Nunciatura maltrata a deudos de guardería ABC; analizan ir con el Papa
ALEJANDRO SALDíVAR
MEXICO, D.F., 28 de septiembre (apro).- Insatisfechos con la respuesta de la Nunciatura Apostólica en la Ciudad de México, a cargo del monseñor Christophe Pierre, los familiares de los niños muertos el pasado 5 de junio en la Guardería ABC en Hermosillo, analizan la posibilidad de solicitar una audiencia con el Papa Benedicto XVI.
El 21 de septiembre "nos recibieron de muy mala forma, fueron groseros y cortantes, el mismo que recibió la carta, una persona que sólo accedió a decir que era el sacerdote Ramón, de mala gana nos aconsejó que lo que mejor podíamos hacer es ir directamente con el Papa", declaró en entrevista telefónica, Julio Márquez, vocero del Movimiento 5 de junio.
"La intención era agradecer al Papa por las condolencias y también hacerle ver que no toda la jerarquía católica en México comparte la postura de solidaridad".
−¿Van a ir directamente con el Papa?, le preguntó apro a Márquez.
−Estamos analizando la posibilidad, es muy probable; sin embargo, no hay una agenda definida, respondió.
Mientras la Arquidiócesis de Sonora mantiene una campaña para exonerar a los presuntos responsables del incendio en la guardería del IMSS, el próximo 4 de junio los deudos preparan una marcha "Por los niños y sus derechos" en Hermosillo, donde las principales exigencias serán de justicia y atención integral para los sobrevivientes.
"Queremos hacer énfasis en que los niños tienen todo el derecho del mundo a vivir una infancia plena con seguridad social", dijo el padre de Julio César, uno de los niños fallecidos en el incendio.
El 21 de septiembre "nos recibieron de muy mala forma, fueron groseros y cortantes, el mismo que recibió la carta, una persona que sólo accedió a decir que era el sacerdote Ramón, de mala gana nos aconsejó que lo que mejor podíamos hacer es ir directamente con el Papa", declaró en entrevista telefónica, Julio Márquez, vocero del Movimiento 5 de junio.
"La intención era agradecer al Papa por las condolencias y también hacerle ver que no toda la jerarquía católica en México comparte la postura de solidaridad".
−¿Van a ir directamente con el Papa?, le preguntó apro a Márquez.
−Estamos analizando la posibilidad, es muy probable; sin embargo, no hay una agenda definida, respondió.
Mientras la Arquidiócesis de Sonora mantiene una campaña para exonerar a los presuntos responsables del incendio en la guardería del IMSS, el próximo 4 de junio los deudos preparan una marcha "Por los niños y sus derechos" en Hermosillo, donde las principales exigencias serán de justicia y atención integral para los sobrevivientes.
"Queremos hacer énfasis en que los niños tienen todo el derecho del mundo a vivir una infancia plena con seguridad social", dijo el padre de Julio César, uno de los niños fallecidos en el incendio.
Ser musulmán en México
JESúS ALDABI OLVERA
MÉXICO, DF, 25 de septiembre (apro).- Mexicanos que abandonaron el catolicismo o hijos de inmigrantes, los musulmanes que radican en el país se enfrentan día a día al desconocimiento de su religión, las fricciones con la familia y las autoridades, así como a la ausencia de un espacio donde rezar, problemas que se agudizan debido a sus divisiones internas.
"Vas jaloneándote con la sociedad, con la familia, con los centros de trabajo que te imponen normas", dijo a Apro Muhammad Ruiz, dirigente del Centro Salafi de México.
Desde la prohibición a los hombres del uso de la barba en restaurantes o el jihab (velo islámico) de las mujeres en los trabajos, los musulmanes se enfrentan a los retos de practicar su religión en un país mayoritariamente católico.
"Pero, ¿por qué quieren poner su mezquita?", le preguntó un funcionario de la Secretaría de Gobernación, a lo que el musulmán respondió irónicamente, "¿por qué no? Es nuestro derecho".
Muhammad Ruiz prefiere no mencionar el nombre del funcionario, quien lo llamó con la excusa de apoyarlos para poner una mezquita, pero le pidió una explicación de cómo hizo la comunidad musulmana para crecer en los últimos años.
