.”
En América Latina, expone, la realidad no es diferente. En varios países del sur de América el crimen organizado parece tener apoyos institucionales que le otorgan mayor poder. Esta situación sólo puede cambiar si se genera una situación de riesgo y de peligro para el poder político, que tendrá que sacudirse lo que le incomoda para volver a gestar una suerte de renacimiento de la criminalidad.
--Desde que tomó posesión, en diciembre pasado, el presidente Felipe Calderón ha dicho que su gobierno no pactará con el narcotráfico. ¿Históricamente tiene sentido esta posición o usted cree que es viable que los gobiernos negocien con las mafias?
--No se trata de una negociación en realidad, sino un acuerdo orgánico. Eso se había realizado parcialmente en Italia entre la mafia, los partidos políticos y el gobierno. Y surgió cuando se dieron cuenta de que no se terminaba con le delincuencia metiendo a la cárcel a los mafiosos.
--En el caso de México, cuando el presidente Felipe Calderón, aparentemente con buenas intenciones, se propone el combate al crimen organizado o a la mafia, ¿Usted cree que es real dicho combate o el poder presidencial tiene límites en esta lucha?
--Claro que es posible. Yo creo en las buenas intenciones del presidente Calderón, por qué no habíamos de creer. Pero el presidente, y hay que decirlo así, podría ser víctima de su propio sistema sin saberlo, sin tenerlo consciente. Es decir, que mientras él vaya a cazar a los delincuentes, cerca de él haya personajes que estén ligados a los intereses que los narcos han estrechado.
“En México no tiene sentido, desde mi punto de vista, una lucha sólo militar: se tiene que hacer, sobre todo, una lucha política. Se tendría que purificar el Estado de la corrupción que le afecta y que es la mejor alimentación de la mafia, pues se juntan dos fuerzas poderosas: poder legal e ilegal.”
Según Carlo Marino, quien fuma su pipa mientras hila sus ideas, la represión contra la delincuencia es una operación necesaria, pero afirma que también tiene sus riesgos si no se le hace entender al pueblo que dicha estrategia sirve para eliminar a los narcotraficantes.
Explica que si no hay resultados convincentes, si el pueblo no entiende que la lucha militar es factible, entonces el riesgo es que la gente se vaya de lado de los narcos y no de parte de la lucha antimafia
En suma, dice, “si el poder no se transforma como una fuerza capaz de juntar la autoridad con la justicia social, se crean los huecos a través de los cuales la mafia convence al pueblo de que es mejor obedecer a la mafia que al otro poder que ejerce la represión.
--Entonces ¿Cuál es la mejor estrategia para combatir a la mafia?
--La mafia no puede combatirse con métodos mafiosos: hay que hacerlo con el Estado de derecho que está en contra de la negación del derecho. Un exceso de militarización crea las condiciones para que se realicen enormes injusticias, pues la militarización casi siempre prefiere el juicio sumario, rápido. Eso determina una situación en la que unos inocentes pueden ser torturados, todo esto aparentemente hace fácil ganarle a la mafia, pero no es así: se hace más fuerte el poder mafioso
Al analizar la realidad mexicana, Giuseppe Carlo Marino no ve otra alternativa más que combatir a la delincuencia organizada con inteligencia, pero esto resulta infructuoso, advierte, si no se lleva a cabo una revolución cultural. Los procesos tienen que ser muy claros y se necesitan leyes adecuadas, entre las cuales resulta fundamental una: la expropiación inmediata de todos los bienes de origen mafioso.
“Eso no es todo –dice--, pues la realidad de la mafia es muy compleja. Si se pone en la cárcel a cien narcos, por ejemplo, en poco tiempo surgirán mil más para sustituirlos. Para que se rompa este círculo es necesario que la gente entienda que estar del lado de los mafiosos significa estar contra sus propios intereses.
