Marcial Maciel: la verdad es peligrosa
RODRIGO VERA
Para el psicoanalista e investigador de la UNAM Fernando M. González, autor del libro La Iglesia del silencio: de mártires y pederastas, los pactos tácitos de la jerarquía católica y entre sus órdenes impedirán que la comisión nombrada por el Papa Benedicto XVI llegue al fondo de las transgresiones cometidas por el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. Entre los riesgos que evitarán está, por ejemplo, el de involucrar al entonces cardenal Joseph Ratzinger en la protección de que gozó Marcial Maciel durante el papado de Juan Pablo II.
La cúpula de los Legionarios de Cristo, encabezada por el sacerdote mexicano Álvaro Corcuera, corre el riesgo de ser completamente destituida por el Papa Benedicto XVI cuando concluya la auditoría que realiza el Vaticano a esa congregación debido, entre otras razones, a las acusaciones en su contra por proteger a una red de sacerdotes pederastas.
A esta conclusión llega el investigador Fernando M. González, autor del libro La Iglesia del silencio: de mártires y pederastas, en el que aborda la embestida papal contra la congregación fundada por Marcial Maciel.
“Lo más probable es que, al concluir la investigación, el Vaticano destituya a la cúpula dirigente de los Legionarios para que la nueva dirigencia se encargue de ir limpiando lentamente la institución”, asegura González.
–La cúpula actual es encabezada por mexicanos. ¿Es conveniente que siga siendo mexicana?
–Lo más adecuado es que empiece a variar, y entre gente más fresca, menos cómplice del pasado. Por ejemplo, cuando se abrieron los archivos de la KGB, el pasado de la Unión Soviética quedó totalmente incierto. Igual sucede aquí; con la actual condena a Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios, el pasado de la congregación también queda totalmente incierto, ya no digamos su futuro. De manera que, si quiere sobrevivir esa institución, hay cosas que no deben seguir ocurriendo en ella.
El investigador considera “cómplices” de Maciel a Álvaro Corcuera, el actual director general de la Legión; a Luis Garza Medina, su vicario general, y a Cristóforo Fernández, procurador general, todos ellos mexicanos y puestos por Maciel en la dirigencia de la congregación.
Agrega Fernando M. González: “En las pesquisas seguramente saldrán a relucir sus complicidades con Maciel. El Vaticano bien podría decirles a los tres: ‘Van para afuera, porque ustedes sabían sobre las redes de pederastia y sin embargo callaron’. Cristóforo, por ejemplo, fue efebo de Maciel y además le conseguía menores de edad para que abusara de ellos. Y sin embargo ahí sigue, como tercero en la jerarquía”.
De Álvaro Corcuera, descendiente de una conservadora familia tapatía, se dice que sufrió abuso sexual de Maciel, quien luego, en enero de 2005, lo designó sucesor suyo (Proceso 1474).
En su discurso de aceptación del cargo, pronunciado el 23 de enero de ese año, Corcuera lo dejó claro: “Quiero manifestar mi deseo de proseguir en la misma estrecha fidelidad al carisma de la congregación y a la persona del fundador. Y continuar la obra por él iniciada al servicio de la Iglesia”.
Pese a que en ese tiempo Maciel llevaba ya años de ser acusado de pederastia y adicción a las drogas, nadie imaginaba entonces que Benedicto XVI lo castigaría a él y a su congregación.
La estrategia papal se inició en mayo de 2006, cuando condenó al ostracismo a Marcial Maciel, y continuó en 2007, al quitarle a los miembros de la orden los llamados “votos privados” que les prohibían criticar los actos de su fundador, quien murió en enero de 2008.
En febrero pasado, el Vaticano obligó a los Legionarios de Cristo a que revelaran públicamente que Maciel tuvo una hija y llevaba una “doble vida”. Y tres meses después, en mayo, se anunció que los Legionarios serían investigados por una comisión de cinco visitadores apostólicos. Estas auditorías son intervenciones pontificias que se realizan cuando hay fallas o situaciones anómalas en una orden.
Dicha comisión está integrada por el mexicano Ricardo Watty, obispo de Tepic y miembro de la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo; Charles Joseph Chaput, arzobispo de Denver, Estados Unidos; Giuseppe Versaldi, obispo de Alejandría, Italia; Ricardo Ezzati Andrello, arzobispo de Concepción, Chile, y Ricardo Blázquez Pérez, obispo de Bilbao, España.
