Monday, May 31, 2010


Territorio de dos


La administración de Joaquín Hendricks lo supo, pero prefirió callar y pactó con el Cartel de Sinaloa


En 2004, la PGR vendió la plaza por partida doble: al Cartel de Sinaloa y al Cartel del Golfo y su brazo armado “Los Zetas”; esto desencadenó enfrentamientos y la ola de violencia que se vive hasta hoy

Primera parte

CANCUN, Quintana Roo, 30 de mayo.- La Procuraduría General de la República, PGR, confirmó que desde el 2007 los grupos criminales de los hermanos Beltrán Leyva así como “Los Zetas” recibieron una apertura de operaciones considerable en Quintana Roo, por parte de los cuerpos policíacos de los tres niveles de gobierno
En la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/217/2009, la dependencia federal confirma lo que los diarios POR ESTO! revelaron en el 2007: La entrada masiva de la delincuencia organizada al principal estado turístico de México.
A partir de ese momento, las ejecuciones, las extorsiones, los secuestros y todos los delitos relacionados con el crimen organizado, se dejaron sentir en uno de los estados que, hasta ese instante, había permanecido alejado de la problemática de violencia que ya se vivía en distintas partes del país.
Así, los Beltrán Leyva y “Los Zetas”, tuvieron acceso a operar en la entidad sin ningún tipo de restricción. Y todo comenzó directamente en el Aeropuerto Internacional de Cancún, el cual se convirtió en un punto estratégico para las células delictivas por su conexión aérea tanto de Sudamérica como en Europa.
De hecho, la Terminal aérea del Caribe mexicano se convirtió en tan sólo tres años, en la nueva puerta de entrada para el narcotráfico en México y el principal trampolín de la droga hacia Estados Unidos, tras el cierre de la frontera Norte.

El antecedente
La razón para voltear hacia el Sureste del país con mayor determinación, se debió principalmente a que en esta entidad el trasiego de droga era ya un negocio redituable en la Península de Yucatán.
Desde 1993 a la fecha, los diarios POR ESTO! han dado cuenta de cómo el narcotráfico se volvió una actividad considerablemente redituable para los grupos delictivos que ingresaban a la plaza.
En aquellos años, no se volteaba a ver a Quintana Roo como puerta de entrada a la ruta Sudamérica –México – Estados Unidos. Sin embargo, los diarios POR ESTO! documentaron toda la actividad delincuencial con la llegada de cargamentos de droga en Punta Pájaros en la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an a partir de 1995, cuando 17 toneladas de cocaína desembarcaron en las propiedades del neobanquero Roberto Hernández.
Aunque las autoridades federales como estatales – la administración de Joaquín Hendricks tenía el poder en ese momento-, sabían de estas actividades, prefirieron callar y además acordaron y pactaron con el cártel de Sinaloa y la mayoría de sus aliados.
No tenían que reportar nada. El gobierno federal con sus aduanas, policía federal e incluso la Dirección General de Aeronáutica Civil, no podían irrumpir bajo ningún motivo la operación de este grupo y con ello el trasiego de drogas.
Quintana Roo en tan sólo 9 años se consolidó como un punto importante del narcotráfico en México, a pesar de que las autoridades federales en todo momento han querido esconder y ocultar esta información debido a que ahí se encuentra Cancún, principal destino turístico del país y el mayor generador de divisas para la nación vía turismo.
Sin embargo, la realidad saltó en octubre del 2004. En ese instante la Procuraduría General de la República vendió la plaza de Quintana Roo por partida doble. Por un lado se la garantizaba al cártel de Sinaloa y por el otro la ofertó al cártel del Golfo y su brazo armado “Los Zetas”.
Esta situación desencadenó la ola de violencia que se vive hasta estos días, donde un grupo armado ha aterrorizado por completo a la zona Norte del estado, mientras que el otro grupo (el cártel de Sinaloa), mantiene su control en la zona Sur.
La violencia acabó con la tranquilidad del estado turístico por excelencia en la República mexicana, ya que desde siempre existió la ruta del narcotráfico cómoda y fácil por esta zona del Sureste.
Lo que no existía eran los enfrentamientos, los secuestros y los asesinatos. Esos eran parte de la historia diaria en las ciudades fronterizas o en los lugares donde las autoridades no existían. Poco a poco Quintana Roo entró de lleno al movimiento del narcotráfico en México en su espiral de violencia, y los diarios POR ESTO! también han dado cuenta de esto.

