Wednesday, January 27, 2010


Revalorar los métodos de exploración, proponen científicos durante reunión en Londres

Casi toda la Vía Láctea, campo fértil para hallar vida inteligente

Reacciones de temor, pánico o tumulto, una de las preocupaciones de los especialistas

Necesario, explorar más a fondo la materia orgánica encontrada en el espacio, destacan


The Independent
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de enero de 2010, p. 2

Londres, 26 de enero. El gran físico italiano Enrico Fermi la llamó una paradoja: si la vida no es exclusiva de la Tierra, y hay miles de millones de estrellas tan sólo en nuestra galaxia, entonces debe de haber millones de planetas semejantes a la Tierra, poblados por seres inteligentes. Y entonces, ¿por qué no los hemos visto?

Algunas de las mentes más brillantes de la ciencia –y de la ciencia ficción– han tratado de resolver la paradoja de Fermi, pero durante la reunión de expertos en vida extraterrestre que se realizó esta semana en la Real Sociedad, la mayor pregunta sigue sin respuesta: ¿estamos solos en el universo?

Una cosa es poder detectar vida en otro planeta y otra hallar vida inteligente, capaz de viajar o comunicarse a través de las vastas distancias del espacio interestelar.

La conferencia de dos días congregó a expertos en las diversas disciplinas científicas relacionadas con la evaluación de si existen seres inteligentes en otros mundos, con el aspecto que pudieran tener y con la forma en que podemos comunicarnos con ellos si entran en contacto con nosotros.

Frank Drake, veterano astrónomo estadunidense y uno de los primeros en concebir la idea de una búsqueda coordinada de vida extraterrestre, presentó este martes una evaluación optimista de las posibilidades de hallar una señal del espacio que indique la existencia de seres inteligentes.

Lugares potenciales

El profesor Drake ideó hace casi 50 años una ecuación para calcular el número potencial de planetas de la Vía Láctea apropiados para la vida, pero ahora cree que probablemente hemos subestimado en mucho los lugares potenciales en el espacio.

Un cuadro realista debería considerar la aportación a la habitabilidad que hacen las atmósferas densas, las gruesas capas de hielo, incluso las superficies sólidas en sí mismas, todas las cuales pueden conducir a temperaturas apropiadas para la vida cerca de la superficie, afirmó. “Hasta los muy numerosos planetas de estrellas enanas rojas pueden resultar habitables si cuentan con una atmósfera sustancial o una órbita excéntrica… entonces, casi toda la Vía Láctea se vuelve un lugar apropiado para la búsqueda.”

El hecho de no haber hallado vida después de casi medio siglo de escuchar con poderosos radiotelescopios no debe disuadirnos de profundizar las búsquedas con instrumentos más avanzados, añadió.

Si llegamos a detectar señales de inteligencia extraterrestre, una pregunta planteada por un científico que asiste a la conferencia es cómo enfrentar la respuesta del público. ¿Causará temores, pánico, tumultos?

El profesor Albert Harrison, de la Universidad de California, lo considera improbable. Es fácil imaginar escenarios de extensa desintegración sicológica y caos social, pero los resultados de prototipos históricos, reacciones a falsas alarmas y encuestas sugieren que la respuesta predominante al descubrimiento de transmisiones por microondas desde lugares ubicados a años luz probablemente sea de ecuanimidad, tal vez incluso júbilo, aseveró.

Los extraterrestres podrían ser microbios simples, en cuyo caso tendríamos que ir a buscarlos, usando los mismos instrumentos que nos han servido para buscar formas fosilizadas de vida microbiana en la Tierra.

El profesor Colin Pillinger, de la Universidad Abierta, quien dirigió el infortunado proyecto de la sonda marciana Beagle 2, señaló que no basta partir de lo que conocemos sobre la vida en la Tierra.

Hace más de 70 años se reconoció que ciertas moléculas derivadas biológicamente sobreviven al procesamiento en la geosfera luego de la desaparición del planeta huésped, por lo que los rasgos de su estructura han sufrido poco o ningún cambio después de millones de años, indicó Pillinger.

“Esos compuestos son indicadores de la existencia de organismos vivos en la historia temprana de la Tierra. Tales observaciones llevaron a la idea de que los ‘esqueletos de carbono’, como ‘fósiles químicos’, pueden responder preguntas relativas al origen de la vida en el planeta.

Para detectar vida en la Tierra por métodos comparables, será necesario explorar más a fondo la conformación de la materia orgánica encontrada en el espacio. Se necesitarán métodos químicos más sutiles, añadió.

Difícil imaginar una ruta distinta a la darwiniana, dicen

Otra pregunta es qué aspecto tendrán esos seres. Los darwinistas creen que la vida en otro planeta estará sujeta a las mismas reglas evolutivas que en la Tierra. Eso significa que su aspecto será sorprendentemente semejante al nuestro, según el profesor Simon Conway Morris, de la Universidad de Cambridge.

“Es difícil imaginar que la evolución en biosferas extraterrestres siga una ruta distinta a la darwiniana. Sin embargo, también hay quienes suponen que las formas de vida extraterrestres serán precisamente eso, extrañas, es decir, perturbadoras y probablemente repulsivas. Sugiero dos opuestos, cualquiera de los cuales nos hiela la sangre en las venas.

“El primero –continuó el doctor Morris–, sumamente improbable, es que las biosferas extraterrestres sean muy similares a la terrestre, y que en tales biosferas el surgimiento de vida inteligente sea inevitable.

“Las razones de esto giran en torno a la ubicuidad de la convergencia evolutiva, la estructura determinada del árbol de la vida y la inherencia molecular. En realidad, Darwin sólo explicó el mecanismo, pero no logró captar qué tan predecible es.

Sin embargo, si es inevitable que se llegue a algo como el ser humano, ¿por qué afirmo que la primera posibilidad es extremadamente improbable? Sencillamente porque la otra posibilidad es la respuesta correcta. Nosotros y nuestra atmósfera estamos completamente solos. Entonces, ¿qué es peor? ¿Encontrarnos a nosotros mismos, o no encontrar a nadie?, preguntó Conway Morris.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

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