Alemania: el “Big Brother” moderno
FRANCISCO OLASO
BERLÍN, 15 de mayo (apro).- El deseo creciente del Estado y las empresas alemanas por captar, almacenar, usar e incluso vender los datos personales de los ciudadanos, ha motivado una inusual advertencia pública del juez más importante del país.
Hans Jürgen Papier, presidente del Tribunal Constitucional Federal, máxima instancia de la justicia germana, alertó sobre la posibilidad de que se produzca una catástrofe de dimensiones imprevisibles en torno de la protección de datos personales.
En declaraciones realizadas al periódico Bild Zeitung, el pasado 3 de mayo, el juez Papier sostuvo que el derecho básico a la protección de datos personales está sometido a amenazas desde los sectores público y privado.
Advirtió que si el Estado incumple su obligación constitucional de velar por una adecuada protección de los datos personales de sus ciudadanos, se cierne la amenaza de una catástrofe de dimensiones imprevisibles, debido a las posibilidades que ofrece la técnica moderna y al grado de interrelación existente en todo el mundo. Y comparó el peligro en torno de la desprotección de datos personales con un accidente en un reactor nuclear.
"El juez que hace temblar a nuestro gobierno", título que el diario dio a la entrevista, puede sonar un poco exagerado. Lo cierto es que casi todas las leyes importantes pasan por la revisión final del Tribunal Constitucional Federal. Sus jueces no pueden ser relevados. Sus fallos son inapelables.
Repetidas veces, el tribunal supremo le ha torcido el brazo a los intentos gubernamentales que pretenden recortar las libertades individuales, en aras de la lucha contra el terrorismo.
La insuficiente protección de los datos personales también ha sido motivo de diversos fallos en los últimos años. La lista de escándalos recientes vinculados a este tema es larga y frondosa. En 2005 involucró a miembros del servicio secreto federal BND en el espionaje a periodistas. Alcanzó también a altos directivos de grandes consorcios, tales como la empresa telefónica Deutsche Telekom, en junio de 2008.
Y más recientemente ha salpicado a la compañía de ferrocarriles alemanes, Deutsche Bahn, donde se espió a cientos de miles de empleados, a sindicalistas e incluso a otros miembros del consejo de dirección. Ciudadanos, clientes y consumidores no corren mejor suerte. La información personal que los consorcios y bancos acumulan sobre sus clientes suele ser vendida a otras empresas con fines de marketing publicitario.
La motivación que mueve a la economía privada a recolectar datos personales de sus clientes es explicada de manera concisa por Thilo Weichert, director del Centro Independiente para la Protección de Datos Personales de la ciudad de Kiel.
"En este sector se trata sólo de una cosa: ganar dinero. Los datos relacionados con las personas tienen hoy en día un valor de mercado, y se intenta obtener este valor en dinero", dice Weichert a Apro.
La acumulación de datos personales permite confeccionar el perfil de consumidor de un inmenso número de ciudadanos. El marketing se ajusta al perfil del cliente. Cuanto mayor es la información que las empresas tienen de los consumidores, más alta es la probabilidad de hacerles llegar ofertas personalizadas --sobre todo a través de internet-- y de concretar las ventas.
"Desde la esfera oficial, se trata de la lucha contra el terrorismo, pero también se quiere lograr un mayor control social", comenta Christian Thorun, especialista de la Central Federal de Consumidores (VZBV, según sus siglas en alemán).
Desde comienzos de este año rige una ley federal que faculta a la Policía de Investigaciones para intervenir correos electrónicos, comunicaciones telefónicas e instalar dispositivos de video o audio en viviendas privadas.
"La privacidad del ciudadano, núcleo de su libertad, es cada vez más restringida por el gobierno de la Gran Coalición", ha dicho la exministra de Justicia, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger.
En declaraciones al diario berlinés Tagesspiegel, el pasado domingo 3, la política del Partido Liberal (FDP, según sus siglas en alemán) habló de un "dramático recorte de derechos ciudadanos".
Consorcios espías
Varios consorcios alemanes se han visto envueltos en los últimos años en escándalos de espionaje. El más reciente le costó el puesto a Hartmut Mehdorn, gerente de la empresa de ferrocarriles alemanes, Deutsche Bahn, el 30 de marzo de este año.
Dos meses antes había comenzado a desenmascararse la trama de espionaje dentro del consorcio, que afectó a miembros del directorio, sindicalistas y empleados rasos.
