Saturday, September 27, 2008

La gesta estudiantil sí fue una fiesta, pero la idea era “detener el autoritarismo”


■ Presentaron 1968: largo camino a la democracia, nuevo libro de Gilberto Guevara Niebla

■ El académico documenta cómo lo sucedido en Tlatelolco determinó nuestras vidas

Ericka Montaño Garfias


La reflexión acerca del movimiento estudiantil de 1968 tiene nuevas páginas con la publicación de 1968: largo camino a la democracia, de Gilberto Guevara Niebla, dirigente de la gesta que en unos días cumplirá cuatro décadas.

Publicado por Cal y Arena, se trata de “un libro fértil en ideas, conmovedor, severo y crítico en su análisis de las debilidades de la izquierda ante la ultraizquierda, y con material de vida, como se dice ahora: el relato de un provinciano que llega a la ciudad de México, se deslumbra ante la sucesión acelerada de hallazgos, diversión y aprendizaje, y entra a la política estudiantil al competir por la presidencia de la sociedad de alumnos de la Facultad de Ciencias. Lo que sigue es su historia y lo que se vislumbra es también nuestra historia”, escribió el periodista Carlos Monsiváis en un texto que fue leído durante la presentación del volumen, efectuada el jueves.

Fenómeno muy complejo

Parte de este libro se integró con material que Guevara Niebla ya había escrito, pero incluye nuevos textos, como el epílogo con “Trazos para un autorretrato”, y una réplica al texto que publicó Luis González de Alba en el que dio mayor énfasis a la fiesta que se vivió ese año.

“1968 sí fue un relajo, sí tuvo ese carácter festivo, alegre, desparpajado, fue un fantástico momento de libertad personal, pero lo que cohesionaba todo eso era una idea política, muy básica, que era detener el autoritarismo mexicano, exigir el cumplimiento de la ley, la liberación de presos políticos, la derogación del artículo 145, y exigir justicia respecto de lo que había ocurrido en esos días en en la ciudad de México y que lo vivieron miles de habitantes de la urbe”, expresó Guevara Niebla.

Éste es un nuevo intento por comprender lo que estaba sucediendo y creo que lo que vivimos, dijo, “tuvo de fondo una revolución juvenil, una sociedad autoritaria ante la cual nos rebelábamos, un autoritarismo que penetraba hasta las familias, la sexualidad comenzaba a tomar un nuevo rumbo, los derechos de la mujer comenzaban a darse a conocer y el feminismo daba sus primeros pasos, esos mismos años, son los del Che Guevara, los de la Revolución Cubana, es decir del mito de la Revolución Cubana”.

Eran los años del LSD, del movimiento cívico de derechos ciudadanos en Estados Unidos, los Beatles, el rock and roll y la televisión.

“Fue la aparición de una nueva generación en el escenario que traía las pilas muy cargadas, bajo el efecto e influencia de muy diversos factores. 1968 en sus causas, su desarrollo, sus consecuencias, siempre será un fenómeno muy complejo”, dijo el académico universitario.

Experiencia en un microcosmos

Para Gilberto Guevara Niebla, autor de La libertad nunca se olvida, Memoria del 68, Tlatelolco “nos empujó a la locura, al hippismo, a unos a la droga, a otros, al a-politicismo total de muchos otros, a la militancia obsesiva de otros, pero el hecho es que Tlatelolco determinó nuestras vidas, pero lo que no alcanzamos a comprender es que lo que sufríamos nosotros era una experiencia localizada en un microcosmos, y que la gran sociedad mexicana no había sufrido Tlatelolco, y mientras para nosotros el estado de derecho se había derrumbado, para el mexicano común y corriente no”, aunque eso cambio después.

Raúl Álvarez Garín, quien junto con Raúl Trejo Delarbre participó en la presentación del libro, señaló que el volumen no sólo es una reflexión sobre el pasado, sino también sienta las bases para la discusión de temas actuales.

“Estamos llegando a un momento en el cual es urgente que tengamos estas discusiones, creo que la gran conjura de todos los mexicanos y de nuestra generación es que hay que hablar con honestidad intelectual.”

La reflexión que hace Guevara Niebla “va más allá de lugares comunes y de dogmatismos, y es su ventana hacia el ejercicio de la libertad intelectual y el compromiso social y político con las convicciones, pero antes que nada con la crítica y con las ideas”, puntualizó Trejo Delarbre.

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