"Cómo toda persona lo hace", le contestó Muhammad. "Nosotros también tenemos hijos, es natural".
Para el año 2000, apenas mil 500 personas profesaban el Islam en el país, según el reporta de INEGI La diversidad religiosa en México. Una tercera parte de los creyentes residía en el Distrito Federal.
Para el 2008 la población se ha duplicado y hoy proliferan las organizaciones como el Centro Cultural Islámico, Centro Salafí de México y el Centro Educativo de la Comunidad Musulmana AC, aunque no han logrado ponerse de acuerdo para poner una mezquita en el Distrito Federal.
"No es un plan malévolo de Al-Qaeda, necesitamos un lugar de oración, un templo donde rezar. México es de las pocas capitales del mundo que no tienen mezquita, es un derecho de cada mexicano en la Constitución", dice Muhammad.
El director del Centro Salafi relata que algunas personas han querido sacar provecho de la ayuda que reciben los musulmanes mexicanos para cumplir su deber de peregrinar una vez al año a la ciudad sagrada de La Meca, en Arabia Saudita.
"Gobernación quería hasta un porcentaje de la ayuda que dan los saudíes para viajar. Te mandan un boleto de avión, ni modo que lo partieras a la mitad", platica mientras se ríe.
Los miembros del Centro Salafì de México se reúnen en la Musalah "Muhammad Ibn Abdul Wahab", ubicada en la calle Sur 77 de Lorenzo Boturini.
El lugar es austero, con pocos muebles, pero cuenta con una recámara para la plática entre mujeres y un estante repleto de ejemplares del Corán y de otros libros que han recibido de Arabia Saudita.
En la Musalah se hace el salat, o rezo comunitario, y ahí se abordan tópicos del Islam para adultos y para niños; también hay reuniones para mujeres y, en palabras de Muhammad Ruiz, es el único lugar en México donde se hace la tradicional oración al amanecer del domingo.
Sin embargo, estos sitios no son exclusivos de la capital, pues desde hace 20 años existe una mezquita en Torreón de corriente chiita, la única registrada ante Gobernación como mezquita oficial, y fue construida por hijos de inmigrantes libaneses.
También existen otros lugares de reunión y oraciones en Monterrey, Nuevo León; Guadalajara, Jalisco; León, Guanajuato; Tequesquitengo, Morelos; Chetumal, Quintana Roo y, próximamente, en Tijuana.
Igualmente es famosa la comunidad de tzotziles que, expulsados de San Jaun Chamula por su evangelismo, se convirtieron luego al Islam, en 1995, y fundaron centros educativos en San Cristóbal de las Casas.
Posteriormente intentaron contactar, con pocos resultados, al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y a La Otra Campaña; hoy esta comunidad indígena-musulmán cuenta con 300 miembros.
"Ya para 1995 había una necesidad religiosa", reconoce Muhammad Ruiz, "aunque no había organizaciones ni buenas traducciones del Corán".
Con miras a establecer una mezquita en la Ciudad de México, el mexicano-británico Omar Weston fundó el Centro Cultural Islámico en las calles de Polanco en 1995; posteriormente, abre una Musalah en la colonia del Valle, que adquirió cierta importancia hasta que, por diferencias, Weston se va a Tequesquitengo, y entonces se divide la comunidad junto con el proyecto de levantar una mezquita.
"He tratado de promover más un centro cultural y de comercio con una mezquita dentro de la mismo, pero con la finalidad de servir al ciudadano mexicano como un centro de aprendizaje sobre el mundo musulmán y como un vínculo comercial", dice a Apro Omar Weston
"Pocos en la comunidad comparten mi visión: la musulmana no puede ser vista como una iglesia más porque existe una gran necesidad de traducir conceptos y acercar a nuestras civilizaciones", sostiene.
Weston tiene un Centro Cultural en Tequesquitengo llamado "Teques Inn", que al interior cuenta con una mezquita y opera desde 1995 en su página www.islam.com.mx.
Omar se ha dedicado desde hace más de 20 años al Islam en México y cree en la necesidad de que los mexicanos adapten al Islam a la realidad del México contemporáneo.
"La comunidad musulmana era de todo un poco", cuenta Muhammad Ruiz, y "con los años se dio una división por ser una comunidad pequeña y porque no había conocimiento. Ideológicamente hubo diferencias, como en toda familia".