En un principio, la empresa justificó su accionar, hablando de una investigación interna por supuesta corrupción de algunos empleados. Después se supo que se había espiado a 173 mil trabajadores, fisgoneando comunicaciones telefónicas, cuentas bancarias y correos electrónicos. Se buscaba el contacto de empleados con periodistas y voces críticas hacia la conducción del consorcio, que en 2008 sufrió una larga huelga del gremio de maquinistas.
"La diferencia de magnitud en los espías es cualitativa porque las posibilidades técnicas actuales lo permiten", sostiene Thorun. "Creo que también hace 20 años había jefes que decían: 'Mire las actas personales de los empleados, para ver si encuentra algo.' Hoy no sólo es fácil hacerlo con determinados trabajadores, sino con toda la plantilla."
En el caso de la Deutsche Telekom, los directores del consorcio --líder europeo en el sector de telefonía e internet-- ordenaron espiar a miembros de su consejo de empresa y su consejo de vigilancia. Los espías incluyeron también a periodistas que informaban sobre estrategias y disputas internas dentro del consorcio. Su objetivo era determinar de dónde provenían las filtraciones de las que se hacía eco la prensa.
Una de las agencias de detectives contratadas a tal fin es dirigida por antiguos miembros de la Stasi, la policía secreta de la antigua Alemania del Este.
"Hasta ahora, ni las empresas que hacen el encargo ni las agencias de detectives han tenido la menor sensibilidad frente a la protección de datos personales. A los detectives no se los controla porque los estamentos estatales que deberían hacerlo están totalmente faltos de personal", sostiene Weichert.
Trampitas
El crédito personal a baja tasa de interés es uno de los mecanismos que usan los bancos en Alemania para atraer clientes. En los hechos, casi nadie obtiene estas ofertas. Los clientes se han acostumbrado ya a que en estas circunstancias se les pida todo tipo de información personal. Lo que pocos saben es que ésta se usa para someterlos a una prueba de solvencia.
El scoring compara los datos de un cliente con otros casos, almacenados en un banco de datos, que corresponden a clientes de características similares. De este cálculo se desprende un valor estadístico, el score (puntaje), que supuestamente indica el grado de solvencia de cada cliente. La compra y venta de esta información posibilita que en la actualidad se lo utilice en todos los sectores de la economía; así mismo, el cliente es catalogado por sus criterios de consumo y se le ofrece una publicidad personalizada.
Los espías acechan a clientes y empleados también a la hora de hacer las compras. En marzo de 2008, el escándalo salpicó al consorcio Lidl, la cadena de supermercados más grande de Europa, con presencia en 20 países y 80 mil empleados. El espionaje de Lidl contra sus empleados se parece mucho a las que realizaba la Stasi contra el ciudadano común de la República Democrática Alemana.
A lo largo de una semana, un "técnico" se ocupaba supuestamente de prevenir el robo de mercadería por parte de los clientes. Al menos ese era el mensaje que recibían los empleados. En realidad el "técnico" no era otra cosa que un detective quien a través de la información recabada con imperceptibles cámaras ocultas, escuchas de comentarios y comunicaciones telefónicas, consignaba finalmente un breve protocolo secreto de cada empleado.
El consorcio Lidl es conocido por impedir a rajatabla la creación de comisiones sindicales en sus filiales y por el trato castrense que dispensa a sus empleados. De su dueño, Dieter Schwarz, uno de los hombres más ricos de Alemania, apenas se conocen dos fotos.
Ley aguada
Presionado por los escándalos, el gobierno alemán realizó en septiembre de 2008 una cumbre para dar forma a una futura Ley Federal de Protección de Datos Personales, que limite su comercio y mal uso. Debido a la acción de los lobbystas de la economía privada, dicha ley no ha podido ser promulgada.
Peter Schaar, encargado Federal para la Protección de Datos Personales, solicitó recientemente que el proyecto se convierta a la brevedad en una ley "lo menos aguada posible."
La diputada de La Izquierda Petra Pau criticó la inacción vivida desde la cumbre realizada hace ya siete meses. "Desde entonces, la economía privada se movilizó en contra de la protección de datos y la Gran Coalición bajó el tono y se puso a cubierto", dijo.
La diputada sumó su voz de alerta a la del juez Hans Jürgen Papier. "Las alternativas son: Vigilancia o derechos ciudadanos, comercio o protección de datos, lucro o democracia", sostuvo.
Thilo Weichert cree que la promulgación de la ley no avanza debido al fuerte lobby en su contra. A su juicio, los partidos de la coalición en el gobierno, la Unión Democristiana (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), han dado marcha atrás y sólo intentan satisfacer las demandas de las empresas.
