Martínez y Calderón, tal para cual
áLVARO DELGADO
MEXICO, DF, 1 de diciembre (apro).- Mientras que Felipe Calderón cumple hoy la tercera parte del sexenio ratificando los pactos de impunidad con quienes lo impusieron en el cargo, los poderes oligárquicos y el propio Vicente Fox, Germán Martínez concluye su primer año de gestión al frente del Partido Acción Nacional (PAN) con el mismo selló de su mentor, aunque con un dato adicional: la traición.
Aunque en apariencia es reiterativo, es preciso insistir en el registro de los dichos y los hechos de la impunidad con la que opera la facción que formalmente gobierna México, como aquí se describió la semana pasada, y que registra dos nuevos ejemplos, ambos en la misma lógica del pago de compromisos.
Uno de ellos es el nombramiento que Calderón hizo de Héctor Rangel Domene como director de Nacional Financiera (Nafin) y del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). Es decir, la banca de desarrollo del Estado mexicano en manos de un operador del corrupto sector privado que, puede anticiparse, llevará a la quiebra a ambas entidades, de por sí desmanteladas por el foxiato.
Expresidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y hasta hace unos días director del Centro de Estudios del Sector Privado, Rangel Domene fue uno de los más activos operadores de Calderón en el ámbito de los grandes traficantes de influencias de México y fungió, además, como propagandista ante los accionistas españoles de BBVA Bancomer, del que fue director.
El otro ejemplo es igualmente grave: Calderón señaló a Fox, su antecesor y compañero de militancia en el PAN, de haberle entregado, hace justamente dos años, un "Estado doblegado" por el crimen organizado.
Calderón enteró al Congreso, por escrito, que al asumir al cargo el 1 de diciembre del 2006 --cuando se introdujo al salón de sesiones por una puerta trasera, custodiado por piquetes de militares--, México enfrentaba "uno de sus más graves momentos" en términos de Estado.
"Estaba doblegado por el poder de grupos criminales que conducían sus actividades delictivas (narcotráfico, secuestros y tráfico de drogas, entre las principales) con absoluta impunidad, y el Estado no podía cumplir a cabalidad con su obligación de salvaguardar la integridad de las personas y su patrimonio".
Se trata de imputaciones a Fox que, por razones jurídicas, políticas y éticas, pero sobre todo por la salud de la República, debería tener consecuencias en ámbitos análogos, pero --una vez más-- imperará la simulación y la impunidad.
Y si estas son características de Calderón, también lo son de Germán Martínez, su pupilo en el PAN. Candidato único impuesto en el cargo, a semejanza de su jefe, se vio también forzado a comprar legitimidad con la entrega de posiciones en los órganos de dirección a sus adversarios, encabezados por Manuel Espino.
Hace casi un año, el 9 de diciembre, en su primer discurso como presidente del PAN llamó a la unidad ante el pleno del Consejo Nacional, una proclama que ha venido haciendo reiteradamente:
"Nadie puede sentirse derrotado, nadie tiene derecho a sentirse traicionado. No venimos a este Consejo a cosechar una ambición personal ni a consumar revanchas políticas."
Todo parecía marchar sin sobresaltos luego de los arreglos para someter a Espino, quien inclusive adelantó la fecha electiva, y convalidar el apoderamiento que Calderón hizo del PAN a través del uso del aparato gubernamental a cargo de Juan Camilo Mouriño, en ese entonces todavía jefe de la Oficina de la Presidencia.
Sin embargo, sobre todo a partir que Mouriño fue promovido a la Secretaría de Gobernación, en enero de este año, inició la guerra entre él y Martínez, los dos delfines de Calderón de cara a la candidatura presidencial en el 2012.
Martínez, inclusive, hizo acuerdos con Espino para enfrentar juntos a Mouriño, lo cual explica que sea éste, y no aquél, el principal de los "capos del calderonismo" que aparece en su libro Señal de alerta, un compendio a actos antiestatutarios y claramente ilegales cometidos por la pandilla encabezada por Calderón.
Pero muerto Mouriño, y por tanto el único delfín, Martínez cambió la estrategia y procedió a la traición: lloriqueando llamó amigo a quien detestaba, como la familia Zavala, y también rompió los acuerdos con Espino, a quien inclusive pidió que no emitiera declaraciones después de los sucesivos descalabros electorales del PAN que, este año, lo colocaron como tercera fuerza del país.
