Sunday, June 20, 2010


El gran ministro Zaldívar


Satiricosas

Manú Dornbierer

1.- A la Suprema Corte hay que retirarle el adjetivo de “Suprema”, ya que ¡increíble! así lo desean algunos ministros que niegan la supremacía de su Tribunal, que según la Constitución encabeza al Poder Judicial del país y debe estar por encima de todo. La Suprema no quiere ser Suprema, bueno pues muy su gusto. Sólo quiere ser, con la PGR, otro mayordomo del Ejecutivo.
Siete ministros de los once que conforman la Corte desde Zedillo, entre ellos los anquilosados Aguirre y Gudiño, han demostrado claramente en sus declaraciones que tienen razón al no querer ser “supremos” pues no están calificados para ser los jueces máximos de este país. Acusan de “moralista” al ministro Zaldívar por querer hacer justicia a las víctimas de ABC. ¿Estamos los ciudadanos dispuestos a seguir pagando dinerales a estos ministros de una Corte de Justicia que no quiere hacer justicia y que sólo parece servir a Los Pinos? Y es que creen que sirviendo a los poderosos protegen sus enormes sueldos y prebendas. Los jueces de la Corte sirven antes que a nada a la Corte del reyezuelo Calderón y a sus amigos y parientes protegidos, señalados por los dictaminadores, como responsables de la tragedia de la Guardería, es decir a los directores del IMSS, Molinar Horcasitas (que se ponía histérico y grosero en la campaña presidencial) y a Daniel Karam, actual director del IMSS, a Carla Rochin, que fuera directora general de Guarderías del Seguro ergo directamente responsable de ellas, pero a la par amiga de Margarita Zavala de Calderón, al entonces gobernador de Sonora Eduardo Bours (no le compremos productos Bachoco), etc.
Lo incomprensible es que la mayoría de la Corte de Justicia acepta violaciones graves a los derechos humanos en el caso de los niños quemados -faltaba más- pero al mismo tiempo deja, por interpretaciones de la ley, en absoluta impunidad a los altos funcionarios del IMSS responsables de ella, a sus cómplices los dueños del negocio, a funcionarios locales que toleraron instalaciones peligrosas, y no quiere atreverse ni siquiera a emitir un juicio moral sobre la mundialmente conocida tragedia del 6 de junio de 2009 en Hermosillo, Sonora, como les propone el ministro Arturo Zaldívar. El propio respetado exministro Juventino Castro denuncia que por “problemas técnicos” no se ha hecho justicia en el terrible asunto de ABC y que no señalar responsables es absurdo. Siete actuales ministros se esconden en argumentos leguleyos que a la luz de la muerte de 49 niños y el deterioro de la salud de por vida de 100 más, se antojan monstruosos. Por más doctas interpretaciones de la ley que nos ofrezcan los ministros a los que les pagamos sueldos de medio millón de pesos mensuales entre salario y regias prestaciones, así el año pasado se hayan, dice una bastante oscura información, disminuido bonos extraordinarios para irse sujetando a la orden calderonista de “nadie gana más que el presidente”, no pueden tener la confianza de la población y día tras días se les cuestiona y critica más.
En cambio, estamos viendo un juez diferente: El ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, nacido el 9 de agosto de 1959, en Querétaro, quien fue propuesto como ministro de la Corte, por el propio Calderón y hoy gallardamente, sin lambisconerías fuera de lugar y de época, se le enfrenta, demostrando que cumplir con su deber humanista es lo más importante de todo. Felicidades, no se equivocó Calderón si lo que en realidad quería era fortalecer y limpiar a la Corte. El ministro fue electo por el Senado con 90 votos en sustitución del ministro Góngora Pimentel, el 1º de diciembre de 2009 porque presentó a los senadores un decálogo de propuestas para modernizar e higienizar una Corte, cuya reputación es muy baja ya que da unos bandazos sospechosos como aquellos fallos a favor de Mario Marín contra Lydia Cacho, de Vicente Fox contra la gente de Atenco, condenada a cientos de años de prisión, de Ulises Ruiz contra el doloroso movimiento popular en Oaxaca. El ministro Zaldívar pretende ayudar a encontrar el camino hacia la transparencia y la justificación de las decisiones de la Corte. Pero a las primeras de cambio, salvo dos de sus compañeros, la ministra Sánchez Cordero y el ministro Meza, todos sus compañeros cortesanos, ellos sí, se le aventaron en bola para detener sus ínfulas justicieras y permitir el paso de aire puro en la Corte. Y esto es muy grave, porque lo que necesitamos los mexicanos hoy más que nunca son modelos de decencia, de justicia y de valor.
El ministro Zaldívar fue electo por 15 años y le interesa por lo visto servir a una población sedienta de justicia, en este caso tan dramáticamente especial. Es uno de esos mexicanos selectos que no se arrastran ante el poder. Fundador de innumerables instancias jurídicas, hace mucho que no veíamos a un hombre así y es que no se dan en maceta los valientes y claros, que nos levantan el ánimo a los millones de ciudadanos que desde el año 2000 estamos hartos de vivir en un Estado fallido, que está acabando con nuestro país, después de haber vivido 70 años de dictadura priísta, no tan perfecta, pero mejor que la prianista que se avecina.
