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Está tranquilo, algo afónico y cauto con la victoria: quiere esperar los votos para ver si ganan la mayoría absoluta legislativa. Con el tono que ha aprendido en las aulas universitarias asegura que su gobierno no se radicalizará después de la avalancha de votos, que respetará la propiedad privada y que los Estados Unidos están aplicando una estrategia de contrainsurgencia militar para intentar frenar a las alternativas de izquierda en la región.
¿Qué les contesta a quienes afirma que con una mayoría contundente de votos se radicalizarán?
Vamos a hacer lo que hemos dicho, no hay una agenda escondida. Una gran votación significa más responsabilidad con la gente, que nos da un mandato inequívoco. Nuestro horizonte de gran salto industrial, de Estado social protector y el despliegue de la descolonización y la autonomía, será sí más rápido, más contundente y más decidido.
¿No expropiarán tierras?
Jamás vamos a ir en contra de una Constitución que nosotros mismos hemos construido, y ahí están los parámetros sobre la tierra: extensión máxima, respeto a la propiedad, la función económica social que debe cumplir. Ni locos vamos a ir contra la Constitución.
¿Hay un acercamiento al empresariado de Santa Cruz que hasta ahora parecía hostil?
Estas reuniones no son nuevas, lo nuevo es que lo digan públicamente. El empresariado tuvo tres bloques: un bloque opositor rabioso que ha conspirado y fue derrotado; un núcleo que acompañaba nuestras políticas pero no lo decía abiertamente y un sector que se movía según los flujos y los reflujos. Este último sector se inclina ahora a aceptar las convocatoria del gobierno a trabajar. No vamos a aceptar que las corporaciones empresariales actúen como partido. En ese caso, existe plena voluntad del Estado para apoyar a los sectores productivos. Creo que ya lo han entendido.
¿Cuál es el rol del Estado?
En una sociedad donde el empresariado es muy débil, alguien tiene que asumir la construcción de la modernidad, de integración y de bienestar. Los neoliberales creyeron que lo iba a hacer la inversión extranjera. Hoy tenemos un Estado productivo en petróleo, finanzas, energía, minería, agroindustria, que regula y equilibra. En Bolivia hubo una revolución más ruidosa en lo político pero más rápida, más contundente y menos ruidosa en lo económico.
¿Qué piensan hacer más allá de los bonos para acabar con la pobreza?
Los bonos tienen dos funciones. Una, bajar los niveles de pobreza. Recibimos el gobierno con una extrema pobreza del 38 por ciento, hoy se ha reducido a 31 por ciento. Y tenemos todo un plan que comienza por los municipios más pobres para acabar con la extrema pobreza. Pero los bonos han tenido otra función, aumentar la demanda interna, que explica parte de nuestro crecimiento, que va a ser el más alto de América Latina.
¿Cómo afectará la caída de precios internacionales de las materias primas?
Los precios del 2008 los asumimos como algo irrepetible, nunca jugamos a los precios altos de petróleo para planificar la economía. Respecto de 2007 hoy tenemos más recursos, y tenemos las reservas per cápita más altas de América Latina: 8.700 millones de dólares.
¿Cómo ve el escenario continental a partir del golpe de Estado en Honduras, la crisis por las bases militares de los Estados Unidos en Colombia y el regreso de gobiernos de derecha?
Este proceso postneoliberal es todo un movimiento histórico. Ya nadie, ni el Banco Mundial ni el FMI salen a levantar las banderas de un neoliberalismo imbatible y redentor de la sociedad. Pero tiene sus pausas, sus radicalizaciones, sus pequeños retrocesos y en otros lugares sus parálisis. Con todo, le va mejor a aquellos gobiernos que aceleran el tránsito postneoliberal. La gente responde, se involucra. No le va tan bien a los gobiernos que toman posturas ambiguas, eso le da pie a la derecha.
Y en este contexto, el caso de Honduras ¿cómo se entiende?
Honduras fue la base militar de los Estados Unidos para contener la revolución centroamericana. Ahí se están jugando intereses de carácter geoestratégico. Como sucede también en Colombia. De continuar así, en Honduras, yo no dudo que de aquí a seis meses o un año se esté hablando de poner más bases militares en su territorio. Ese es el gran riesgo del continente. Estados Unidos quiere regresar a su estrategia de contrainsurgencia de los años '80.
¿Hay una decepción ante el "fenómeno Obama"?
Definitivamente. Obama ya no es prisionero del establishment sino que se acomodó a los esquemas de poder empresarial y militar. Creo que no tiene ninguna intención de cambiar esa mirada de defensa endurecida y militarizada de la decadencia de EE.UU. Que no es inminente, claro.
¿Notaron un cambio en la relación bilateral Bolivia-EE.UU.?
Hubo voluntad por mejorarla. Hay una serie de convenios en marcha, pero a la vez no hemos visto un incremento de señales amigables y positivas. Esperemos que eso cambie.
¿Qué debería ocurrir?
Cuando EE.UU. acepte que no son un partido político-cultural aquí, en Bolivia, y que son un gobierno externo, tendremos relaciones amistosas de respeto mutuo y así las cosas van a funcionar perfectamente.
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Por: Silvina Heguy y Pablo Stefanoni
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