Los secretos de “El Azul”
MEXICO, D.F., 17 de abril.- Decano de los capos mexicanos, hábil en las negociaciones para poner fin a viejos conflictos, Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, ha sobrevivido poco más de cuatro décadas en el tráfico de drogas y hoy es el personaje más discreto y, al mismo tiempo, el más eficaz en la recomposición del tejido social y financiero del narco en México.
Desde 1992, cuando fue liberado del penal de Almoloya de Juárez tras cumplir una pena de siete años, nadie sabe de su paradero, aunque sí de sus andanzas: se le ha visto en Querétaro –uno de sus refugios– y en 2003 sentó sus reales en Morelos, bajo el amparo del gobierno panista que encabezaba el gobernador Sergio Estrada Cajigal.
Aunque en México poco se habla de él, en Estados Unidos el Buró Federal de Investigaciones (FBI) lo consideraba como el segundo criminal internacional más buscado en 2005, solamente detrás del terrorista Osama Bin Laden. Actualmente El Azul ni siquiera aparece en la lista histórica de los 10 criminales más buscados en el portal del FBI.
El 12 de febrero de ese año, Art Werge, vocero del FBI en El Paso, Texas, anunció que había una recompensa de 5 millones de dólares para quien proporcionara información que llevara a la captura de Esparragoza Moreno, quien era señalado como el principal líder del cártel de Juárez.
El vocero del FBI aseguró que el capo “ha tenido la capacidad para formar estructuras muy bien organizadas en las que participan funcionarios, policías y militares, e inclusive importantes mandos del Ejército Mexicano”.
Añadió que esa agencia “lo considera uno de los hombres clave en el narcotráfico mexicano por los nexos que sostiene desde hace varios años con narcotraficantes colombianos para transportar cocaína a Estados Unidos”, según publicó entonces el diario La Jornada.
La Drug Enforcement Administration (DEA) también ofreció 5 millones de dólares por su cabeza.
El FBI asegura que Esparragoza Moreno es muy peligroso, siempre anda armado y cuenta con un fuerte equipo de seguridad que lo cuida. En México, la percepción de las autoridades es otra: asumen que El Azul es un narco más proclive a la negociación que a la beligerancia.
La historia
Juan José Esparragoza Moreno es más viejo que Ismael El Mayo Zambada y más joven que Joaquín El Chapo Guzmán: nació el 3 de febrero de 1949 en Chuicopa, Sinaloa, y es el sobreviviente de una generación de capos que hoy están muertos o presos, como Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo (Don Neto), Emilio Quintero Payán, Manuel Salcido Uzeta (El Cochiloco) y Pablo Acosta Villarreal, ejecutado en su rancho de Ojinaga, Chihuahua, en 1984.
La siguiente generación de narcotraficantes que heredó el poder también fue asesorada por Esparragoza Moreno. En ese grupo destacan Amado y Vicente Carrillo Fuentes, Albino Quintero Meraz e incluso el propio Ismael El Mayo Zambada, quienes fueron socios de El Azul en el cártel de Juárez, primero, y ahora en el de Sinaloa.
De acuerdo con el perfil psicológico elaborado a finales de los 80, durante su reclusión, Juan José Esparragoza Moreno es una persona que evita las confrontaciones violentas y las ejecuciones, en la medida de lo posible. Su frase recurrente: “el negocio del narcotráfico no se lleva con las balas”.
Así lo refiere Gustavo Tarín Chávez, testigo protegido de cargo en el juicio del general Francisco Quiroz Hermosillo, acusado de estar ligado al cártel de Juárez. En una conversación con El Azul, Tarín Chávez fue llamado al orden:
“En esa ocasión Juan José Esparragoza Moreno se acercó y textualmente me dijo: ‘¿Me permite un momentito? Le traigo un saludo muy afectuoso del general Francisco Quiroz, quien es mi compadre muy querido. Dice que ya no le jale mucho al dedo porque los negocios éstos (el narcotráfico) no se llevan con las muertes y se echan a perder...’”
En 1998, José Luis Santiago Vasconcelos, entonces titular de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada (UEDO), elaboró un perfil de Esparragoza Moreno y Miguel Ángel Félix Gallardo. Del segundo dijo que era el más avezado de los capos de todos los tiempos. “No ha habido otro como él”, dijo a este reportero.