La comisión empezó a trabajar el pasado miércoles 15. Cada uno de sus miembros se ocupa de auscultar a las instituciones de la Legión por zonas geográficas. Al mexicano Watty le tocó México y Centroamérica. Revisan los estatutos y las reglas de la congregación, sus desviaciones de los principios elementales de la fe, la administración de sus recursos económicos.
Psicoanalista e investigador titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Fernando M. González, comenta:
“La comisión tiene muchas posibilidades de avanzar en sus pesquisas, muchísimas y por varios lados. Pero lo sustancial no es el nombramiento de la comisión, sino hasta dónde está dispuesta a llegar. En este momento es difícil predecirlo, pues va a depender de varias negociaciones.”
–¿Cómo cuáles?
–Bueno, pongo el caso del único mexicano en la comisión, monseñor Ricardo Watty. Aparte de obispo, él es un religioso que pertenece a la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo. Y no olvidemos que todas las congregaciones, al igual que los Legionarios, tienen a sus pederastas, a sus religiosos con mujer y a sus homosexuales con sus parejas. Por ese motivo, hay entre ellas una especie de Omertá: “Yo te cubro a tus pederastas y tú me cubres a los míos”. Hay pactos entre ellas. Así opera la estructura eclesiástica.
“¿Se atreverá monseñor Watty a denunciar las redes de pederastas de la Legión de Cristo, que es mucho más poderosa que su congregación? Ese es el punto. Watty la tiene muy difícil, pues los Legionarios también pueden denunciar las desviaciones de los Misioneros del Espíritu Santo. Watty y los otros miembros de la comisión tendrán que llegar a las negociaciones para luego saber qué van a decir y qué van a callar. Ese es el problema de las famosas comisiones.”
La verdad negociada
Entrevistado en las oficinas de Tusquets Editores, que acaba de publicar su libro La Iglesia del silencio –en el que analiza el contraste entre el ocultamiento de la pederastia y la exaltación del martirio dentro de la Iglesia católica mexicana–, González sostiene que la red de complicidades se extiende hasta la curia romana:
“Para poder serlo, un sacerdote pederasta depende siempre de una relación social. Y Marcial Maciel durante más de 50 años estuvo protegido por tres instancias vaticanas: la Sagrada Congregación de Religiosos, la Sagrada Congregación de la Fe y la Secretaría de Estado. Hasta el Papa Juan Pablo II lo protegió. Tuvo cómplices. Y las investigaciones deberían incluir a los cómplices.”
–Pero el actual Papa, su acusador, estuvo a cargo de la Congregación de la Fe durante el pontificado de Juan Pablo II.
–Sí, pero en ese tiempo Joseph Ratzinger también protegió a Maciel, bloqueando las denuncias en su contra que le llegaban a la Congregación de la Fe, bajo el argumento de que Maciel aportaba muchos bienes a la Iglesia. Eso dijo cuando se le entregó una carta en la que el padre Alberto Athié denunció a Maciel. ¿Por qué cambió ahora Ratzinger? ¿Qué pasó ahí? No lo sé.
“Lo cierto es que, en su estrategia actual, Ratzinger convertido en Papa empezó por eliminar primero a Maciel como se elimina a un tumor canceroso que se quita del resto del cuerpo. Esa fue su sentencia de 2006. Viene hoy el corte quirúrgico a la Legión. Un corte perfecto del cirujano Ratzinger. Eso sí, sin implicar para nada a las congregaciones vaticanas, como diciendo: ‘Nosotros nada tuvimos que ver, no somos cómplices de nada’, cuando fueron cómplices de todo.”
El investigador hace notar que, hasta el momento, los Legionarios no han admitido la pederastia ni la fuerte adicción a las drogas de su fundador, por lo que la comisión podría indagar ambas conductas:
“Los Legionarios siguen sin admitir la pederastia y la toxicomanía de Marcial Maciel. Esas dos facetas se dieron a intramuros de la congregación durante muchos años y con la complicidad de muchos legionarios, de manera que eso no puede demostrarse más que con testimonios de las víctimas. Y es testimonio contra testimonio. De ahí que sigan como si nada hubiera pasado.