El miércoles 26, justo cuando Calderón dio posesión a Luis Felipe Bravo Mena y Martínez nombró a César Nava estratega de las campañas del PAN del 2009, el coordinador de los senadores de ese partido, Gustavo Enrique Madero, se comunicó con Espino para pedirle desalojar la sede de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), propiedad de la Fundación Humanismo Político que se la había otorgado en comodato hace dos años.
La señal es muy clara: el desalojo no obedeció a una decisión de Madero, a quien todo mundo le conoce su falta de carácter, sino al acatamiento de una instrucción del propio Martínez, porque los senadores jamás fueron consultados, como lo establece la normatividad, para proceder con un talante semejante al de Guadalupe Acosta Naranjo para echar a Porfirio Muñoz Ledo, coordinador del Frente Amplio Progresista (FAP), de un edificio perredista.
La decisión de Martínez tiene enfurecidos inclusive a senadores felipistas por tamaña torpeza contra Espino, quien este miércoles tratará de sacar raja política al anunciar que, a partir del próximo año, reactivará su activismo político al interior del PAN para buscar ser diputado federal: si es postulado, gana; si es rechazado, también.
A propósito, la "guerra" de Calderón contra El Yunque que tanto les gusta difundir a los amanuenses de la derecha en los medios es tan falsa como las "manos limpias" de quien cobra como titular del Ejecutivo, y eso lo prueba no sólo la incorporación de Bravo Mena como secretario particular de Calderón, un secretario de Gobernación paralelo a Fernando Gómez Mont, sino el propio Nava.
El mismo año en que Bravo Mena afiliaba nuevos militantes de El Yunque en León, Guanajuato, en 1975, los jerarcas de esa organización secreta consumaban un fraude electoral en la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), cuyo beneficiado fue César Nava Miranda, padre de César Nava Vázquez, justamente el coordinador del Comité de Planeación Estratégica del PAN, en el que participa Vicente Fox...
Apuntes
Por fin, al cabo de doce años, Jesús Ortega es presidente de la franquicia llamada PRD. Menos mal que ayer, en su toma de posesión, tuvo cierto recato al ya no usar la corbatita azul de cuando legalizó su triunfo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), sino una amarilla con el emblema de su partido. Su futuro como presidente del PRD anticipa que será tan exitoso como en Aguascalientes, donde es cacique, pero donde nunca ha ganado nada, salvo cimentar la vocación de su corriente: migajas plurinominales.
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
Aunque en apariencia es reiterativo, es preciso insistir en el registro de los dichos y los hechos de la impunidad con la que opera la facción que formalmente gobierna México, como aquí se describió la semana pasada, y que registra dos nuevos ejemplos, ambos en la misma lógica del pago de compromisos.
Uno de ellos es el nombramiento que Calderón hizo de Héctor Rangel Domene como director de Nacional Financiera (Nafin) y del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). Es decir, la banca de desarrollo del Estado mexicano en manos de un operador del corrupto sector privado que, puede anticiparse, llevará a la quiebra a ambas entidades, de por sí desmanteladas por el foxiato.
Expresidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y hasta hace unos días director del Centro de Estudios del Sector Privado, Rangel Domene fue uno de los más activos operadores de Calderón en el ámbito de los grandes traficantes de influencias de México y fungió, además, como propagandista ante los accionistas españoles de BBVA Bancomer, del que fue director.
El otro ejemplo es igualmente grave: Calderón señaló a Fox, su antecesor y compañero de militancia en el PAN, de haberle entregado, hace justamente dos años, un "Estado doblegado" por el crimen organizado.
Calderón enteró al Congreso, por escrito, que al asumir al cargo el 1 de diciembre del 2006 --cuando se introdujo al salón de sesiones por una puerta trasera, custodiado por piquetes de militares--, México enfrentaba "uno de sus más graves momentos" en términos de Estado.
"Estaba doblegado por el poder de grupos criminales que conducían sus actividades delictivas (narcotráfico, secuestros y tráfico de drogas, entre las principales) con absoluta impunidad, y el Estado no podía cumplir a cabalidad con su obligación de salvaguardar la integridad de las personas y su patrimonio".
Se trata de imputaciones a Fox que, por razones jurídicas, políticas y éticas, pero sobre todo por la salud de la República, debería tener consecuencias en ámbitos análogos, pero --una vez más-- imperará la simulación y la impunidad.
