Sunday, November 08, 2009


”Sólo mis hijos son dueños de mis taloneos”

Trabajadoras sexuales denuncian que son atacadas debido a que defienden su independencia

Periódico La Jornada
Sábado 7 de noviembre de 2009, p. 36

Son irredentas y su organización no tiene nombre. Deberíamos llamarnos Revolucionarias. Por el Metro, claro, dice La Jarocha. Siempre hace reír a las demás. Todas ríen mucho. Parecen mujeres de la vida alegre, aunque las biografías de estas trabajadoras sexuales independientes son más que difíciles, con frecuencia trágicas. En la manta con que marcan su territorio en la plazoleta sin nombre que se ubica en Puente de Alvarado y Buenavista advierten al transeúnte: No somos delincuentes, somos mujeres. Otra dice: Prostituirse es una necesidad económica.

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Mujeres y travestis que ejercen el sexoservicio en la colonia Buenavista señalan sobre los recientes operativos policiacos en la zona: ojalá fuera un intento de impedir la explotación de niñas y niños, pero lo que hace el gobierno capitalino es servir al juego de un vecino que desde hace años pretende controlarnos y cobrar cuotas por nuestro trabajoFoto María Luisa Severiano
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Trabajadoras sexuales independientes resolvieron levantar cabeza, dejar de ser víctimas, buscar su dignidad en las calles donde laboran y defender sus
derechos Foto María Luisa Severiano
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“Ya no permitimos que las cuotas para las mafias, las mordidas para los patrulleros y las multas para los jueces salgan de nuestro cuerpo”, sostienen trabajadoras sexuales que se oponen a ser explotadas

Todas cargan con el estigma. Para el mundo somos putas, sin más, asevera Montse. En su mayoría llevan una vida doble y no sobra aclarar que en este reportaje ninguna usa su nombre real, sino sus alias.

De la violencia que habita su mundo hablan las hojas de papel que recordaron a sus muertas en la ofrenda que levantaron el domingo de Fieles Difuntos: Selena murió atropellada por una patrulla cuando intentaba escapar de un operativo policiaco; María Magdalena fue asesinada por un cliente en un cuarto de hotel; Mary Chuy La Piquitos murió por enfermedad, tal vez sida. Así, varias docenas: Galilea, Lesly el gay, Norma, Tania-Roberto, Abeja, La Sexy, Ana Sabrosita, Jiovana, La Barby –asesinada por su pareja–, Raúl López Madam Sushe... muertas este año, el anterior, hace tres, cinco, 15 años. Crímenes y accidentes que nunca se investigaron porque para aclarar esos decesos violentos ahí sí, nadie nos pela.

Las independientes somos diferentes

Asamblea relámpago de trabajadoras sexuales independientes en las jardineras del Metro Revolución, miércoles 28 de octubre en la tarde. Las mujeres y los travestis que laboran en la colonia Buenavista intentan poner orden al desconcierto inicial, cinco días después del operativo de la policía judicial del Distrito Federal en cinco hoteles de paso, donde fueron detenidas 14 personas, presuntas explotadoras de menores. La policía afirma que rescató a cuatro adolescentes de las redes de prostitución.

A muchas voces, esta organización autónoma se pronuncia: “Ojalá fuera un intento de impedir la explotación de niñas y niños. Pero lo que está haciendo el gobierno capitalino es servir al juego de David Mondragón, un vecino de por acá, que desde hace años pretende controlarnos y cobrar cuotas por nuestro trabajo. Las mafias que explotan a las niñas y niños están en La Merced. La policía sabe quiénes son. Pero ahí no se atreve”.

En la zona donde colindan las colonias Tabacalera y Buenavista se ubican las independientes, organización sin líderes, sólo con un grupo de voceras encargadas de convocar a reuniones y talleres, una asesora que coordina el movimiento y una abogada, Margarita García, que lleva sus asuntos legales. Son muy pocas las jóvenes. En su mayoría son maduras.