Hacia el 2001 algunos inmigrantes cerraron filas junto a salafis mexicanos y crean el Centro Educativo de la Comunidad Musulmana AC (Cecmac).
Entonces Muhammad se alejó de esta organización, pues opina que no se practica el Islam salafi, sino una corriente "desviada" llamada hanafi.
En el 2003 crea la Organización Islámica de México cerca de la Jardín Balbuena, donde inmigrantes árabes establecieron sus comercios y, un año después, muda su nombre a Centro Salafi de México. "No nos daban ni tres meses", confiesa, cuando ahora tienen visitas de todos los países de habla hispana en www.islammexico.net.
Muhammad Ruiz y Omar Weston mantienen contacto todavía, aunque muy esporádico, debido a lo que llaman "diferencias ideológicas".
Ruiz hace mucho hincapié en que todos los grupos del Islam deben regresar a los principios fundamentales que predican los sabios salafíes de Arabia Saudita (ulemas); de esta manera se prevendrían "distorsiones" y cualquier clase de "fundamentalismo", ya que, para él, un incorrecto conocimiento del Islam es lo que lleva a algunos grupos a volverse violentos.
En cambio para Weston no se debe seguir ciegamente lo que dicen los salafíes, sino que se debe tomar lo que sea útil para los musulmanes mexicanos:
"Un problema ha sido que muchos mexicanos conversos tratan de integrarse a lo extranjero y no viceversa. Quiero cambiar esto y que el mexicano musulmán tenga la visión y le pueda dar dirección a su Islam de manera saludable".
"Hay divisiones internas que no permiten el establecimiento de una mezquita", dice David --un musulmán contactado por Apro que se confiesa escéptico de las diversas corrientes ideológicas del Islam, pues él prefiere luchar por los derechos de toda su comunidad en México.
"Al Islam te acercas por investigación propia, por un acto de fe", dice David, pero también recalca que algunas personas se acercan por moda o por investigación acerca del terrorismo, el conflicto palestino y los árabes.
Para él, la falta de una mezquita en la ciudad no es porque falte dinero, sino por diferencias ideológicas y de intereses dentro de los miembros de la comunidad, además del protagonismo. "Todos quieres ser líderes y cuando uno lo es, tratan de sabotearlo por envidia".
En 1992, durante el gobierno de Salinas de Gortari, el entonces regente Camacho Solís ofreció a la comunidad musulmana un terreno en Constituyentes para su mezquita.
El terreno era un parque y los embajadores de países musulmanes de ese entonces decidieron no usarlo.
Actualmente existe un proyecto de la Liga Mundial Islámica, la cual ha ofrecido ayuda para poner una mezquita en las capitales del mundo donde no las hay, pero no se ha concretado nada todavía.
La religión desconocida
Zaid Sergio es otro miembro del Centro Salafí de México; su padre era el jefe del negocio donde ahora trabaja. Al morir el padre, los tíos esperaban que Zaid tomara el mando, pero la familia se molestó por su mudanza de religión:
"Te hubieras vuelto protestante o testigo de Jehová, pero te fuiste al otro extremo", le dicen algunos parientes.
"Rompes con el esquema de la familia", cuenta Zaid: "La Navidad, los cumpleaños, el Día de Muertos, nosotros no lo festejamos. El profeta Muhammad no lo festejó, así que nosotros no tenemos por qué exaltar a la persona de esa forma".
Zaid menciona que, a final de cuentas, la familia termina entendiendo y después comienzan a preguntar y a interesarse por el Islam.
Ezzeldín, mexicano de nacimiento y criado en Egipto, da clases de árabe en el Centro Salafí y relata en perfecto español su experiencia en México.
"La ciudad te determina, es un reto vivir aquí por las condiciones, pero la mayoría de gente te respeta; por ejemplo, aquí entienden por qué no puedes saludar de beso".
Mientras las mujeres del Centro Salafì platican, y todas llevan su jihab. Las dificultades de ser musulmana en México van desde la imposibilidad de llevar el velo en la credencial de elector y el pasaporte, hasta los problemas de las hijas en las escuelas.
Algunas han sufrido agresiones en el Metro, acosadas burlonamente de "terroristas" o "mojigatas".
