Sunday, November 09, 2008


Entrevista al historiador y demógrafo Emmanuel Todd



Tribune de Genéve

Traducido para Rebelión por Caty R.


Para el historiador Emmanuel Todd, la elección de Barack Obama «concederá algunos años suplementarios de vida al imperio», pero no será suficiente sin embargo para restaurar la autoridad de una potencia en vías de desmantelamiento.

La anunciada elección de Barack Obama se interpretará como una restauración de la democracia estadounidense, afirma Emmanuel Todd, pero, ¿será suficiente para operar las rupturas esperadas? El historiador y demógrafo, que escribió en 2002 la obra Después del Imperio: Ensayo sobre la descomposición del sistema norteamericano, no esconde su perplejidad. Aunque acoge con entusiasmo la llegada de un presidente negro a la Casa Blanca teme, dijo, que el acontecimiento no se inscribe en un «proceso de desintegración».

Hace seis años usted describió un país convertido en «un elemento de desorden internacional», ¿la elección de Barack Obama puede modificar este hecho?

Al principio esta elección dará la imagen de que Estados Unidos reflorece. Con Bush hemos tenido el peor de los presidentes, una especie de Rantamplán belicista que con su torpeza acelera la destrucción del imperio estadounidense. Con Obama reaparece la imagen de un país dinámico y optimista. Un país civilizado, con una política exterior más razonable, que aspira a retirase de Iraq, que no quiere declarar la guerra a Irán. Un país, sin embargo, que también podría permanecer anti ruso como el anterior, los demócratas consideran a Rusia como el único auténtico adversario estratégico de Estados Unidos.

En el actual clima de derrumbamiento, de fracaso financiero y moral, y teniendo en cuenta la increíble responsabilidad de EEUU en el desbarajuste mundial, la victoria de Obama permitirá a los pro estadounidenses de los países occidentales decir que Estados Unidos vuelve a ser maravilloso. Esta victoria concederá algunos años de vida suplementaria al imperio.

La llegada de un negro a través de las urnas a la Casa Blanca, ¿no confirma las transformaciones que se han operado en la sociedad estadounidense?
Se producen dos acontecimientos realmente extraordinarios en Estados Unidos. La implosión del sistema financiero y del mito económico por un lado y la implosión de la estructura racista por otra parte. En estas condiciones, se entiende que los estadounidenses se hallan en una especie de estado de levitación. Ahora bien, aunque el derrumbamiento del sentimiento racista obviamente es una buena noticia, el racismo habrá desaparecido realmente el día que los electores no esperen nada en particular de un presidente por el hecho de que sea negro. Obama es un político estadounidense. Su discurso está lleno de las referencias habituales a los valores religiosos. Está rodeado de personalidades procedentes del establishment demócrata, los mismos demócratas que, incluso en mayor número que los republicanos, votaron las subvenciones al sistema bancario.

¿La elección de Barack Obama no aboga por la vitalidad de la democracia estadounidense?

Lo que ocurre es extraño y paradójico. Si se observa la historia de Estados Unidos se constata efectivamente que el racismo no es en absoluto un pequeño defecto de la democracia blanca, sino que es el fundamento. Al principio los colonos ingleses no daban gran importancia al valor de la igualdad, ni en la familia ni en ningún sitio. Eso permitió entonces asimilar a los europeos de orígenes muy diversos; la cuestión es la fijación de la diferencia con los indios y los negros. En la América de Jackson, el presidente era un héroe de las guerras contra los indios. El racismo fue el motor del surgimiento de la democracia. Actualmente asistimos a la ascensión de una plutocracia irresponsable: el aumento de las desigualdades constituye la dinámica fundamental de la sociedad estadounidense. Estados Unidos deja de ser democrático en el sentido económico del término. El racismo está en declive, pero la democracia está enferma. Se pudre ante nuestros ojos. Por eso me temo que se puede desplomar rápidamente. Una parte de la oligarquía está detrás de Obama, quien, por otra parte, recaudó más dinero de los ricos que McCain. Su elección se interpretará como una regeneración de la democracia estadounidense. Por mi parte pienso que más bien forma parte de un proceso de desintegración.