“Es indispensable también que el dinero decomisado se regrese a la sociedad, que se transforme en beneficios, que se respete el derecho al trabajo, que la riqueza de los mafiosos fluya en los beneficios sociales
“Si un gobierno opera con estos criterios, obtiene el consenso máximo de la población y se rompe el guión que junta al pueblo con los narcos, por citar el caso de México, el cual se ha construido mediante la repartición del dinero al pueblo. Por ello, es fundamental una política de bonificación social y todo esto hace posible el objetivo más importante: que se garantice la reprobación social de la mafia”, explica.
--De acuerdo con los informes que dispone, ¿Usted ve otra actividad mafiosa más redituable en México que el narcotráfico?
--El comercio de las drogas y su producción es sólo un sector de las actividades económicas de la mafia; porque en el ejercicio de este comercio, la mafia ha amasado enormes ingresos y ahora es más importante para la mafia el problema de cómo lavar y de cómo volverlo a reinvertir.
Pero hay algo peor, concluye:
“La mafia en todo el mundo está mezclada. Son una sociedad nefasta multiétnica que podemos definir como un cáncer que ataca a la economía globalizada. La mafia es el parásito de la globalización y, al mismo tiempo, el soporte financiero de muchos países, entre ellos México.”
El especialista expone sus certezas y sus dudas sobre la política criminal del régimen de Felipe Calderón:
“Yo creo en las buenas intenciones del presidente Felipe Calderón –afirma el experto—, pero creo que en su lucha contra la mafia del narco, el presidente puede terminar siendo víctima del propio sistema mafioso que se enquista en el poder, sin que los presidentes muchas veces se den cuenta, y terminar maniatado por ese poder que se oculta en la oscuridad.”
De visita por México recientemente, Carlo Merino dictó varias conferencias ante miembros del Poder Judicial y fiscales de la PGR sobre la evolución de la mafia en el mundo. También se reunió con académicos, ante quienes el experto en criminalidad organizada dijo que en su batalla contra la mafia del narcotráfico, el presidente de México puede ordenar “cazar a los narcos, mientras que, al mismo tiempo, los resortes mafiosos se mueven en otra dirección para conservar intocado el sistema que dirige a las mafias y que está en la cúpula del mismo poder político”.
Con la nueva dinámica del crimen organizado, Giuseppe Carlo Marino se refiere al poder del narcotráfico en México, tan violento como avasallante, y define cuál es su verdadero papel en el mundo mafioso:
“Los narcos son como la periferia de un proceso mafioso de mayor alcance, no son la fuerza decisiva más importante. Es una particular organización criminal que ya no es sólo una sociedad que sirve como intermediaria entre la sociedad del sur de América y Estados Unidos en el tráfico de drogas: la mafia mexicana produce sus drogas y esa es una realidad desde hace varios años.”
Con base en los datos que dispone y su amplio bagaje histórico, el autor del libro Historia de la mafia: un poder en las sombras, que la editorial Vergara-Grupo Zeta tradujo al español hace pocos meses, Giuseppe Carlo Marino explica, en entrevista con Apro, que en México el narcotráfico ya se constituyó en una fuerza económica y, como los capitales son tan grandes, dice, los cárteles mexicanos empiezan a disponer de personas con otros perfiles.
Por ejemplo, expone, tiene contadores, economistas y técnicos que disponen de una gran capacidad para mover sus enormes capitales. Pero insiste en que, aun con todo lo poderoso que se muestra, “el narco es sólo el brazo operativo de un poder mafioso más grande que se oculta en las sombras del poder político”.
--Con base en la historia de Sicilia y su mafia, ¿Usted considera que en el caso de México la mafia del narcotráfico se incuba desde el poder o evoluciona como parte de una descomposición social?
--Si tomamos en cuenta la historia de la mafia en Sicilia, el proceso nace desde arriba y llega hasta abajo. Abajo la verdadera delincuencia, en el caso de Sicilia, era la de los bandidos; sin embargo, los verdaderos mafiosos en Sicilia no eran los bandidos. Antiguamente, los verdaderos mafiosos en Sicilia eran los grandes terratenientes que usaban a los bandidos, a los bandoleros como fuerza armada.