Ellas han ido conquistando sus puntos y explican que ejercen su oficio de manera diferente, evitando las clásicas peleas territoriales de las redes que extorsionan a otras trabajadoras y, de ser posible, suscribiendo convenios con los establecimientos y vecinos de las aceras donde se instalan. Se esfuerzan por vestir con discreción, asisten a talleres sobre leyes vecinales y estudian sus derechos.

En la reunión se analiza el arresto y la acusación por lenocinio a algunos de los hoteleros de la zona, a quienes conocen desde hace años. Algunos sólo eran recepcionistas o arreglaban las habitaciones.

Proponen escribir cartas personales para salir en defensa de algunos de los detenidos. En el mundo hostil que habitan no son frecuentes los gestos generosos. En poco menos de media hora la vocera que coordina la reunión tiene en sus manos más de 20 breves mensajes manuscritos que serán presentados a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF).

Ellas no olvidan los pocos gestos generosos que reciben en un medio nefasto, aunque no dejan de reconocer que los dueños de los hoteles de paso viven de ellas y son parte de la cadena de explotación. Cuando me veía muy mal, bien drogada y con hambre, don Manuel me decía: ya párale, métete a darte un baño y duerme un rato en este cuarto que se acaba de desocupar, dice Kenny.

Mónica agrega: Y a mí, cuando el embarazo de mis gemelos, me regañaba: te vas a hacer daño. Deja el trajín y métete a descansar. Los defienden, sobre todo, las mayores, las que han vivido de la prostitución durante 20, 25 años.

Puedo testificar sin temor a equivocarme que durante los 30 años que lo conozco ha sido un hombre de bien, dice la carta de una señora muy mayor, que ya no ejerce, pero de pronto se aparece en la reunión relámpago.

Una queja ciudadana perversa

El proceso que derivó en el operativo del sábado y en la averiguación previa que se abrió contra los 14 arraigados se origina en una queja ciudadana presentada por David Mondragón, con domicilio en la calle Bernal Díaz del Castillo, quien se identifica como representante vecinal de las colonias Buenavista, Santa María La Ribera, Tabacalera y Guerrero. Mondragón acusa a algunos travestis –conocidos como La Winni y La Tosca– y a varias mujeres de cometer lenocinio contra menores y adultos. La averiguación previa sólo señala por nombre y apellidos a la abogada Margarita García Arteaga, representante legal de las trabajadoras independientes.

El conflicto viene de años atrás. Ante las diversas quejas vecinales de Mondragón, la CDHDF emitió en julio de este año una recomendación en la que la abogada y otras trabajadoras independientes son señaladas como extorsionadoras. El texto derivó en una larga etapa de redadas en las que, desde agosto hasta octubre, entre 30 y 50 trabajadoras sexuales eran remitidas en los juzgados de la delegación Cuauhtémoc cada noche.

Margarita García forma parte de la Coordinadora Feminista de Defensoras Populares y ha explicado que asesora jurídicamente a las trabajadoras, cuyo prestigio en las calles se ha convertido ya en un estorbo para las redes de lenones.

Ante las denuncias de abusos, la CDHDF rectificó parcialmente y elaboró otra acta en la que aclara que reconocía el desempeño de García Arteaga, condenando el uso indebido y perverso de la recomendación.

Por otra parte, la CDHDF emitió el viernes 30 de octubre un acta circunstanciada donde consta la queja que interpuso un grupo extenso de trabajadoras sexuales. Éstas denuncian que Mondragón suele amenazar a las mujeres que trabajan en el área, les exige tener relaciones con él en forma gratuita, las extorsiona y a varias las ha denunciado penalmente por delitos que no cometieron. A causa de estas acusaciones sin pruebas, al menos dos, una que usa el alias Issis y otra no identificada, están presas y procesadas en el penal de Santa Marta Acatitla, por presunto robo de cartera. Por el mismo cargo también fueron recluidas Magali Carrillo y Patricia Galicia, que hoy siguen su juicio en libertad.