Estados Unidos cuenta con algunas de las mejores universidades del mundo, por lo cual arrastra de todas partes los capitales, los investigadores, los empresarios de la nueva economía, ¿todo esto no le asegura un lugar central en la competencia internacional?

Algunas universidades, en efecto, son muy buenas. Pero la mayoría de ellas son de una mediocridad absoluta. En el ámbito de la producción científica y tecnológica las cifras son inequívocas: Europa es, una vez más, el centro de gravedad del mundo. Son los europeos quienes saben construir las centrales nucleares modernas o quienes fabrican los aviones más grandes, a pesar de la desaceleración.

El huracán Katrina en 2005 constituyó el primer momento de la verdad. Demostró de repente que los estadounidenses no disponen de suficientes ingenieros para proteger las ciudades o reconstruirlas. Pienso también que el conflicto del Cáucaso contribuyó, durante el verano pasado, a la precipitación de la crisis financiera. La ausencia de Estados Unidos se percibió como un momento de aterrizaje en la realidad.

En la industria estadounidense permanecen sectores con futuro: la informática, la Silicon Valley...

Si reflexionamos sobre lo que era Estados Unidos en 1945, es sorprendente comprobar que no queda nada de su potencia industrial y tecnológica. Pero, mientras que son excedentarios en todos los ámbitos, actualmente registran un déficit comercial de 800.000 millones de dólares. La velocidad de regresión es alucinante y no la salvará la informática: La India pronto le dará la estocada.

¿El programa económico del candidato demócrata puede contrarrestar la depresión que amenaza?

No tiene ningún programa económico. Al principio de la campaña propuso algunas medidas proteccionistas, pero el déficit comercial es tal que el proteccionismo implicaría en un primer período un descenso dramático del nivel de vida.

Se confunde a Obama con su imagen. Sin embargo las dificultades de EEUU van mucho más allá de una imagen. De momento el dólar se mantiene porque en el exterior las instituciones, las personas ricas y los Estados quieren que Estados Unidos permanezca en el centro del mundo. Pero la situación no cambiará: incluso se deteriorará todavía más. Ahora la cuestión es saber, con el final de la mecánica de las subprimes, cómo conseguirán los estadounidenses los medios financieros para seguir viviendo a expensas del planeta.

Estados Unidos mantiene una gran capacidad de influencia sobre los líderes de opinión del mundo occidental, ¿se está deteriorando esa imagen?

Estados Unidos es una imagen. No se puede hablar de ese país sin evocar el cine, los escenarios de folletines televisivos, Hollywood. En todo lo estadounidense hay una parte extraordinariamente virtual. Y ahora, por etapas, se ve como va emergiendo la realidad. En ese sentido va a ser muy interesante seguir la evolución de la opinión en las oligarquías financieras occidentales. Éstas experimentan un sentimiento de solidaridad con EEUU. Pero también las han desplumado… En este momento no me gustaría ser un plutócrata francés del mundo financiero.

¿El concepto de «superpotencia» tiene un significado para usted?


En el terreno militar el mundo ya es multipolar. La incertidumbre mantiene la ilusión de que los estadounidenses siguen en su sitio. De alguna forma son como los rusos después del hundimiento del comunismo. Mientras una potencia de esta naturaleza todavía posee su ejército, no está a salvo de reacciones irracionales.

Estados Unidos también ha perdido la supremacía que ocupaba en el terreno económico. Con la aventura de las subprimes acaba de perpetrar, sin duda, la mayor estafa financiera de la historia de la humanidad. En otras palabras, ya no está en el dominio de una superpotencia, pero teniendo en cuenta la ausencia de regulación de la economía mundial, USA sigue teniendo una «supercapacidad de hacer daño».

Original en francés: http://www.tdg.ch/actu/monde/empire-sursis-democratie-voie-dislocation-hyperpuissance-demeure-chine-russie-2008-10-31

Emmanuel Todd, politólogo, ensayista y antropólogo francés, es doctor en Historia por la Universidad de Cambridge y diplomado del Institut d'Études politiques de Paris.

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