Y sobre El Azul expuso: “Es un gran negociador, quizá el más fino estratega que ha tenido el narcotráfico en México, el único que ha podido sentar a la mesa de negociaciones a narcotraficantes. Sabe, como pocos, estar siempre en segundas posiciones, pues su experiencia le ha dictado que sacar la cabeza significa la muerte o la cárcel”. Una muestra de su capacidad conciliatoria fue la negociación que condujo entre una decena de narcotraficantes, cabecillas de los cárteles de Juárez y del Golfo, quienes limaron sus asperezas a finales de 1993 gracias a sus buenos oficios.
A ese pacto se le llamó “La paz del norte” porque puso fin a una larga etapa de matanzas y traiciones entre ambas organizaciones criminales y logró disminuir las tensiones que sacudían a Ciudad Juárez y a Tamaulipas, las zonas fronterizas más boyantes del narcotráfico mexicano (Proceso 1433).
En esas mismas fechas, según datos oficiales, El Azul fraguó su proyecto de crear una federación de cárteles para que el narco en México fuera operado por un solo grupo. Discípulo y amigo de Miguel Ángel Félix Gallardo desde que éste encabezaba el cártel de Guadalajara en la década de los 80, Esparragoza Moreno no cejó en su intento de construir un monopolio del narcotráfico. Actualmente existen datos y evidencias de que ese proyecto ha cobrado fuerza.
Tras la muerte de Amado Carrillo Fuentes en julio de 1997, víctima de “un pasón” de somníferos tras ser sometido a una cirugía plástica, Esparragoza Moreno permaneció poco tiempo en el cártel de Juárez, al que se unió tras salir de la cárcel en 1991.
Pasó una década ligado a los hermanos Beltrán Leyva y a Ismael El Mayo Zambada, viejos conocidos suyos. La suerte le cambió en 2001, cuando Joaquín El Chapo Guzmán se fugó del penal de Puente Grande, pues rompieron relaciones con el cártel de Juárez debido a que no respetaban el liderazgo de Vicente Carrillo Fuentes.
Según una carta fechada en octubre de 2004 y que fue recibida en la Presidencia de la República, varios capos se reunieron un mes antes en Monterrey, Nuevo León, para discutir la forma en que podrían constituirse como un grupo hegemónico para manejar el narcotráfico en México.
Redactada por un testigo de ese encuentro, la carta asegura que El Azul logró sentar a la mesa a Ismael El Mayo Zambada, Joaquín El Chapo Guzmán y Arturo Beltrán Leyva, entre otros.
La idea era planear el crimen de Rodolfo Carrillo Fuentes (hermano de Amado y de Vicente Carrillo) y, una vez ejecutado éste tratar de incriminar por ese homicidio a otro grupo contrario, el cual serían Los Zetas, teniendo como objetivo estas acciones por una parte terminar con la hegemonía que la familia Carrillo Fuentes tenía sobre este cártel u organización.
Manifestando dichos integrantes del cártel de Sinaloa que únicamente le debían lealtad a Amado Carrillo, y no a los otros miembros de su familia, siendo éste el motivo por el cual Vicente Carrillo no ha podido ocupar el mando de dicho cártel, puesto que lo han minado ultimándole a personas de su confianza.
En aquella reunión El Azul también planteó deshacerse de Los Zetas.
Aunado a lo anterior otro punto medular o de vital importancia del cártel de Sinaloa o Triángulo Dorado es el acabar o exterminar a Los Zetas, puesto que aprovechando el poder que tienen de personal como económico, aunado al apoyo que tienen por parte de funcionarios federales del más alto nivel, específicamente de la SIEDO, realizan ataques a Los Zetas aprovechando el aparato gubernamental para tal fin y auxiliándose de dicho aparato para todas las actividades como realizar impunemente sus actividades preponderantes, específicamente las relacionadas con el narcotráfico, siendo el trasfondo de todo lo anterior el que Ismael El Mayo Zambada, Joaquín El Chapo Guzmán, Arturo Beltrán Leyva y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, pretendan monopolizar el narcotráfico en un único cártel, siendo éste el de Sinaloa.
En dicha reunión también se acordó penetrar la plaza de Nuevo Laredo, según se explica en la carta. El responsable de esa operación fue un narco de origen estadunidense: Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, a la postre jefe de gatilleros de Arturo Beltrán, El Barbas, muerto a fines de 2009 año en Cuernavaca, Morelos, durante un tiroteo con miembros de la Marina.