"Las reformas para modificar la Ley Federal de Protección de Datos que iban en la dirección correcta han sido torpedeadas a través de un trabajo intensivo de lobby, sobre todo de parte de la economía privada. Lo que finalmente quedará de estas reformas es totalmente incierto", sostiene.
Políticos de diferentes sectores han instado a los ciudadanos a no actuar con despreocupación o negligencia y a poner más atención en el cuidado de sus datos personales.
Christian Thorun, de la Central Federal de Consumidores, comparte la advertencia sólo a medias: "Uno sólo puede ser miembro de e-bay o Facebook si permite que sus datos puedan ser utilizados para marketing publicitario. Aquí hay una obligación. Mientras los consumidores sigan siendo obligados a entregar sus datos para la publicidad y las multas para quienes violan la privacidad sean ridículas, la mejor protección de datos no va a aportar demasiado".
Agrega:
"Ya nadie duda de que estamos todos vigilados, observados y fichados", sostiene Ignacio Ramonet, en un artículo publicado el 03 de mayo en Le Monde Diplomatique, titulado "Control social total". Allí señala la paradoja de que la realización del objetivo máximo de las sociedades totalitarias se dé en un marco democrático, en el que cada individuo está convencido de vivir en la mayor libertad.
Ramonet inicia su artículo con un epígrafe extraído de la novela 1984, de George Orwell, publicada en 1949: "Siempre esos ojos que miraban, vigilantes, en el trabajo o comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la habitación, en vigilia o en el sueño: no había privacidad posible."
¿Se corre el peligro de que la economía de mercado se convierta en un sistema totalitario o adopte rasgos totalitarios como algo normal?, se le pregunta a Thilo Weichert.
El director del Centro Independiente de Protección de Datos Personales de la ciudad de Kiel cree que el sistema democrático dispone de los anticuerpos necesarios para defenderse.
"En principio existe este peligro, pero no así en países en los que funciona adecuadamente la protección de datos personales y de derechos del consumidor. Porque justamente este tipo de protecciones, combinados con un sistema democrático, permiten reconocer a tiempo y evitar este tipo de peligros", añade.
"El peligro no proviene tanto por la acción del Estado sino la de las empresas privadas", sostiene Thorun, y advierte que "los datos que éstas recogen sobre los consumidores, a través de tarjetas de cliente, en internet o en redes sociales, cobran poco a poco dimensiones que superan largamente lo que George Orwell escribió en su libro 1984."
Hans Jürgen Papier, presidente del Tribunal Constitucional Federal, máxima instancia de la justicia germana, alertó sobre la posibilidad de que se produzca una catástrofe de dimensiones imprevisibles en torno de la protección de datos personales.
En declaraciones realizadas al periódico Bild Zeitung, el pasado 3 de mayo, el juez Papier sostuvo que el derecho básico a la protección de datos personales está sometido a amenazas desde los sectores público y privado.
Advirtió que si el Estado incumple su obligación constitucional de velar por una adecuada protección de los datos personales de sus ciudadanos, se cierne la amenaza de una catástrofe de dimensiones imprevisibles, debido a las posibilidades que ofrece la técnica moderna y al grado de interrelación existente en todo el mundo. Y comparó el peligro en torno de la desprotección de datos personales con un accidente en un reactor nuclear.
"El juez que hace temblar a nuestro gobierno", título que el diario dio a la entrevista, puede sonar un poco exagerado. Lo cierto es que casi todas las leyes importantes pasan por la revisión final del Tribunal Constitucional Federal. Sus jueces no pueden ser relevados. Sus fallos son inapelables.
Repetidas veces, el tribunal supremo le ha torcido el brazo a los intentos gubernamentales que pretenden recortar las libertades individuales, en aras de la lucha contra el terrorismo.
La insuficiente protección de los datos personales también ha sido motivo de diversos fallos en los últimos años. La lista de escándalos recientes vinculados a este tema es larga y frondosa. En 2005 involucró a miembros del servicio secreto federal BND en el espionaje a periodistas. Alcanzó también a altos directivos de grandes consorcios, tales como la empresa telefónica Deutsche Telekom, en junio de 2008.
Y más recientemente ha salpicado a la compañía de ferrocarriles alemanes, Deutsche Bahn, donde se espió a cientos de miles de empleados, a sindicalistas e incluso a otros miembros del consejo de dirección. Ciudadanos, clientes y consumidores no corren mejor suerte. La información personal que los consorcios y bancos acumulan sobre sus clientes suele ser vendida a otras empresas con fines de marketing publicitario.
