Sunday, November 04, 2007

Opinion - 04 / 11 / 2007

A Tabasco, solidaridad y transparencia

Plaza Pública

El presidente Ernesto Zedillo se disponía a viajar el 17 de octubre de 1999 a España y Alemania. Pero una semana antes canceló su viaje, debido a la extrema necesidad en que se hallaba, a causa del mal tiempo, una extensa zona de la República, que incluía a Tabasco. Esa entidad padecía la peor tragedia de su historia: había daño grave en 16 de los 17 municipios de la zona; en el del centro, cuya cabecera es Villahermosa, el 60 por ciento de la ciudad quedó bajo las aguas, y en todo el estado se perdió el patrimonio de más de 300 mil personas.
Ocho años más tarde, la tragedia se repite en términos mucho más severos. El presidente Calderón, que el martes próximo viajaría a Panamá, Colombia y Perú, no lo hará y tal vez sólo salga el jueves a Santiago de Chile, donde se realizará la 17 Cumbre Iberoamericana. Esta vez los 17 municipios sufren inundaciones y sus terribles secuelas. El 80 por ciento de la superficie del estado está bajo las aguas, y casi toda la capital, incluido su centro histórico, se ha inundado porque el río Grijalva y las lagunas aledañas se desbordaron. La cifra de damnificados se aproxima al millón, y una tercera parte de ellos requería alojamiento donde satisfacer sus necesidades básicas. Cien mil personas deambulan por Villahermosa sin destino y algunos refugios que podrían albergarlos se anegaron también y su población debió ser trasladada a otros lugares. Fue preciso igualmente desalojar dos hospitales, inundados también. La gente que puede está yéndose de Tabasco, gracias al servicio gratuito de la empresa de transporte de pasajeros más conocida de la región.
Hace ocho años las inclemencias del tiempo se sumaban al mal clima político entre Los Pinos y la Quinta Grijalva. El gobernador Roberto Madrazo había pedido licencia para contender por la candidatura presidencial del PRI, en franca y ruidosa oposición al designio presidencial que favorecía a Francisco Labastida. Por ese motivo, y a diferencia de sus viajes a otras entidades en situación semejante (Guerrero, Oaxaca, Veracruz), pero menos grave, Zedillo no se presentó en Tabasco, lo que le valió reproches públicos de los funcionarios cercanos a Madrazo. Alberto Banuet, que había sido secretario estatal de fomento económico y a la sazón encabezaba la fundación que con el nombre de su padre patrocinaba la aspiración presidencial del gobernador, fue más allá. Formuló una severa denuncia sobre la causa de la insólita inundación. La atribuyó a operación errónea o dolosa de los caudales procedentes de las presas que desaguan en el Grijalva. Por ello culpó a la Comisión Nacional del Agua y a los ope-radores de las presas Angostura, Chicoasén, Malpaso y Peñitas, por dejarlas llegar con mucho más agua de la requerida al mes de octubre, cuando es de todos sabido que en este mes se presentan las mayores precipitaciones pluviales en el sureste. Banuet agregó que la mayoría de la población del estado creía que se procedió de esa manera para no afectar la ge-neración eléctrica en el país.
En la situación presente, ese reproche y esa creencia han sido expresados por el propio gobernador Andrés Granier Melo, que se ha dolido repetidamente del desfogue de Peñitas, que agregó a la lluvia caída directamente sobre el Grijalva la liberación de 2 mil me-tros cúbicos de agua por segundo durante varios días. Ante su protesta, la Comisión Federal de Electricidad anunció el 31 de octubre la disminución de ese caudal a mil 500 metros cúbicos, no sin afirmar que el manejo operativo de la presa Peñitas se ha realizado en todo momento con un sentido responsable, basado en criterios técnicos.
