Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Será sin duda herético, pero la historia de la izquierda en el mundo supuestamente desarrollado no está exactamente repleta de historias de éxito, peor todavía es nuestra relación con el mundo en desarrollo como lo demuestra del modo más evidente la confusión respecto a quién apoyar (o no hacerlo) en Irán. Y no es un fenómeno nuevo, como lo revelan las batallas ideológicas, por ejemplo respecto a Cuba, o más recientemente Venezuela. Parece que a pesar de que no hayamos logrado producir un fin del capitalismo, no impide de ninguna manera nuestro deseo de decir a todos los demás qué hacer para producir un cambio social. La etiqueta tradicional (en la izquierda) es el chovinismo, es decir, la intolerancia y el prejuicio para no hablar de arrogancia, la antigua actitud de “lo sabemos mejor”, ¿pero de dónde proviene?
Lo más evidente es que es mucho más fácil pontificar sobre lo que ‘ellos’ debieran o no debieran hacer en algún sitio lejano en lugar de enfrentar nuestros propios problemas y lo que es más importante, nuestra propia clase gobernante.
“Un principio que subrayamos es que la elección iraní fue un asunto iraní, no el problema de la izquierda occidental, especialmente de la izquierda en un país como EE.UU., que ha estado interviniendo continua y destructivamente en Irán durante años y que todavía, en alianza con Israel, amenaza a Irán con medios militares.”— Iran: Reply to the Campaign for Peace and Democracy por Edward S. Herman y David Peterson
El mismo artículo sigue diciendo:
“Otro principio que consideramos importante es que la izquierda debiera ser especialmente activa cuando tenemos una influencia claramente positiva. No es el caso en cuanto a Irán, donde las relaciones de EE.UU. con Irán son malas y el apoyo agresivo de la izquierda para las fuerzas contrarias a Ahmadineyad podría tener efectos perversos como ser intensificar la represión interna y/o la hostilidad extranjera contra el Estado iraní. Efectos positivos de la campaña de la izquierda serían mucho más probables en el caso de Honduras, donde hay una base militar de EE.UU. y donde las fuerzas armadas y el gobierno dependen del apoyo de EE.UU. En ese caso, su concentración, su enojo y presión sobre Washington podrían tener un impacto positivo. Señalamos que el New York Times presenta a Irán con intensidad e indignación, pero no lo hace con el golpe y la nueva dictadura militar en Honduras.”
Hace muchos años, en otra galaxia lejana, bueno, en Zambia para ser exacto, tuve el privilegio de trabajar con el Congreso Nacional Africano cuando todavía era un movimiento de liberación en el exilio, instalando computadores y entrenando a compañeros en su uso. Uno de los grupos que (renuentemente) me patrocinaban estaba basado en EE.UU. Sus antecedentes eran el trabajo de solidaridad en un país centroamericano, un país que había derrocado la dictadura respaldada por EE.UU. y, lo que es importante, trabajaba directamente con el gobierno. No así en Zambia, donde el CNA estaba invitado por el gobierno de Zambia y se encontraba bajo constante amenaza de la Sudáfrica del apartheid de entonces (los atentados eran frecuentes). Era, para no decir más, una situación delicada. La ‘interferencia’ en el funcionamiento interno del CNA no era mi, o nuestra, tarea y especialmente la de los norteamericanos que generalmente eran vistos con una cierta sospecha por los compañeros. ¿Paranoia? Tal vez, pero era la realidad; ser atrapado en la política interna era algo que había que evitar a todo precio, no sólo porque no era cosa nuestra sino también porque la mayoría de nosotros no tenía la menor idea de lo que estaba sucediendo. Por lo tanto, cualesquiera reservas que haya tenido sobre la manera cómo funcionaba el CNA tenían que ser dejadas de lado (aunque eso no impidió que me involucrara en discusiones privadas con los que me estaban más cercanos, pero eso era todo).
No pasó lo mismo con mis compañeros norteamericanos, que sintieron que era necesario que se involucraran en las discusiones internas del CNA, una actitud poco sabia como puedo asegurar por mi propia amarga experiencia. Una cosa es suministrar libremente sin condiciones la propia pericia y experiencia e incluso en ese caso, diferentes maneras de trabajar, incluso de ver las cosas de modo diferente, pueden hacer que la vida se haga frustrante, pero de eso se trata,
Sin duda tiene mucho que ver con idealismo y romanticismo, después de todo estábamos en la ‘línea de fuego’, y hacer algo realmente concreto en solidaridad con movimientos de liberación es ciertamente importante ¿pero quién establece las condiciones?
