Saturday, October 04, 2008


Increpan estudiantes a Calderón en Palacio; el EMP los lleva ante el juez



■ “¡Espurio; no hay libertad!”, le gritaron durante la entrega del Premio Nacional de la Juventud


■ Leonardo Gómez Emilsson y Marco Jiménez Santiago fueron incomunicados por elementos del Estado Mayor durante casi una hora

■ Salieron libres porque “Los Pinos no levantó cargos”

Claudia Herrera Beltrán



Cuando el presidente Felipe Calderón elogiaba a la indígena Eufrosina Cruz porque alzó la voz en su comunidad y defendió el derecho de las mujeres al voto, Andrés Leonardo Gómez Emilsson, estudiante de 18 años que había recibido de manos del mandatario el Premio Nacional de la Juventud, se puso de pie en el podio, alzó los brazos y grito: “¡espurio!”.

El Ejecutivo siguió con su discurso mientras dos elementos del Estado Mayor Presidencial se colocaban detrás del joven; uno de ellos lo tomó del brazo y le ordenó: “¡cálmate!” .

Apenas habían transcurrido unos segundos cuando Marco Jiménez Santiago, quien se encontraba entre el auditorio, exclamó: “¡no hay libertad en este país, no hay libertad!”, por lo que otros dos elementos del EMP se acercaron a él, lo tomaron del brazo y se lo llevaron, mientras Calderón advertía que a diferencia de 1968, “uno de los momentos más tristes” de la historia, ahora hay libertad y “se pueden dar espectáculos como éste.

“Hoy México, como se acaba de ver nuevamente, tiene espacios de libertad y tolerancia que entonces hubieran sido inimaginables. Tiene instituciones democrática sólidas, fundamentadas en la libertad y en la pluralidad de las ideas”, expresaba un día después de cumplirse el 40 aniversario de la matanza de Tlatelolco.

Concluida la ceremonia, 15 de los 16 premiados se tomaron la foto oficial con el Presidente. Sólo faltó Gómez Emilsson, quien obtuvo el reconocimiento de mérito académico e incluso fue el primero en recibirlo, porque en ese momento fue tomado del brazo por uno de los militares, quien le dijo: “tú te vienes conmigo”, y cuando el muchacho preguntó adónde lo llevaban, la respuesta fue: “aquí a la esquinita”.

Y fue conducido a una oficina de Palacio Nacional, donde él y el otro manifestante permanecieron incomunicados, fueron interrogados y fotografiados hasta que, finalmente, en una patrulla ambos fueron remitidos al juzgado cívico número 33, de donde salieron porque la Presidencia de la República no levantó cargos en su contra.

Pero durante casi dos horas se dio una historia de confusiones en los patios de Palacio Nacional.

El padre del galardonado, Luis Gómez, académico de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, iba de un lado a otro sin que nadie le informara el paradero de su hijo. “Aquí me voy a quedar; el Presidente está hablando de la libertad de expresión y simplemente porque mi hijo dijo que no está de acuerdo lo sacaron del acto. Me parece lamentable”, decía mientras elementos del EMP le impedían el paso y empujaban a la prensa para que no cruzara el patio central.

A esa hora, Calderón ya se había ido, lo mismo que la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, quien salió apresurada para asistir al Parlamento Infantil.

La única funcionaria presente era la directora del Instituto Mexicano de la Juventud (IMJ), Priscila Vera, quien ante las preguntas de los reporteros sólo respondía con el silencio. “Me permiten pasar”, repetía mientras buscaba escabullirse entre los reporteros, e incluso intentó alejarse del padre del alumno premiado, pero éste le dijo: “no se vaya a desaparecer, por favor... es la única que está aquí”.

Mientras tanto, en una oficina de Palacio Nacional, los elementos del EMP hacían su interrogatorio.

“Cuando me detuvieron me torcieron el brazo, me hicieron la llave y me dejaron incomunicado aproximadamente una hora y media”, refirió después Marco Jiménez.

