Otro Estados Unidos
Periódico La Jornada
Sábado 26 de diciembre de 2009, p. 28
Nueva York, 22 diciembre. Se les va el país.
En las protestas de fuerzas conservadoras contra las reformas de salud, de migración, de los que denuncian que es “socialista” y el presidente un “musulmán”, la gran queja es que “este país ya no es nuestro”. Tienen razón.
En menos de 40 años y por primera vez desde que casi fueron aniquilados los indígenas, los blancos serán una minoría más en Estados Unidos. El país ya no es –y cada día lo será menos– el que recuerdan con nostalgia los manifestantes conservadores, en su abrumadora mayoría blancos y protestantes.
Las implicaciones políticas de estos cambios demográficos podrían ser dramáticas; de hecho, los políticos evalúan estas transformaciones de manera muy cuidadosa ya que el futuro de muchos de ellos depende de cómo responden a estas bases que cada vez son menos blancas.
El Buró del Censo de Estados Unidos proyecta que si el flujo migratorio continúa constante, los blancos no latinos que ahora constituyen dos tercios de la población se volverán minoría para 2050, y si el flujo migratorio se incrementa, eso podría ocurrir más cercanamente, en 2040.
Hoy día la población total de Estados Unidos es de 308 millones, y se calcula, dependiendo del flujo de migración, que crecerá hasta llegar a entre 423 y 458 millones para 2050, con los inmigrantes representando hasta 136 millones de ese incremento. El grupo minoritario más grande, después del blanco no latino, sería el sector latino.
El Buró del Censo proyectó un incremento sustancial de la población hispana en Estados Unidos con o sin el flujo migratorio –de hecho, se podrá duplicar entre 2000 y 2050. Con un alto ingreso de migrantes, la población latina podría crecer de 16.3 por ciento de la población total en 2010 a 31.3 por ciento para 2050; sin ningún incremento en el flujo migratorio, la población hispana crecería por 6.7 puntos (por su tasa de fertilidad y su juventud relativa a otros grupos).
Aun suponiendo nula inmigración, las minorías serían la mayoría de la población menor a los 5 años de edad (afroestadunidenses, asiáticos y latinos) para 2050; pero con el flujo migratorio esto podría suceder más pronto, como entre 2019 y 2023, según las proyecciones del censo.
Los de 65 años y mayores serán más de uno de cada cinco estadunidenses en 2050. Sin inmigración, la población estadunidense se empezaría a reducir para ese año, y la fuerza laboral se desplomaría en unos 7 millones de personas entre 2015 y 2035. Si perdura el flujo migratorio, la fuerza laboral se incrementará de 31 millones a 64 millones.
“A lo largo de las próximas cuatro décadas se espera que Estados Unidos experimentará crecimiento rápido en su población de edad avanzada y un gran incremento en su diversidad racial y étnica. El ritmo y extensión de estos cambios será determinada en parte por el nivel de migración internacional neta”, señala el Buró del Censo.
Mientras que la población latina continuará, por mucho, como la minoría más grande, la asiática podría incrementar sus números en 79 por ciento entre 2000 y 2050. De hecho, casi todos los grupos raciales se incrementarán en las próximas cuatro décadas con una sola excepción: los blancos no latinos, que probablemente se verán reducidos.
Un análisis realizado por la revista política National Journal sobre los nuevos datos del Buró del Censo detectó que en casi la mitad de los distritos legislativos –o sea los distritos electorales de 205 diputados federales– las minorías ahora constituyen por lo menos 30 por ciento de la población. Eso es casi el doble de lo que existía en los 90. “Esta diversidad, extensiva literalmente, está cambiando la cara de la Cámara de Representantes, abriendo nuevas grietas tanto entre como dentro de los partidos, y agregando curvas a sus competencias legislativas y políticas”, indica la publicación.
La revista cita al experto sobre tendencias electorales Simon Rosenberg, presidente de la organización demócrata NDN, quien afirma que “estamos entrando en una nueva era definida en gran medida por la explosión increíble del electorado no blanco y su distribución alrededor del país. El crecimiento de esa población no blanca esté creando una (dinámica) política fundamentalmente nueva en Estados Unidos”.
El crecimiento no blanco de la población cambia el panorama político nacional. En 1980 la población no blanca –latinos, afroestadunidenses y asiáticos, principalmente– conformaban 20 por ciento de la población; para 2000 ya eran 31 por ciento, y en 2008 llegaban a 34 por ciento, según cifras del Buró del Censo.
A la vez, la dispersión de la población minoritaria por todo el país, o sea el hecho de que ya no se concentra en los grandes centros urbanos, también es novedoso, sobre todo porque se trata de nuevas tendencias en la distribución geográfica de la migración.
Para algunos analistas, que la migración ahora se expanda a escala nacional podría ser un fenómeno sin precedente aquí.
Tanto para estrategas electorales, políticos y partidos a todos los niveles –local, estatal y federal– estos cambios están cada vez más definiendo su futuro. Pero aún no se sabe si un cambio de color implica un cambio de política –eso está por verse en estas próximas cuatro décadas. Algunos dicen que la elección de Obama ya es una expresión de ese futuro.
Para los blancos asustados por estos cambios y que demandan que “se nos regrese nuestro país”, pues tendrán que buscar asilo en algún museo porque ese lugar que antes era “suyo” está dejando de existir día con día.
