El famoso y muy discutido rescate otorgado por la Casa Blanca para salvar a bancos y empresas de la bancarrota por la crisis global que azota a la economía estadounidense ha beneficiado a ejecutivos de las firmas que aumentaron sus ya abultados capitales millonarios mientras en los 50 Estados de la nación la cifra de pobres se eleva a cerca de 40 millones de personas.
Tras nueve meses de investigación, un informe del fiscal general del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo denunció que el pasado año nueve bancos estadounidenses que recibieron ayuda del gobierno, pagaron más de 30 000 millones de dólares en bonificaciones a sus ejecutivos sin que se tuviera en cuenta sus desempeños profesionales.
En total el Departamento del Tesoro entregó a esos bancos de Wall Street, 125 000 millones de dólares del Programa de Rescate de Activos con Problemas (TARP por sus siglas en inglés).
Cuomo señaló que no existe un sentido o una racionalidad en la forma en que los bancos compensan y recompensa a sus empleados, pero la realidad es que el sistema ofrece ventajas a los millonarios para aumentar más aún sus capitales.
Uno de los primeros escándalos conocidos fue el de la aseguradora American Internacional Group (AIG) cuando a finales del 2008, luego de recibir un rescate del gobierno por 85 000 millones de dólares, sus ejecutivos se fueron de vacaciones a un exclusivo balneario de California y gastaron en una semana 440 000 millones de dólares.
La denuncia la formuló el congresista demócrata Henry Waxman al Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes quien agregó que pese al gobierno controlar el 79,9 % de AIG tras el préstamo, sus ejecutivos se fueron a St. Regis, en Monarch Beach, a derrochar el dinero mientras “el estadounidense promedio está sufriendo económicamente, pierde su trabajo, su casa y su seguro de salud. Me pregunto si esto tiene sentido.”
Ahora, en el informe de Coumo aparece el Citigroup que entregó compensaciones por un millón de dólares a 730 empleados y de 3 millones a otros 124 ejecutivos. Citigroup recibió 45 000 millones del TARP y según informe oficial perdió 18 700 millones durante el año. Después del rescate, una tercera parte de la propiedad pertenece al gobierno.
El Bank of America regaló en bonificaciones 3 300 millones a 172 empleados y a 28 ejecutivos los gratificó con más de 3 millones de dólares a cada uno. Este banco recibió un préstamo de 45 000 millones.
Otros bancos que entregaron bonificaciones y aparecen reflejados en el documento de Cuomo son el JP Morgan Chase, 8 690 millones; Goldman Sachs con 4 820 millones; Morgan Stanley, 4 470 millones; Wells fargo & Co. 977 millones; Bank of New York Mellon, 945 millones; State Street Corp, 469 millones.
Al analizar este despilfarro, el periodista Bob Herbert señaló en el The New York Times que en las últimas décadas se ha dado más dinero a los ricos y se han abandonado a los pobres, puesto una llave de estrangulamiento a la clase media y casi se ha llevado a la quiebra al gobierno federal, mientras a los bancos, grandes empresas y a los que están en la cima económica se les ha dado todo lo que han deseado y exigido.
Este episodio es tan lamentable que hasta un condicional del sistema capitalista norteamericano como lo es el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn lo catalogó de escandaloso durante unas declaraciones al canal televisivo France 24.
Dominique criticó que no se haya podido todavía lograr imponer reglamentaciones para controlar las desmedidas bonificaciones mediante la cual un grupo de hombres y mujeres atraídos por ganar más dinero, “lleven al desastre al conjunto de la economía del planeta”.
En Estados Unidos la tasa de desempleo casi afecta al 16 % de la población si se combina con el subempleo, los pobres según un nuevo informe de la Academia Nacional de Ciencias se cifran en 47, 7 millones, los que carecen de seguro médico son 50 millones y unos 7,5 millones de núcleos familiares están en juicios hipotecarios.
Aunque el presidente Barack Obama ha criticado las compensaciones injustificadas y ha solicitado al Departamento del Tesoro tratar de regularlas, en la práctica el sistema capitalista impide controlarlas.
Si el gobierno interviene en algunos casos, alteraría las condiciones de contratos pre establecidos y se expondría a demandas judiciales que al final le darían la razón a los directivos bancarios y empresariales con el consecuente desgaste económico para el Estado. Además, perturbaría el funcionamiento de las poderosas entidades financieras.
Pero las compañías y bancos también utilizaron dinero de los rescates para comprar votos de influyentes congresistas y senadores.
El Centro para Políticas Responsables (CRP, por su sigla en inglés) que rastrea y estudia las donaciones políticas, afirmó en su informe que las compañías que recibieron ayuda del Gobierno, realizaron fuertes inversiones con fines políticos.
Según CRP, las compañías gastaron 77 millones de dólares en activistas de lobby el año pasado y otros 37 millones en contribuciones para las elecciones generales. Asimismo, 161 compañías aprobadas bajo el programa de TARP donaron 37,5 millones de dólares a candidatos federales, partidos y comités en el ciclo electoral entre 2007 y 2008. El 57 % de los donaciones quedó en manos de candidatos demócratas.
Como explicó Andrew Cuomo en su informe, “Cuando a los bancos les fue bien, se pagó bien a los empleados. Cuando a los bancos les fue mal, se les siguió pagando bien”.
El sistema está en crisis y sus directivos lo saben.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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