El expediente
Según revela el expediente de la PGR PGR/SIEDO/UEIDCS/217/2009, los cárteles de los hermanos Beltrán Leyva como “Los Zetas, lograron infiltrar su estructura en todos los cuerpos de seguridad de Quintana Roo y en particular en todas las autoridades policíacas tanto federales, estatales y municipales.
Para lograr esto, el grupo de los Beltrán Leyva “pactó” con las autoridades federales para manejar Cancún. Ante la división fuerte que existía entre este grupo y el de Joaquín Guzmán Loera alias “El Chapo Guzmán”.
En esa ruptura, los Beltrán Leyva ya habían capitalizado la relación con el gobierno federal de Vicente Fox, y a partir de ahí siguieron hacIa adelante en este destino turístico con el cobijo de la actual administración federal.
Mientras tanto, “Los Zetas” iniciaron su entrada a base de violencia para apropiarse de una plaza que había quedado endeble desde el 2004 cuando fue “vendida” al doble por parte de la extinta Agencia Federal de Investigación, AFI, a cargo del comandante Gerardo Villalobos, quien se encuentra actualmente recluido y sujeto a un proceso penal por esa situación.
Los dos grupos tomaron rutas distintas para llegar al poder. Los Beltrán Leyva utilizaron su maquinaria nacional mientras que “Los Zetas” abrieron brecha con plomo en Quintana Roo.
Informes de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), revelan que la influencia de ambas organizaciones criminales en esa entidad se dejó sentir desde 2007, e incluso eran las únicas “autorizadas” para desarrollar actividades criminales por sus pactos con autoridades de todo nivel.
Controlaban y vigilaban el aeropuerto de Cancún, donde descargaban aviones con cocaína procedente de Colombia, el desembarco de droga en lanchas, las carreteras, además del narcomenudeo, la venta de protección a negocios y empresas, los secuestros y hasta el tráfico de armas e indocumentados.
Las indagaciones oficiales señalan que ambos grupos delictivos utilizaron al estado que es el principal destino turístico en México y registra gran movimiento de divisas, para lavar dinero en casas de cambio, restaurantes, centros nocturnos y discotecas.
Fue así como también se dio un “pacto de no agresión” entre ambos grupos para poder subsistir en el estado y de alguna manera compartir la plaza con puntos específicos de control y también tener estructuras a su favor.
Por ejemplo, los Beltrán Leyva llegaron directamente a las corporaciones federales y estatales, mientras que “Los Zetas” se hicieron del control de la Secretaría de Seguridad Pública de Cancún y de la Procuraduría de Justicia del estado.
Los Beltrán Leyva tomaron desde un principio el control del Aeropuerto Internacional de Cancún, el cual se conoce dentro del mundo del narcotráfico como “La Joya de la Corona”.
Lo anterior consta en la investigación iniciada por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, SIEDO, donde obtuvo la declaración de cinco testigos protegidos reconocidos bajo los siguientes alias: Jennifer, Zajed, María Fernanda, Rafael y Yeraldine.
En este contexto, las declaraciones de los testigos protegidos afirman que los Beltrán Leyva se dirigieron a los policías federales establecidos en Quintana Roo. En primera instancia su contacto fue el capitán de la Policía Federal Preventiva en el estado, Ricardo Flores.
De acuerdo con la declaración del testigo protegido “Jennifer”, el capitán Ricardo Flores representó el principal eslabón con la mayoría de las autoridades policíacas de la ciudad.
Por ejemplo, Flores presentó con la delincuencia organizada a José Antonio Rosales, quien en el 2007 era el encargado de la seguridad federal del Aeropuerto Internacional de Cancún.
El testigo protegido relata que al comandante Rosales se le dio de “regalo” por abrir el Aeropuerto a los Beltrán Leyva, un automóvil tipo BMW cuyo valor era de 65 mil dólares en aquel entonces. Además, el comandante recibía 450 mil dólares por cada avión de droga que llegaba a Cancún.
