Wednesday, August 12, 2009


Se derrumban las verdades oficiales

Lo que Calderón se niega a oír

Carlos Fernández-Vega

Una tras otra se han derrumbado las verdades oficiales (en los hechos descaradas mentiras gubernamentales) sobre la trágica realidad económica nacional y la crisis externa que nos hacía lo que el viento a Juárez. Así, el presidente del empleo a duras penas mantiene el suyo; las sólidas finanzas públicas presumidas por Calderón y Carstens registran su momento más crítico en 30 años; el agujereado navío de gran calado zozobra; la blindada economía mexicana se desmorona en proporciones no vistas en casi ocho decenios, mientras el retórico gran futuro económico y social prometido por los dos gobiernos panistas se configura como la primera década perdida para los mexicanos en el nuevo milenio.

Aún no concluye este caótico 2009, cuando los mismos que diagnosticaron un catarrito económico para el país y pasmados vieron la debacle hoy se dicen preparados para reflotar el barco y prometen un leve crecimiento en 2010, para lo cual utilizarán el mismo recetario que ha mantenido estancado al país a lo largo de tres décadas. El próximo será un año en el que se tomarán decisiones difíciles, dijo ayer Agustín Carstens, aunque en los hechos, más que difíciles, serían mortales. Por ejemplo, como la recaudación tributaria se desplomó a lo largo del presente año, toda vez que las empresas reventaron y los empleos desaparecieron, entonces la mejor idea gubernamental es incrementar los impuestos o crear adicionales para compensar, dice, la pavorosa caída en la captación fiscal registrada en 2009. Sin duda, una excelente idea del calderonato que terminaría por derrumbar lo que el catarrito no alcanzó a destruir en su primer paseo.

El secretario de Hacienda participó ayer en el nuevo foro organizado por el Senado de la República (La evolución de la crisis económica y las medidas emergentes para enfrentarla que deben considerarse en la agenda legislativa), donde fue a repetir las sobadas recetas para que el país salga de la crisis, aunque en los hechos cada día lo hunden más. Es la familia feliz instalada en esa mágica dependencia pública, en la que se niegan a reconocer que el de México no es un problema coyuntural, sino que a todas luces es estructural; que sin golpe de timón el barco se seguirá hundiendo y que tres años son muchos, y muy peligrosos, si se aferran al modelito. Con bombos y platillos el doctor catarrito promete un leve crecimiento económico para 2010, tal vez de 3 por ciento, proporción que en el lejano caso de concretarse sólo confirmaría –por si alguien dudara– que el sexenio calderonista ha sido un desperdicio político, económico y social.

En ese mismo foro en el que para encontrar soluciones a la crisis participan muchos de los que negaron su existencia (el propio Carstens, el ágil Gerardo Ruiz Mateos, el simpático Javier Lozano Alarcón y el eficiente Javier Molinar Horcasitas), pero que se dicen dispuestos para enfrentarla. Otros, que nunca la negaron y que, por el contrario, no han quitado el dedo del renglón, asistieron para decir lo que el gobierno calderonista se niega a oír, como en el caso del rector de la UNAM, José Narro Robles, quien subrayó que la crisis no es sólo coyuntural, sino que tiene raíces estructurales, por lo que requerimos cambiar un modelo que se ha agotado y que ya no muestra ser el conveniente para México. Invito a emprender la refundación de la República, y para ello el Senado es el espacio privilegiado para hacer el llamado para establecer un mecanismo que permita acordar los consensos necesarios para diseñar la nueva estructura del país. En el modelo seguido están las causas de la crisis y de una de sus expresiones: la disminución de los ingresos tributarios. Sin la acción compensadora del Estado, el mercado no puede regularse por sí mismo y menos resolver las injusticias sociales. El bienestar de la población y su seguridad social son los puntos más importantes, con el apoyo de la educación y la investigación.

Pero Carstens como quien oye llover. Insistió en su tesis de aumentar impuestos o aplicar nuevos en 2010, qué más da, pues la idea es recuperarse del desplome en la recaudación fiscal 2009. “La brecha de financiamiento del próximo año será de cerca de 300 mil millones de pesos, y se estima emplear 60 por ciento de los fondos de estabilización en 2009, lo cual implica que el remanente que quedará para 2010 será mucho menor. Por ello, ante el shock financiero más grande que ha recibido el país en los últimos 30 años, será necesario proponer un déficit público moderado que se reduciría al recuperarse la economía y la recaudación, para cerrar de nuevo con presupuesto balanceado en 2012. Esta medida procuraría atender la reducción transitoria en la recaudación tributaria”, según dijo.

Además, recortar el gasto público en prácticamente todos los renglones, menos en los superfluos, en las grandes comilonas, elevados salarios y portentosas prestaciones; en la conservación de macetas presidenciales o en las galletitas predilectas de la first lady, mucho menos en los vergonzosos emolumentos de ministros, comisionados, consejeros, integrantes del gabinetazo y demás fauna que dice gobernar este país, entre ellos los ineficientes partidos políticos, los cuales a pesar de todo no dejarán de recibir lo suyo. No se recorta eso, pero sí habrá más impuestos para que paguen los de siempre, si es que sobreviven a 2010, año a todas luces peor que este caótico 2009.

Mientras el doctor catarrito repetía su estribillo, el inquilino de Los Pinos hacia lo propio: hemos evitado que una crisis económica tan severa, la más grave, quizá que se tenga registro en el mundo, arrasara con el empleo en México como pudo haberlo hecho. Sí nos impactó, desde luego, lo sabemos (pero) en dos meses se han logrado generar más de 35 mil plazas. Qué bueno, porque ya sólo faltarían 665 mil de ellas para recuperar el nivel de empleo registrado en 2007, el que, desde luego, tampoco se alcanzará en 2010.

Las rebanadas del pastel

Respuesta al S.O.S. (Manuel Luna, manuelbl35@hotmail.com) publicado en la entrega de ayer: “me dirigí a la persona que usted menciona al final de la columna para decirle que con los bancos lo único que opera es la acción directa, que es dejar de pagarles. Y mejor si se hace en forma organizada, como lo hace El Barzón. En ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua, los barzonistas tienen tomado uno de los bancos agiotistas y como respuesta han cerrado sus puertas todos los bancos de la ciudad. Eso afecta sus jugosas ganancias, que es lo único que les importa. Estamos observando quién se raja primero, si los barzonistas o los banqueros abusivos”. (torjaq_42@hotmail.com).

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