Thursday, June 24, 2010


Un muestrario de técnicas adivinatorias


Juan José Morales

Escrutinio

A juzgar por la cantidad de anuncios televisivos de videntes, pitonisas y demás embaucadores por el estilo, predecir el futuro es uno de los negocios más productivos en la actualidad. Pero esos caballeros y esas damas no tienen mucha imaginación. Usualmente no pasan del tarot o las runas. A lo más que les he visto llegar, es a mirar —fingiendo intensa concentración— una vasija con agua mientras recitan una insulsa letanía con generalidades sobre la suerte del cliente.
Podrían, sin embargo, hacer su negocio un poco más espectacular si emplearan alguno de los incontables métodos de adivinación desarrollados a lo largo de la historia. Por ejemplo, la oomancia u ovomancia, que es la adivinación por medio de los huevos (de aves, aclaremos), ya sea por su apariencia externa o por las formas que adquiere la clara al echarla en un vaso de agua. Este procedimiento adivinatorio tiene la ventaja de que después puede ofrecérsele al cliente un desayuno con souflé o huevos motuleños.
La hepatoscopía, en cambio, es más impresionante, aunque un tanto repulsiva. Consiste en observar las entrañas de los animales, especialmente el hígado, al que en tiempos antiguos se concedía gran importancia mágica y se consideraba el centro de la vida. Pero no recomiendo a ningún vidente —pues podría terminar en la cárcel— practicar la antropomancia, que es lo mismo que la hepatoscopía, pero usando entrañas de seres humanos.
Para no correr el riesgo de que el cliente vomite en plena sesión adivinatoria, se puede usar técnicas más sencillas, como la lampadomancia, la piromancia, o la licnomancia, que son variantes de la adivinación por medio de las flamas, ya sea de lámparas, antorchas, velas o fogatas.
Si se tiene a mano un bebé, hay un par de opciones para servirse de él: la onfalomancia, que es un sistema de adivinación por el aspecto del ombligo de los recién nacidos, o bien la amniomancia, en la cual los hechos futuros pueden verse, como en una minipantalla de televisión, en la mollera, como se llama popularmente a la fontanela, esa parte de la cabeza de los recién nacidos, cubierta por una membrana, en que los huesos del cráneo todavía no terminan de unirse.
Pero si se quiere algo más refinado, discreto y elegante, lo más recomendable es la filorodomancia, en la cual se usan pétalos de rosa. O, si se prefiere otro aroma, menos cursi, se puede recurrir a la dafnomancia, que es parecida a la anterior pero con hojas de laurel.
La adivinación por medio del humo de las semillas de amapola presenta riesgos especiales. Recuérdese que de esa planta se extraen el opio y la heroína, y el humo que desprenden al quemarse provoca alucinaciones que se tomaban como visiones del futuro. Aunque esta técnica adivinatoria fue muy usada en la antigüedad, quien ahora la practique podría ser acusado de consumir estupefacientes, así que no es muy recomendable.
No hay, en cambio, ningún problema con la capnomancia, en la cual también se puede ver el futuro en las volutas de humo de sustancias aromáticas que se echan a un brasero. O, si se quiere algo más simple, tenemos la aeromancia, en la cual los presagios se buscan en las figuras que parecen formar las nubes.
Para quienes prefieren la ouija pero desean algo diferente, existe la alectroromancia o adivinación por medio del gallo. Se traza un círculo en el suelo, se divide en 24 partes iguales, en cada una se escribe una letra del alfabeto y se coloca un grano de cereal, y finalmente se suelta un gallo hambriento en el centro. Las letras de los espacios, en el orden en que picotee el animal para comer los granos, formarán una o dos palabras clave que el vidente sabrá interpretar.
Hay en fin, muchísimas otras técnicas adivinatorias, pero con los ejemplos citados basta para ilustrar la enorme diversidad de formas en que un pícaro ingenioso y emprendedor puede vaciar el bolsillo de los crédulos.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


No comments: