Monday, March 03, 2008


domingo, 02 de marzo de 2008



Aunque las autoridades mexicanas se empeñan en minimizar y aun en negar la existencia de Los Zetas, un informe del FBI pone de relieve la capacidad del grupo armado para corromper autoridades mexicanas de alto nivel, eliminar a los narcotraficantes rivales y, lo más preocupante para Estados Unidos, su facilidad para operar en ambos lados de la frontera


Reportaje

Con un “poder devastador y con una mayor y amenazante presencia en más de 20 Estados del país”, el grupo armado Los Zetas no sólo mantiene en jaque al Ejército Mexicano, a las policías federales y estatales del país, sino que ya son vistos como “una amenaza emergente para los Estados Unidos” por el Buró Federal de Investigaciones (FBI).
En un informe, el FBI refiere que durante el gobierno de Vicente Fox Los Zetas recibieron apoyo oficial, y menciona al entonces procurador Rafael Macedo de la Concha como un personaje clave que favoreció al grupo armado del Cártel del Golfo desde la Procuraduría General de la República (PGR).
Estos datos no eran desconocidos por las autoridades mexicanas, dice el informe, y precisa que al menos José Luis Santiago Vasconcelos, ex titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) y actual subprocurador de Asuntos Jurídicos e Internacionales de la PGR, estaba enterado de las maniobras del General Macedo, quien renunció al cargo envuelto en el escándalo por el desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con el documento del FBI, Macedo de la Concha –quien a mediados del 2005 fue sustituido por Daniel Cabeza de Vaca en la procuraduría– pudo ser destituido por las presiones de Estados Unidos ante la sospecha de que estaba vinculado con el grupo de sicarios.
El FBI destaca que la actividad violenta de Los Zetas se incrementó en Tamaulipas con el apoyo de funcionarios de la entidad.
Otra circunstancia que les permitió desatar la violencia en ambos lados de la frontera es que buena parte de Los Zetas son residentes en Estados Unidos y disponen de amplias conexiones con bandas bien organizadas en el país vecino.
Elaborado en el 2005, pero recientemente desclasificado “para uso oficial”, el informe del FBI establece que muchos zetas, como Heriberto Lazcano, El Lazca (ex militar), Eduardo Costilla, El Coss, así como otro emblemático miembro de ese grupo armado conocido como Gregorio Sauceda, La Caramuela o Goyo, están sembrando el terror en territorios estadounidenses como el Valle de Texas, donde tienen familiares.
Con el título Una amenaza emergente para Estados Unidos, el informe de 11 cuartillas destaca datos relevantes, entre ellos que el hermano de Goyo, Héctor Sauceda Gamboa, El Karis –quien domina Nuevo Laredo y Reynosa–, también cuenta con amplias redes distribuidoras de drogas en Estados Unidos y, al igual que en México, arregla sus cuentas con ejecuciones, decapitaciones o desapariciones de rivales.
Esto último lo llevan a cabo con el sello que les dio fama y los ha convertido en un grupo terrorífico: queman a sus víctimas, para después llevar a cabo una especie de rito que consiste en “fumarse al muerto”, colocando ceniza de la víctima en una pipa y mezclándola con cocaína.
En ese momento –y este dato lo confirma la Secretaría de Seguridad Pública federal– el grupo de sicarios le dice al cadáver en voz alta: “Tú sigues aquí, tú no te has ido; ahora formas parte de nosotros y nos vas a cuidar siempre”.
De acuerdo con el informe estadounidense y otros datos cotejados en las áreas de inteligencia de México, esto confirma que “Los Zetas pueden estar involucrados en presuntos actos de narcosatanismo”.
A decir de la SSP, “ya no forman parte del cerco armado del cártel del Golfo”, como sucedía a finales de los noventa, cuando la organización fue fundada por Arturo Guzmán Decenas, El Z1, a petición de Osiel Cárdenas.
Según la radiografía del FBI, Los Zetas tienen una bien organizada distribución del trabajo y se trata de “una versátil organización criminal”. Además, confirma que no sólo se dedica al narcotráfico, sino que tras la caída de su jefe (Osiel Cárdenas, que ahora enfrenta juicios en Estados Unidos), el “ejército del narco” amplió su abanico de actividades ilícitas.
Los Zetas lo mismo trafican con droga que extorsionan, secuestran, asesinan “previo pago del cliente”, cobran derechos de piso y venden protección a empresarios, bares, cantinas, table dance, casas de juego y otros “giros negros”.
Para llevar a cabo estas actividades, dice el informe, estos sicarios utilizan armamento de alto poder, como demostró en enero del 2004 su irrupción violenta en el penal de Apatzingán, Michoacán, donde liberaron a 25 prisioneros, entre ellos a varios de sus compañeros. El FBI no duda de que ese ataque “fue ordenado por Osiel Cárdenas”, entonces jefe del Cártel del Golfo.