Entrevistado por Apro, el embajador de Irán en México, Muhammad Hassan Ghadiri, explica su visión sobre las mujeres y el Islam:
"El vestido islámico de la mujer tiene la misma filosofía de la Virgen María, de la cual los Evangelios no hacen referencia a su físico sino de sus virtudes.
"Hay gente que considera que porque las mujeres se cubren son oprimidas y humilladas", dice, "pero lo que es un insulto para la mujer es usar su cuerpo para vender un celular o trabajar. Ser atractivo es una bendición de Dios, pero esto es un bien íntimo, no social".
Y advierte que "la mujer debe entrar en la relación social por su sabiduría y no por su apariencia física, por eso es el mundo musulmán el que piensa que las mujeres occidentales deben ser liberadas".
Para el diplomático iraní, el Islam ha sido boicoteado a lo largo de la historia. "Es resultado de una publicidad colonialista e imperialista y, antes del imperialismo, de la Iglesia católica que no quería que la gente conociera qué es el Islam ni se acercara a los musulmanes".
Y explica las bases de su religión:
"Islam significa arrendarse. Quien se arrienda a la voluntad de Dios es musulmán. El Corán es el libro sagrado islámico y presenta qué es Islam: una religión que portó Muhammad, que lo consideramos el último profeta de Dios, 600 años después de Cristo en La Meca".
El Islam considera a Adán, Noé, Abraham y Jesucristo como profetas, y la Biblia y el Torá judío son libros sagrados anteriores al Corán:
"Tenemos un gran respeto por María y Jesús, y naturalmente para los cristianos que sean católicos o protestantes, pero no creemos en la Trinidad; para nosotros Dios es único. El ser humano es responsable y piensa por sí mismo, por lo que no hay pecado original, confesión, ni dogmas de fe en el Islam".
Para el embajador, los mexicanos tienen buena disposición para hablar de estos temas, ya que "culturalmente son un pueblo abierto y respetuoso".
Entre el rito y la nacionalidad
"Nuestro gran reto es encontrar una identidad como musulmanes mexicanos, es un problema para la creciente población musulmana de México escoger entre las varias interpretaciones del Islam", dice Omar Weston.
"Muchas veces se promueven en México ideas del mundo musulmán que no tienen relación alguna con nuestra realidad", acota.
Weston relata que de los más de 2 mil practicantes de varias nacionalidades que hay en todo el país, la mayoría son conversos al Islam, un caso único en el mundo, ya que en ningún otro país no musulmán se da que la mayoría sean conversos.
"Este es un fenómeno interesante, dado que el Islam tiene una imagen muy negativa y no hay realmente una labor proselitista significante", señala.
Para Weston es importante que la sociedad mexicana conozca sobre los aspectos de la cultura islámica, que sepa la filosofía del velo, la necesidad del rezo y del ayuno como parte de su vida.
También recalca la necesidad de que el mexicano musulmán encuentre actividades y convivencia en los lugares donde va a rezar para que, a la vez que encuentren el Islam en su persona, se den la oportunidad para estudiar a fondo su religión.
"Sería bello que en México se supiera más y, cuando vean a alguien rezando en un centro comercial, sepan que solamente les llegó la hora de la oración y que no están despidiéndose del mundo después de haber plantado una bomba (risas)".
Para los entrevistados, el Islam es una religión que crecerá en México.
Omar Weston relata que el Islam capta muchos "buscadores por su propia cuenta", y al día reciben alrededor de dos correos de mexicanos que buscan contacto directo con ellos.
"Es obvio que crecerá, pues los que hace diez años empezamos la comunidad somos casados, tenemos esposas e hijos, en familia es más fácil que se asiente. La sociedad, el gobierno y los medios deben aprender a vivir con ello y respetarnos", remata Muhammad Ruiz.
"Vas jaloneándote con la sociedad, con la familia, con los centros de trabajo que te imponen normas", dijo a Apro Muhammad Ruiz, dirigente del Centro Salafi de México.
Desde la prohibición a los hombres del uso de la barba en restaurantes o el jihab (velo islámico) de las mujeres en los trabajos, los musulmanes se enfrentan a los retos de practicar su religión en un país mayoritariamente católico.