“En cambio, se vieron obligados a aceptar que, por lo menos, Maciel tuvo una hija, dejando abierta la posibilidad de que tuvo más hijos. Y eso porque, según versiones, la hija y la madre se presentaron directamente en la Secretaría de Estado y presionaron para que se hiciera pública su situación. A la Legión no le quedó otra salida que admitir lo que ya no podía ocultar: que tiene una hija radicada en Madrid, España, producto de sus amoríos, se dice, con una mujer mexicana.”
Y aunque trataron de aparentar que no se habían enterado, porque esa relación se desarrolló fuera de las instalaciones de la orden, enfatiza el investigador, los dirigentes de los legionarios la conocían y la ocultaron por años. Si ahora admiten sólo el caso de la hija es porque adoptan lo que él llama “la estrategia de la vacuna: saco esto para no sacar lo otro, acepto una de las partes para poder silenciar la más contundente”, la pederastia.
“Lo último que están dispuestos a aceptar –reitera– es la pederastia, pues si lo hacen tendrán que admitir la existencia de toda la red de pederastas dentro de la institución, y también en sus escuelas, en complicidad con los laicos. Por ahí puede avanzar la comisión investigadora.
“Lo mismo puede avanzar por el lado de la toxicomanía de Maciel. Sobre este punto hay denuncias que desde 1952 están en el Archivo Secreto Vaticano. Existen testimonios de un Marcial Maciel que caía en el hospital totalmente drogado, está el informe de un farmacéutico enviado a la Congregación de Religiosos, entre otros casos.”
–Algunos exlegionarios suponen incluso que Maciel era un narcotraficante en los años cincuenta, que con el dinero de la droga impulsó a la Legión.
–Sí, hay esas especulaciones, sobre todo la versión de que por entonces solía viajar con aquel famoso maletín de piel de cocodrilo que tenía doble fondo. Se dice que ahí transportaba un polvo blanco. Cuando llegaba al aeropuerto de Nueva York les decía a sus jóvenes acompañantes: “Muchachos, carguen mi maletín, yo los espero afuera”. Está la anécdota de que, en una ocasión, en el aeropuerto se abrió el maletín y el polvo blanco se desparramó. Marcial intervino diciendo: “Es polvo de yeso para fabricar santos”. Y la libró gracias a que lo vieron vestido de sotana. Pero estos testimonios no comprueban que traficaba droga. No sabemos si la comisión aclare el asunto.
–¿Entonces la comisión no está obligada a tocar fondo?
–Solamente en teoría. Las negociaciones pueden neutralizarla en buena medida. Después, cada uno de sus cinco miembros elaborará su informe secreto. Lo entregarán directamente a la Secretaría de Estado y a la Congregación de Religiosos, y éstas a su vez evaluarán conjuntamente qué decir y qué callar, ya que, en su estructura, la Iglesia está marcada por el silencio y el secreto. Por eso el título de mi libro es La Iglesia del silencio.
–Pero aquí cuenta mucho la disposición papal. ¿Cuál es su actual actitud ante los Legionarios como institución?
–Tiene a la Legión en la mira, pero no creo que se aviente el boleto de eliminarla sin más, pues le aporta muchas ventajas económicas y políticas. Los Legionarios mandan dinerales al Vaticano. Al crear esta comisión, el Papa intenta más bien lanzar un mensaje simbólico a las demás congregaciones para decirles que su política es de tolerancia cero. Eso sí, castigará en cierta medida a los Legionarios, pero será un castigo muy acotado. No llegará al fondo de las complicidades con Maciel, porque él mismo saldría involucrado.
–¿Qué podrá hacer para dar la impresión de que fueron efectivas las pesquisas de su comisión investigadora?
–Insisto: quitar a la cúpula de los Legionarios, acusarla de complicidad con Maciel. Será otro de sus cercenamientos de cirujano. Principalmente, irán para afuera Álvaro Corcuera, Luis Garza y Cristóforo Fernández, las tres cabezas centrales impuestas por Maciel. Con este solo acto Benedicto XVI se cubrirá de gloria sin llegar al fondo del problema.
Fernando M. González señala que esta medida no le será tan difícil al pontífice, comparada con el golpe que le asestó a la figura de Marcial Maciel:
“En el plano simbólico, ese sí fue un golpe brutal para los Legionarios de Cristo, ya que la figura de su fundador quedó vituperada y denostada, siendo que ellos hasta querían hacerlo santo, puesto que, en la bolsa de valores de las congregaciones, todas aspiran a que sus fundadores sean llevados al altar. Las que no lo logran pasan a una especie de segunda clase.”
