Javier Flores
La ceremonia, realizada el lunes, en la que se presentó lo que se ha denominado mapa genómico de los mexicanos
, se convirtió en la utilización descarada con fines políticos de un avance científico de primer orden en nuestro país. Me parece de gran importancia determinar con claridad la diferenciación entre un logro de la investigación y un acto político.
El Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) fue creado en 2004 con el esfuerzo de grandes científicos mexicanos, entre los que hay que destacar el papel desempeñado por el doctor Guillermo Soberón Acevedo. Gracias a su indiscutible autoridad en el campo médico y científico, logró convencer al gobierno de Vicente Fox, cuyo secretario de Salud era Julio Frenk, de la importancia de crear esta nueva institución, que formaría parte de los institutos nacionales de Salud, como Cardiología, Nutrición y otros.
Con visión de largo plazo, Soberón sabía que la medicina genómica se ubicaría en el futuro de la atención médica, pues las funciones orgánicas normales y sus patologías pueden explicarse en gran parte por las características y alteraciones del material genético. Logró convocar a especialistas muy destacados en este campo que se encontraban en el extranjero, entre ellos Gerardo Jiménez Sánchez, actual director del Inmegen.
Este instituto surgió después de un proceso accidentado, en el que José Ángel Córdova Villalobos, actual secretario de Salud (que en ese entonces era diputado y presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados), pretendió hacer su primera trampa, limitando subrepticiamente los campos de acción del nuevo organismo –estableciendo la prohibición de que se realizaran ahí estudios en embriones humanos y sobre clonación, los cuales, por cierto, no figuraban entre los objetivos del naciente instituto– para satisfacer la ideología ligada a Provida y la Iglesia católica. Finalmente, la creación del Inmegen se aprobó después de un intenso debate en el Senado y la Cámara Baja, en el que la visión de Córdova y sus patrocinadores afortunadamente no prosperó.
Pese a esto, en sus primeros años de trabajo el Inmegen, que es una institución científica muy seria, alcanza su primer logro. El día que se presenta el mapa genómico de los mexicanos corresponde con la fecha de publicación en los Proceedings of the National Academy of Sciences de un trabajo realmente sobresaliente. No se trata, como se dice, del libro de la vida
o la secuencia del ácido desoxirribonucleico (ADN). Es nada más (pero nada menos) el arranque de la medicina genómica en México. Lo que se presenta en este reporte es el análisis de la diversidad genómica en algunas poblaciones de México. Se trata de la comparación de diversos indicadores genéticos en grupos mestizos seleccionados en México, con poblaciones autóctonas, como la zapoteca, y los datos disponibles de poblaciones de África, Europa y Asia.
Los resultados muestran la capacidad que ha alcanzado la medicina genómica en México y señala que existen rasgos genéticos comunes, en diferente grado, entre los grupos mestizos mexicanos y otras poblaciones del mundo. También permiten observar elementos genéticos diferenciables entre poblaciones mestizas mexicanas. Se trata de un gran logro, pues abre el camino a nuevas investigaciones sobre la especificidad genética en Latinoamérica, aportando información que antes de este trabajo no existía en el planeta. Desde el punto de vista de la medicina, permitirá avanzar en el diseño de estrategias para determinar de manera certera el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades en nuestra población.
Pero desafortunadamente este logro científico se contaminó con la influenza. Una de las carencias más claras que ha mostrado la epidemia en México es la insuficiencia de los recursos gubernamentales en el terreno de la investigación científica y tecnológica, y que el importante trabajo realizado por el Inmegen fue utilizado de manera inapropiada por el licenciado Calderón y el doctor Córdova para mostrar que en México, gracias al apoyo brindado a estas tareas, se obtienen conquistas importantes en el campo científico.
Esto es absolutamente falso. Los recursos para la investigación en los gobiernos panistas han sido los más bajos en la historia reciente de México. Nuestros científicos hacen lo que pueden y obtienen logros importantes respaldados por su propio talento, pero no por el gobierno.
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