Wednesday, January 06, 2010


Bajo la Lupa

Yemen: la cuarta guerra de Estados Unidos y la primera de Obama


La dupla anglosajona montó una nueva causa terrorista por la cual librar su cuarta guerra simultánea en otro país islámico: Yemen, al unísono de Irak, Afganistán y Pakistán.

Las guerras en Afganistán y Pakistán forman ya una sola y han sido bautizadas por sus semiólogos en mercadotecnia bélica como Af/Pak.

Cuatro guerras de Estados Unidos y Gran Bretaña contra y en cuatro países islámicos, dos de ellos árabes a carta cabal (Irak y Yemen), marcan el diapasón del choque de civilizaciones del racista Samuel Huntington, connotado mexicanófobo y profeta de la supremacía hoy decadente del wasp (blanco-anglosajón-protestante).

El primer día del Año Nuevo que presagia ser más sangriento, The Financial Times, portavoz del neoliberalismo global, alertó que a iniciativa (sic) del premier británico, Gordon Brown, Londres (but of course and curse!) será la sede el mismo día 28 de enero tanto de una cumbre contra el terror en Yemen (la nueva base del reclutamiento terrorista global) como, en forma paralela (sic), de una conferencia sobre Afganistán.

El belicoso Brown alega que la cumbre sobre Yemen cuenta con un respaldo vigoroso (sic) de Estados Unidos y la Unión Europea, cuando Gran Bretaña anhela asegurar el apoyo de Arabia Saudita y los países del golfo. Llama la atención la ausencia del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), ya no se diga del G20 y del G77 de los países No-Alineados (que en realidad son 130).

La dupla anglosajona posee la evidencia de que el hijo de un banquero nigeriano islámico –quien en forma sacrílega intentó en Navidad estallar el vuelo 253 a Detroit– fue reclutado por Al Qaeda en Yemen tras haber vivido en Gran Bretaña.

Desde Obama hasta el almirante Dennis C. Blair, director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, han sido expuestas con notable candidez las fallas humanas y sistémicas de espionaje, las cuales obligan a tomar mayores medidas de alta tecnología de masivo control orwelliano, sin contar su gran negocio aeroportuario.

Pasaremos por alto las valiosas dudas sobre el extraño atentado (que siempre no fue) del inepto terrorista nigeriano islámico, lo cual parece redición de otro montaje hollywoodense al estilo 11/9, como deja entrever WSWS.org (31/12/09).

Aquí no importa la verdad –como fue el caso flagrante con las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, que siempre no fueron–, sino la credulidad de la opinión pública de Estados Unidos y Gran Bretaña a las versiones de sus mendaces gobernantes.

Las metástasis terroristas de Al Qaeda otra vez resucitada han sido decretadas por la dupla anglosajona y ahora, para defender a la civilización occidental agazapada, se exige erradicar su foco cancerígeno trasmutado en su nueva matriz en Yemen (antes había sido localizado en Afganistán, Pakistán e Irak).

Press Tv, de Irán (1/1/10), comenta con sarcasmo que la cumbre anglosajona ha sido convocada cuando una ofensiva militar saudita-yemení ha matado a centenas en el norte del pobre, pero muy rico en petróleo (¡supersic!), país árabe al borde del desastre humanitario, mientras en el sur, las fuerzas gubernamentales de Yemen y el ejército de Estados Unidos han bombardeado a quienes llaman (¡supersic!) militantes de Al Qaeda. Agrega que los alegatos sobre el inepto terrorista nigeriano han levantado sospechas y concluye que a Yemen es probable que le espere el mismo destino trágico de Irak y Afganistán.

Pero, ¿cuál es el problema, si de lo que se trata es de poner en jaque el tránsito de mercancías y petróleo desde el canal de Suez hasta el golfo de Aden en el mar Arábigo (parte del océano Índico), que perjudicaría ostensiblemente tanto el exitoso libre comercio como el abastecimiento energético de China?

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El presidente estadunidense, Barack Obama, vacaciona en su tierra natal, Hawai, adonde llegó con su familia el 24 diciembre pasadoFoto Ap

La dupla anglosajona ha apretado las tuercas a los dos lados del golfo de Aden y en el célebre estrecho de Bab Al Mandab (la puerta de las lágrimas): primero, en Somalia y el cuerno de África (ver: Londres, detrás de los piratas somalíes, Bajo la Lupa, 20/5/09) y ahora, del otro lado, Yemen.

Tanto el estrecho de Hormuz (entre el golfo de Omán y el golfo Pérsico), como el estrecho de Bab Al Mandab han ligado sus destinos y pletóricas riquezas de hidrocarburos en las dos costas, occidental y oriental, de la península Arábiga.

La simultánea cuarta guerra anglosajona –y la primera que ha iniciado Obama cuando las otras tres fueron legadas por su antecesor Baby Bush– había sido muy cantada por Chatham House, centro de pensamiento británico, con bastante antelación al presunto montaje hollywoodense del inepto terrorista nigeriano.

Desde los orígenes genéticos de Osama Bin Laden, a quien nadie puede hallar, hasta el inepto terrorista nigeriano Farouk, de 23 años, se repite la conexión yemení.