En su queja las trabajadoras también denuncian la colusión de Mondragón con las autoridades de la coordinación territorial de la Secretaría de Seguridad Pública. En los casos en que el citado vecino imputó falsos delitos a las mujeres las autoridades no investigaron debidamente y le dieron pleno valor probatorio a sus dichos.

Nos cayó el veinte

Hace ya alrededor de una década, a un grupo de estas mujeres les empezó a caer el veinte, como dicen. Resolvieron levantar cabeza y dejar de ser víctimas, buscar su dignidad en las calles donde laboran y defender sus derechos. Sobre todo resolvieron no permitir que nunca más nadie –ni madrotas o padrotes, ni las redes de lenocinio, ni policías o jueces– siguiera ganando dinero a costa de sus cuerpos y sus servicios.

Sólo mis hijos son los dueños de mis talones, afirma Montse. Blanca lo expresa de otro modo: “Ya no permitimos que las cuotas para las mafias, las mordidas para los patrulleros y las multas para los jueces salgan de nuestro cuerpo”. Y Vero, travesti que combina lo delicado con lo rudo, lo dice así: Si somos nosotros las que nos desgastamos en el trabajo, en el frío, en la calle, pues que lo que ganamos sea para nosotras, de nadie más.

Estas frases resumen, en realidad, una idea libertaria que dio pie a esta organización que no se ha dejado atrapar por ninguna de las instituciones y agrupaciones –varias de ellas meras fachadas de otras formas de explotación– que se relacionan con el universo del comercio sexual en la ciudad de México.

Ese fue el nada despreciable fruto del Centro de Asistencia e Integración Social (CAIS) que creó la CDHDF en tiempos de Luis de la Barrera, clausurado en la gestión posterior, por presiones, justamente, de organizaciones que controlan el mercado del trabajo sexual con cuotas y extorsiones.

Mujeres que se beneficiaron en el CAIS al entrar en contacto con talleres de autoestima, con feministas y sicólogas que les enseñaron la ruta hacia una vida con dignidad, que se zafaron de la esclavitud de los lenones a un alto costo, son las pioneras del movimiento de las independientes.



Las independientes preparan contraofensiva ante nuevo intento oficial de reglamentar su trabajo


El gobierno también es lenón, dicen sexoservidoras del DF


No nos queda más que resistir; nuestras familias no saben de dónde llega el dinero, señalan

Blanche Petrich / II y última

Periódico La Jornada
Domingo 8 de noviembre de 2009, p. 31

Empoderamiento. Para María del Rocío es casi una palabra mágica: el mejor regalo que me ha dado el movimiento, la llave que le abrió la puerta a una existencia en la que aprendí a quererme y valorarme así como soy, a llevar con orgullo mi oficio de trabajadora sexual, sin vergüenza ni culpa.

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Trabajadoras sexuales de la capital del país pugnan por mantener su independenciaFoto María Luisa Severiano

Es una de las pioneras del grupo de las independientes, que empezó a gestarse en 1999. Su lucha por liberarse del control de los padrotes y la policía en la calle de Sullivan fue cruenta. Primero fue a dar al hospital, por una paliza brutal. Luego a la cárcel: “Los patrulleros me dijeron: ‘te perdonamos que no nos des cuota, pero a cambio acomódanos a los clientes para llevarlos a los cajeros automáticos’. ¡Peor tantito! Me negué. Pagué mi negativa con dos años en Santa Martha Acatitla, acusada falsamente de robo”.

La autonomía conquistada por las mujeres y travestis que participan en el grupo de las independientes es algo que no están dispuestas a perder, por lo que la proximidad de un nuevo debate por la regulación del comercio sexual en el Distrito Federal les ha disparado nuevamente las alertas. Y se preparan para la contraofensiva.