"Pero, ¿por qué quieren poner su mezquita?", le preguntó un funcionario de la Secretaría de Gobernación, a lo que el musulmán respondió irónicamente, "¿por qué no? Es nuestro derecho".
Muhammad Ruiz prefiere no mencionar el nombre del funcionario, quien lo llamó con la excusa de apoyarlos para poner una mezquita, pero le pidió una explicación de cómo hizo la comunidad musulmana para crecer en los últimos años.
"Cómo toda persona lo hace", le contestó Muhammad. "Nosotros también tenemos hijos, es natural".
Para el año 2000, apenas mil 500 personas profesaban el Islam en el país, según el reporta de INEGI La diversidad religiosa en México. Una tercera parte de los creyentes residía en el Distrito Federal.
Para el 2008 la población se ha duplicado y hoy proliferan las organizaciones como el Centro Cultural Islámico, Centro Salafí de México y el Centro Educativo de la Comunidad Musulmana AC, aunque no han logrado ponerse de acuerdo para poner una mezquita en el Distrito Federal.
"No es un plan malévolo de Al-Qaeda, necesitamos un lugar de oración, un templo donde rezar. México es de las pocas capitales del mundo que no tienen mezquita, es un derecho de cada mexicano en la Constitución", dice Muhammad.
El director del Centro Salafi relata que algunas personas han querido sacar provecho de la ayuda que reciben los musulmanes mexicanos para cumplir su deber de peregrinar una vez al año a la ciudad sagrada de La Meca, en Arabia Saudita.
"Gobernación quería hasta un porcentaje de la ayuda que dan los saudíes para viajar. Te mandan un boleto de avión, ni modo que lo partieras a la mitad", platica mientras se ríe.
Los miembros del Centro Salafì de México se reúnen en la Musalah "Muhammad Ibn Abdul Wahab", ubicada en la calle Sur 77 de Lorenzo Boturini.
El lugar es austero, con pocos muebles, pero cuenta con una recámara para la plática entre mujeres y un estante repleto de ejemplares del Corán y de otros libros que han recibido de Arabia Saudita.
En la Musalah se hace el salat, o rezo comunitario, y ahí se abordan tópicos del Islam para adultos y para niños; también hay reuniones para mujeres y, en palabras de Muhammad Ruiz, es el único lugar en México donde se hace la tradicional oración al amanecer del domingo.
Sin embargo, estos sitios no son exclusivos de la capital, pues desde hace 20 años existe una mezquita en Torreón de corriente chiita, la única registrada ante Gobernación como mezquita oficial, y fue construida por hijos de inmigrantes libaneses.
También existen otros lugares de reunión y oraciones en Monterrey, Nuevo León; Guadalajara, Jalisco; León, Guanajuato; Tequesquitengo, Morelos; Chetumal, Quintana Roo y, próximamente, en Tijuana.
Igualmente es famosa la comunidad de tzotziles que, expulsados de San Jaun Chamula por su evangelismo, se convirtieron luego al Islam, en 1995, y fundaron centros educativos en San Cristóbal de las Casas.
Posteriormente intentaron contactar, con pocos resultados, al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y a La Otra Campaña; hoy esta comunidad indígena-musulmán cuenta con 300 miembros.
"Ya para 1995 había una necesidad religiosa", reconoce Muhammad Ruiz, "aunque no había organizaciones ni buenas traducciones del Corán".
Con miras a establecer una mezquita en la Ciudad de México, el mexicano-británico Omar Weston fundó el Centro Cultural Islámico en las calles de Polanco en 1995; posteriormente, abre una Musalah en la colonia del Valle, que adquirió cierta importancia hasta que, por diferencias, Weston se va a Tequesquitengo, y entonces se divide la comunidad junto con el proyecto de levantar una mezquita.
"He tratado de promover más un centro cultural y de comercio con una mezquita dentro de la mismo, pero con la finalidad de servir al ciudadano mexicano como un centro de aprendizaje sobre el mundo musulmán y como un vínculo comercial", dice a Apro Omar Weston
"Pocos en la comunidad comparten mi visión: la musulmana no puede ser vista como una iglesia más porque existe una gran necesidad de traducir conceptos y acercar a nuestras civilizaciones", sostiene.