“Todo esto produjo un sistema perverso que crece hasta la base social y hace posible que el fenómeno se reproduzca desde abajo, pero nace en la cúpula del poder político y ésta es la dirección estratégica del negocio.”
Autor también de La República de la Fuerza (1991), Carlo Marino afirma:
“Pensemos en un ejército. El ejército no se forma sin una organización estatal que lo constituya y sin una dirección estratégica que lo guíe, si no, no existiera un ejército, sino una masa de equivocados. Los dos fenómenos –delincuencia y poder–tienen que, ir a la fuerza, juntos, así como en el ejército los soldados simples tienen que andar junto con los jefes de la dirección estratégica.
--¿Cuál es la razón de ser de esa relación poder-mafia?
--Antiguamente la mafia garantizaba a los terratenientes de Sicilia la defensa, los movimientos populares y de las organizaciones populares que se iban desarrollando para llegar a la justicia social. La mafia era una especie de fuerza usada por las clases dominantes para salvaguardar sus privilegios sociales. Hoy la situación es mucho más compleja. Sin embargo, los aspectos esenciales de esta antigua dinámica no han cambiado.
“También hoy en día si la mafia no se elimina es porque hay alguien que está interesado en que las cosas se queden así y esto no es obra de una sola persona: es alguien que coincide con un grupo social y este es de los privilegiados.”
De acuerdo con Giuseppe Carlo Marino, en pocos países del mundo, entre ellos México, el combate a la criminalidad adquiere tintes de realidad, pues lo que se ataca es al crimen organizado, no al sistema mafioso.
Explica:
“Hay que ver si, en el caso de México o de otros países de América Latina, se combate de verdad contra la mafia o esa lucha se limita a combatir a la criminalidad organizada y no al sistema mafioso. Esta lucha se justifica, según la historia, en los casos en que la criminalidad organizada moleste al poder político y el Estado reacciona, con todos sus instrumentos a su alcance y dirigidos por la clase privilegiada por la mafia, para sacudirse lo que le estorba.”
La reflexión del académico de la Universidad de Palermo encuentra mayor profusión en los antecedentes de la mafia que operó en Sicilia a principios de los años veinte del siglo pasado.
Con el respaldo de esos datos históricos, el experto señala:
“En Italia la mafia era dominante en los primeros años del siglo XX. Cada día en los pueblos de Sicilia había un muerto, por lo menos. Quien resistía a la mafia, pues, se moría. Sobre todo, se mataba los jefes de los movimientos campesinos. En 1922 llega al poder el fascismo con Benito Musollini.
“El nuevo régimen empieza a luchar contra la mafia. La mafia aparentemente se había eliminado, pero lo que había pasado en realidad es que se había encarcelado a los elementos secundarios, a los pequeños delincuentes, mientras los grandes mafiosos se pusieron la camisa negra, el símbolo del fascismo y se integraron al régimen y el gobierno de Musolini, quien no sólo absorbió a los mafiosos, sino que la mafia se institucionalizó.”
En América Latina, expone, la realidad no es diferente. En varios países del sur de América el crimen organizado parece tener apoyos institucionales que le otorgan mayor poder. Esta situación sólo puede cambiar si se genera una situación de riesgo y de peligro para el poder político, que tendrá que sacudirse lo que le incomoda para volver a gestar una suerte de renacimiento de la criminalidad.
--Desde que tomó posesión, en diciembre pasado, el presidente Felipe Calderón ha dicho que su gobierno no pactará con el narcotráfico. ¿Históricamente tiene sentido esta posición o usted cree que es viable que los gobiernos negocien con las mafias?
--No se trata de una negociación en realidad, sino un acuerdo orgánico. Eso se había realizado parcialmente en Italia entre la mafia, los partidos políticos y el gobierno. Y surgió cuando se dieron cuenta de que no se terminaba con le delincuencia metiendo a la cárcel a los mafiosos.
--En el caso de México, cuando el presidente Felipe Calderón, aparentemente con buenas intenciones, se propone el combate al crimen organizado o a la mafia, ¿Usted cree que es real dicho combate o el poder presidencial tiene límites en esta lucha?
