Tuesday, June 30, 2009


Votar ¿por la izquierda?

Última llamada

Calderón y sus honduras

Julio Hernández López

Los desfiguros que han acabado haciendo las presuntas opciones electorales de izquierda no son más que una manifestación maloliente de una putrefacción largamente cultivada. A título de pragmatismos cuasi religiosos que acaban siendo coartada de una eterna comprensibilidad amable (no es tiempo para las críticas, no hay que darle balas al enemigo), lo que habrá de ser llamada izquierda mexicana (Izquimex, para recurrir a una abreviatura de aire entre medicinal y paraestatal) ha transitado con dificultades entre siglas presuntamente mágicas (la más reciente, el PRD) y líderes de esperadas virtudes salvíficas (el subcomandante Marcos, Cuauhtémoc Cárdenas y, actualmente, Andrés Manuel López Obrador, todos, en su momento, intocables, exentos de cuestionamientos, muchas veces defendidos sólo por ser ellos, con fanatismo luego convertido en acritud y decepción), posponiendo siempre el análisis profundo de su realidad, eludiendo la obligación intelectual de la autocrítica y cargando la tinta de las ilusiones en las presuntas virtudes sublimes de los caudillos de la hora, de los escudos y colores preferidos, de los planes genéricos y similares.


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Felipe Calderón, durante la reunión extraordinaria del Grupo de Río, ayer en la ciudad de Managua. Junto al michoacano, los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega; de Cuba, Raúl Castro; de Venezuela, Hugo Chávez, y de Ecuador, Rafael CorreaFoto Notimex

Los desfiguros que han acabado haciendo las presuntas opciones electorales de izquierda no son más que una manifestación maloliente de una putrefacción largamente cultivada. A título de pragmatismos cuasi religiosos que acaban siendo coartada de una eterna comprensibilidad amable (no es tiempo para las críticas, no hay que darle balas al enemigo), lo que habrá de ser llamada izquierda mexicana (Izquimex, para recurrir a una abreviatura de aire entre medicinal y paraestatal) ha transitado con dificultades entre siglas presuntamente mágicas (la más reciente, el PRD) y líderes de esperadas virtudes salvíficas (el subcomandante Marcos, Cuauhtémoc Cárdenas y, actualmente, Andrés Manuel López Obrador, todos, en su momento, intocables, exentos de cuestionamientos, muchas veces defendidos sólo por ser ellos, con fanatismo luego convertido en acritud y decepción), posponiendo siempre el análisis profundo de su realidad, eludiendo la obligación intelectual de la autocrítica y cargando la tinta de las ilusiones en las presuntas virtudes sublimes de los caudillos de la hora, de los escudos y colores preferidos, de los planes genéricos y similares.

Llegado México a niveles extremos de descomposición, asomando incluso en el horizonte la mecha de la inconformidad social sin salidas ni esperanza, poco ofrece de verdad la lucha electoral de la Izquimex frente a la barbarie diariamente en avance que fabrica la derecha rapaz y violenta. No se hablará aquí de la farsa oportunista y con cuerda oficialista del partido que antes fue del Mercado y ahora pretende ser Social Demócrata. Lo medianamente rescatable está entre las estructuras variopintas de lo que ha sido el PRD y las expectativas sociales del movimiento lopezobradorista. Pero esas posibilidades no tienen hoy salida electoral confiable en lo general sino a partir de destellos personales (el ejemplo de compromiso cívico de Laura Esquivel y la toma de posición pública de Guadalupe Loaeza, por ejemplo, en el PRD, o la lucha de candidatos a diputados federales del PT en Iztapalapa, como Jaime Cárdenas y Mario di Costanzo), con una gran carga de desconfianza respecto a las estructuras alternas (los partidos dirigidos en los hechos por Alberto Anaya y Dante Delgado) y la evidencia de que no se tiene mayor proyecto político y social que el recurso de las elecciones y el entretenimiento eterno del tejido y rotura de alianzas, de la grilla electorera, del agotamiento en lo inmediato.

Ésta será la última vez que concurran a las urnas los miembros del ente difuso denominable Izquimex bajo las actuales conformaciones partidistas. López Obrador está obligado a presentar una propuesta de cambio y esperanza reales que rescate e incluya al perredismo no enchuchado y dé viabilidad al movimiento social no necesariamente partidista que ha resistido al calderonismo. El tic tac histórico obliga a redefiniciones profundas. Lo (más) importante comienza el próximo 6 de julio.

Astillas

A pesar de su origen y esencia, Felipe Calderón se colocó en el lado correcto respecto a la crisis hondureña, pues su administración abrió las puertas a la canciller del gobierno de Manuel Zelaya y el propio F.C. viajó a las reuniones de Nicaragua en las que se acordaron formas de presión para restituir en su cargo a la oveja (muy) descarriada de la derecha de Honduras. Es posible que la brújula de Los Pinos haya tomado rápida nota de que Estados Unidos no estaba promoviendo el golpe de Estado y que el nuevo estilo Obama no permitiría ser afeado con complicidades golpistas. Lo cierto es que aun cuando Calderón es una notabilísima excepción derechista militarizada en Latinoamérica, fue y se metió en el rejuego del izquierdismo de diversos grados que campea presidencialmente en la región...

El cantante de Café Tacvba, Rubén Albarrán (uno de sus muchos nombres ficticios, aunque éste sea el verdadero), explicó a los salvadoreños que hubo de suspenderse un concierto en fechas pasadas porque en México se dieron, con motivo de la influenza magnificada, movidas políticas para implementar el caos como forma de control y distraer a la opinión pública; esas movidas, explicó, buscaron reactivar economías, en un contexto en el que hubo mucho juego de poder, sucio y turbulento. A la salud de tan preclaras palabras del principal voceador tacvbo (que entre muchas otras formas se ha hecho llamar Pinche Juan, Nrü, Élfego Buendía y Rita Cantalagua), la sinfonola del Astillero desvelado hará sonar Esa noche...

Arturo Herrera, quien fue secretario de finanzas del gobierno del Distrito Federal de 2003 a 2006 y actualmente trabaja en la banca privada, escribió en la sección Tribuna del diario español El País un artículo titulado El buen juez por su casa empieza: los sueldos del Supremo en México, en uno de cuyos párrafos establece lo siguiente: Sólo para efectos comparativos baste decir que en Estados Unidos los ministros de la Corte ganan 208 mil dólares anuales, es decir 40 por ciento menos que los mexicanos. Pero si corregimos lo que los economistas llamamos el poder de paridad de compra (es decir, el costo de la vida, el cual por supuesto es mayor en Washington DC que en la ciudad de México) entonces el salario de los ministros mexicanos sería equivalente a ¡527 mil dólares! 2.5 veces el de sus homólogos del norte...

Corazón Rodríguez propone que al hablar aquí de Antes de Calderón y Después de Calderón se use en minúscula la segunda parte de las siglas: A.c. y D.c...

Y, mientras hoy, a nombre de sus compañeros que no pudieron hacer el viaje, tres padres de víctimas de la guardería ABC solicitan a la Suprema Corta de Justicia que se encargue de hacer las investigaciones sobre aquella tragedia, porque dudan de la imparcialidad de las procuradurías estatal y federal de justicia, ¡hasta mañana, viendo cómo siguen produciéndose confusos incidentes de nota roja política en zonas electoralmente adversas al PAN (ayer, en Guerrero, con el incendio de la camioneta de un candidato blanquiazul a diputado)!

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