La motivación que mueve a la economía privada a recolectar datos personales de sus clientes es explicada de manera concisa por Thilo Weichert, director del Centro Independiente para la Protección de Datos Personales de la ciudad de Kiel.
"En este sector se trata sólo de una cosa: ganar dinero. Los datos relacionados con las personas tienen hoy en día un valor de mercado, y se intenta obtener este valor en dinero", dice Weichert a Apro.
La acumulación de datos personales permite confeccionar el perfil de consumidor de un inmenso número de ciudadanos. El marketing se ajusta al perfil del cliente. Cuanto mayor es la información que las empresas tienen de los consumidores, más alta es la probabilidad de hacerles llegar ofertas personalizadas --sobre todo a través de internet-- y de concretar las ventas.
"Desde la esfera oficial, se trata de la lucha contra el terrorismo, pero también se quiere lograr un mayor control social", comenta Christian Thorun, especialista de la Central Federal de Consumidores (VZBV, según sus siglas en alemán).
Desde comienzos de este año rige una ley federal que faculta a la Policía de Investigaciones para intervenir correos electrónicos, comunicaciones telefónicas e instalar dispositivos de video o audio en viviendas privadas.
"La privacidad del ciudadano, núcleo de su libertad, es cada vez más restringida por el gobierno de la Gran Coalición", ha dicho la exministra de Justicia, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger.
En declaraciones al diario berlinés Tagesspiegel, el pasado domingo 3, la política del Partido Liberal (FDP, según sus siglas en alemán) habló de un "dramático recorte de derechos ciudadanos".
Consorcios espías
Varios consorcios alemanes se han visto envueltos en los últimos años en escándalos de espionaje. El más reciente le costó el puesto a Hartmut Mehdorn, gerente de la empresa de ferrocarriles alemanes, Deutsche Bahn, el 30 de marzo de este año.
Dos meses antes había comenzado a desenmascararse la trama de espionaje dentro del consorcio, que afectó a miembros del directorio, sindicalistas y empleados rasos.
En un principio, la empresa justificó su accionar, hablando de una investigación interna por supuesta corrupción de algunos empleados. Después se supo que se había espiado a 173 mil trabajadores, fisgoneando comunicaciones telefónicas, cuentas bancarias y correos electrónicos. Se buscaba el contacto de empleados con periodistas y voces críticas hacia la conducción del consorcio, que en 2008 sufrió una larga huelga del gremio de maquinistas.
"La diferencia de magnitud en los espías es cualitativa porque las posibilidades técnicas actuales lo permiten", sostiene Thorun. "Creo que también hace 20 años había jefes que decían: 'Mire las actas personales de los empleados, para ver si encuentra algo.' Hoy no sólo es fácil hacerlo con determinados trabajadores, sino con toda la plantilla."
En el caso de la Deutsche Telekom, los directores del consorcio --líder europeo en el sector de telefonía e internet-- ordenaron espiar a miembros de su consejo de empresa y su consejo de vigilancia. Los espías incluyeron también a periodistas que informaban sobre estrategias y disputas internas dentro del consorcio. Su objetivo era determinar de dónde provenían las filtraciones de las que se hacía eco la prensa.
Una de las agencias de detectives contratadas a tal fin es dirigida por antiguos miembros de la Stasi, la policía secreta de la antigua Alemania del Este.
"Hasta ahora, ni las empresas que hacen el encargo ni las agencias de detectives han tenido la menor sensibilidad frente a la protección de datos personales. A los detectives no se los controla porque los estamentos estatales que deberían hacerlo están totalmente faltos de personal", sostiene Weichert.
Trampitas
El crédito personal a baja tasa de interés es uno de los mecanismos que usan los bancos en Alemania para atraer clientes. En los hechos, casi nadie obtiene estas ofertas. Los clientes se han acostumbrado ya a que en estas circunstancias se les pida todo tipo de información personal. Lo que pocos saben es que ésta se usa para someterlos a una prueba de solvencia.
El scoring compara los datos de un cliente con otros casos, almacenados en un banco de datos, que corresponden a clientes de características similares. De este cálculo se desprende un valor estadístico, el score (puntaje), que supuestamente indica el grado de solvencia de cada cliente. La compra y venta de esta información posibilita que en la actualidad se lo utilice en todos los sectores de la economía; así mismo, el cliente es catalogado por sus criterios de consumo y se le ofrece una publicidad personalizada.