Luego –explicó– lo llevaron al rincón de un cuarto, lo sentaron en una silla y le pidieron una credencial. “Me dijeron: ‘cómo chingados llegaste aquí. ¿Fuiste invitado?’ Yo les dije que registramos un proyecto (en el IMJ) y que nos dejaron entrar; luego pidieron la lista y se hizo un caos”, contó el joven egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Continuó su relato: “y les dije que quiénes eran, que si eran guardias presidenciales, y me dijeron ‘te vale madres’. Estaba muy nervioso y le pregunté a uno de los jefes que adónde me iban a llevar. Me dijeron: ‘te vale madres, te vamos a sacar de aquí y ahorita le hablamos a la PFP’; entonces metieron a tres guardias que no iban armados. Les preguntaba qué me iban a hacer, a dónde me llevaban, por qué me tenían detenido y ellos me contestaron: pregúntale a tu pinche conciencia”.

Siguieron las preguntas hasta que entró el otro joven. “Hicieron que me sentara y me preguntaron agresivamente dónde y por qué estoy estudiando. Yo les decía que ya tenían esa información, porque recibí el premio. Y luego me tomaron fotografías”, contaría también Gómez Emilsson.

Después de 40 minutos de no tener información sobre su hijo, Gómez finalmente entró junto con la titular del IMJ a una oficina contigua a la Puerta Mariana, y ya no fue visto salir por la prensa.

Al filo de la una de la tarde, es decir, hora y media después de que empezó todo, un funcionario de la Presidencia de la República explicó que se encontraban en “la agencia número 33 del Ministerio Público” y que en breve se emitiría un comunicado.

Desconcertados, los abuelos del joven, Ingvar Emilsson, también académico de la UNAM, y Oliva Sánchez, abordaron un taxi y fueron en busca de sus familiares.

Los encontraron en el juzgado cívico número 33, en la estación del Metro Pino Suárez, pero nadie sabía aún qué pasaría con ellos. Para entonces, Los Pinos ya había informado que no formularía cargos contra ellos.

En cuestión de minutos, los agentes del juzgado cívico les informaron que ya podían retirarse. “Hubo un desistimiento, lo cual me parece lógico, después de que los tuvieron detenidos ilegalmente”, expresó Luis Gómez.

Un comandante de nombre Raúl Olvera todavía explicó que habían violentado la Ley de Cultura Cívica. “Pero el señor Presidente giró instrucciones para que no se les sancionara, ya que el muchacho lo único que hizo fue decir su sentir”.







Estoy convencido del fraude, dice el joven que gritó espurio a Calderón



■ Leonardo Gómez Emilsson, de los más destacados en matemáticas


■ Repliqué que no hay libertad porque no soporté el cinismo: Marco Jiménez

Claudia Herrera Beltrán


Andrés Leonardo Gómez Emil- sson, el joven que gritó “¡espurio!” al presidente Felipe Calderón tras haber recibido el Premio Nacional de la Juventud por ser uno de los alumnos más destacados del país en el área de matemáticas, dice estar convencido, por estudios estadísticos, de que hubo fraude en las elecciones de 2006.

Ha ganado medallas de plata en las Olimpiadas Nacionales de Matemáticas y de bronce en las de Matemáticas de la Cuenca del Pacífico 2007; obtuvo el primer lugar en el concurso Leamos la ciencia para todos, del Fondo de Cultura Económica, y una presea internacional de bronce en la primera Olimpiada Juvenil de Ciencia, en Indonesia.

Ingresó a bachillerato con uno de los puntajes más altos

Además, obtuvo 120 aciertos –uno de los puntajes más altos– en el examen de ingreso al bachillerato, y tras estudiar un año en el Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Sur, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue seleccionado por la Asociación Mexicana pro Colegios del Mundo Unido, para ir a Noruega, donde actualmente cursa el segundo grado de bachillerato.

En entrevista, explica las razones de su inconformidad: “desde hace mucho tiempo decidí que Calderón no es mi presidente. He visto análisis estadísticos de las elecciones y es obvio que es un fraude. En fin, hay asimetrías estadísticas que son imposibles de explicar a menos que haya un fraude”.

