Monday, December 22, 2008

La muerte y las muertes


MARTA LAMAS


"Este texto está publicado en el número 1677 de la revista Proceso, que ya está en circulación".

1. No es fácil hablar de la muerte, y eso que supuestamente en México tenemos una cultura de trato amable con ella. Si bien la actitud ante la muerte proviene de una significación culturalmente transmitida, en la medida en que cambia el contexto también cambia la manera de sentir la muerte.

2. La semana pasada me impactaron, de muy distinta manera, cuatro muertes. Luego de una larga y dolorosa enfermedad, murió Cecilia Loría, querida compañera feminista. Fue una muerte prematura, y la valentía y dignidad con que se manejó ante el cáncer reflejan la manera consecuente como vivió: luchando con nobleza.

3. Luego se confirmó el trágico final de Silvia Vargas. Si bien su muerte ocurrió antes, que el cadáver desenterrado fuera el de ella nos estremeció y borró toda esperanza. ¡Pobrecita! Su caso suma otra víctima al horror en que estamos sumergiéndonos día con día.

4. Después se publicó la noticia de la transmisión, por la televisión británica, del suicidio asistido de Craig Ewert, quien padecía una enfermedad incurable que lo paralizaba cada día más. El valor culturalmente asignado en la sociedad occidental a la prolongación de la vida es un obstáculo irracional para quienes desean morir, y la ausencia de mecanismos legales para terminar indoloramente con la propia vida obliga a muertes pavorosas. Me conmovió la cruda declaración de Ewert: "De haber optado por la vida, habría elegido ser torturado".

5. Y, luego de una larga y productiva vida falleció, a los 97 años, doña Amalia Solórzano de Cárdenas. Una muerte hasta cierto punto inevitable hizo que el dolor de quienes la querían fuera apaciblemente resignado. La nutrida y variada asistencia a su funeral dio cuenta del respeto y admiración que cosechó con su actitud ejemplar en vida.

6. ¡Qué muertes tan distintas! Se ha dicho que la muerte es un sinsentido y que por eso nuestra mente no puede aceptarla fácilmente. Se tolera más y mejor un sentido negativo que un sinsentido. Eso lo vemos ante las múltiples "ejecuciones" que han instalado de manera brutal la conciencia del costo negativo de una batalla imprescindible. Pero el sinsentido de la amiga fallecida a destiempo o de la joven secuestrada y asesinada nos ronda mucho más que la de esos seres anónimos.

7. Ya Freud planteó hace tiempo el desarrollo de la cultura como una de las principales defensas contra la asunción de nuestra condición mortal, y explicó el papel de la religión ante dicha vulnerabilidad. Por eso la cultura judeocristiana, de la que somos parte, prescribe ritos y significaciones cuyo sentido es evitar la aceptación de nuestra mortalidad.

8. ¡Qué suerte tienen las personas creyentes! Sin embargo, los que no creemos en una vida después de la muerte tratamos de instituir nuevas significaciones que nos permitan elaborar de otra manera nuestra condición mortal. Savater define al ateísmo moderno como el que sostiene que "la finitud de la existencia no es una carencia a compensar, sino una condición a explorar y reivindicar teóricamente, porque de ella proviene la libertad que nos constituye como sujetos frágiles e irrepetibles de nuestra vida".

9. La filosofía y el psicoanálisis han explorado la sistemática negación de nuestra condición mortal. Castoriadis considera que la aceptación de nuestra finitud, tanto en lo individual como en la cultura, es un requisito para el logro de la autonomía y de su corolario indisociable, la libertad. Pero señala que las actuales condiciones de negación de nuestra mortalidad son contrarias a tal posibilidad. Para él, la idea del progreso médico ilimitado y de pseudo-dominio del ser humano sobre la naturaleza sirven básicamente para negar nuestra fragilidad mortal.

10. Como aceptar los riesgos inherentes a la autonomía, a la libertad y, en consecuencia, a vivir, implica quedar al borde del abismo generado por la pérdida de sentido, Castoriadis propone desarrollar una ética de la mortalidad. El reconocer obligaciones con generaciones futuras, basadas en la deuda con las que nos antecedieron, es una base para construir posiciones éticas alrededor de este problema. En eso coincide con Freud, que veía al ser humano como habitante temporal en un mundo que lo trasciende.

11. Octavio Paz es contundente: "Nuestra muerte ilumina nuestra vida. Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida. La muerte es intransferible, como la vida. Si no morimos como vivimos es porque realmente no fue nuestra vida la que vivimos: no nos pertenecía, como no nos pertenece la mala suerte que nos mata. Dime cómo mueres y te diré quién eres".

12. Las muertes de Cecilia Loría y doña Amalia iluminan sus vidas. La de Craig Ewert es generosa con los que vienen detrás. Y tenemos que lograr que la muerte de Silvia Vargas (¡y de tantos más!) cobre sentido, no sólo para su familia y amigos, sino para todos nosotros.

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