Un “mito” letal
Mientras en México aún existen dudas sobre la existencia de Los Zetas –“son un mito”, dijo Daniel Cabeza de Vaca antes de abandonar la PGR en noviembre de 2006–, el FBI desde el 2005 identificó a sus cabecillas y los territorios que dominan en México.
Por ejemplo, el informe ubica a Heriberto Lazcano, El Lazca (ex militar del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales), como la cabeza del grupo armado. Por cierto, agrega, la organización ya no cuenta con una mayoría de ex militares, sino con civiles “igual de peligrosos”, dispuestos a matar y a morir.
Según el FBI, El Lazca fue reclutado por Guzmán Decenas (ejecutado a principios del 2000) y bajo su mando el grupo alcanzó un mayor desarrollo y posicionamiento, pues estableció muchos contactos en Texas. Allá sus hombres “pueden trabajar en áreas específicas con un amplio movimiento que interconecta en tres plazas: Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo, Tamaulipas”.
De acuerdo con el informe, en Nuevo Laredo operan Omar Larméndez Pitalúa, El Comandante Pita, quien tiene amplios dominios en ambos lados de la frontera, e Iván Velázquez Caballero, El Talibán, que tiene residencia en Estados Unidos.
Considerado por la PGR y por la SSP como un elemento “perdido por su adicción a la cocaína”, que incluso pudo ser relevado del Cártel del Golfo, Gregorio Sauceda tiene –en la versión del FBI– un poder creciente y es una pieza clave para Los Zetas, junto con Miguel Ángel Treviño, El Muerto.
El FBI asienta que Treviño “está involucrado en secuestros individuales… El Muerto también tiene familiares residentes en Dallas, Texas, lo que explicaría su actividad criminal en territorio estadounidense”.
El informe da cuenta también de poderosos cabecillas de Los Zetas que ya murieron, pero que llegaron a constituir serias amenazas para la seguridad de los dos países.
Tal es el caso de Efraín Teodoro Torres, El Z14, asesinado en marzo de 2007 durante una carrera de caballos en Villarín, Veracruz.
La corporación estadounidense identifica como Chispa, Lluvia o Chaparrito a este personaje, cuyo cuerpo fue exhumado por un grupo fuertemente armado del panteón de Poza Rica, Veracruz. El velador del panteón fue atado de manos y pies, mientras el comando despedazaba la tumba con marros.
Teodoro Torres –dice el documento elaborado por el área de inteligencia del FBI– tenía un poder descomunal, comparable al que en la actualidad posee otro cabecilla del grupo: Enrique Rejón Aguilar, conocido como Mamito.
El FBI tiene perfectamente identificado el origen de Los Zetas. Según su informe, buena parte de estos sicarios provienen las filas militares, sobre todo de los grupos de “alta escuela”, es decir, de la élite del Ejército Mexicano.
Muchos de estos desertores fueron “enganchados” o se dejaron cooptar por el cártel del Golfo cuando Osiel Cárdenas temía ser asesinado por su socio Salvador Gómez Herrera, El Chava Gómez, a quien le madrugó a finales de los noventa.
De acuerdo con información obtenida a través de una solicitud gestionada a través del IFAI, los archivos de la Secretaría de Seguridad Pública sobre Los Zetas “no existen”, aunque en diversos boletines manejados por esa dependencia se observa que fluye información sobre las actividades de ese grupo armado.
La versión oficial de la SSP se contradice con el informe del FBI, que afirma:
“La escalada de violencia (en 2007 y parte de 2008) desató una guerra de declaraciones entre el gobierno de México y el de Estados Unidos. La intensidad de la violencia provocó que el gobierno estadounidense ordenara el cierre de su consulado en Nuevo Laredo”, cuyos funcionarios e instalaciones se vieron amenazados por el poder de Los Zetas, que amenazaban con un ataque mortal.
“La preocupación de seguridad nacional del gobierno estadunidense radica en la facilidad con la que Los Zetas se internan en su territorio”, dice el FBI, y remite a varias investigaciones relacionadas con este riesgo:
–Hay indicios de que Los Zetas pueden estar involucrados en actividades delictivas de diversa índole, dados sus diversos contactos con bandas estadunidenses como Los Hermanos Pistoleros Latinos.
–Se ha registrado que Los Zetas han intimidado a funcionarios de las agencias de seguridad y de combate al crimen, de origen estadunidense.
–Los Zetas son responsables de por lo menos 35 secuestros de ciudadanos estadunidenses.