El siguiente en estar en la lista del crimen organizado fue José Luis Soladana Martínez, quien era el titular de la Dirección General de Aeronáutica Civil, y quien en el 2007 fue asesinado tras la caída del avión Gruman cargado de cocaína en el estado de Yucatán.
El martes 25 de septiembre del 2007, se confirmó ante la opinión pública lo que desde el 2002 señalaron los diarios POR ESTO! en sus ediciones de ese año: el Aeropuerto Internacional de Cancún estaba en manos de la delincuencia organizada, en específico el control lo tenía el cártel de Sinaloa – en su momento -, por medio de los Beltrán Leyva.
Ese día, un avión bimotor de reacción, con matrícula de Estados Unidos y al parecer procedente de Colombia se estrelló en una zona de breñales del municipio de Tixkokob, Yucatán, a 25 kilómetros al Oriente de Mérida, y dejó regados 132 bultos que contenían 3.2 toneladas de cocaína de acuerdo a la versión oficial de las autoridades.
Los restos del aparato y su carga fueron custodiados de inmediato por efectivos de la décima región militar y de la Agencia Federal de Investigación (AFI), sin que se proporcionara información oficial por parte de las autoridades civiles y militares.
El avión contaba con dos turbinas a reacción y tenía una capacidad para 24 pasajeros, así como para una carga de hasta seis toneladas.
Las investigaciones relacionadas con este hecho establecieron que el cargamento y el avión eran del cártel de Sinaloa y debió bajar en Cancún, algo que no sucedió y por eso se estrelló en el poblado de Yucatán.
La investigación de la que dio cuenta POR ESTO! Quintana Roo y POR ESTO! de Yucatán, establecía que el avión fue detectado por la milicia momentos antes de que entrara en contacto con la Dirección General de Aeronáutica Civil del aeropuerto de este destino turístico para pedir permiso de aterrizaje.
El avión venía fichado desde su salida y por ello fue reportado. Ante esta situación el comandante de la DGAC, José Luis Soledana Ortiz, negó el permiso de aterrizaje del avión y con ello selló su sentencia de muerte, pues aparecería ejecutado dos meses después, el 11 de noviembre de ese mismo año por incumplir el “trabajo” que le habían delegado dentro del grupo del narcotráfico encargado de la terminal aérea.
En su edición del 11 de noviembre del 2007, el diario POR ESTO! Quintana Roo destacó que “la ejecución del comandante de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) del Aeropuerto Internacional de Cancún, José Luis Soladana Ortiz y el “levantón” del oficial de tránsito aéreo Martín Gómez Soto (aunque se habla de que fue arraigado por la SIEDO), no son más que la punta del iceberg de toda la marejada de corrupción y complicidades que existen al interior de la terminal aérea, en donde la libre operación de la delincuencia organizada está más que clara. La imagen de ser una de las terminales aéreas de mayor prestigio no sólo a nivel nacional sino a nivel internacional queda en entredicho con la ejecución de una de las máximas autoridades dentro del tránsito aéreo y que desde luego, aclara el panorama de toda la podredumbre que existe al interior del aeropuerto en cuanto a corrupción se refiere.
De hecho, el ex delegado en Quintana Roo de la Procuraduría General de la República (PGR), Pedro Ramírez Violante, confirmó en ese momento, la existencia de operaciones del crimen organizado dentro de la terminal aérea y por ello, supuestamente había una investigación.
Así, el libre tránsito que tiene el crimen organizado para entrar y salir con cargamentos de drogas y hasta de ilegales, tiene una sola explicación: corrupción de las propias autoridades.
(De la Redacción)

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