El proyecto de Esparragoza Moreno parece avanzar: hace un mes, la DEA confirmó que el cártel de Sinaloa y el del Golfo –rivales durante décadas– sellaron un pacto que consolidó a ambos cárteles en la mayor parte del país, y al que se habrían sumado los hermanos Valencia y La Familia Michoacana. Estos últimos grupos, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, recientemente aceptaron unirse al cártel del Golfo.
En respuesta, Los Zetas rompieron relaciones con el grupo que los vio nacer, el cártel del Golfo, y se aliaron con los cárteles de Juárez y de Tijuana.
Poder corruptor
Además de su capacidad negociadora entre los narcotraficantes, Juan José Esparragoza Moreno también ha logrado corromper a gobernadores y a altos mandos policiacos y militares. Una muestra es el estado de Morelos, donde se afincó en 2004 bajo el cobijo del entonces gobernador Sergio Estrada Cajigal.
El poder de El Azul en Morelos no tenía límites: contaba con agencias policiacas para su uso personal y para la protección de sus socios y familiares. Según las investigaciones que realizó la SIEDO en Morelos, Nadia Esparragoza Gastélum, hija de El Azul, estuvo relacionada sentimentalmente con el gobernador Estrada Cajigal. (Proceso 1098)
Esparragoza también gozaba de la protección de Agustín Montiel y Raúl Cortez, jefes de la policía ministerial de Morelos, quienes utilizaban el aeropuerto de Cuernavaca para bajar aviones cargados de droga que después era transportada en las camionetas y patrullas de la policía, según la PGR.
La relación de El Azul con militares tampoco es un secreto. Exmiembro de la Dirección Federal de Seguridad –donde fue policía–, tuvo una estrecha relación con los generales Francisco Quiroz Hermosillo y Jorge Maldonado Vega.
En el expediente que la PGR integró contra el cártel de Juárez, conocido como El Maxiproceso, se registra el acercamiento de Esparragoza Moreno y Maldonado Vega, a principios de los 80.
Ambos fueron presentados por Javier Barba Hernández, miembro del cártel de Guadalajara, quien por aquellos años era porro de la Universidad de Guadalajara y posteriormente ingresaría a las ligas mayores del narcotráfico.
Maldonado Vega tenía la orden de quemar seis toneladas de mariguana que había asegurado el Ejército en Guadalajara, pero Barba Hernández le solicitó una entrevista al militar para negociar que la droga fuera entregada a la Policía Judicial del estado. En ese encuentro, al que acudieron El Azul y Barba Hernández, le ofrecieron hasta 5 millones de dólares. “Lo único que hay que hacer es entregar el cargamento a la Policía Judicial”, le dijeron. Pero Maldonado Vega se negó a negociar, de acuerdo con su testimonio ministerial.
–La droga no se negocia: la voy a quemar y exijo respeto a mi trabajo. Si alguno de ustedes se mete, lo voy a arrestar. Cada quien en lo suyo –dijo enérgico el general.
–Esos son güevos, mi general, permítame que le bese la mano –comentó irónico El Azul, quien se levantó de su asiento y se dirigió hasta él. Le tomó la mano y le dio un beso como signo de reconocimiento a su autoridad. Al día siguiente la droga fue quemada en Tequila, Jalisco.
Este pasaje retrata al capo como un personaje jocoso y dicharachero, otra de las características de su personalidad, según se pudo confirmar entre personas que lo conocen y que lo retratan. A Esparragoza Moreno le gusta andar “enjoyado y con el pelo brilloso de brillantina”, a la usanza de la década de los 70. Le gusta el alcohol, decir picardías y jugar baraja, uno de sus pasatiempos favoritos mientras estuvo preso en el Reclusorio Sur junto con Miguel Ángel Félix Gallardo y Amado Carrillo. Es aficionado a los lentes oscuros de la marca Ray Ban, la ropa deportiva y el ejercicio.
Existen pocas fotografías de Esparragoza Moreno, pero durante los cateos que realizó la PGR en varias de sus guaridas encontró algunas. En una de ellas aparece en el pasillo de su casa a la usanza norteña, de bigote y con el cabello recortado. Y en otra fotografía, publicada en la edición 1098 de Proceso, figura acompañado del boxeador Julio César Chávez y del entonces jefe del cártel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes.
–¿Por qué El Azul ha sobrevivido tantos años en el negocio del narcotráfico? –se le pregunta a una fuente de la PGR que pidió el anonimato.