Tengo que volver a un tema que pienso es de importancia vital, es decir el racismo simple y llanamente. Durante cinco siglos nos hemos estado imponiendo con prepotencia en todo el planeta: nuestra riqueza y conocimientos, nuestro acceso a todo tipo de recursos, como ser nuestros centros de ‘saber’, las redes sofisticadas, etc., han creado la ilusión de superioridad. Nos hemos beneficiado colectivamente de esa abundancia de riqueza, a pesar de que para la mayoría sólo han quedado las migajas del banquete, pero eso no altera el hecho de que seamos ciudadanos del Imperio y eso incluye la nostalgia del Reino Unido por el tiempo pasado, que se basa en la complicidad o por lo menos la aquiescencia de sus ciudadanos.
“Os encontráis en una contradicción implacable. La izquierda occidental ha sido llevada a la realidad de que su conciencia de su propia identidad, sus privilegios, pequeños pero con los que cuenta, su ilusión de superioridad, de la cual también depende para su conciencia de la propia identidad… permite la igualdad de los explotados en todos los medios de vida y después viene la destrucción de los explotadores, incluida la izquierda. Por lo tanto, racionaliza el genocidio con el suicidio porque inevitablemente la reproducción y la ampliación del capital es su fuerza vital aceptada. Forma sólo parte de su constitución.” – Patricia Murphy-Robinson
Basta con considerar la actitud general de los británicos hacia ‘nuestros muchachos que están allá.’ Sí, son en su mayoría de clase trabajadora, pero matan y torturan por cuenta de sus Amos, ¿basta con decir que ellos también son víctimas o será que hemos absorbido la ideología de la ‘raza superior’ aunque actúe contra nuestros intereses directos pero ¿no se trata de eso? La historia de la izquierda en Occidente está repleta de ejemplos de pensamiento chovinista/racista, por ejemplo la posición del Partido Comunista Francés respecto a la lucha por la independencia de Argelia, o más cerca de casa, el racismo que fue/es endémico en el movimiento sindical británico (para no hablar del sexismo que le es tan cercano).
De modo que, mientras discutimos interminablemente sobre los pro y contra de quién dijo qué a quién y cuándo y lo que realmente quería decir, o argumentamos sobre la naturaleza del socialismo ‘real’, en otros sitios en el mundo real, la lucha continúa. Porque la realidad es que es el mundo colonizado o neocolonizado el que ha soportado el peso de la lucha y lo sigue haciendo. En efecto, están librando una batalla que en realidad es la que deberíamos librar nosotros.
Así que, mientras discutimos sobre a quién apoyar en Irán, nuestros gobiernos siguen con su subversión, sabotaje y amenazas contra Irán, y sin tener en cuenta su política, contra cualquier país que amenace los intereses occidentales. Seamos realistas, es mucho más fácil excitarse por eventos en un país lejano, en el que nuestra influencia e importancia es menos que cero, que enfrentar nuestros propios demonios. Además, estoy seguro de que el recuerdo de la participación británica en el derrocamiento de Mossadegh en 1953 sigue fresco en las mentes de numerosos iraníes, por lo tanto no es sorprendente que seamos vistos con una cierta sospecha, estemos a favor o en contra de los recientes eventos en Irán.
¿Basta con culpar a la propaganda? ¿En qué punto aceptamos la responsabilidad por nuestras propias (in)acciones? Un buen ejemplo es el ‘crecimiento de la misión’ británica en Afganistán. La mísera campaña militar británica de Gran Bretaña en Afganistán lleva a cantidades crecientes de bajas británicas (casi 200, sobrepasando ahora las sufridas en Iraq), que recién ahora llevan a cuestionar ‘nuestro’ papel en Afganistán, no porque no deberíamos estar allá para comenzar, sino porque estamos mal equipados para reprimir la resistencia afgana a la ocupación y porque, de nuevo, son ‘nuestros muchachos’ los que mueren (no se habla, claro está, de la matanza de afganos pero, después de todo no son ‘nuestros muchachos y muchachas’).