Todas están en contra

Martes 20 de octubre. Reunión de independientes en Casa Talavera, un espléndido claustro monacal del siglo XVIII donde la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) les abre las puertas incondicionalmente. La consejera jurídica del gobierno del DF, Leticia Bonifaz, ha puesto sobre la mesa el debate sobre la posibilidad de un nuevo reglamento para el sexoservicio en la capital. Las organizaciones de calzada de Tlalpan, Sullivan, La Merced y algunas de la Buenavista han entrado a la consulta. A la reunión llegan casi 25 independientes, la mayoría travestis.

Una por una toman la palabra. Todas están en contra. Estas son sus objeciones:

En primer lugar, no vamos a aceptar un padrón. La mayoría de nosotras estamos en este trabajo sin que nuestras familias sepan de dónde llega el dinero. Nuestro anhelo es un día poder salir de esto. ¿Cómo vamos a dar nuestro nombre verdadero en un padrón de sexoservidoras?

Otra voz: Tampoco estamos de acuerdo con que nos impongan horarios. Nosotras conocemos nuestras necesidades y nuestras posibilidades. Restringir horarios y zonas sólo va a dar pie a más extorsiones. Voto en contra. Además –tercia otra– el sol sale para todos.

Tampoco están dispuestas a pagar cuotas: Hasta el gobierno es un lenón, dice un travesti. Todas coinciden en esta percepción acerca de la autoridad.

“Ya dimos el primer paso: liberarnos de las madrotas, los padrotes, los representantes de las organizaciones. Nosotras somos su gran negocio”.

Los rostros alrededor de la mesa hablan de la diversidad en el oficio: caras desveladas o ya listas para el trabajo; chicas y mujeres maduras con las luces y sombras del maquillaje, polvos que en algunos casos no llegan a ocultar algún moretón en un ojo, una cicatriz en la mejilla, travestis con cirugías estéticas, jóvenes que apenas empiezan a hormonizarse y llevan mal la peluca, hombres mayores que dominan el travestismo a la perfección, madres con sus niños en brazos… vienen del Templo de San Hipólito, de Plaza de Loreto, de La Merced y Tacuba, del Eje 6 y hasta de Ixtapalapa, del Chopo y de calzada de Guadalupe.

Ejercer de independientes puede costar muy caro. Mónica lo sabe muy bien. Tuvo su primer hijo a los 13 años y su segundo a los 14. Su hombre, un adicto, la golpeaba y prostituía. A los 15 años huyó con dos niños en los brazos. Su primera madrota, Angie, en el parque de San Fernando –en la Guerrero–, era muy agresiva. Pero la dejaba trabajar en su pedazo si le daba para su botella. Dos veces he estado a punto de ser asesinada. Fui muy golpeada, pero yo también di muchos golpes. Hasta el 2004, cuando se dio su encuentro con las independientes y en un taller de derechos humanos encontró nuevos conceptos:

Derecho a no ser golpeada, derecho a ser respetada aunque trabaje en esto, derecho a cobrar por vender mi cuerpo y a no pagar por mi trabajo.

Dice La Chiapaneca: “Entre nosotras hay un dicho: nosotras mismas hacemos nuestros padrotes o madrotas porque buscamos la protección, la dependencia. Hasta que un día desperta- mos y nos damos cuenta que somos fuertes y capaces. Nuestra fuerza radica en que estamos juntas y que cada vez somos más”.

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Trabajadora sexual del grupo llamado AdelitasFoto María Luisa Severiano

Y Antonia: “¿Qué van a reglamentar? Padrón, controles, cuotas. Todo va a ser doble extorsión”.

Pregunta Denis: ¿Y qué pasa si las otras aceptan la reglamentación y nosotras no?.