–Es un capo muy hábil. Le cae bien a todos. Él no asesina por asesinar. No le gusta la violencia. Mata con el dinero y con su carisma…Y le gusta mucho el alcohol. Por eso entre los narcotraficantes no sólo se le respeta. También se le quiere.
(APRO/Ricardo Ravelo)
Desde 1992, cuando fue liberado del penal de Almoloya de Juárez tras cumplir una pena de siete años, nadie sabe de su paradero, aunque sí de sus andanzas: se le ha visto en Querétaro –uno de sus refugios– y en 2003 sentó sus reales en Morelos, bajo el amparo del gobierno panista que encabezaba el gobernador Sergio Estrada Cajigal.
Aunque en México poco se habla de él, en Estados Unidos el Buró Federal de Investigaciones (FBI) lo consideraba como el segundo criminal internacional más buscado en 2005, solamente detrás del terrorista Osama Bin Laden. Actualmente El Azul ni siquiera aparece en la lista histórica de los 10 criminales más buscados en el portal del FBI.
El 12 de febrero de ese año, Art Werge, vocero del FBI en El Paso, Texas, anunció que había una recompensa de 5 millones de dólares para quien proporcionara información que llevara a la captura de Esparragoza Moreno, quien era señalado como el principal líder del cártel de Juárez.
El vocero del FBI aseguró que el capo “ha tenido la capacidad para formar estructuras muy bien organizadas en las que participan funcionarios, policías y militares, e inclusive importantes mandos del Ejército Mexicano”.
Añadió que esa agencia “lo considera uno de los hombres clave en el narcotráfico mexicano por los nexos que sostiene desde hace varios años con narcotraficantes colombianos para transportar cocaína a Estados Unidos”, según publicó entonces el diario La Jornada.
La Drug Enforcement Administration (DEA) también ofreció 5 millones de dólares por su cabeza.
El FBI asegura que Esparragoza Moreno es muy peligroso, siempre anda armado y cuenta con un fuerte equipo de seguridad que lo cuida. En México, la percepción de las autoridades es otra: asumen que El Azul es un narco más proclive a la negociación que a la beligerancia.
La historia
Juan José Esparragoza Moreno es más viejo que Ismael El Mayo Zambada y más joven que Joaquín El Chapo Guzmán: nació el 3 de febrero de 1949 en Chuicopa, Sinaloa, y es el sobreviviente de una generación de capos que hoy están muertos o presos, como Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo (Don Neto), Emilio Quintero Payán, Manuel Salcido Uzeta (El Cochiloco) y Pablo Acosta Villarreal, ejecutado en su rancho de Ojinaga, Chihuahua, en 1984.
La siguiente generación de narcotraficantes que heredó el poder también fue asesorada por Esparragoza Moreno. En ese grupo destacan Amado y Vicente Carrillo Fuentes, Albino Quintero Meraz e incluso el propio Ismael El Mayo Zambada, quienes fueron socios de El Azul en el cártel de Juárez, primero, y ahora en el de Sinaloa.
De acuerdo con el perfil psicológico elaborado a finales de los 80, durante su reclusión, Juan José Esparragoza Moreno es una persona que evita las confrontaciones violentas y las ejecuciones, en la medida de lo posible. Su frase recurrente: “el negocio del narcotráfico no se lleva con las balas”.
Así lo refiere Gustavo Tarín Chávez, testigo protegido de cargo en el juicio del general Francisco Quiroz Hermosillo, acusado de estar ligado al cártel de Juárez. En una conversación con El Azul, Tarín Chávez fue llamado al orden:
“En esa ocasión Juan José Esparragoza Moreno se acercó y textualmente me dijo: ‘¿Me permite un momentito? Le traigo un saludo muy afectuoso del general Francisco Quiroz, quien es mi compadre muy querido. Dice que ya no le jale mucho al dedo porque los negocios éstos (el narcotráfico) no se llevan con las muertes y se echan a perder...’”
En 1998, José Luis Santiago Vasconcelos, entonces titular de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada (UEDO), elaboró un perfil de Esparragoza Moreno y Miguel Ángel Félix Gallardo. Del segundo dijo que era el más avezado de los capos de todos los tiempos. “No ha habido otro como él”, dijo a este reportero.
Y sobre El Azul expuso: “Es un gran negociador, quizá el más fino estratega que ha tenido el narcotráfico en México, el único que ha podido sentar a la mesa de negociaciones a narcotraficantes. Sabe, como pocos, estar siempre en segundas posiciones, pues su experiencia le ha dictado que sacar la cabeza significa la muerte o la cárcel”. Una muestra de su capacidad conciliatoria fue la negociación que condujo entre una decena de narcotraficantes, cabecillas de los cárteles de Juárez y del Golfo, quienes limaron sus asperezas a finales de 1993 gracias a sus buenos oficios.
