Thursday, November 12, 2009


Preocupa a la institución lo dicho por la senadora sobre recorte de recursos en el sector

UNAM: desconoce Ortuño la realidad educativa nacional

Legisladores de PRD y PRI critican a la panista; muestra ignorancia y frivolidad, señalan

Periódico La Jornada
Jueves 12 de noviembre de 2009, p. 38

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) externó su preocupación por las afirmaciones de la presidenta de la Comisión de Educación del Senado, María Teresa Ortuño, en torno a que las instituciones públicas de educación superior deben apretarse el cinturón en materia presupuestal.

Esto sólo muestra su absoluto desconocimiento de la realidad educativa nacional, indicó la institución en un comunicado y manifestó su extrañamiento por el aval implícito del secretario de Educación, Alonso Lujambio, a lo dicho por la legisladora panista.

El martes, durante una entrega de reconocimientos a institutos tecnológicos, la legisladora del PAN criticó que los rectores de universidades públicas demanden más recursos. En una réplica a la petición del director del Instituto Politécnico Nacional, Enrique Villa Rivera, de evitar la caída del presupuesto educativo, Ortuño aseveró que no le vinieran con la demagogia de que nadie se puede apretar el cinturón porque quiera hay grasita. En ese mismo foro, Lujambio señaló que gente como la senadora prestigia la política.

En respuesta, la máxima casa de estudios señaló que las declaraciones son lamentables, pues aprueban la disminución de recursos a instituciones públicas.

La UNAM criticó el que el titular de la SEP afirme que Ortuño prestigia la política. Recordó que los dichos contrastan con los señalamientos, públicos y privados de la coordinadora del PAN en la Cámara de Diputados, Josefina Vázquez Mota, de no permitir un recorte presupuestal al sector.

La posición de Ortuño resulta aún más preocupante porque se presenta cuando los diputados elaboran el Presupuesto de Egresos de la Federación, subrayó la institución, y reiteró respetuosamente a los legisladores la necesidad de aprobar más recursos para el sector, “estratégico para la vida y el futuro de México.

En repetidas ocasiones hemos señalado que el presupuesto destinado a las universidades públicas debe crecer. El monto por alumno en nuestro país es de sólo la mitad del que se ejerce en Brasil o España y menor en 75 por ciento al de Estados Unidos, aseveró la UNAM.

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La senadora panista propuso a las instituciones de enseñanza superior apretarse el cinturón y no solicitar más recursosFoto Archivo / María Meléndrez Parada

El año pasado, la 60 Legislatura aprobó un presupuesto de casi 79 mil millones de pesos para educación superior; sin embargo, por la crisis se redujo uno por ciento para el último cuatrimestre de 2009. Para el próximo año, Felipe Calderón propuso un recorte de 6 mil 200 millones de pesos, esto es, poco más de 72 mil millones, lo cual de aprobarse afectaría a las universidades.

Senadores de PRD, PRI y PT deploraron las afirmaciones de la presidenta de la Comisión de Educación y coincidieron en que muestra total ignorancia y frivolidad respecto a ese grave problema.

Pablo Gómez, del PRD, consideró que es parte de la picardía política y por ello no hay que tomarla en serio. Otro perredista, Francisco Castellón, ex rector de la Universidad de Nayarit, consideró que lo expresado por Ortuño y el tono burlón con el que se dirigió al director del IPN es una muestra de lo que piensa el PAN y la ultraderecha sobre la educación superior en el país.

Castellón, quien preside la Comisión de Ciencia y Tecnología, subrayó que la senadora Ortuño en una ocasión propuso que los militares sustituyeran a los maestros en las aulas, cuando éstos realizan paros laborales.

El priísta Heladio Ramírez advirtió que todos los legisladores deben pelear por mayor financiamiento a la educación, en lugar de ofender a los rectores y directivos de las instituciones de enseñanza superior.

El coordinador del PT en el Senado, Ricardo Monreal, pidió al PAN que aclare si lo dicho por Ortuño es la postura del partido y lamentó que Lujambio aplauda las frívolas afirmaciones.

El recorte del presupuesto a las instituciones de enseñanza superior es una maniobra perniciosa que viene desde la época de Fox, lo cual ha propiciado uno de los más graves problemas sociales y económicos: el no crecimiento de la matrícula universitaria, advirtió Pablo Gómez. Dijo que es uno de los factores que impiden el desarrollo del país, pero esto lo ignora Ortuño.




