Tuesday, July 28, 2009


Documentar la memoria

Recorte y confección

A duras penas, 2 por ciento

Carlos Fernández-Vega

En las recetas fondomonetaristas y la práctica de recortar permanentemente el gasto público, los últimos cuatro inquilinos de Los Pinos creyeron encontrar la piedra filosofal para alcanzar el desarrollo nacional. Y tijera en ristre actuaron en consecuencia: Recortemos, por el bien de la patria. Casi 30 años después, el resultado ha sido desastroso, y el maltrecho jinete en turno –el obediente hijo desobediente– va por el mismo camino.

Recortar, según el Diccionario de la Lengua Española, significa cercenar lo que sobra de algo. Lo paradójico del caso que nos ocupa es que siendo el gasto público notoriamente insuficiente para atender las urgencias nacionales, los cinco inquilinos de Los Pinos dicen creer en aquello de la piedra filosofal, a pesar de que en los hechos son los responsables del periodo histórico (1983-2009) con menor crecimiento económico y nulo desarrollo en el México institucionalizado.

Ahorros por aquí, guardaditos por allá y recortes a diestra y siniestra han sido la constante en las últimas tres décadas, mientras el país cae, cae y cae, y su población junto a él. Eso sí, nunca, por ningún motivo, hablan de recortar, sino de ajustar el presupuesto, y entre ajuste y ajuste han hecho la hombrada de que México crezca menos que Haití, que en ese sentido la economía mexicana ocupe la última posición en América latina y que en 2009 se coloque, si bien va, en el escalón número 141 de 152 posibles en el ámbito internacional. Pero no quitan el dedo del renglón, y el doctor Carstens recién anuncia otro ajuste presupuestal, que volverá a pasar factura al bienestar de los heroicos sobrevivientes de esta nación.

Tras el hallazgo de la piedra filosofal, según su propia presunción, ha sido tal el éxito del taller gubernamental de recorte y confección, que la tasa promedio anual de crecimiento económico en casi 30 años a duras penas, con esfuerzo sobrehumano, llegaría a 2 por ciento, una proporción tres veces menor a la que México registró antes del susodicho descubrimiento de tan preciada roca.

Entre los resultados evidentes de la fábrica neoliberal y sus cinco gerentes destaca el voluminoso ejército de pobres, al cual, paradójicamente, las recetas fondomonetaristas y la política de recorte presupuestal amenazaban con reducir a su mínima expresión en unos cuantos años. Al cierre de 2008, más de 50 millones de mexicanos (según información oficial; 80 millones de acuerdo con cifras más certeras) se mantienen en espera de que la alquimia gubernamental les aporte algún resultado. En vía de mientras, deberán renovar su esperanza y esperar a diciembre de 2012, porque Calderón va que vuela para sumarse al ya grueso inventario de sexenios perdidos en lo que ha desarrollo se refiere, como en tantas otras cosas.

Los cinco gerentes, palabras más o menos, han dicho lo mismo para justificar su recetario y sus consecuentes recortes presupuestales. Para documentar la memoria, va un breve paseo por la retórica neoliberal, en el entendido de que los resultados son por todos sobradamente conocidos y padecidos. Comienza con Miguel de la Madrid, para quien el combate de la crisis requería un ajuste económico drástico, que inevitablemente tendría un costo social, pero hubiese sido mucho mayor y mucho más doloroso si el gobierno no hubiese tomado la iniciativa. Ello podría haber conducido a una situación de caos y retroceso. Estos ajustes son dolorosos, pero necesarios para evitar nuevos desequilibrios en las finanzas públicas. Había que tomar medidas duras, a veces amargas, pero necesarias. El desafío, instrumentar estas medidas con equidad para distribuir con justicia el costo social del ajuste, evitando que el peso del combate a la crisis recayera sobre los grupos más desfavorecidos.

Y el modernizador de México, Carlos Salinas de Gortari, festejaba: “Pocos países han realizado un ajuste de tal magnitud en unos cuantos años. Con todo, constituimos ya un México diferente que empieza a cosechar la siembra de su propia transformación. Los mexicanos (…) sabemos que las cosas se hacen ya de manera diferente y que esos cambios toman tiempo y pasan por ajustes que significarán, más pronto que tarde, bienestar para todos, mayores espacios de libertad y democracia, de respeto y esperanza. Así me lo han dicho los miles de compatriotas con los que he dialogado en mis giras semanales por el interior del país. Así lo ratifican las encuestas de opinión a nivel nacional y regional… Estos resultados sientan las bases para dar un paso definitivo a la estabilidad… La reforma nos permite una nueva perspectiva económica, sin agobio de deuda, inflación o déficit; un nuevo horizonte de equidad social, sin iniquidades crecientes”.