Los espías acechan a clientes y empleados también a la hora de hacer las compras. En marzo de 2008, el escándalo salpicó al consorcio Lidl, la cadena de supermercados más grande de Europa, con presencia en 20 países y 80 mil empleados. El espionaje de Lidl contra sus empleados se parece mucho a las que realizaba la Stasi contra el ciudadano común de la República Democrática Alemana.
A lo largo de una semana, un "técnico" se ocupaba supuestamente de prevenir el robo de mercadería por parte de los clientes. Al menos ese era el mensaje que recibían los empleados. En realidad el "técnico" no era otra cosa que un detective quien a través de la información recabada con imperceptibles cámaras ocultas, escuchas de comentarios y comunicaciones telefónicas, consignaba finalmente un breve protocolo secreto de cada empleado.
El consorcio Lidl es conocido por impedir a rajatabla la creación de comisiones sindicales en sus filiales y por el trato castrense que dispensa a sus empleados. De su dueño, Dieter Schwarz, uno de los hombres más ricos de Alemania, apenas se conocen dos fotos.
Ley aguada
Presionado por los escándalos, el gobierno alemán realizó en septiembre de 2008 una cumbre para dar forma a una futura Ley Federal de Protección de Datos Personales, que limite su comercio y mal uso. Debido a la acción de los lobbystas de la economía privada, dicha ley no ha podido ser promulgada.
Peter Schaar, encargado Federal para la Protección de Datos Personales, solicitó recientemente que el proyecto se convierta a la brevedad en una ley "lo menos aguada posible."
La diputada de La Izquierda Petra Pau criticó la inacción vivida desde la cumbre realizada hace ya siete meses. "Desde entonces, la economía privada se movilizó en contra de la protección de datos y la Gran Coalición bajó el tono y se puso a cubierto", dijo.
La diputada sumó su voz de alerta a la del juez Hans Jürgen Papier. "Las alternativas son: Vigilancia o derechos ciudadanos, comercio o protección de datos, lucro o democracia", sostuvo.
Thilo Weichert cree que la promulgación de la ley no avanza debido al fuerte lobby en su contra. A su juicio, los partidos de la coalición en el gobierno, la Unión Democristiana (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), han dado marcha atrás y sólo intentan satisfacer las demandas de las empresas.
"Las reformas para modificar la Ley Federal de Protección de Datos que iban en la dirección correcta han sido torpedeadas a través de un trabajo intensivo de lobby, sobre todo de parte de la economía privada. Lo que finalmente quedará de estas reformas es totalmente incierto", sostiene.
Políticos de diferentes sectores han instado a los ciudadanos a no actuar con despreocupación o negligencia y a poner más atención en el cuidado de sus datos personales.
Christian Thorun, de la Central Federal de Consumidores, comparte la advertencia sólo a medias: "Uno sólo puede ser miembro de e-bay o Facebook si permite que sus datos puedan ser utilizados para marketing publicitario. Aquí hay una obligación. Mientras los consumidores sigan siendo obligados a entregar sus datos para la publicidad y las multas para quienes violan la privacidad sean ridículas, la mejor protección de datos no va a aportar demasiado".
Agrega:
"Ya nadie duda de que estamos todos vigilados, observados y fichados", sostiene Ignacio Ramonet, en un artículo publicado el 03 de mayo en Le Monde Diplomatique, titulado "Control social total". Allí señala la paradoja de que la realización del objetivo máximo de las sociedades totalitarias se dé en un marco democrático, en el que cada individuo está convencido de vivir en la mayor libertad.
Ramonet inicia su artículo con un epígrafe extraído de la novela 1984, de George Orwell, publicada en 1949: "Siempre esos ojos que miraban, vigilantes, en el trabajo o comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la habitación, en vigilia o en el sueño: no había privacidad posible."
¿Se corre el peligro de que la economía de mercado se convierta en un sistema totalitario o adopte rasgos totalitarios como algo normal?, se le pregunta a Thilo Weichert.
El director del Centro Independiente de Protección de Datos Personales de la ciudad de Kiel cree que el sistema democrático dispone de los anticuerpos necesarios para defenderse.
"En principio existe este peligro, pero no así en países en los que funciona adecuadamente la protección de datos personales y de derechos del consumidor. Porque justamente este tipo de protecciones, combinados con un sistema democrático, permiten reconocer a tiempo y evitar este tipo de peligros", añade.
"El peligro no proviene tanto por la acción del Estado sino la de las empresas privadas", sostiene Thorun, y advierte que "los datos que éstas recogen sobre los consumidores, a través de tarjetas de cliente, en internet o en redes sociales, cobran poco a poco dimensiones que superan largamente lo que George Orwell escribió en su libro 1984."
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