A ciencia cierta, el Estado británico está en una ofensiva de propaganda, para justificar nuestra continua ocupación afirmando que a menos que los talibanes sean derrotados (no hay caso), ‘al Qaeda’ llevará la guerra a la Patria. Sí, sé que es un argumento patético, pero está formulado para aprovechar los peores sentimientos nacionalistas cuando tiene que ver con que se mata a soldados británicos. ¿Y cuál es la respuesta de la ‘izquierda’? La coalición Stop the War dice lo siguiente:
“PROTESTAS POR 200 MUERTOS. Grupos locales de Stop the War están preparando protestas para este fin de semana por el 200º soldado británico muerto en Afganistán. Al ritmo actual de bajas fatales, con 191 muertos hasta ahora, es probable que se llegue a esa cifra en un futuro cercano. Será otra evidencia de vidas trágicamente desperdiciadas de soldados – algunos de sólo dieciocho años – enviados para matar y ser muertos en una guerra fútil.” – Stop the War Newsletter, 31 de julio de 2009
El problema, evidentemente, es que no es una ‘guerra fútil’, tal vez no pueda ser ganada pero definitivamente no es fútil, surge de los deseos imperiales del Reino Unido, por poco realistas que sean. ¿Y por qué no organiza Stop the War sobre la base de la cantidad desconocida (porque nadie los cuenta), definitivamente de miles, de afganos masacrados en esa guerra ‘sin sentido’? Si ‘nuestros muchachos’ no estuvieran muriendo en cantidades crecientes, ¿cuál sería la base para la oposición de Stop the War a la guerra aparte de su ‘futilidad’? Y sí, seguro, la oposición a la guerra aumenta en el Reino Unido pero no por una oposición de principios, sino porque ‘nuestros muchachos’ están muriendo en cantidades crecientes en lo que es (y siempre ha sido) una guerra en la que no se puede vencer, especialmente si es librada por nuestras ineptas fuerzas armadas que evidentemente esperan que puedan mantener las bajas suficientemente bajas para que la gente no se moleste. Y, por cierto, son nuestros jóvenes los que son sacrificados en el altar de la codicia imperial. La ‘Delgada Línea Roja’ parece claramente deshilachada. La coalición Stop the War es la expresión mayor y más visible del movimiento contra la guerra en el Reino Unido, desde que organizó la masiva manifestación de 2003 contra la (inevitable) invasión de Iraq, pero durante toda su campaña, el tema de la oposición a invasión de Iraq y ahora de Afganistán (¿y por qué tardaron ocho años?) no vincula el capitalismo con el problema. Seguramente hay que plantear la pregunta: ¿Por qué estamos allí y por qué se supone que estemos combatiendo si no es para detener a al-Qaeda (la última onda proveniente de nuestro belicista gobierno laborista)? Y si es así, entonces estamos librando una guerra contra un supuesto ‘enemigo’ multinacional, ¡pero lo estamos haciendo en el patio trasero de otros! ¿Qué pasó entonces con nuestra preocupación por los derechos humanos en Afganistán? ¿No fue ése el motivo por el que bombardeamos, la ya bombardeada y arrasada tierra de Afganistán?
Sin embargo, además de Stop de War, los únicos otros grupos involucrados en la manifestación planificada son la Campaña por el Desarme Nuclear, y la Iniciativa Musulmana Británica, ninguno de los cuales es conocido por su oposición al capitalismo. No es que tenga problemas con que cualquier organización se una a campañas para detener las ambiciones imperiales del Reino Unido ¿pero bajo qué condiciones?
Francamente, me parece que Stop the War ha adoptado una posición oportunista: ‘no mencionemos el capitalismo o las guerras por recursos y ubicaciones estratégicas, podría asustar a la gente.’ Sin embargo, a menos que empecemos del modo como vamos a continuar, estamos condenados a repetir los errores del pasado, y eso significa que hay que adoptar una posición de principios, como el hecho de que capitalistas demenciales nos están llevando a todos al infierno y que es cosa nuestra decir las cosas tal como son.
© Copyright William Bowles, williambowles.info, 2009
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