A ese pacto se le llamó “La paz del norte” porque puso fin a una larga etapa de matanzas y traiciones entre ambas organizaciones criminales y logró disminuir las tensiones que sacudían a Ciudad Juárez y a Tamaulipas, las zonas fronterizas más boyantes del narcotráfico mexicano (Proceso 1433).
En esas mismas fechas, según datos oficiales, El Azul fraguó su proyecto de crear una federación de cárteles para que el narco en México fuera operado por un solo grupo. Discípulo y amigo de Miguel Ángel Félix Gallardo desde que éste encabezaba el cártel de Guadalajara en la década de los 80, Esparragoza Moreno no cejó en su intento de construir un monopolio del narcotráfico. Actualmente existen datos y evidencias de que ese proyecto ha cobrado fuerza.
Tras la muerte de Amado Carrillo Fuentes en julio de 1997, víctima de “un pasón” de somníferos tras ser sometido a una cirugía plástica, Esparragoza Moreno permaneció poco tiempo en el cártel de Juárez, al que se unió tras salir de la cárcel en 1991.
Pasó una década ligado a los hermanos Beltrán Leyva y a Ismael El Mayo Zambada, viejos conocidos suyos. La suerte le cambió en 2001, cuando Joaquín El Chapo Guzmán se fugó del penal de Puente Grande, pues rompieron relaciones con el cártel de Juárez debido a que no respetaban el liderazgo de Vicente Carrillo Fuentes.
Según una carta fechada en octubre de 2004 y que fue recibida en la Presidencia de la República, varios capos se reunieron un mes antes en Monterrey, Nuevo León, para discutir la forma en que podrían constituirse como un grupo hegemónico para manejar el narcotráfico en México.
Redactada por un testigo de ese encuentro, la carta asegura que El Azul logró sentar a la mesa a Ismael El Mayo Zambada, Joaquín El Chapo Guzmán y Arturo Beltrán Leyva, entre otros.
La idea era planear el crimen de Rodolfo Carrillo Fuentes (hermano de Amado y de Vicente Carrillo) y, una vez ejecutado éste tratar de incriminar por ese homicidio a otro grupo contrario, el cual serían Los Zetas, teniendo como objetivo estas acciones por una parte terminar con la hegemonía que la familia Carrillo Fuentes tenía sobre este cártel u organización.
Manifestando dichos integrantes del cártel de Sinaloa que únicamente le debían lealtad a Amado Carrillo, y no a los otros miembros de su familia, siendo éste el motivo por el cual Vicente Carrillo no ha podido ocupar el mando de dicho cártel, puesto que lo han minado ultimándole a personas de su confianza.
En aquella reunión El Azul también planteó deshacerse de Los Zetas.
Aunado a lo anterior otro punto medular o de vital importancia del cártel de Sinaloa o Triángulo Dorado es el acabar o exterminar a Los Zetas, puesto que aprovechando el poder que tienen de personal como económico, aunado al apoyo que tienen por parte de funcionarios federales del más alto nivel, específicamente de la SIEDO, realizan ataques a Los Zetas aprovechando el aparato gubernamental para tal fin y auxiliándose de dicho aparato para todas las actividades como realizar impunemente sus actividades preponderantes, específicamente las relacionadas con el narcotráfico, siendo el trasfondo de todo lo anterior el que Ismael El Mayo Zambada, Joaquín El Chapo Guzmán, Arturo Beltrán Leyva y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, pretendan monopolizar el narcotráfico en un único cártel, siendo éste el de Sinaloa.
En dicha reunión también se acordó penetrar la plaza de Nuevo Laredo, según se explica en la carta. El responsable de esa operación fue un narco de origen estadunidense: Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, a la postre jefe de gatilleros de Arturo Beltrán, El Barbas, muerto a fines de 2009 año en Cuernavaca, Morelos, durante un tiroteo con miembros de la Marina.
El proyecto de Esparragoza Moreno parece avanzar: hace un mes, la DEA confirmó que el cártel de Sinaloa y el del Golfo –rivales durante décadas– sellaron un pacto que consolidó a ambos cárteles en la mayor parte del país, y al que se habrían sumado los hermanos Valencia y La Familia Michoacana. Estos últimos grupos, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, recientemente aceptaron unirse al cártel del Golfo.