–¿No hay manera de compensar esa desventaja?
–No veo ninguna. La Legión está configurada como una secta, donde su caudillo y su líder carismático es Maciel. De su figura depende todo el mensaje y el orden simbólico. A diferencia de los partidos políticos, aquí no se puede hacer un cambio de líder. ¡No se puede!
La cúpula de los Legionarios de Cristo, encabezada por el sacerdote mexicano Álvaro Corcuera, corre el riesgo de ser completamente destituida por el Papa Benedicto XVI cuando concluya la auditoría que realiza el Vaticano a esa congregación debido, entre otras razones, a las acusaciones en su contra por proteger a una red de sacerdotes pederastas.
A esta conclusión llega el investigador Fernando M. González, autor del libro La Iglesia del silencio: de mártires y pederastas, en el que aborda la embestida papal contra la congregación fundada por Marcial Maciel.
“Lo más probable es que, al concluir la investigación, el Vaticano destituya a la cúpula dirigente de los Legionarios para que la nueva dirigencia se encargue de ir limpiando lentamente la institución”, asegura González.
–La cúpula actual es encabezada por mexicanos. ¿Es conveniente que siga siendo mexicana?
–Lo más adecuado es que empiece a variar, y entre gente más fresca, menos cómplice del pasado. Por ejemplo, cuando se abrieron los archivos de la KGB, el pasado de la Unión Soviética quedó totalmente incierto. Igual sucede aquí; con la actual condena a Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios, el pasado de la congregación también queda totalmente incierto, ya no digamos su futuro. De manera que, si quiere sobrevivir esa institución, hay cosas que no deben seguir ocurriendo en ella.
El investigador considera “cómplices” de Maciel a Álvaro Corcuera, el actual director general de la Legión; a Luis Garza Medina, su vicario general, y a Cristóforo Fernández, procurador general, todos ellos mexicanos y puestos por Maciel en la dirigencia de la congregación.
Agrega Fernando M. González: “En las pesquisas seguramente saldrán a relucir sus complicidades con Maciel. El Vaticano bien podría decirles a los tres: ‘Van para afuera, porque ustedes sabían sobre las redes de pederastia y sin embargo callaron’. Cristóforo, por ejemplo, fue efebo de Maciel y además le conseguía menores de edad para que abusara de ellos. Y sin embargo ahí sigue, como tercero en la jerarquía”.
De Álvaro Corcuera, descendiente de una conservadora familia tapatía, se dice que sufrió abuso sexual de Maciel, quien luego, en enero de 2005, lo designó sucesor suyo (Proceso 1474).
En su discurso de aceptación del cargo, pronunciado el 23 de enero de ese año, Corcuera lo dejó claro: “Quiero manifestar mi deseo de proseguir en la misma estrecha fidelidad al carisma de la congregación y a la persona del fundador. Y continuar la obra por él iniciada al servicio de la Iglesia”.
Pese a que en ese tiempo Maciel llevaba ya años de ser acusado de pederastia y adicción a las drogas, nadie imaginaba entonces que Benedicto XVI lo castigaría a él y a su congregación.
La estrategia papal se inició en mayo de 2006, cuando condenó al ostracismo a Marcial Maciel, y continuó en 2007, al quitarle a los miembros de la orden los llamados “votos privados” que les prohibían criticar los actos de su fundador, quien murió en enero de 2008.
En febrero pasado, el Vaticano obligó a los Legionarios de Cristo a que revelaran públicamente que Maciel tuvo una hija y llevaba una “doble vida”. Y tres meses después, en mayo, se anunció que los Legionarios serían investigados por una comisión de cinco visitadores apostólicos. Estas auditorías son intervenciones pontificias que se realizan cuando hay fallas o situaciones anómalas en una orden.
Dicha comisión está integrada por el mexicano Ricardo Watty, obispo de Tepic y miembro de la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo; Charles Joseph Chaput, arzobispo de Denver, Estados Unidos; Giuseppe Versaldi, obispo de Alejandría, Italia; Ricardo Ezzati Andrello, arzobispo de Concepción, Chile, y Ricardo Blázquez Pérez, obispo de Bilbao, España.
La comisión empezó a trabajar el pasado miércoles 15. Cada uno de sus miembros se ocupa de auscultar a las instituciones de la Legión por zonas geográficas. Al mexicano Watty le tocó México y Centroamérica. Revisan los estatutos y las reglas de la congregación, sus desviaciones de los principios elementales de la fe, la administración de sus recursos económicos.