--Claro que es posible. Yo creo en las buenas intenciones del presidente Calderón, por qué no habíamos de creer. Pero el presidente, y hay que decirlo así, podría ser víctima de su propio sistema sin saberlo, sin tenerlo consciente. Es decir, que mientras él vaya a cazar a los delincuentes, cerca de él haya personajes que estén ligados a los intereses que los narcos han estrechado.
“En México no tiene sentido, desde mi punto de vista, una lucha sólo militar: se tiene que hacer, sobre todo, una lucha política. Se tendría que purificar el Estado de la corrupción que le afecta y que es la mejor alimentación de la mafia, pues se juntan dos fuerzas poderosas: poder legal e ilegal.”
Según Carlo Marino, quien fuma su pipa mientras hila sus ideas, la represión contra la delincuencia es una operación necesaria, pero afirma que también tiene sus riesgos si no se le hace entender al pueblo que dicha estrategia sirve para eliminar a los narcotraficantes.
Explica que si no hay resultados convincentes, si el pueblo no entiende que la lucha militar es factible, entonces el riesgo es que la gente se vaya de lado de los narcos y no de parte de la lucha antimafia
En suma, dice, “si el poder no se transforma como una fuerza capaz de juntar la autoridad con la justicia social, se crean los huecos a través de los cuales la mafia convence al pueblo de que es mejor obedecer a la mafia que al otro poder que ejerce la represión.
--Entonces ¿Cuál es la mejor estrategia para combatir a la mafia?
--La mafia no puede combatirse con métodos mafiosos: hay que hacerlo con el Estado de derecho que está en contra de la negación del derecho. Un exceso de militarización crea las condiciones para que se realicen enormes injusticias, pues la militarización casi siempre prefiere el juicio sumario, rápido. Eso determina una situación en la que unos inocentes pueden ser torturados, todo esto aparentemente hace fácil ganarle a la mafia, pero no es así: se hace más fuerte el poder mafioso
Al analizar la realidad mexicana, Giuseppe Carlo Marino no ve otra alternativa más que combatir a la delincuencia organizada con inteligencia, pero esto resulta infructuoso, advierte, si no se lleva a cabo una revolución cultural. Los procesos tienen que ser muy claros y se necesitan leyes adecuadas, entre las cuales resulta fundamental una: la expropiación inmediata de todos los bienes de origen mafioso.
“Eso no es todo –dice--, pues la realidad de la mafia es muy compleja. Si se pone en la cárcel a cien narcos, por ejemplo, en poco tiempo surgirán mil más para sustituirlos. Para que se rompa este círculo es necesario que la gente entienda que estar del lado de los mafiosos significa estar contra sus propios intereses.
“Es indispensable también que el dinero decomisado se regrese a la sociedad, que se transforme en beneficios, que se respete el derecho al trabajo, que la riqueza de los mafiosos fluya en los beneficios sociales
“Si un gobierno opera con estos criterios, obtiene el consenso máximo de la población y se rompe el guión que junta al pueblo con los narcos, por citar el caso de México, el cual se ha construido mediante la repartición del dinero al pueblo. Por ello, es fundamental una política de bonificación social y todo esto hace posible el objetivo más importante: que se garantice la reprobación social de la mafia”, explica.
--De acuerdo con los informes que dispone, ¿Usted ve otra actividad mafiosa más redituable en México que el narcotráfico?
--El comercio de las drogas y su producción es sólo un sector de las actividades económicas de la mafia; porque en el ejercicio de este comercio, la mafia ha amasado enormes ingresos y ahora es más importante para la mafia el problema de cómo lavar y de cómo volverlo a reinvertir.
Pero hay algo peor, concluye:
“La mafia en todo el mundo está mezclada. Son una sociedad nefasta multiétnica que podemos definir como un cáncer que ataca a la economía globalizada. La mafia es el parásito de la globalización y, al mismo tiempo, el soporte financiero de muchos países, entre ellos México.”
... la RED está intacta.
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