Todavía el viernes 2, Granier insistió en su reproche ante el pre-sidente Calderón: reiteró su convicción de que el manejo de la hidroeléctrica contribuyó enormemente a la desgracia... queremos que opere Peñitas y genere energía y riqueza a México, pero que podamos convivir con la presa. Era la segunda visita de Calderón a Villahermosa. A dife-rencia de la primera, el miércoles, sólo vio a la gente de lejos. Aquel día había mostrado su impaciencia ante personas afectadas que se li-mitaban a ver cómo se reforzaban los muros de contención. Regañó a unos jóvenes que estaban en ese caso, mientras él metía algunas paletadas de arena en costales. Dos días más tarde esa impaciencia se dirigió al secretario de Gobierno, Humberto Mayans, a quien atajó cuando exponía un panorama de la crisis, que implicaba un altísimo riesgo para la estabilidad social del estado. Calderón lo interrumpió para ordenarle: ¡Concéntrese en los requerimientos! Empiece por lo más urgente, por favor. Sabemos de la magnitud de la tragedia, le espetó. Y con el gobernador discrepó sobre las causas del desastre: No nos equivoquemos, el origen de la catástrofe está en la enorme alteración climática.
Granier, sin embargo, había recibido en la víspera asentimiento del secretario de Gobernación sobre otro factor presente en el origen del abrumador anegamiento. Francisco Ramírez Acuña hizo suya la grave observación de Granier Melo sobre el Proyecto Integral de Control Inundaciones, PICI. Comienza admitiendo que ese programa destinado a la remediación de los cauces de los ríos, a la construcción de bordos, el desazolve de ríos, etcétera, no ha concluido. Pero luego aceptó francamente: Hay la certeza de que no se hicieron las obras, hay la certeza de que no hubo la inversión correspondiente en los últimos años&Lo mismo la obra que quedó pendiente de la Comisión Nacional del Agua, que por asuntos de tipo administrativo y de manejo de las licitaciones no se concluyó en mayo (Reforma, 2 de noviembre).
El PICI resultó de un acuerdo del 2 de abril de 2003 entre el gobierno de Tabasco, entonces a cargo de Manuel Andrade, y la CNA, dirigida por Cristóbal Jaime Jáquez. Su planteamiento financiero era impecable: mediante la inversión de 2 mil 60 millones de pesos (pagaderos a razón de 72 por ciento por el gobierno federal y 28 por ciento por el local), cuando el proyecto concluyera, en 2006, se habrían evitado daños por más de 16 mil millones de pesos. El proyecto buscaba ante todo, brindar protección integral contra lluvias extraordinarias y sus efectos en los niveles de los ríos Samaria, Carrizal, La Sierra y Grijalva, confinando las corrientes, conduciendo los excedentes lejos de los centros urbanos para evitar daños a la población y la actividad productiva, acelerando en lo posible la salida de los escurrimientos hacia el mar y disminuyendo significativamente el riesgo de una inundación catastrófica. Más específicamente, se trataba de salvaguardar y garantizar protección a la población de la ciudad de Villahermosa y su zona conurbada con el municipio de Nacajuca, su patrimonio e infraestructura existente, así como la zona agrícola y ganadera. Nada de ello ocurrió, no obstante que en 2004, un año después de firmado el convenio que creó el PICI, según la Conagua ya se tenía un avance de 46 por ciento de las obras, lo cual impli-caba haber ejercido 600 millones de pesos del presupuesto original (La Jornada, 3 de noviembre).
Al término de 2006, el PICI registró un avance global de de 70 por ciento en sus tres sistemas. Mezcalapa-Samaria, Carrizal-Me-dellín y Ríos de la Sierra, en el caso de este último se requiere continuar con la construcción de bordos, drenes y la estructura de control, según el Plan Estatal de Desarrollo 2007-2012. José Luis Luege, director de la Conagua, reportó el 19 de enero (de este año) en Villahermosa, que la estructura de control del río Carrizal, una obra con un costo de 330 millones de pesos, registraba un avance de 55 por ciento (Reforma, 2 de noviembre).
Ineptitudes o corrupción o la mezcla de ésos y otros factores (como la avenida llegada de Peñitas), junto con la abundancia de las lluvias se reunieron para generar el enorme infortunio que agobia a los tabasqueños. No deberá soslayarse una averigua-ción puntual, desde diversos miradores, sobre esas circunstancias, no sólo para fincar respon-sabilidades sino sobre todo para evitar que periódicamente se reproduzca el desastre. Pero eso vendrá después. Hoy, por lo pronto, la voz de orden es solidaridad. Tabasco necesita de todo y de todos. No hagamos esperar nuestra aporta-ción, para que no crezca el costo humano de la catástrofe.

Correo electrónico: miguelangel@granadoschapa.com
Miguel Ángel Granados Chapa

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