Psicoanalista e investigador titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Fernando M. González, comenta:
“La comisión tiene muchas posibilidades de avanzar en sus pesquisas, muchísimas y por varios lados. Pero lo sustancial no es el nombramiento de la comisión, sino hasta dónde está dispuesta a llegar. En este momento es difícil predecirlo, pues va a depender de varias negociaciones.”
–¿Cómo cuáles?
–Bueno, pongo el caso del único mexicano en la comisión, monseñor Ricardo Watty. Aparte de obispo, él es un religioso que pertenece a la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo. Y no olvidemos que todas las congregaciones, al igual que los Legionarios, tienen a sus pederastas, a sus religiosos con mujer y a sus homosexuales con sus parejas. Por ese motivo, hay entre ellas una especie de Omertá: “Yo te cubro a tus pederastas y tú me cubres a los míos”. Hay pactos entre ellas. Así opera la estructura eclesiástica.
“¿Se atreverá monseñor Watty a denunciar las redes de pederastas de la Legión de Cristo, que es mucho más poderosa que su congregación? Ese es el punto. Watty la tiene muy difícil, pues los Legionarios también pueden denunciar las desviaciones de los Misioneros del Espíritu Santo. Watty y los otros miembros de la comisión tendrán que llegar a las negociaciones para luego saber qué van a decir y qué van a callar. Ese es el problema de las famosas comisiones.”
La verdad negociada
Entrevistado en las oficinas de Tusquets Editores, que acaba de publicar su libro La Iglesia del silencio –en el que analiza el contraste entre el ocultamiento de la pederastia y la exaltación del martirio dentro de la Iglesia católica mexicana–, González sostiene que la red de complicidades se extiende hasta la curia romana:
“Para poder serlo, un sacerdote pederasta depende siempre de una relación social. Y Marcial Maciel durante más de 50 años estuvo protegido por tres instancias vaticanas: la Sagrada Congregación de Religiosos, la Sagrada Congregación de la Fe y la Secretaría de Estado. Hasta el Papa Juan Pablo II lo protegió. Tuvo cómplices. Y las investigaciones deberían incluir a los cómplices.”
–Pero el actual Papa, su acusador, estuvo a cargo de la Congregación de la Fe durante el pontificado de Juan Pablo II.
–Sí, pero en ese tiempo Joseph Ratzinger también protegió a Maciel, bloqueando las denuncias en su contra que le llegaban a la Congregación de la Fe, bajo el argumento de que Maciel aportaba muchos bienes a la Iglesia. Eso dijo cuando se le entregó una carta en la que el padre Alberto Athié denunció a Maciel. ¿Por qué cambió ahora Ratzinger? ¿Qué pasó ahí? No lo sé.
“Lo cierto es que, en su estrategia actual, Ratzinger convertido en Papa empezó por eliminar primero a Maciel como se elimina a un tumor canceroso que se quita del resto del cuerpo. Esa fue su sentencia de 2006. Viene hoy el corte quirúrgico a la Legión. Un corte perfecto del cirujano Ratzinger. Eso sí, sin implicar para nada a las congregaciones vaticanas, como diciendo: ‘Nosotros nada tuvimos que ver, no somos cómplices de nada’, cuando fueron cómplices de todo.”
El investigador hace notar que, hasta el momento, los Legionarios no han admitido la pederastia ni la fuerte adicción a las drogas de su fundador, por lo que la comisión podría indagar ambas conductas:
“Los Legionarios siguen sin admitir la pederastia y la toxicomanía de Marcial Maciel. Esas dos facetas se dieron a intramuros de la congregación durante muchos años y con la complicidad de muchos legionarios, de manera que eso no puede demostrarse más que con testimonios de las víctimas. Y es testimonio contra testimonio. De ahí que sigan como si nada hubiera pasado.
“En cambio, se vieron obligados a aceptar que, por lo menos, Maciel tuvo una hija, dejando abierta la posibilidad de que tuvo más hijos. Y eso porque, según versiones, la hija y la madre se presentaron directamente en la Secretaría de Estado y presionaron para que se hiciera pública su situación. A la Legión no le quedó otra salida que admitir lo que ya no podía ocultar: que tiene una hija radicada en Madrid, España, producto de sus amoríos, se dice, con una mujer mexicana.”
