Sunday, August 01, 2010


Nacho Coronel

Jorge Carrasco Araizaga



MÉXICO, D.F.; 31 de julio (apro).- Ismael El Mayo Zambada se lo dijo al periodista Julio Scherer: los reemplazos de los jefes del narcotráfico están garantizados porque la corrupción y la riqueza que genera esta actividad están en el corazón del sistema.

La muerte de Ignacio Nacho Coronel —nebulosa como en su momento fue la de su antiguo jefe Amado Carrillo— confirmará más temprano que tarde lo dicho por El Mayo en el encuentro con Scherer hace apenas unos meses.

Aun cuando la secretaria de la Defensa Nacional dice que el Ejército también le dio muerte a Mario Carrasco Coronel —quien a decir de la PGR se perfilaba como sucesor de Nacho Coronel, su tío—, aparecerá otro liderazgo en el Cártel de Sinaloa para ocupar el espacio del que fuera el tercer hombre de esa organización.

El Cártel de Sinaloa opera como una federación, con varios liderazgos y no sólo como una estructura piramidal.

Nacho Coronel era una de esas piezas, junto con El Mayo , Joaquín El Chapo Guzmán y Juan José Esparragoza, El Azul.

La aseveración de la DEA de que la muerte —llena de interrogantes— de Nacho Coronel es un golpe "demoledor" al Cártel de Sinaloa es más un espaldarazo a Felipe Calderón que un hecho sostenido en la realidad.

La ruta del Pacífico para el tráfico de cocaína y metanfetaminas no desaparecerá con la muerte de los Coronel.

El Cártel de Sinaloa buscará mantenerla y no perderla ante sus antiguos socios, los Beltrán Leyva, con quienes Coronel, además del Chapo tenía una fuerte disputa.

Como ocurrió tras la ejecución de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, los dominios territoriales del capo caído se convierten en botín en disputa porque el cuerpo del narcotráfico queda intacto cuando le cortan una cabeza.

Así pasará con el corredor que integran Colima, Michoacán, Jalisco y Nayarit, que hasta el jueves 29 de junio estaban bajo el control del Mayo, pero con crecientes enfrentamientos con Los Zetas, el cártel de elementos desertores del Ejército que ahora está en alianza con la organización de los hermanos Beltrán Leyva.

Nacho Coronel había sufrido varios golpes de Los Beltrán, entre ellos el asesinato de su hijo de 16 años en Nayarit.

El capo originario de Canelas, Durango (en el corazón del triángulo dorado de la droga en México formado también por Chihuahua y Sinaloa), había respondido; pero a diferencia de El Chapo y El Mayo comenzaba a mostrarse vulnerable.

Su caída se anunció desde hace más de dos meses, justo cuando trascendió el secuestro del panista Diego Fernández de Cevallos.

Nacho Coronel y Arturo Beltrán Leyva, enemigos hasta sus últimos días, cayeron de la misma forma: abatidos por las Fuerzas Armadas en —según la versión oficial— enfrentamientos.

Beltrán por la Armada, y Coronel por el Ejército. Del primero, los mexicanos conocieron las fotos de sus restos vejados. Del segundo, sólo la palabra del Ejército.

Compartieron también otra situación. Por años, ambos gozaron de refugio en estados gobernados por el PAN: Beltrán Leyva en Morelos, y Nacho Coronel en Jalisco.

Sus cabezas son los trofeos más preciados, hasta ahora, de Calderón en su "guerra al narcotráfico". Sus dominios esperan un nuevo capo.


jcarrasco@proceso.com.mx

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