Mister Fobaproa, Ernesto Zedillo, celebraba: “Entre más rápido crezca la economía, más pronto se podrán alcanzar las metas para el bienestar social. Por eso, la política económica de esta administración ha tenido el propósito de alcanzar y preservar las condiciones que permitan a la economía nacional no sólo crecer en el corto plazo, sino hacerlo firmemente a lo largo del tiempo… En los tres ajustes (presupuestales en 1998) prevaleció el criterio de afectar en la menor medida posible el gasto social, lo que afortunadamente ha permitido mantener vigentes las principales metas de los programas en apoyo de quienes más lo necesitan. De no habernos ajustado ahora suficiente y oportunamente a las nuevas circunstancias, más pronto que tarde habríamos pagado un costo mucho mayor en términos de pérdida de crecimiento económico y empleo, inflación e inestabilidad financiera. Dejaremos atrás los traumas económicos que se han dado alrededor del cambio sexenal de gobierno desde hace casi un cuarto de siglo”.

El de las ideas cortas y la lengua larga, Vicente Fox, aseguraba que “hemos promovido la convergencia de las políticas económica y social, como la base para construir una sociedad más justa y humana. Sin crecimiento económico, no hay desarrollo humano. El compromiso de mi gobierno es con todas las mexicanas y mexicanos, pero especialmente con quienes viven en la pobreza y en la marginación. Nuestro objetivo es incorporar plenamente y pronto, a todos los marginados y marginadas al proceso de desarrollo, de tal manera que su nivel de vida no dependa de programas asistenciales. Este gobierno no dispensa privilegios; su desempeño está guiado por la legalidad… Este es un gobierno con las manos limpias” (lo dijo primero él).

Y Calderón, lo mismo, pero con acento michoacano.

Las rebanadas del pastel

Resultado: 2 por ciento de crecimiento anual promedio y más de 50 millones de pobres.



Van 6 millones de pobres más en dos años

Poder adquisitivo, por los suelos

Carlos Fernández-Vega

Menos empleo, pérdida del poder adquisitivo del salario e incremento en los precios de los alimentos de la canasta básica son causas definidas en el aumento de los niveles de pobreza en el país, y el costo concreto se traduce en 6 millones adicionales de pobres en sólo dos años (algo así como 8 mil 200 por día en ese lapso). Los precios de los productos incluidos en la canasta básica crecen a un ritmo mayor que los de la inflación general, mientras los salarios caen o, en el mejor de los casos, no reportan aumentos reales.

La canasta básica que considera el Banco de México se compone por 80 bienes y servicios agrupados en siete categorías: alimentos, bebidas y tabaco; vivienda; muebles, aparatos y accesorios domésticos; salud y cuidado personal; transporte; y educación y esparcimiento, cuyos precios, en la mayoría de los casos, holgadamente superaron la inflación general, con lo que ni por aproximación el grueso de los mexicanos puede darse el lujo de vivir mejor, como reza la propaganda oficial.

Este panorama, si bien reforzado con la presencia del catarrito, no se limita al último par de años, y de ello da cuenta el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, por medio de su análisis La evolución de los precios de la canasta básica y su impacto en los salarios y el empleo, el cual subraya que a pesar de que la inflación mostró una tendencia a la baja hasta 2006, a partir de 2007 se observó un repunte de la misma. En estos últimos años se aprecia que el precio de los bienes de la canasta básica han mostrado un mayor incremento que el del índice general; situación que se explica, en parte, por el incremento en los precios internacionales de las materias primas y los energéticos, además de la volatilidad observada recientemente en el tipo de cambio. Algunos de los bienes y servicios que componen la canasta básica y cuyos precios se incrementaron significativamente en el periodo 2000-2008 fueron: electricidad; aceites y grasas vegetales comestibles; gas doméstico; tortilla de maíz, y anticonceptivos y hormonales. En tanto que los bienes que observaron una reducción de su precio en ese periodo fueron: el servicio telefónico local y el de larga distancia nacional; los focos y las planchas eléctricas.