Reclamo por Tamaulipas
“La estructura de Los Zetas fue ordenada por el (entonces) procurador Alberto Gonzales”, dice el documento de la corporación; esa lista de los zetas que incursionaban en territorio estadounidense contiene 40 nombres y alias “que han sido detectados por el centro de inteligencia de McAllen”, Texas.
El mismo informe precisa: “A su vez, se estima que (recientemente) creció el número de desertores del GAFE” (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales), y por primera vez se calcula el número de los sicarios: “La membresía total de Los Zetas se estima entre 300 y 350 elementos”.
Asimismo, “el FBI sabe que la plaza de Piedras Negras, Coahuila, opera con una estructura (de zetas) aprobada y ‘bendecida’ por el ex procurador Rafael Macedo de la Concha. En esta plaza el zeta al mando es Fernando Villarreal, conocido como Z-40”.
Luego se insiste en los indicios de que el grupo cuenta con protección: “La capacidad operativa de Los Zetas es alta, se estima que hay 30 kaibiles (desertores del cuerpo contrainsurgente del ejército guatemalteco) entrenando a operadores de Los Zetas denominados Zetitas, en un rancho ubicado entre Villahermosa y el río Bravo. Esta información está en manos de las autoridades mexicanas”.
El informe concluye con un análisis: “Este no es un documento de la DEA, sino del FBI. (...) Para el gobierno de Estados Unidos la prioridad es la seguridad nacional, la porosidad de sus fronteras…”
Uno de los recientes encuentros de los procuradores estadounidense y mexicano se llevó a cabo en medio de gran tensión, pues coincidió con un enfrentamiento en Tamaulipas, entre militares, zetas y presuntos miembros del cártel de Sinaloa, sus rivales acérrimos.
Según se desprende del informe, estos hechos provocaron que uno de los jefes de contrainteligencia del FBI le reclamara al subprocurador (Santiago) Vasconcelos “su falta de acción en torno a la información proporcionada que hace referencia de manera específica a los nombres y plazas de Los Zetas, así como a la participación del exprocurador Macedo de la Concha… Por ello, se puede asegurar que este tema dejará de ser prioridad para los Estados Unidos hasta que existan acciones concretas del gobierno mexicano en torno a Los Zetas”.
(Ricardo Ravelo/APRO)

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