Weston tiene un Centro Cultural en Tequesquitengo llamado "Teques Inn", que al interior cuenta con una mezquita y opera desde 1995 en su página www.islam.com.mx.
Omar se ha dedicado desde hace más de 20 años al Islam en México y cree en la necesidad de que los mexicanos adapten al Islam a la realidad del México contemporáneo.
"La comunidad musulmana era de todo un poco", cuenta Muhammad Ruiz, y "con los años se dio una división por ser una comunidad pequeña y porque no había conocimiento. Ideológicamente hubo diferencias, como en toda familia".
Hacia el 2001 algunos inmigrantes cerraron filas junto a salafis mexicanos y crean el Centro Educativo de la Comunidad Musulmana AC (Cecmac).
Entonces Muhammad se alejó de esta organización, pues opina que no se practica el Islam salafi, sino una corriente "desviada" llamada hanafi.
En el 2003 crea la Organización Islámica de México cerca de la Jardín Balbuena, donde inmigrantes árabes establecieron sus comercios y, un año después, muda su nombre a Centro Salafi de México. "No nos daban ni tres meses", confiesa, cuando ahora tienen visitas de todos los países de habla hispana en www.islammexico.net.
Muhammad Ruiz y Omar Weston mantienen contacto todavía, aunque muy esporádico, debido a lo que llaman "diferencias ideológicas".
Ruiz hace mucho hincapié en que todos los grupos del Islam deben regresar a los principios fundamentales que predican los sabios salafíes de Arabia Saudita (ulemas); de esta manera se prevendrían "distorsiones" y cualquier clase de "fundamentalismo", ya que, para él, un incorrecto conocimiento del Islam es lo que lleva a algunos grupos a volverse violentos.
En cambio para Weston no se debe seguir ciegamente lo que dicen los salafíes, sino que se debe tomar lo que sea útil para los musulmanes mexicanos:
"Un problema ha sido que muchos mexicanos conversos tratan de integrarse a lo extranjero y no viceversa. Quiero cambiar esto y que el mexicano musulmán tenga la visión y le pueda dar dirección a su Islam de manera saludable".
"Hay divisiones internas que no permiten el establecimiento de una mezquita", dice David --un musulmán contactado por Apro que se confiesa escéptico de las diversas corrientes ideológicas del Islam, pues él prefiere luchar por los derechos de toda su comunidad en México.
"Al Islam te acercas por investigación propia, por un acto de fe", dice David, pero también recalca que algunas personas se acercan por moda o por investigación acerca del terrorismo, el conflicto palestino y los árabes.
Para él, la falta de una mezquita en la ciudad no es porque falte dinero, sino por diferencias ideológicas y de intereses dentro de los miembros de la comunidad, además del protagonismo. "Todos quieres ser líderes y cuando uno lo es, tratan de sabotearlo por envidia".
En 1992, durante el gobierno de Salinas de Gortari, el entonces regente Camacho Solís ofreció a la comunidad musulmana un terreno en Constituyentes para su mezquita.
El terreno era un parque y los embajadores de países musulmanes de ese entonces decidieron no usarlo.
Actualmente existe un proyecto de la Liga Mundial Islámica, la cual ha ofrecido ayuda para poner una mezquita en las capitales del mundo donde no las hay, pero no se ha concretado nada todavía.
La religión desconocida
Zaid Sergio es otro miembro del Centro Salafí de México; su padre era el jefe del negocio donde ahora trabaja. Al morir el padre, los tíos esperaban que Zaid tomara el mando, pero la familia se molestó por su mudanza de religión:
"Te hubieras vuelto protestante o testigo de Jehová, pero te fuiste al otro extremo", le dicen algunos parientes.
"Rompes con el esquema de la familia", cuenta Zaid: "La Navidad, los cumpleaños, el Día de Muertos, nosotros no lo festejamos. El profeta Muhammad no lo festejó, así que nosotros no tenemos por qué exaltar a la persona de esa forma".
Zaid menciona que, a final de cuentas, la familia termina entendiendo y después comienzan a preguntar y a interesarse por el Islam.
Ezzeldín, mexicano de nacimiento y criado en Egipto, da clases de árabe en el Centro Salafí y relata en perfecto español su experiencia en México.