Y aunque trataron de aparentar que no se habían enterado, porque esa relación se desarrolló fuera de las instalaciones de la orden, enfatiza el investigador, los dirigentes de los legionarios la conocían y la ocultaron por años. Si ahora admiten sólo el caso de la hija es porque adoptan lo que él llama “la estrategia de la vacuna: saco esto para no sacar lo otro, acepto una de las partes para poder silenciar la más contundente”, la pederastia.
“Lo último que están dispuestos a aceptar –reitera– es la pederastia, pues si lo hacen tendrán que admitir la existencia de toda la red de pederastas dentro de la institución, y también en sus escuelas, en complicidad con los laicos. Por ahí puede avanzar la comisión investigadora.
“Lo mismo puede avanzar por el lado de la toxicomanía de Maciel. Sobre este punto hay denuncias que desde 1952 están en el Archivo Secreto Vaticano. Existen testimonios de un Marcial Maciel que caía en el hospital totalmente drogado, está el informe de un farmacéutico enviado a la Congregación de Religiosos, entre otros casos.”
–Algunos exlegionarios suponen incluso que Maciel era un narcotraficante en los años cincuenta, que con el dinero de la droga impulsó a la Legión.
–Sí, hay esas especulaciones, sobre todo la versión de que por entonces solía viajar con aquel famoso maletín de piel de cocodrilo que tenía doble fondo. Se dice que ahí transportaba un polvo blanco. Cuando llegaba al aeropuerto de Nueva York les decía a sus jóvenes acompañantes: “Muchachos, carguen mi maletín, yo los espero afuera”. Está la anécdota de que, en una ocasión, en el aeropuerto se abrió el maletín y el polvo blanco se desparramó. Marcial intervino diciendo: “Es polvo de yeso para fabricar santos”. Y la libró gracias a que lo vieron vestido de sotana. Pero estos testimonios no comprueban que traficaba droga. No sabemos si la comisión aclare el asunto.
–¿Entonces la comisión no está obligada a tocar fondo?
–Solamente en teoría. Las negociaciones pueden neutralizarla en buena medida. Después, cada uno de sus cinco miembros elaborará su informe secreto. Lo entregarán directamente a la Secretaría de Estado y a la Congregación de Religiosos, y éstas a su vez evaluarán conjuntamente qué decir y qué callar, ya que, en su estructura, la Iglesia está marcada por el silencio y el secreto. Por eso el título de mi libro es La Iglesia del silencio.
–Pero aquí cuenta mucho la disposición papal. ¿Cuál es su actual actitud ante los Legionarios como institución?
–Tiene a la Legión en la mira, pero no creo que se aviente el boleto de eliminarla sin más, pues le aporta muchas ventajas económicas y políticas. Los Legionarios mandan dinerales al Vaticano. Al crear esta comisión, el Papa intenta más bien lanzar un mensaje simbólico a las demás congregaciones para decirles que su política es de tolerancia cero. Eso sí, castigará en cierta medida a los Legionarios, pero será un castigo muy acotado. No llegará al fondo de las complicidades con Maciel, porque él mismo saldría involucrado.
–¿Qué podrá hacer para dar la impresión de que fueron efectivas las pesquisas de su comisión investigadora?
–Insisto: quitar a la cúpula de los Legionarios, acusarla de complicidad con Maciel. Será otro de sus cercenamientos de cirujano. Principalmente, irán para afuera Álvaro Corcuera, Luis Garza y Cristóforo Fernández, las tres cabezas centrales impuestas por Maciel. Con este solo acto Benedicto XVI se cubrirá de gloria sin llegar al fondo del problema.
Fernando M. González señala que esta medida no le será tan difícil al pontífice, comparada con el golpe que le asestó a la figura de Marcial Maciel:
“En el plano simbólico, ese sí fue un golpe brutal para los Legionarios de Cristo, ya que la figura de su fundador quedó vituperada y denostada, siendo que ellos hasta querían hacerlo santo, puesto que, en la bolsa de valores de las congregaciones, todas aspiran a que sus fundadores sean llevados al altar. Las que no lo logran pasan a una especie de segunda clase.”
–¿No hay manera de compensar esa desventaja?
–No veo ninguna. La Legión está configurada como una secta, donde su caudillo y su líder carismático es Maciel. De su figura depende todo el mensaje y el orden simbólico. A diferencia de los partidos políticos, aquí no se puede hacer un cambio de líder. ¡No se puede!
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