La abogada Margarita García diagnostica: Las organizaciones y las representantes no van a dejar el negocio, van a entrar a la negociación y van a afinar sus controles. En otros momentos, con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, propusimos al entonces secretario del Trabajo, Benito Mirón Lince, registrarlas como trabajadoras no asalariadas, no quisieron. Ahora, las que quedemos afuera de la reglamentación vamos a ser las indocumentadas, las mojadas del comercio sexual. No nos queda más que resistir.

Operativo

Viernes 9 de octubre. Nueve de la noche. Desde su rincón, los oaxacos –un grupo compacto de travestis– espían inquietos la avenida iluminada a ratos por las luces rojas y azules de las patrullas. Pero hasta ese momento la jornada parece tranquila. Algunas mujeres salen de las sombras para comentar las redadas de los días pasados. Las de la víspera fueron durísimas. Hubo cinco operativos, desde las tres de la tarde hasta las tres de la madrugada.

“A mí me subieron –dice Isabel–, pero qué crees, que ando bien mala de gripe, traía fiebre y los polis me bajaron antes de llegar a la delegación por miedo a que los fuera a contagiar”.

Míriam no tuvo esa suerte. La remitieron. La sanción por falta administrativa es de 605 pesos o 13 horas de reclusión. Tuvo que pasar la noche en las galeras. Eran 28 chicas. Ya bien tarde bajó el juez, venía tomado. Me propuso pasarme a una celda sola y satisfacerlo para dejarme salir. Lo mandé a volar. Pero estuvo fregando toda la noche.

Cuando cae una de las independientes se corre la voz. Algunas buscan cobijas y comida. Otras se van a resolver cuestiones familiares, ver por los niños que esa noche se quedarán solos, sin que su mamá vuelva a casa después de trabajar.

En otro punto, Alegría, que hace honor a su nombre con su sonrisa, bendice su suerte porque hasta ahora no ha caído. Mientras platicamos se aproximan sigilosos 15 policías uniformados de negro. Antes de poder reaccionar interrumpen la entrevista, nos rodean e intentan aislar a Alegría. Hay forcejeos y el oficial del operativo, Raúl Ruvalcaba, amenaza con remitir a la asesora de la organización, Adela, por obstrucción de la justicia. En un movimiento sincronizado, las mujeres policías nos empujan mientras dos hombres toman a la chica de los brazos, le aplican una llave y la arrastran hasta la camioneta donde unas 15 trabajadoras observan un nuevo arresto.

Minutos después, un grupo variopinto de sexoservidoras –hombres y mujeres– comparece ante el médico del turno nocturno del juzgado Cuh-2 de la delegación Cuauhtémoc. La Charo, un travesti rubio, ataviado de encajes negros, es el primero en salir. Por razones humanitarias, chula. Le expliqué al médico lo de mi operación y que traigo la bolsa de la diálisis. Me voy, preciosas, a ver si consigo aunque sea un servicio, para poder merendar.

Claudia está muy golpeada. “Cuando vi venir a los policías corrí para meterme en el hotel Américas. Ya estaba adentro cuando uno me tacleó. Me caí de cara –tiene una ceja inflamada–, y ya en el piso entre varios me patearon los brazos, las piernas. Me jalaron de los pies para arrastrarme hasta la patrulla”.

Alguien telefonea a dos aliadas del movimiento: Marta Lamas y Jesusa Rodríguez. Se mueve una orden desde el gobierno del Distrito Federal. El operativo carece de sustento jurídico porque el efecto de la queja ciudadana del representante vecinal David Mondragón prescribió la noche anterior. Hoy, por única vez y exclusivamente, vamos a dejar salir a estas personitas, resuelve el juez. A cambio pretende que firmen una hoja en blanco. Cerca de las 2 de la madrugada, finalmente salen todas.

Alegría se despide. Se va a su esquina, a ver si todavía logra un par de servicios que le permitan reponer el tiempo perdido. Claudia, que apenas puede caminar por los golpes en las piernas, se va con la abogada y la asesora al Hospital de Xoco. Con la constancia médica irá al día siguiente a levantar una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrigo Federal.

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