"La ciudad te determina, es un reto vivir aquí por las condiciones, pero la mayoría de gente te respeta; por ejemplo, aquí entienden por qué no puedes saludar de beso".
Mientras las mujeres del Centro Salafì platican, y todas llevan su jihab. Las dificultades de ser musulmana en México van desde la imposibilidad de llevar el velo en la credencial de elector y el pasaporte, hasta los problemas de las hijas en las escuelas.
Algunas han sufrido agresiones en el Metro, acosadas burlonamente de "terroristas" o "mojigatas".
Entrevistado por Apro, el embajador de Irán en México, Muhammad Hassan Ghadiri, explica su visión sobre las mujeres y el Islam:
"El vestido islámico de la mujer tiene la misma filosofía de la Virgen María, de la cual los Evangelios no hacen referencia a su físico sino de sus virtudes.
"Hay gente que considera que porque las mujeres se cubren son oprimidas y humilladas", dice, "pero lo que es un insulto para la mujer es usar su cuerpo para vender un celular o trabajar. Ser atractivo es una bendición de Dios, pero esto es un bien íntimo, no social".
Y advierte que "la mujer debe entrar en la relación social por su sabiduría y no por su apariencia física, por eso es el mundo musulmán el que piensa que las mujeres occidentales deben ser liberadas".
Para el diplomático iraní, el Islam ha sido boicoteado a lo largo de la historia. "Es resultado de una publicidad colonialista e imperialista y, antes del imperialismo, de la Iglesia católica que no quería que la gente conociera qué es el Islam ni se acercara a los musulmanes".
Y explica las bases de su religión:
"Islam significa arrendarse. Quien se arrienda a la voluntad de Dios es musulmán. El Corán es el libro sagrado islámico y presenta qué es Islam: una religión que portó Muhammad, que lo consideramos el último profeta de Dios, 600 años después de Cristo en La Meca".
El Islam considera a Adán, Noé, Abraham y Jesucristo como profetas, y la Biblia y el Torá judío son libros sagrados anteriores al Corán:
"Tenemos un gran respeto por María y Jesús, y naturalmente para los cristianos que sean católicos o protestantes, pero no creemos en la Trinidad; para nosotros Dios es único. El ser humano es responsable y piensa por sí mismo, por lo que no hay pecado original, confesión, ni dogmas de fe en el Islam".
Para el embajador, los mexicanos tienen buena disposición para hablar de estos temas, ya que "culturalmente son un pueblo abierto y respetuoso".
Entre el rito y la nacionalidad
"Nuestro gran reto es encontrar una identidad como musulmanes mexicanos, es un problema para la creciente población musulmana de México escoger entre las varias interpretaciones del Islam", dice Omar Weston.
"Muchas veces se promueven en México ideas del mundo musulmán que no tienen relación alguna con nuestra realidad", acota.
Weston relata que de los más de 2 mil practicantes de varias nacionalidades que hay en todo el país, la mayoría son conversos al Islam, un caso único en el mundo, ya que en ningún otro país no musulmán se da que la mayoría sean conversos.
"Este es un fenómeno interesante, dado que el Islam tiene una imagen muy negativa y no hay realmente una labor proselitista significante", señala.
Para Weston es importante que la sociedad mexicana conozca sobre los aspectos de la cultura islámica, que sepa la filosofía del velo, la necesidad del rezo y del ayuno como parte de su vida.
También recalca la necesidad de que el mexicano musulmán encuentre actividades y convivencia en los lugares donde va a rezar para que, a la vez que encuentren el Islam en su persona, se den la oportunidad para estudiar a fondo su religión.
"Sería bello que en México se supiera más y, cuando vean a alguien rezando en un centro comercial, sepan que solamente les llegó la hora de la oración y que no están despidiéndose del mundo después de haber plantado una bomba (risas)".
Para los entrevistados, el Islam es una religión que crecerá en México.
Omar Weston relata que el Islam capta muchos "buscadores por su propia cuenta", y al día reciben alrededor de dos correos de mexicanos que buscan contacto directo con ellos.
"Es obvio que crecerá, pues los que hace diez años empezamos la comunidad somos casados, tenemos esposas e hijos, en familia es más fácil que se asiente. La sociedad, el gobierno y los medios deben aprender a vivir con ello y respetarnos", remata Muhammad Ruiz.
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