Ángel Luis Lara
Bernard Madoff es un multimillonario estadunidense que se ha declarado culpable del mayor fraude en la historia de Estados Unidos: una estafa por 65 mil millones de dólares. Luis Barrios es un sacerdote anglicano que ha sido juzgado por asaltar, armado únicamente con una fotografía de monseñor Óscar Romero, la base militar de Fort Benning, sede actual de la Escuela de las Américas. Madoff ha sido coordinador jefe del mercado de valores en Wall Street. Barrios lleva décadas comprometido con las luchas cotidianas de los jóvenes en los barrios más jodidos de Nueva York. Ambos se encuentran encarcelados en la prisión de Manhattan.
Madoff ha sido convertido en el malo de la película, que medios de comunicación y clase política están rodando a propósito de la crisis. El guión es sencillo: hay buenos y malos capitalistas. Los buenos son el motor de la llamada economía real y los malos se han servido de las crecidas aguas de la economía financiera para especular. Hace unos días un prestigioso semanario estadunidense llamaba a Madoff El supervillano
. Además, lo convertía en su portada en The Joker, el malo más malo de la historia del cómic. No por casualidad The art of Obama, el sitio de Internet de los grafiteros y dibujantes agrupados en apoyo del actual inquilino de la Casa Blanca, vistió hace meses al presidente de Batman.
Los grandes medios de comunicación del mundo se han hecho eco de la entrada en prisión de Madoff. Sin embargo, ninguno ha informado del encarcelamiento de Luis Barrios. No forma parte de su película. El pasado noviembre el padre Barrios encabezó una marcha que exigía el cierre de la Escuela de las Américas, hoy escondida bajo el eufemismo de Instituto del Hemisferio Occidental por la Cooperación en Seguridad, responsable de la exportación de torturas y crímenes de lesa humanidad por toda América Latina. Si Guantánamo ha sido en años recientes el escenario de una barbarie localizada, la Escuela de las Américas es, desde hace décadas, el epicentro de una barbarie deslocalizada. Si Guantánamo debe ser cerrado, con mayor razón debe ser clausurada una institución militar de adiestramiento en el crimen organizado como la Escuela de las Américas. Parece de lo más sensato. La sensatez, sin embargo, ha llevado a Luis Barrios a la cárcel.
El encarcelamiento del padre Barrios opera no solamente en términos de injusticia, sino que funciona como analizador del estado de emergencia en el que se vive en Estados Unidos en nuestros días. Los millones de nuevos desempleados, las cientos de miles de familias desalojadas de sus casas en los meses recientes debido a la morosidad o los casi 32 millones de personas que sobreviven gracias a cupones de comida, ilustran el alcance de un estado de excepción material directamente proporcional a los más de 7 millones de personas que se encuentran en prisión o en libertad condicional o vigilada. Pese a que en Estados Unidos vive menos de 5 por ciento de la población del planeta, sus prisiones albergan a casi un cuarto de la población penitenciaria mundial.
La ley no fue hecha para cumplirse, sino para separar a los que la cumplen de los que no. El acto de desobediencia civil que ha llevado a la cárcel al padre Barrios se conecta directamente con la ilegalidad difusa que implica la supervivencia de los jóvenes con los que trabaja en los barrios jodidos de Nueva York. Si la línea entre legalidad e ilegalidad se rompe cada vez más abajo, hace siglos que se extinguió por arriba: lejos de constituir una anomalía, Bernard Madoff representa el común de la acumulación capitalista. No hay buenos y malos. La película de las relaciones sociales capitalistas es la historia de una inmensa estafa continuada. El neoliberalismo no ha sido más que un descomunal robo a las rentas del trabajo. Eso lo sabe hasta un niño. También sabe que quien hace la ley hace la trampa. Ya no creo en el derecho, sólo en la justicia
, le dice Rosen Byrne a una espléndida Glenn Close en la serie televisiva Damages. Cada vez se hace más necesario transgredir la ley para defender la justicia. Nunca ha sido más legítimo. El juicio al padre Luis Barrios tiene una naturaleza paradójica. No lo condena a él, sino a aquellos que lo han encarcelado. Una cosa más: en el cómic la identidad secreta de Batman es Bruce Wayne, un empresario multimillonario y filántropo. Exactamente lo mismo que Madoff. El superhéroe resulta ser también el villano.
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