Los orígenes del Yemen unificado en 1990 (con un total de 527 mil 968 kilómetros cuadrados) provienen de su previa balcanización entre el norte (que obtuvo su independencia del imperio otomano en 1918 con 195 mil kms2) y el sur (que se independizó de Gran Bretaña en 1967 como República Democrática del Pueblo de Yemen del Sur, con 332 mil 968 kms2).

En el Yemen unificado coexistían 53 por ciento de sunnitas (apoyados por Arabia Saudita) y 47 por ciento de chiítas, primordialmente la tribu houthi (apuntalada por Irán).

El sueño anglosajón hecho realidad consiste en fomentar la guerra civil religiosa entre sunnitas y chiítas, que incluye notoriamente a Yemen, como se notó durante las carnicerías para perturbar la fiesta sagrada chiíta del Ashura (el martirologio de Hussein, nieto del profeta Mahoma) en toda la geografía de lo que hemos denominado Chiistán: desde Pakistán hasta Líbano, como relató Debka (1/1/10), presunto portal del Mossad (espionaje israelí).

La guerra del gobierno yemení contra la tribu chiíta de los houthi es también demográfica.

Al ritmo demográfico galopante de los chiítas en poco tiempo Yemen hubiese sido dominado por una mayoría vinculada a Irán. Esta democracia biológica no le conviene a la dupla anglosajona que, a nuestro juicio, prefiere balcanizar a Yemen en sus dos pedazos históricos anteriores: 1. el norte, donde el portal israelí Debka asegura que Arabia Saudita sufrió una derrota en la guerra asimétrica que libra contra los houthi chiítas, y 2. el sur, a mayor densidad demográfica sunnita, donde Washington libra subrepticiamente desde hace algunos meses su cuarta guerra simultánea.

Dominado virtualmente el sur, gracias a la iniciativa británica de la cumbre de Londres, ¿intentará la dupla anglosajona extender luego su guerra al norte (de mayoría chiíta), lo cual la confrontaría con Irán en un frente más?

Una joya superestratégica se encuentra en juego en el océano Índico y pasaría a manos del nuevo sur: la isla de Socotra, de 3 mil 625 kms2, ubicada marcadamente más cerca de Somalia (a 80 kms.) que de la costa yemení sureña (a 380 kms.).

Socotra fue en el siglo 19 un protectorado británico para cuya marina (aun sus piratas) constituía una escala estratégica importante, que hoy está a punto de resucitar.



Bajo la Lupa

Del Qaedastán al Caostán: en juego el petróleo


Será el sereno, pero el precio del barril de petróleo empezó 2010 en 81 dólares.

The Financial Times (4/1/10), portavoz del neoliberalismo global, consagró un infograma especial a los paraísos de Al-Qaeda desde el Cuerno de África, pasando por el nuevo frente de la Península Arábiga (que incluye atractivamente a Arabia Saudita, principal potencia petrolera del planeta) hasta Afganistán y Pakistán (el binomio bautizado Af-Pak), que tienen respectivamente 76 y 523 kilómetros de frontera con China. Cabe recordar que la desestabilización de la provincia autónoma de Xinjiang en China (ver Bajo la Lupa; 19/7/09) fue teledirigida por grupos jihadistas islámicos de Asia central, donde opera desparpajadamente Al Qaeda.

Lo que hemos denominado Qaedastán, es decir, la tierra de Al Qaeda, incluye tenuemente en el infograma de The Financial Times a Malí y Níger, dos países saharianos que se ubican en la retaguardia de Argelia, potencia gasera árabe que ha prosperado sin mucho ruido gracias al maná de los hidrocarburos.

El rotativo neoliberal británico vincula al grupo Shabab (que significa juventud en árabe), los piratas de Somalia, con Al Qaeda, y pasa por alto los íntimos lazos de Gran Bretaña con los corsarios sunnitas árabes que asolan el Estrecho de Bab Al-Mandab (Londres detrás de los piratas somalíes. Ver Bajo la Lupa, 20/5/09).

Lo más relevante radica en la simbiosis de Al Qaeda en Yemen y Arabia Saudita bajo la denominación AQAP (por sus siglas en inglés: Al Qaeda de la Península Arábiga), para deleite de los bélicos lingüistas anglosajones tan proclives a los acrónimos.

Como temimos, ¿molestó a tal grado el inminente lanzamiento del gulfo, la divisa común del Consejo de Cooperación de los Países Árabes del Golfo, que tiene como objetivo desplazar al dólar (ver Bajo la Lupa, 21/12/09)?

Llama la atención que el infograma británico excluya de las llamas del Qaedastán a las otras cinco petromonarquías árabes del Consejo de Cooperación del Golfo.

Pasaremos por alto la grave acusación de Debka (presunto portal del Mossad: el espionaje israelí) de que la trasnacional terrorista islámica blanquea(ba) su dinero en la banca de Dubai, de mayoría británica (ver Bajo la Lupa, 2 y 6/12/09).