Y si estas son características de Calderón, también lo son de Germán Martínez, su pupilo en el PAN. Candidato único impuesto en el cargo, a semejanza de su jefe, se vio también forzado a comprar legitimidad con la entrega de posiciones en los órganos de dirección a sus adversarios, encabezados por Manuel Espino.
Hace casi un año, el 9 de diciembre, en su primer discurso como presidente del PAN llamó a la unidad ante el pleno del Consejo Nacional, una proclama que ha venido haciendo reiteradamente:
"Nadie puede sentirse derrotado, nadie tiene derecho a sentirse traicionado. No venimos a este Consejo a cosechar una ambición personal ni a consumar revanchas políticas."
Todo parecía marchar sin sobresaltos luego de los arreglos para someter a Espino, quien inclusive adelantó la fecha electiva, y convalidar el apoderamiento que Calderón hizo del PAN a través del uso del aparato gubernamental a cargo de Juan Camilo Mouriño, en ese entonces todavía jefe de la Oficina de la Presidencia.
Sin embargo, sobre todo a partir que Mouriño fue promovido a la Secretaría de Gobernación, en enero de este año, inició la guerra entre él y Martínez, los dos delfines de Calderón de cara a la candidatura presidencial en el 2012.
Martínez, inclusive, hizo acuerdos con Espino para enfrentar juntos a Mouriño, lo cual explica que sea éste, y no aquél, el principal de los "capos del calderonismo" que aparece en su libro Señal de alerta, un compendio a actos antiestatutarios y claramente ilegales cometidos por la pandilla encabezada por Calderón.
Pero muerto Mouriño, y por tanto el único delfín, Martínez cambió la estrategia y procedió a la traición: lloriqueando llamó amigo a quien detestaba, como la familia Zavala, y también rompió los acuerdos con Espino, a quien inclusive pidió que no emitiera declaraciones después de los sucesivos descalabros electorales del PAN que, este año, lo colocaron como tercera fuerza del país.
El miércoles 26, justo cuando Calderón dio posesión a Luis Felipe Bravo Mena y Martínez nombró a César Nava estratega de las campañas del PAN del 2009, el coordinador de los senadores de ese partido, Gustavo Enrique Madero, se comunicó con Espino para pedirle desalojar la sede de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), propiedad de la Fundación Humanismo Político que se la había otorgado en comodato hace dos años.
La señal es muy clara: el desalojo no obedeció a una decisión de Madero, a quien todo mundo le conoce su falta de carácter, sino al acatamiento de una instrucción del propio Martínez, porque los senadores jamás fueron consultados, como lo establece la normatividad, para proceder con un talante semejante al de Guadalupe Acosta Naranjo para echar a Porfirio Muñoz Ledo, coordinador del Frente Amplio Progresista (FAP), de un edificio perredista.
La decisión de Martínez tiene enfurecidos inclusive a senadores felipistas por tamaña torpeza contra Espino, quien este miércoles tratará de sacar raja política al anunciar que, a partir del próximo año, reactivará su activismo político al interior del PAN para buscar ser diputado federal: si es postulado, gana; si es rechazado, también.
A propósito, la "guerra" de Calderón contra El Yunque que tanto les gusta difundir a los amanuenses de la derecha en los medios es tan falsa como las "manos limpias" de quien cobra como titular del Ejecutivo, y eso lo prueba no sólo la incorporación de Bravo Mena como secretario particular de Calderón, un secretario de Gobernación paralelo a Fernando Gómez Mont, sino el propio Nava.
El mismo año en que Bravo Mena afiliaba nuevos militantes de El Yunque en León, Guanajuato, en 1975, los jerarcas de esa organización secreta consumaban un fraude electoral en la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), cuyo beneficiado fue César Nava Miranda, padre de César Nava Vázquez, justamente el coordinador del Comité de Planeación Estratégica del PAN, en el que participa Vicente Fox...
Apuntes
Por fin, al cabo de doce años, Jesús Ortega es presidente de la franquicia llamada PRD. Menos mal que ayer, en su toma de posesión, tuvo cierto recato al ya no usar la corbatita azul de cuando legalizó su triunfo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), sino una amarilla con el emblema de su partido. Su futuro como presidente del PRD anticipa que será tan exitoso como en Aguascalientes, donde es cacique, pero donde nunca ha ganado nada, salvo cimentar la vocación de su corriente: migajas plurinominales.
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