Friday, December 25, 2009

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Lo que principalmente distingue el conocimiento científico de los demás, es el método, llamado científico, gracias al cual se crea, y que es extensión sistemática del buen sentido y del sano escepticismo. La práctica de este método... requiere diversos tipos de mentalidad. Para recoger evidencia y comprobar conclusiones, son necesarios agudos observadores, ingeniosos experimentadores y clasificadores concienzudos. Para enmarcar conceptos y explicaciones debe haber teóricos con imaginación y lógicos implacables. Para hallar empleo práctico a los hallazgos de los demás, son necesarios pragmáticos que no pierdan el suelo de vista. Todo aquel que utiliza el método científico, ya sea por razones prácticas o para la investigación pura, se encuentra bajo la categoría de científico: el técnico de laboratorio y el ingeniero, tanto como un Einstein o un Darwin; el científico social, lo mismo que el físico, el químico o el astrónomo que se ocupa de los lejanos astros.

Las fronteras nacionales y las barreras ideológicas tienen para el científico casi tan poco sentido como las tenues divisiones entre las clases sociales. El genio científico aparece sin consideración de país, lengua o color. Las leyes de la naturaleza operan de la misma manera en todas las naciones.

El vocabulario mismo del científico es internacional. Sus conceptos son universalmente aplicables; las voces técnicas que utiliza, como se derivan del latín y del griego, son por lo menos paneuropeas. Existen razones fundamentales de su preferencia por un esperanto científico. Cuando se enfrentan con estrellas, tiempo geológico, los instintos de los animales o las partículas impalpables del mundo subatómico tiene que pensar siempre en términos de realidades que trascienden los paisajes y los lenguajes locales. No es pues de extrañar que se considere parte de una comunidad internacional o incluso interplanetaria.

...

Los científicos han sufrido mucho por sus convicciones cosmopolitas, y el público en general ha aprendido lentamente a ser tolerante con ellos. En los Estados Unidos durante el decenio de los años 1950, en que la lealtad de los físicos atómicos fue investigada a fondo por el congreso de ese país, toda la comunidad científica se sintió a veces bajo sospecha popular. Pruebas más severas abrumaron a los científicos de los entonces llamados países totalitarios. En tiempos de Stalin, algunos científicos soviéticos fueron encarcelados por sus contactos en Occidente, y a otros se les ordeno renunciar a teorías científicas extranjeras, e inventar dogmas patrióticos marxistas.

Cuando los científicos se sienten perseguidos por dictadores, debido a razones ideológicas, se defienden con claridad, pero si nadie les escucha acaban por retirarse, a menudo con detrimento para la nación. La Alemania bajo el nazismo perdió un buen número de sus mejores cerebros científicos, debido a que salieron del país, y en años más recientes, fueron muchos los científicos de la ex-URSS que trataron de emigrar o que lograron salir de su patria. Previamente, durante períodos de represión, algunos científicos rusos, no muy sumisos, centraron con frecuencia su atención en artificios o teorizaciones del todo inofensivos. Fue así como, en un tiempo en que la ingeniería atómica y la física terriblemente abstrusa del estado sólido florecían en Occidente, en la ex-Unión Soviética fue muy poco el trabajo innovador que se realizó. En las ciencias de la vida, la investigación aplicada en algunos campos que podrían comprometerlos ideológica o políticamente, como el de la genética, se marchitó igualmente, porque los genetistas se limitaron a la contemplación teórica de la mosca de la fruta.

A medida que se han ido dando cuenta del valor crítico del descubrimiento científico, los gobernantes, tanto democráticos como autocráticos, han llegado a comprender que meterse con los científicos puede ser peligroso. La liberación del clima que ocurrió en la ex-Unión Soviética, bajo el gobierno de Khrushchev, fue en parte debida a la coacción de los científicos. En Occidente, los físicos ejercen hoy una gran influencia, aunque indirecta, sobre las decisiones militares e industriales. Los biólogos recurren a reuniones sobre la salud, seguridad, parques y vida silvestre. Sociólogos, sicólogos y economistas participan en procedimientos judiciales y presupuestarios. Por mucho que prefiera su antigua vida contemplativa, el científico del último decenio del siglo XX, se encuentra profundamente comprometido en el mundo de los asuntos prácticos.

La sociedad nunca ha encumbrado una clase de héroe más creadora ni caprichosa. Intelectualmente, el científico tiene más en común con el filósofo o el erudito, que con el tradicional hombre de acción. Pero el triunfo arrollador de la ciencia y la tecnología, lo ha arrastrado cada vez más hacia los consejos de administración y de estado. En la última década de este siglo y en todo el ya cercano siglo XXI, el científico influirá poderosamente, a niveles nunca imaginados, en nuestra vida.


MARGENAU, H., BERGAMINI, D. El científico. Ediciones Culturales Internacionales. México, D.F. Segunda edición. 1992. Págs 30, 35 y 36.



Well, no era realmente el propósito, pero mi mítica condición de despistado (ahora mismo traigo en mi back pack un short en lugar de un suéter, que es lo que realmente pensé echar), me hizo olvidar el lapicito (memory stick, USB, o whatever its name is), y pus como muchos de ustedes deben andar igual que yo, mejor lo dejamos pa´la próxima, ¿no creen? Lamento tener que dejarlos solos resistiendo a todas esas brillantes decisiones gubernamentales (aquel que le caiga el saco que se lo ponga, y al que no le quede el militar pus… también) de fin de año.


M@RChalecO;


Tampico, TAM(emorizando);


25/12/09.





… sabbat.






ENCORE ARROJADO:


One Step Ahead?






… not being edited at all.

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