Muchos han intentado infructuosamente copiar el sistema cubano de rehabilitación
En otros lugares tratan de reducir lo más posible el tiempo que se dedica a cada paciente
La Habana. El fantasma de Christopher Reeve, el actor estadunidense que protagonizó la película Superman, quien después de caerse de un caballo quedó parapléjico, acompaña a muchos de los pacientes que llegan al Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren). Pero también él tenía una esperanza y ésta le fue ofrecida por el propio Ciren, sólo que fue rechazada por las limitaciones que impone Estados Unidos a los ciudadanos que visitan la isla. Aquí, desde que la ambulancia recoge a un paciente en el aeropuerto internacional José Martí, el sistema de salud de Cuba se vuelca sobre él por medio de un equipo multidisciplinario (médicos especialistas en neurología, neurocirugía, medicina interna, pediatría, fisiatras, técnicos en fisioterapia, licenciados en logopedia, en defectología y en cultura física), además de un ejército de personal de limpieza, ambulancieros, encargadas de los comedores y demás personal que se dedica a hacer más amena la estancia.
En estos días el Ciren celebra 20 años de servicio y lo hace disfrutando logros y enfrentando retos. Este es un centro de neurorrehabilitación multifactorial intensiva basado en los estudios de neuroplasticidad y en la respuesta que puede generarse de recuperación funcional de las capacidades perdidas, a partir del daño que ha sufrido un paciente. Aquí llegan enfermos de Parkinson, Alzheimer, parálisis cerebral, pacientes con secuelas sicomotrices por derrames, tumores, accidentes automovilísticos, balazos, caídas y un largo etcétera de trastornos neurológicos.
Colaboración de países amigos
El Ciren, explica Villa Costa, nació, creció, se desarrolló y se multiplicó gracias a la prioridad que la Revolución Cubana le dio a la formación de recursos humanos en medicina, en educación y en la cultura física, y gracias a la colaboración internacional de países amigos, entre ellos México
. Fue precisamente con la colaboración decisiva de dos científicos mexicanos, René Druker Colín e Ignacio Madrazo Navarro, que se realizó el primer trasplante neural en un enfermo cubano de Parkinson, procedimiento que fue un avance fundamental en el mundo de la medicina.
Después de este revolucionario trasplante el grupo de trabajo entró en crisis y creó el Centro Ibero-Latinoamericano de Trasplante y Regeneración del Sistema Nervioso, que posteriormente sería el Ciren, en el que continúan desarrollando la neurocirugía funcional de mínimo acceso al cerebro por marco estereotáxico, y programas creados por físicos del Ciren que permiten la planeación de la operación y el registro automatizado de estructuras cerebrales profundas, métodos desarrollados en colaboración con Japón.
Ya dice mamá
Luna Amorabem nació sana en 1997. A las 48 horas le detectaron meningitis. Estuvo 14 días en observación y medicación. A los cuatro meses le hicieron una resonancia magnética y el traumatólogo que la atendía en su natal Argentina sentenció que jamás caminaría. A los dos años se le practicó una biopsia y le diagnosticaron que nunca hablaría. Su madre, Alicia Ibarra, dice: Había escuchado sobre la salud en Cuba y esperaba el momento justo para venir, sobre todo por la cuestión económica
.
En 2001 llegó Alicia al Ciren a solicitar informes y presupuesto. Posteriormente regresó con Luna para la semana de diagnóstico, siete días en los que a todos los pacientes que arriban al Ciren les practican una serie de estudios especializados para ratificar, modificar o realizar un nuevo diagnóstico. En esa ocasión no les pincharon
la esperanza, pero no pudieron quedarse a un primer ciclo de rehabilitación, que tiene una duración de 28 días con jornadas de siete horas de trabajo diario, por falta de recursos. Entonces Alicia le escribió una carta al comandante Fidel Castro, y se regresó a Argentina. Meses después recibió un correo electrónico del Ministerio de Salud aprobando su atención gratuita durante un mes. Eran principios de 2003 y Luna tenía apenas cinco años. Se quedó dos meses en el Ciren.
“Cuando llegamos Luna no sostenía el tronco ni su cabecita, no se sentaba, le tenía que poner almohadas en la cama para que no se cayera. Dos meses después me fui con una niña distinta. Ya sostenía el tronco y se sentaba. Se fue gateando y diciendo ‘mamá’. Para mí fue un cambio de vida total. Seis años después, en 2009, regresé ya con mis propios recursos. La parálisis cerebral es un camino lento y Cuba no es milagrosa, pero lo que ellos logran para las mamás es un montón. Ahora Luna come sola, sostiene un vaso… hace 20 días no lograba mover su parte derecha y ahora trata y consigue movimientos. Y todo dentro de un ambiente muy humano, muy cálido y solidario.”
El objetivo central de la recuperación, explica el doctor en ciencias Armando Sentmanat Belisón, subdirector de rehabilitación del Ciren, es la atención del especialista al paciente y a su familia. “Lograr un buen ambiente es fundamental y la mano del hombre es lo más importante, pero eso no quiere decir que dejemos de lado los inventos tecnológicos. En este momento se han introducido, dentro del sistema de neurorrehabilitación multifactorial intensiva, elementos como el guante virtual, equipo de biofeedback y miofeedback para reducar los movimientos de los pacientes. Creamos, y ya está en funcionamiento, un laboratorio de rehabilitación cognitiva, no sólo con el equipamiento y software necesario, sino con protocolos de asimilación tecnológica para garantizar la calidad. Introdujimos también el treadmill y el soporte de peso corporal para garantizar los procesos de marcha y equilibro en los pacientes. Y este año trabajamos para introducir programas virtuales y equipos que tienen que ver con el equilibrio y la marcha, además de los elementos ya establecidos como la terapia de restricción, la robótica y la biónica”.
En muchas partes del mundo se ha intentado imitar el sistema de rehabilitación cubano con resultados infructuosos. Sentmanat Belisón señala que el éxito del Ciren tiene que ver con un concepto distinto de la salud, fuera del mercado
. La infraestrutura, asegura, cualquiera la hace, pero el capital humano representa un gasto que ninguna institución del mundo puede sufragar; al contrario, tratan de reducir el mayor tiempo posible del paciente en la institución. En el Ciren, en cambio, se trata de mantener el mayor tiempo posible al paciente, para que cuando salga esté lo más recuperado posible, aunque esto implique 10 horas de trabajo diario de cada especialista, algo que ninguna institución privada en otros países está dispuesta a pagar
.
Representación del Ciren en México: avenida Río Mixcoac # 36, consultorio 1102 (casi esquina con Insurgentes), colonia Del Valle. Teléfonos: 5682-9100 y 5282-7872
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