Contó que al inicio de la ceremonia declinó saludar al michoacano. “Le dije: no te puedo dar la mano, y él me dijo: ‘ah bueno. Está bien, muchacho’, o algo así, y me tocó (la espalda)”.

Después, cuando recibió el premio de manos del Ejecutivo federal –que consiste en diploma firmado por el Presidente, una medalla, roseta de oro y 130 mil pesos–, recordó que no se dieron la mano.

Y decidió manifestar su inconformidad cuando Calderón hizo un reconocimiento a Eufrosina Cruz, quien dijo que da voz a las mujeres de Oaxaca para que puedan votar. “¿Por qué él no le dio voz a los mexicanos al convertirse en presidente; eso me estaba matando por dentro; no lo podía dejar pasar”, relató el muchacho de traje y peinado con cola de caballo, quien no imaginó lo que pasaría después, porque pensó que tenía “fuero” por ser uno de los premiados.

Gómez Emilsson pertenece además a una familia de académicos de larga trayectoria en la UNAM. Su abuelo, el geólogo Ingvar Emilsson, es coordinador de Plataformas Oceanográficas de la Coordinación de la Investigación Científica, y su padre, Luis Gómez Sánchez, economista y doctor en historia y sociología por la Universidad de París, fue candidato a la dirección de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la máxima casa de estudios, donde imparte asignaturas de sociología, además, en 2000 fue delegado en Tlalpan.

En tanto, Marco Virgilio Jiménez Santiago, quien formaba parte del público que asistió a la entrega de los premios y exclamó: “¡no hay libertad en este país!”, tiene 24 años, es “tesista” de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM e integrante del Encuentro Estudiantil Multidisciplinario Metropolitano, que presentó un proyecto de cultura democrática al Instituto Mexicano de la Juventud.

Asegura que la protesta contra Calderón fue porque “no soportaba el cinismo de los discursos y repliqué que no hay libertad”.










Jóvenes increpan a Calderón y los detiene el EMP


Daniel Lizárraga







MÉXICO, D.F., 3 de octubre (apro).- Andrés Gómez, un joven de apenas 18 años de edad, ganador del Premio Nacional de la Juventud por su alto rendimiento académico, increpó durante un acto oficial al presidente Felipe Calderón, a quien gritó: "¡Espurio!".

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Este es el blog de Andrés Gómez

Andrés, quien actualmente goza de una beca para concluir el bachillerato internacional en Oslo, Noruega, sorprendió a los miembros del Estado Mayor Presidencial (EMP) cuando se levantó de su silla, colocada entre los invitados especiales, en la zona de los galardonados, para interrumpir el discurso del mandatario.

Justo cuando Calderón llegaba a la parte más intensa de su discurso, cuando le brindaba todo su respaldo a la indígena Eufrosina Cruz, a quien le arrebataron el triunfo electoral en el municipio de Quiegolani, Oaxaca, sólo por ser mujer, el sonoro grito del joven bachiller hizo que los invitados a la ceremonia en Palacio Nacional fijaran la mirada en su delgada figura, enfundada en un sencillo traje negro, y en su larga cabellera pelirroja.

"Que quien se niega a reconocer sus derechos -comentaba Calderón refiriéndose Eufrosina- y el de tu gente, el de las mujeres en su comunidad, no puede permanecer impune. Por eso cuenta con nuestro apoyo, por la dignidad humana, por la de las mujeres indígenas, por la democracia (...)"

En el momento en que pronunció la palabra "democracia" vino el grito de Andrés. Estaba de pie. Cuando dijo "¡Espurio!", señaló con el índice derecho al mandatario.

Sorprendido, Calderón detuvo la lectura de su discurso unos cuantos segundos, miró de reojo al joven y entonces improvisó las siguientes líneas:

"Nuestro país necesita mexicanos como ustedes, que puedan hablar con toda libertad, expresarse con cualquier tipo de mecanismos pacíficos. Y creo que es lo que marca nuestro país, precisamente, en el presente, a diferencia de lo que ocurría no hace muchos años, hace 40 años, donde por cierto muchos de quienes ahora no reconocen o recriminan al gobierno federal participaban en aquel régimen autoritario. Hoy hace 40 años no había libertad. Hoy tenemos libertad. Hoy tenemos instituciones democráticas que pueden tener espectáculos como éste (...)"