En las protestas de fuerzas conservadoras contra las reformas de salud, de migración, de los que denuncian que es “socialista” y el presidente un “musulmán”, la gran queja es que “este país ya no es nuestro”. Tienen razón.
En menos de 40 años y por primera vez desde que casi fueron aniquilados los indígenas, los blancos serán una minoría más en Estados Unidos. El país ya no es –y cada día lo será menos– el que recuerdan con nostalgia los manifestantes conservadores, en su abrumadora mayoría blancos y protestantes.
Las implicaciones políticas de estos cambios demográficos podrían ser dramáticas; de hecho, los políticos evalúan estas transformaciones de manera muy cuidadosa ya que el futuro de muchos de ellos depende de cómo responden a estas bases que cada vez son menos blancas.
El Buró del Censo de Estados Unidos proyecta que si el flujo migratorio continúa constante, los blancos no latinos que ahora constituyen dos tercios de la población se volverán minoría para 2050, y si el flujo migratorio se incrementa, eso podría ocurrir más cercanamente, en 2040.
Hoy día la población total de Estados Unidos es de 308 millones, y se calcula, dependiendo del flujo de migración, que crecerá hasta llegar a entre 423 y 458 millones para 2050, con los inmigrantes representando hasta 136 millones de ese incremento. El grupo minoritario más grande, después del blanco no latino, sería el sector latino.
El Buró del Censo proyectó un incremento sustancial de la población hispana en Estados Unidos con o sin el flujo migratorio –de hecho, se podrá duplicar entre 2000 y 2050. Con un alto ingreso de migrantes, la población latina podría crecer de 16.3 por ciento de la población total en 2010 a 31.3 por ciento para 2050; sin ningún incremento en el flujo migratorio, la población hispana crecería por 6.7 puntos (por su tasa de fertilidad y su juventud relativa a otros grupos).
Aun suponiendo nula inmigración, las minorías serían la mayoría de la población menor a los 5 años de edad (afroestadunidenses, asiáticos y latinos) para 2050; pero con el flujo migratorio esto podría suceder más pronto, como entre 2019 y 2023, según las proyecciones del censo.
Los de 65 años y mayores serán más de uno de cada cinco estadunidenses en 2050. Sin inmigración, la población estadunidense se empezaría a reducir para ese año, y la fuerza laboral se desplomaría en unos 7 millones de personas entre 2015 y 2035. Si perdura el flujo migratorio, la fuerza laboral se incrementará de 31 millones a 64 millones.
“A lo largo de las próximas cuatro décadas se espera que Estados Unidos experimentará crecimiento rápido en su población de edad avanzada y un gran incremento en su diversidad racial y étnica. El ritmo y extensión de estos cambios será determinada en parte por el nivel de migración internacional neta”, señala el Buró del Censo.
Mientras que la población latina continuará, por mucho, como la minoría más grande, la asiática podría incrementar sus números en 79 por ciento entre 2000 y 2050. De hecho, casi todos los grupos raciales se incrementarán en las próximas cuatro décadas con una sola excepción: los blancos no latinos, que probablemente se verán reducidos.
Un análisis realizado por la revista política National Journal sobre los nuevos datos del Buró del Censo detectó que en casi la mitad de los distritos legislativos –o sea los distritos electorales de 205 diputados federales– las minorías ahora constituyen por lo menos 30 por ciento de la población. Eso es casi el doble de lo que existía en los 90. “Esta diversidad, extensiva literalmente, está cambiando la cara de la Cámara de Representantes, abriendo nuevas grietas tanto entre como dentro de los partidos, y agregando curvas a sus competencias legislativas y políticas”, indica la publicación.
La revista cita al experto sobre tendencias electorales Simon Rosenberg, presidente de la organización demócrata NDN, quien afirma que “estamos entrando en una nueva era definida en gran medida por la explosión increíble del electorado no blanco y su distribución alrededor del país. El crecimiento de esa población no blanca esté creando una (dinámica) política fundamentalmente nueva en Estados Unidos”.
El crecimiento no blanco de la población cambia el panorama político nacional. En 1980 la población no blanca –latinos, afroestadunidenses y asiáticos, principalmente– conformaban 20 por ciento de la población; para 2000 ya eran 31 por ciento, y en 2008 llegaban a 34 por ciento, según cifras del Buró del Censo.
A la vez, la dispersión de la población minoritaria por todo el país, o sea el hecho de que ya no se concentra en los grandes centros urbanos, también es novedoso, sobre todo porque se trata de nuevas tendencias en la distribución geográfica de la migración.
Para algunos analistas, que la migración ahora se expanda a escala nacional podría ser un fenómeno sin precedente aquí.
Tanto para estrategas electorales, políticos y partidos a todos los niveles –local, estatal y federal– estos cambios están cada vez más definiendo su futuro. Pero aún no se sabe si un cambio de color implica un cambio de política –eso está por verse en estas próximas cuatro décadas. Algunos dicen que la elección de Obama ya es una expresión de ese futuro.
Para los blancos asustados por estos cambios y que demandan que “se nos regrese nuestro país”, pues tendrán que buscar asilo en algún museo porque ese lugar que antes era “suyo” está dejando de existir día con día.
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