Saturday, September 12, 2009





Brasil está comprando equipamiento bélico (de Francia) por un valor cercano a los 12 mil millones de dólares. El gasto incluye un submarino nuclear y aviones de combate.

Con esta masiva compra de equipamiento bélico a Francia, Brasil se convierte en uno de los principales compradores de armas en el ámbito de los países en vías de desarrollo, al mismo tiempo que se refuerza como la mayor potencia militar de la región.

Brasil no obstante, para ser potencia regional debe entrar en la liga mayor de las viejas potencias, por lo tanto se debe comprometer cada vez más con la alianza transatlántica que es una forma subsidiaria de representar el colonialismo e imperialismo tradicional.

Brasil no se “arma” para equilibrar el poderío de EEUU. Al contrario, Brasil se corona como el embajador de las potencias occidentales en la región como su poder subrogante.

Hay que considerar que Estados capitalistas con ejércitos poderosos, son en la práctica las elites del poder armadas hasta los dientes, y Brasil es un ejemplo de una elite que no ha cedido su poder como lo puede comprobar el Gobierno de Lula diariamente.

No es una incógnita que Brasil aspire a ser potencia bélica. Es una crónica anunciadísima a partir del semi colapso de la Trilateral, con el fin del poder de la Ex URSS. La alianza transatlántica ya no da más en su esfuerzo por controlar un mundo desprogramado a partir del fin de la bipolaridad americano-soviética. Brasil es exactamente lo que necesita esa alianza para recuperar el control total de zonas estratégicas claves en el hemisferio occidental.

Francia a su vez, comienza a competir como el segundo vendedor de armas a los países en vías de desarrollo. Rusia no recupera aún su nivel de ventas de 2007.

La carrera armamentista no cede a pesar de la crisis económica mundial. Esta operación representa más de un 25 % del valor total de venta de material bélico a los países en vías de desarrollo en 2008.

Preocupante y vergonzoso. Hay dinero para reforzar la capacidad bélica mientras el mundo en vías de desarrollo enfrenta una de las peores crisis de alimentos post Segunda Guerra Mundial, como señalan los informes de la FAO en 2008.

Según un informe del Congreso de EEUU (2008), los principales compradores de la venta de armas en el mundo son países en vías de desarrollo.

El principal vendedor es EEUU con ventas por U$S 37.8 mil millones en 2008 representando el 68% del mercado, cuyos principales clientes están en Asia y el Medio Oriente.

La venta a los países en vías de desarrollo ascendió en 2008 a 42 .2 mil millones de dólares, un nivel levemente superior a las ventas en 2007 que alcanzó 41 .1 mil millones, pero igualmente se sitúan bajo un clima de advertencia de una crisis económica.

Una gran proporción de las ventas de armamento de 2008, responde a procesos de negociaciones y convenios iniciados antes de la crisis económica de 2008, aunque se consolidan y se sellan cuando esta crisis comenzaba a estallar.

Es natural que el complejo proceso de compra y venta de armas en los países, no pueda estar sujeto a los vaivenes bruscos de la economía y allí reside precisamente el principal problema.

Hay una prerrogativa en el sistema bélico de las naciones que lo hace funcionar como el sistema paralelo por excelencia en la estructura del Estado. Es la seguridad estratégica de las naciones, y al constituir el eslabón más protegido de una supuesta democracia con participación ciudadana, se transforma en el problema que ningún sistema político ha resuelto. ¿Dónde está la política? ¿Donde están los políticos?

Seguramente sustentando el sistema paralelo de la guerra, o recogiendo dividendos en el carrusel musical del poder.

El proceso de compra de armas con las cifras expuestas se llevó a cabo en medio de la gestación de la crisis económica, y continuó mientras se hacía más aguda. En algunos frentes de opinión y análisis se advirtió, aunque prevaleció la lógica de la protección bélica del estado.

El lucrativo mercado de las armas de los países no se detuvo en 2008, exhibiendo una cifra de US$ 55.2 mil millones, no obstante una reducción de un 7.6% respecto a 2007.

En un corte transversal, se percibe la incapacidad de los países con poderío bélico menor, para equilibrar el poderío militar de los EEUU. En cada región, se observan a los Estados concentrados en su poderío militar -en algunos casos de carácter nuclear-, estimulando un tipo de relaciones internacionales sobre determinadas por la variable bélica.

El internacionalismo multilateral e integracionista, seriamente dañado con la invasión a Irak en 2003, aún no recupera las bases de confianza, elemento central en las relaciones internacionales, mientras el derecho internacional mantiene su estado embrionario y carente de poder, con un ejemplo cúspide: la demora en ratificar el Tribunal Penal Internacional.

En buena medida, el voluntarismo que promueve un criterio global de bien común, y los movimientos sociales con un foco específico en la paz y el desarme nuclear, han sido cooptados en la agenda del poder. Se privilegia el comercio mientras no se ha incrementado el esfuerzo político para construir instrumentos que promuevan la integración y la cooperación. Por el contrario, se observa una reafirmación de los nacionalismos y la protección exacerbada.

Al comprar más armamento, se confirma la disminuida confianza de los estados en los organismos internacionales y sus instrumentos. Mientras se constata una intensa economía global, no existe la misma predisposición parta obtener una paz y un orden global de seguridad con sentido humano. Por donde se observe, hay una tendencia a la tensión y a resolver los conflictos con posiciones de confrontación y de guerra.

Es así que en medio de la peor crisis económica desde la recesión de 1929, después de una dolorosa Segunda Guerra Mundial, con varias guerras posteriores como en Corea, Vietnam, Balcanes, Medio Oriente, India-Pakistán, Irak y Afganistán (2001-2009) entre otras, para reajustar supremacías y equilibrios, las armas continúan siendo el gran negocio del sistema paralelo generado.

El concepto de acción preventiva está instaladísimo, y el corte histórico que ha producido la exacerbación ideológica del neoconservadurismo, obliga a que la formulación política determine que el hoy y el mañana sean los elementos más constitutivos del sentido del poder. Legados, enseñanzas, el nostálgico historicismo, no forman parte de la filosofía política actual y pertenecen a los museos, si es que pertenecen a algo.

El espacio del poder bélico está apto para las mezclas de asociaciones entre Estados en las formas más insospechadas con la sola función de proteger el capital transnacional. Brasil con su ambición más reciente de potencia, así como la más antigua de Irán, forman el “menú fusión” de una nueva manera de “cocinar” el poder internacional.

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