Es tal la orden de proteger a los funcionarios amigos de Calderón, en el caso ABC, que se ha hablado hasta de demandar (o demandado ya) al perito estadunidense David Mitchell, que dictaminó que el incendio fue intencional en la oficina de Hacienda junto a la guardería, para quemar documentación peligrosa para Bours y su gobierno de Sonora. ¿Bebés dormidos ahí junto? Ni se acordaron.
No podemos los ciudadanos de este país desaprovechar esta vez también el milagro de un pensador que pretende establecer un nuevo paradigma y revertir desde dentro, desde la misma Corte, la secular corrupción de los gobiernos de México e iniciar verdaderas acciones de justicia contra la total impunidad de los que tienen el descaro de llamarse “servidores públicos” y en inmensa mayoría son sólo explotadores de la Nación.
2.- LA CONCIENCIA DE CALDERON.
Acabé cansada y enojada de leer con dificultad, lo confieso, el mamotreto que nos aplicó en la prensa Felipe de Jesús Calderón Hinojosa (debió el Infierno Federal otorgar una beca a los que lo leímos, diría Monsiváis, al que le envío mis mejores deseos de recuperación).
Tan pesada trae la conciencia FCH que dos planas enteras de periódico, no le alcanzan para convencernos de la mínima buena intención. No hay tal. Lo que se percibe tras su farragoso texto, es que no se trata de un Mea Culpa honesto. Lo que quiere es obligarnos a cargar con él las ya casi mil 25 muertes que produjo al abrir la caja de Pandora del narco. El tiroteo del Ejército contra dos niños de cinco y nueve años en Tamaulipas, contra jóvenes juarenses que celebraban una fiesta juvenil, contra estudiantes del Tec de Monterrey, acusados con ligereza. Quiere que aceptemos con naturalidad a los cientos de descabezados y de torturados, el anonimato inaceptable de innumerables personas muertas por balas perdidas o destinadas a acallar las protestas sociales. Quiere que le ayudemos a justificar actos para los cuales nunca fuimos consultados siquiera. Quiere que les ayudemos a aligerar el peso insoportable de su conciencia.
La ausencia en nuestra legislación del Referéndum con el que nos hubiera podido preguntar si queríamos que militarizara al país fue “práctica” para él en el momento en que se arropó en el Ejército para hacer olvidar su ilegitimidad, pero ahora le resulta gravosa.
El inmenso peso que sin duda carga el presidente espurio no debe ser fácil de enfocar, porque él sabe cómo y porqué destapó tan tremenda caja de Pandora y fabricó un genocidio, no queda otro término. No debe ser fácil dormir para Felipe Calderón. Debe lamentar con toda su alma haber obedecido al loco y cínico George Bush en marzo de 2007 para crear este “Irak mexicano” a través de una Iniciativa Mérida comenzada con miserables 400 millones de dólares. Ha destruido al país a grados inéditos. Y ni con todos los medios de comunicación comprados, que parecen ya no poder seguir mintiendo, ni aunque convenciera a la parte ingenua y desinformada de la población de que “ha cumplido con su deber de enfrentar al crimen organizado”, de que la suya es “una guerra santa”, ni con legiones de lambiscones a su alrededor, podrá descansar. Ya ni los que creen en la violencia como medicina, le creen a Calderón. Los gringos que alababan “su valor” por cumplir tan bien las órdenes bushistas del terror no dejan de hablar de las más de 25 mil muertes, ante el fracaso y fragor siempre galopante de eso que tardíamente ya no quiere llamar “guerra”. La cifra ha impactado a los mass media del país que no se atreve a enjuiciar a sus Bush y a sus Cheney, ni por el desastre ecológico del pozo Macondo, pero sí juzgan al ingenuo que cae en sus redes.
El problema del consumo de drogas es mundial, pero en otros países no se cree inteligente ir a picotear avisperos para que invadan a poblaciones enteras. Ahora que si, como se dice, se trata de imponer el cártel de Los Pinos con el Chapo, protegido del panismo, un monopolio gubernamental productor de divisas, ¿por qué no entonces legalizar ciertas drogas igual que tantos otros venenos legales?
En fin, alguien dijo en la radio que Calderón había escrito el mamotreto para la gente de los medios, para que le ayuden a convencer a la población de su bondad y amor al país que destruyó. Bueno, señor Calderón, cumplí con la encomienda, nunca antes vista en los 37 años que llevo escribiendo sobre política en los periódicos de México. Y mi respuesta es NO. Sepa Ud. que de ninguna manera acepto ser su cómplice y decir que lo que usted ha hecho era indispensable para México. Creo que fue criminal.

satriricosas@gmail.com

No comments: