Bajo la Lupa
■ ¿Cómo se dice “Wall Street” en chino mandarín?
Ya habrá tiempo de detenernos a escudriñar la dimensión tóxica de los CDS (credit default swaps) –ver Bajo la Lupa 21/09/08– que, a nuestro juicio, despliegan la segunda fase, mucho más feroz que la primera (la de las subprime: hipotecas de baja calidad), del tsunami financiero en curso, pero bien vale un breviario de la prensa financiera europea al respecto.
El rotativo francés Les Echos (15/09/08) refiere la grave preocupación sobre el futuro de los CDS, mucho mayor que la quiebra bancaria de Estados Unidos. Los CDS, instrumentos financieros tóxicos cuan exóticos, no aparecen en la contabilidad normal ya que forman parte de los “derivados financieros” que operan “sobre el mostrador” (over-the-counter: OTC), como unas vulgares apuestas desreguladas entre particulares y cuya contabilidad es clandestinamente invisible (off-balance-sheet) en los piratas paraísos fiscales (off-shore). Nadie sabe, aunque suene increíble, el monto de los CDS, “espada de Damocles que pende sobre la esfera financiera”.
El famoso editorial Lex del Financial Times (23/09/08) aboga por la “limpieza (sic) de los CDS”, que define como “un mercado sobre el mostrador que permite que dos partes apuesten (¡súper-sic!) sobre la probabilidad de que una empresa incumpla sus adeudos” y cuyo monto ronda en unos antigravitatorios 90 billones de dólares, “probablemente más que el doble del excepcional crédito total en el mundo”, y seguramente, según nuestros datos, el doble del PIB global.
Lex descubre que los contratos de CDS “no se encuentran registrados en ninguna parte, sino solamente en los libros contables de los apostadores”; tampoco “se conoce el volumen real de su intercambio ni los métodos de su cotización”. Si entendemos bien, entonces los CDS constituyen un fantasma financiero, y hasta la fecha no existe terapia alguna para su captura.
¿Cómo “limpiar”, entonces, los CDS si solamente dos apostadores conocen sus alcances?
David Paterson, gobernador de Nueva York, afirmó que “la ausencia de una vigilancia reguladora es la causa principal de la pulverización de Wall Street”, en la que los “derivados financieros” habían sido su “principal contribuidor”, por lo que su estado se alistaba a su regulación (Financial Times, 23/09/08). Too late.
Existen tres últimos clavos para el féretro de las finanzas de Estados Unidos: el crac del dólar, la fuga de capitales y la captura de Wall Street por China.
El alza antigravitatoria del dólar a partir de julio fue producto de la manipulación del gobierno bushiano, en vísperas de su crucial elección presidencial. Ahora las cosas han retornado a la realidad con el rescate masivo del gobierno bushiano de su sistema financiero insolvente que ya empezó a redundar en una abrupta devaluación del billete verde, el cual representaría “la principal víctima del rescate de Hank Paulson”, a juicio de Edmund Conway –The Daily Telegraph, 22/09/08–, quien sentencia que el “paisaje económico sin duda ha cambiado para siempre (sic)”, y cuyos efectos “reverberarán durante varios años”.
El dólar “tendrá que absorber los efectos de un choque súbito en el incremento del déficit presupuestal de Estados Unidos”, comenta Conway, lo cual repercutirá en una “mayúscula caída” del dólar, que puede finiquitar el estatuto de su divisa como la moneda de reserva mundial.
Los inversionistas foráneos podrían huir en estampida cuando “se conjuga una política monetaria laxa con el déficit fiscal”, según Simon Derrick, del Bank of New York Mellon, quien juzga que un resguardo seguro serían las materias primas como el oro y el petróleo.
Edmund Conway teme que los encargados de las reservas de los bancos centrales en China y en otros lados (nota: con la ridícula excepción del tiránico Guillermo Ortiz Martínez, gobernador del Banco de México, quien dilapidó las reservas en colusión con las dos presidencias panistas y todos los Congresos priístas) tomen como justificación la devaluación del dólar para mudarse a divisas más respetables, lo que ocasionaría su “caída catastrófica, que comprometería potencialmente su estatuto como moneda de reserva mundial”.
Lo que ha perturbado mayormente a los inversionistas foráneos del “esquema Paulson” es la discrecionalidad de la Secretaría del Tesoro para “saquear (sic) el Fondo de Estabilización de Cambios, las reservas en divisas de Estados Unidos establecidas en la década de 1930, con el fin de pagar un esquema de seguro para los mercados de dinero (money market)”.
Resulta que las reservas de divisas estadunidenses “han sido comprometidas (sic) para sostener a la industria del mercado de dinero”, lo que resalta que la última preocupación del gobierno bushiano es la estabilidad del dólar, lo que para los bancos centrales de China, Asia y otros se ha vuelto una pesadilla. Como dirían en japonés: ahora sí que el Titanic hizo agua.
El “mercado de dinero” de Estados Unidos anda en 3.2 billones de dólares (Deborah Brewster, Financial Times, 23/09/08), de los que se han fugado más de 200 mil millones de dólares. No hay dinero que alcance para tapar el “agujero negro” de la sicosis financiera anglosajona.
Malcolm Moore, de The Daily Telegraph (23/09/08), asusta cuando alerta que “China está lista a comprar grandes pedazos de Wall Street”. Hasta ahora quienes han comprado pedacitos son el banco británico Barclays (por cierto, en no muy buen estado de salud), y los grupos financieros nipones Nomura (que compró la rama europea de Lehman Brothers) y Mitsubishi (que adquirió 20 por ciento de Morgan Stanley).
Chinese Investment Corp (CIC), gigante estatal que maneja fondos soberanos de riqueza, prepara su batería para capturar Wall Street y ha colocado un aviso de contratación de 30 financieros.
Malcolm Moore recuerda que CIC fue mal asesorada por los banqueros de Estados Unidos en su excursión a Blackstone y Morgan Stanley, y considera que los chinos han perdido el poco respeto que tenían a la “supuesta superioridad del sistema financiero de Estados Unidos”.
Una vulnerabilidad de China es su dotación de 1.8 billones de dólares en pletóricas reservas de divisas que serán afectadas en un escenario de crac, como consecuencia del rescate masivo del gobierno bushiano.
Malcolm Moore detalla la lista, realizada por Alex Patelis, economista de Merill Lynch, del rescate integral que hasta ahora arroja 1.5 billones de dólares. Juzga que China cometió una pésima decisión al atesorar masivas cantidades de dólares (reservas, bonos del Tesoro, Fannie y Freddie, etcétera).
En lugar de quedarse con dólares inservibles, una opción para China consistiría en comprar una parte sustancial de las acciones de Wall Street. ¿Cómo se dice “Wall Street” en chino mandarín? Cheng Jie.
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