En respuesta, Los Zetas rompieron relaciones con el grupo que los vio nacer, el cártel del Golfo, y se aliaron con los cárteles de Juárez y de Tijuana.
Poder corruptor
Además de su capacidad negociadora entre los narcotraficantes, Juan José Esparragoza Moreno también ha logrado corromper a gobernadores y a altos mandos policiacos y militares. Una muestra es el estado de Morelos, donde se afincó en 2004 bajo el cobijo del entonces gobernador Sergio Estrada Cajigal.
El poder de El Azul en Morelos no tenía límites: contaba con agencias policiacas para su uso personal y para la protección de sus socios y familiares. Según las investigaciones que realizó la SIEDO en Morelos, Nadia Esparragoza Gastélum, hija de El Azul, estuvo relacionada sentimentalmente con el gobernador Estrada Cajigal. (Proceso 1098)
Esparragoza también gozaba de la protección de Agustín Montiel y Raúl Cortez, jefes de la policía ministerial de Morelos, quienes utilizaban el aeropuerto de Cuernavaca para bajar aviones cargados de droga que después era transportada en las camionetas y patrullas de la policía, según la PGR.
La relación de El Azul con militares tampoco es un secreto. Exmiembro de la Dirección Federal de Seguridad –donde fue policía–, tuvo una estrecha relación con los generales Francisco Quiroz Hermosillo y Jorge Maldonado Vega.
En el expediente que la PGR integró contra el cártel de Juárez, conocido como El Maxiproceso, se registra el acercamiento de Esparragoza Moreno y Maldonado Vega, a principios de los 80.
Ambos fueron presentados por Javier Barba Hernández, miembro del cártel de Guadalajara, quien por aquellos años era porro de la Universidad de Guadalajara y posteriormente ingresaría a las ligas mayores del narcotráfico.
Maldonado Vega tenía la orden de quemar seis toneladas de mariguana que había asegurado el Ejército en Guadalajara, pero Barba Hernández le solicitó una entrevista al militar para negociar que la droga fuera entregada a la Policía Judicial del estado. En ese encuentro, al que acudieron El Azul y Barba Hernández, le ofrecieron hasta 5 millones de dólares. “Lo único que hay que hacer es entregar el cargamento a la Policía Judicial”, le dijeron. Pero Maldonado Vega se negó a negociar, de acuerdo con su testimonio ministerial.
–La droga no se negocia: la voy a quemar y exijo respeto a mi trabajo. Si alguno de ustedes se mete, lo voy a arrestar. Cada quien en lo suyo –dijo enérgico el general.
–Esos son güevos, mi general, permítame que le bese la mano –comentó irónico El Azul, quien se levantó de su asiento y se dirigió hasta él. Le tomó la mano y le dio un beso como signo de reconocimiento a su autoridad. Al día siguiente la droga fue quemada en Tequila, Jalisco.
Este pasaje retrata al capo como un personaje jocoso y dicharachero, otra de las características de su personalidad, según se pudo confirmar entre personas que lo conocen y que lo retratan. A Esparragoza Moreno le gusta andar “enjoyado y con el pelo brilloso de brillantina”, a la usanza de la década de los 70. Le gusta el alcohol, decir picardías y jugar baraja, uno de sus pasatiempos favoritos mientras estuvo preso en el Reclusorio Sur junto con Miguel Ángel Félix Gallardo y Amado Carrillo. Es aficionado a los lentes oscuros de la marca Ray Ban, la ropa deportiva y el ejercicio.
Existen pocas fotografías de Esparragoza Moreno, pero durante los cateos que realizó la PGR en varias de sus guaridas encontró algunas. En una de ellas aparece en el pasillo de su casa a la usanza norteña, de bigote y con el cabello recortado. Y en otra fotografía, publicada en la edición 1098 de Proceso, figura acompañado del boxeador Julio César Chávez y del entonces jefe del cártel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes.
–¿Por qué El Azul ha sobrevivido tantos años en el negocio del narcotráfico? –se le pregunta a una fuente de la PGR que pidió el anonimato.
–Es un capo muy hábil. Le cae bien a todos. Él no asesina por asesinar. No le gusta la violencia. Mata con el dinero y con su carisma…Y le gusta mucho el alcohol. Por eso entre los narcotraficantes no sólo se le respeta. También se le quiere.
(APRO/Ricardo Ravelo)
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