Donde lloran está el muerto

Leo y no creo lo que leo. Según el preciso relato de La Jornada, la presidenta de la Comisión de Educación del Senado, María Teresa Ortuño, salió a contradecir al director del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Enrique Villa Rivera, luego de que éste, en forma respetuosa y en nombre de varias decenas de centros de enseñanza, pidiera al Senado evitar la caída de los recursos destinados a la educación superior, solicitud plausible en el ámbito parlamentario, justo cuando está en curso el debate presupuestario. Decidir los montos y el destino de los dineros públicos es la materia de esos encuentros, de tal forma que siempre es previsible un cierto regateo al que nadie califica como una práctica ilegítima, salvo la senadora Ortuño, quien se permitió hacer un comentario vulgar, impropio, iniciado como alarde de franqueza pero concluido como un gesto despectivo, a todas luces inmerecido, hacia los representantes de las instituciones educativas.

Según refiere la magnífica crónica de La Jornada, haciendo a un lado las cuartillas que llevaba escritas, la legisladora sermoneó: es hora de que todos nos apretemos el cinturón y, por favor, no me vengan con esa demagogia de que nadie pueda apretárselo (sic), porque aunque la educación, el desarrollo social y la salud son temas prioritarios (sic), perdónenme, donde quiera hay grasita y se puede cortar grasita sin llegar al músculo ni al hueso. Y la frase indigna: donde lloran está el muerto. Antes, ya en plena euforia calderonista, y en defensa de la política educativa presidencial, la señora Ortuño, conspicua representante de la empleomanía blanquiazul, recordó cómo siendo rector de la UNAM, el propio Manuel Gómez Morín –cuando el gobierno le recortó el presupuesto pa fregárselo (sic)– renunció a su sueldo y buscó a los mejores maestros y les pidió que hicieran ese sacrificio (La Jornada, 11 de noviembre 2009).

Tal lección ejemplarizante, inútil para la universidad de masas de hoy y las necesidades de una juventud coartada en sus perspectivas de estudio o empleo, no tendría mayor significación, fuera de la mediocridad que en ella se expresa, a no ser por el beneplácito con que la recibió el secretario de Educación –la señora Ortuño, dijo, prestigia a la política–, presente en su advocación de traductor al lenguaje amable de las obsequiosas alabanzas que al Presidente lanzan las pequeñas figuras que forman el coro (triste) de la educación según el gobierno.

Nada que no hayamos visto. Por desgracia, la derecha cree que la educación nacional se mide con los mismos criterios de calidad que la producción de otras mercancías. Todo se reduce a números y controles de productividad, a reajustes laborales en los que no cuenta, o muy poco, la discusión sobre los contenidos de la enseñanza que el país necesita, más en tiempos de crisis. Si hay visos de reforma, por llamarla de alguna manera, ésta avanza por el lado oscuro, asegurando complicidades, sin deshacer los mecanismos de freno identificados con el corporativismo y los usos políticos de la alianza entre el poder político y la camarilla sindical. Los cambios, cuando los hay, se hacen a hurtadillas y hacia atrás, tirando la piedra pero escondiendo la mano, como es notorio en el recorte a la historia y las humanidades en el nivel primario, aunque la cuestión es tan grave porque descubre la visión educativa que el Estado pretende imponer como estrella polar desde posiciones de fuerza.

Pero en este punto, la diferencia entre la derecha ilustrada de Gómez Morín y los modos insolentes de Ortuño y sus valedores no radican tampoco en la forma de bajar la grasita acumulada, sino en el hecho crucial de que la universidad pública, otrora estratégica, ha dejado de ser un problema conceptual importante del gobierno panista para reducirse sólo a una cuestión de costo-beneficio elemental del que podrían quedar fuera las ciencias básicas, la investigación de avanzada o el humanismo. Pero la sociedad mexicana en su inmensa mayoría no puede dejarse ganar esa batalla.

Para su propia reproducción, las elites políticas o empresariales cuentan con el poderoso sistema privado de enseñanza, configurado como parte sustantiva de ese proceso general de privatización que subordina la vida pública a los intereses particulares. Para el resto, en vez de las antiguas sobrevivientes universidades públicas, ahí están ya cientos de lucrativas franquicias que, a modo de negocio en auge, vienen internacionalizando la expedición (o venta) de créditos educativos sin valor para México. Ese es el negocio que huele a podrido. A ese muerto también le llora el gobierno.

PD. El Sindicato Mexicano de Electricistas quiere resolver el conflicto en las instituciones, sin enfrentarse al Estado. Pero el Estado y las instituciones que se dicen democráticos no creen en esas salidas. Envalentonados y sordos, los Lozano y los Ortuño muestran los dientes y hablan del estado de derecho. Pero no hablan por sí mismos. Terrible destino el suyo.

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