Lo preponderante radica en la atracción fatal que tanto seduce al complejo-militar-industrial de la dupla anglosajona de Estados Unidos y Gran Bretaña por el Qaedastán. Pasaremos por alto los orígenes primigenios de los mujaidines (hoy les dicen jihadistas salafistas) de Al Qaeda: un invento de la CIA durante la guerra fría para combatir a la URSS en Afganistán.

Con su nueva guerra en Yemen (ver Bajo la Lupa, 3/1/10), a la dupla anglosajona le parece resultar más sencillo colocar su espada de Damocles al superestratégico estrecho de Bab Al-Mandab –a los dos lados del golfo de Adén, donde se ubican Somalia y Yemen– que el más peligroso estrecho de Ormuz en el golfo Pérsico.

A propósito, la Administración de Información de Energía de EU (EAI, por sus siglas en inglés) ilustra sobre los puntos de estrangulamiento (sic) (chokepoints) del transito petrolero mundial, entre los cuales se encuentra el estrecho de Bab Al-Mandab, a los dos lados de la Península Arábiga y el Cuerno de África: precisamente donde EU y Gran Bretaña libran su cuarta guerra global, al unísono de Irak y el binomio Af-Pak.

EAI destaca que los puntos de estrangulamiento de tránsito son una parte crítica de la seguridad energética global debido al elevado volumen de petróleo comercializado en sus apretados (sic) estrechos, cuando la mitad de la producción petrolera mundial se transporta por mar.

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Trabajos en la refinería petrolera Nahran Omar, en Basora, 550 kilómetros al suroeste de BagdadFoto Ap

El estrecho de Ormuz, en el golfo Pérsico, y el de Málaca (entre Malasia e Indonesia) son los dos puntos de estrangulamiento más estratégicos del mundo: donde transita el petróleo proveniente del Medio-Oriente que se dirige primordialmente a China, Japón y Sudcorea.

El estrecho de Bab Al-Mandab (la puerta de las lágrimas), que conecta el mar Rojo (y el Canal de Suez) al mar Arábigo, constituye otro importante punto de estrangulamiento, además del Canal de Panamá y el estrecho turco del Bósforo (que vincula las regiones del mar Caspio y el mar Negro al Mediterráneo).

Además del ominoso binomio Af-Pak, en tres de los citados puntos de estrangulamiento petrolero opera ostensiblemente lo que los multimedia israelí-anglosajones denominan en forma obsesiva Al Qaeda. Por el estrecho de Bab Al Mandab transita casi 8 por ciento del petróleo mundial, que sería severamente afectado en caso de una sincronía bélica entre la Península Arábiga y el Cuerno de África.

El Qaedastán puede pasar muy bien como sinónimo geopolítico del Caostán (la tierra del caos global) que, dígase lo que se diga, ha incen- diado las tres fronteras de China, India y Rusia (el infograma de The Financial Times ocultó el despliegue de Al Qaeda en el Cáucaso): coincidentemente, los tres conspicuos competidores geoeconómicos de EU y Gran Bretaña. Es nuestra hipótesis que esta dupla aprieta las tuercas bélicas en lo que hemos denominado la línea Brzezinski, con el objetivo de asfixiar o, por lo menos, detener a China.

Nunca como ahora ha quedado más clara la irrelevancia teatral del ocupante de la Casa Blanca con su ideología o color racial. Sea presidente Baby Bush u Obama, los objetivos estratégicos petroleros del complejo-militar-industrial estadunidense no han variado desde la promulgación del arco de la crisis, en la década de los 70, por el teórico israelí-británico Bernard Lewis, y que en la primavera de 1979 (año de la revolución chiíta iraní) George Lenczowski, profesor de la Universidad de California (Berkeley), definió en la influyente revista Foreign Affairs: “el área que se extiende desde el subcontinente indio, al este, hasta el Cuerno de África, al oeste. El Medio Oriente constituye su núcleo central. Su posición estratégica no tiene igual (…): posee en su subsuelo casi tres cuartas partes de las reservas probadas y estimadas de petróleo”.

Hoy coincide que Yemen, parte nodal del arco de la crisis, ostente pletóricas reservas de petróleo.

El añejo arco de la crisis, de Bernard Lewis, fundamentalista israelí y teórico de los halcones anglosajones (los neoconservadores straussianos), se entrelaza con la línea Brzezinski, que conecta la antigua Palestina a Irán y al binomio Afganistán-Pakistán, entre los paralelos 20 y 40 grados, que representa geopolíticamente el talón de Aquiles de China (ver Bajo la Lupa,19/7/09).

El núcleo central de Lenczowski hoy se manifiesta en el cuadrángulo de los mares Caspio, Mediterráneo y Rojo, y el golfo Pérsico, donde se han librado las primeras guerras del siglo XXI –con trasfondo energético– por la dupla anglosajona (y sus aliados Israel y Georgia). En el corazón de tal cuadrángulo se ubica Irán.

En cuatro décadas, los enemigos de la dupla anglosajona han variado, pero el arco de la crisis, donde hoy prevalece el Caostán, producto del Qaedastán, sigue más vigente que nunca en medio de una profunda crisis energética global.

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