Cuando Felipe Calderón disertaba sobre la libertad, uno de los invitados a la ceremonia, Mario Virgilio Santiago Jiménez, también se levantó y lo cuestionó: "¿Cuál libertad? No hay libertad". Desde el templete, Andrés Gómez permanecía de pie, agitando la mano derecha y diciendo: "No, no, eso no es cierto".

Los miembros del EMP rodearon a Mario Virgilio aprovechando que éste no ocupaba un lugar en los sitios de honor y lo sacaron en vilo del Patio Central de Palacio Nacional. Dos elementos del Ejército, del grupo que permanece siempre cuidando las espaldas del Calderón, rodeó a Andrés Gómez.

Cuando el mandatario concluyó el discurso, de inmediato tomaron al joven por la espalda y lo obligaron a bajar, impidiendo que se acercara a Calderón. El resto de los galardonados se tomó la foto oficial con el mandatario.

Los dos estudiantes, el segundo de ellos perteneciente a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, fueron remitidos a la agencia del Ministerio Público 33, donde permanecieron poco tiempo, ya que la Presidencia no presentó cargos en su contra.











Grave, que el gobierno trate como criminales a personas críticas: ONG




■ La libertad de expresión es un derecho internacional, señala Edgar Cortez

Emir Olivares

La detención de dos jóvenes que se manifestaron en contra de Felipe Calderón durante un acto oficial se inscribe en la práctica de la criminalización de la protesta social que ha emprendido el actual gobierno, además de que vulnera la libertad de expresión de los estudiantes, derecho internacional que México está obligado a cumplir, consideraron defensores de derechos humanos.

“Es una actitud grave” de la administración federal, lo que “demuestra signos de incapacidad para reconocer que en el país existen puntos de vista diferentes al oficial”, consideró Edgar Cortez, secretario ejecutivo de la Red Todos los Derechos para Todos.

Señaló que la detención de Andrés Leonardo Gómez, de 18 años, quien fue destacado estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades (plantel sur) de la Universidad Nacional Autónoma de México, y de Marco Virgilio Jiménez Santiago, de 24 años, tesista de la carrera de Historia en la Facultad de Filosofía de la máxima casa de estudios, denota una “actitud grave, pues se da trato de delincuentes a personas críticas y con posiciones distintas a la oficial. Es una acción que se inscribe en la garantía del derecho a la libertad de expresión y de manifestación”.

El activista refirió que no existe delito qué fincar a los dos universitarios, por lo que no había razón para detenerlos, y menos aún para presentarlos ante el Ministerio Público local. “Fue una acción de intimidación para los disidentes a la postura oficial. El derecho de libertad de expresión no se sujeta a actos oficiales ni a la investidura presidencial”.

En tanto, Brisa Maya, directora del Centro Nacional de Comunicación Social, señaló que la detención de ambos jóvenes fue una acción que atentó contra la libertad de expresión de los universitarios y demostró que el gobierno de Calderón “no responde a un estado de derecho democrático” al tratar de sancionar a quienes tienen un punto de vista contrario.

Remarcó que la actitud de los jóvenes “es reflejo del enojo de un sector de la población ante la decisión electoral de 2006 (que dio un cuestionado triunfo a Calderón). Es una herida que no ha sanado y el gobierno federal no acaba de entender que esto no es fácil de olvidar”.

Alejandro Juárez, de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, consideró que fue un “acto de censura debido a que se remitió ante una autoridad a los jóvenes como si en verdad hubieran cometido un delito. Éstos sólo expresaron una opinión política que no constituye ningún delito ni infracción ante los ordenamientos legales”. Sin embargo, señaló que no podría considerarse como criminalización de la protesta.

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