El impacto del aumento de los precios de la canasta básica en los salarios se observa a través de las variaciones del poder adquisitivo, esto es, en el incremento o reducción del salario real que es el valor que resulta de dividir el salario nominal entre el índice de precios; representa la cantidad de bienes que un trabajador puede adquirir con su salario y corresponde a su poder adquisitivo, es decir, la cantidad de compra de bienes y servicios que tienen los individuos a través de los sueldos y salarios que perciben.

Los salarios nominales han venido mostrando una tendencia al alza, aunque se observa que el salario mínimo general ha crecido menos que el salario medio de cotización al IMSS; entre 2000 y 2008, la tasa de crecimiento promedio anual del salario mínimo general fue de 4.73 por ciento, en tanto que la tasa de crecimiento del salario medio de cotización al IMSS fue de 6.85 por ciento.

En el periodo 2000-2008 se observa que el salario mínimo general perdió su poder adquisitivo con relación a la canasta básica; en tanto que el salario medio de cotización al IMSS incrementó su poder de compra, aunque en los últimos años se mantuvo casi constante, lo que se explica por el mayor incremento que registraron los componentes del salario medio nominal de cotización del IMSS en comparación con el salario mínimo general. De enero de 2008 a marzo de 2009 los componentes del salario medio de cotización al IMSS presentaron variaciones mixtas.

Así, mientras en diciembre de 2003 un salario mínimo general compraba 9.440 kilogramos de tortillas en el supermercado, para abril de 2009 con dicho salario sólo alcanzaba para adquirir 7.710 kilogramos, lo que implicó una pérdida de 1.730 kilogramos de tortilla, equivalente a una caída superior a 18 por ciento. En el caso del arroz Morelos, la cantidad comprada pasó de 6.590 a 3.350 kilogramos, con lo cual se dejaron de adquirir 3.250 kilogramos de arroz en el periodo señalado, es decir, una baja cercana a 50 por ciento. Mientras que en diciembre de 2003 se compraba 4.350 kilogramos de frijol negro, en abril de 2009 sólo se alcanzó a comprar 2.390 kilogramos con un mini salario, lo que implicó una pérdida de 1.960 kilogramos de dicho producto (45 por ciento menos). Casos similares se registran en alimentos como pollo entero, carne de cerdo y res, aceite, huevo rojo y sardina.

Por lo que toca al empleo, se observa que entre el cierre de 2000 y el cierre del primer trimestre de 2009 la población económicamente activa se incrementó en 5 millones 878 mil 832 personas, de las cuales 46.41 por ciento se ubicó en el sector formal, 30.23 por ciento en el informal y el restante 23.36 por ciento en la desocupación. El aumento en el número de trabajadores permanentes y eventuales urbanos asegurados en el Instituto Mexicano del Seguro Social en el lapso referido fue de un millón 494 mil 114 personas, lo que representó una cobertura de sólo 25.42 por ciento del incremento de la PEA.

Para el cierre de 2008 había un total de 14.17 millones de trabajadores asegurados en el IMSS. En ese periodo, la tasa de crecimiento promedio anual de trabajadores registrados en el IMSS fue de 1.60 por ciento; para el caso de los permanentes, de 1.40 por ciento, y para los eventuales urbanos, de 3.44 por ciento. Al concluir el primer semestre de 2009 ese total se redujo a 13.87 millones (307 mil menos que en diciembre de 2008). Además, indica, en el periodo 2000-2009 se observa un cambio en la estructura del mercado laboral: cada vez gana mayor participación la contratación eventual que, generalmente, se caracteriza por inestabilidad en el lugar de trabajo, salarios reducidos y bajas o nulas prestaciones y acceso a la seguridad social. La fuerza laboral se encuentra en un proceso de concentración en el sector de los servicios, en tanto que la ocupada en el sector industrial ha venido reduciendo su participación, mientras la ocupada en el sector agropecuario casi se mantiene constante. En síntesis, avanza el desempleo y la ocupación en el sector informal, al tiempo que se reduce la ocupación en el sector formal.

Las rebanadas del pastel

Pero qué más da, si la crisis se supera con PAN, circo y ratoncitos verdes.



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