Thursday, April 30, 2009




The New Statesman

En su última columna en The New Statesman, John Pilger describe un movimiento mundial que está “retando la en su día sacrosanta noción de que los políticos imperialistas pueden destruir un número incontable de vidas y mantenerse inmunes ante la justicia”. En el caso de Tony Blair la justicia se acerca más. Traducido por Andrés Prado para Rebelión


Estos son tiempos extraordinarios. Con los EEUU y Gran Bretaña al filo de la bancarrota y comprometidos en una guerra colonial interminable, está creciendo la presión para juzgar sus crímenes en un tribunal similar al que juzgó a los nazis en Nuremberg. Vista esta invasión rapaz como “el crimen supremo internacional que se diferencia de otros crímenes de guerra sólo en que contiene en sí mismo todo el odio acumulado”. La justicia internacional sería una pantomima, dijo el fiscal jefe por los EEUU en Nuremberg, el juez de la Corte Suprema Robert Jackson, “si en el futuro no nos aplicamos a nosotros esos principios”.

Ya está ocurriendo. España, Alemania, Bélgica, Francia y Gran Bretaña tienen desde hace tiempo estatutos de “jurisdicción universal” que autorizan a sus tribunales nacionales a perseguir y procesar prima facie* criminales de guerra. Lo que ha cambiado es una regla tácita de no usar la justicia internacional contra “nosotros” o “nuestros” clientes o aliados. En 1998 España, apoyada por Francia, Suiza y Bélgica, inculpó al dictador chileno Augusto Pinochet , cliente y verdugo de Occidente, y se empeñó en conseguir su extradición desde Gran Bretaña que era donde se encontraba por aquel entonces. Si se hubiera sentado en el banquillo casi seguro que habría implicado a al menos un primer ministro y a dos presidentes de los EEUU en crímenes contra la humanidad. El ministro de interior Jack Straw lo dejó escapar a Chile.

El casó de Pinochet fue el detonante. El 19 de enero el profesor de derecho de la universidad George Washington Jonathan Turley comparó la reputación de George W. Bush con la de Pinochet. “Fuera [de los EEUU] no hay ambigüedad sobre qué hacer respecto a un crimen de guerra”, dijo. “Así que si viajas, la mayoría de la gente en el extranjero no va a verte como ‘Ex-Presidente George Bush’ [sino] como un criminal de guerra habitual”. Por ello Donald Rumsfeld, que exigía la invasión de Irak en 2001 y aprobó personalmente técnicas de tortura en Irak y Guantánamo, ya no viaja más. Rumsfeld ha sido inculpado dos veces en Alemania por crímenes de guerra. El 26 de enero el Relator Especial de la ONU sobre la tortura [UN Special Rapporteur on Torture], Manfred Novak, dijo: ”Tenemos pruebas claras de que el señor Rumsfeld sabía lo que estaba haciendo y, con todo, dio órdenes de torturar”.

El Tribunal Supremo español está investigando en la actualidad al ex-ministro de defensa israelí y a otros seis altos cargos de Israel por su participación en la matanza de civiles, la mayoría de ellos niños, en Gaza**. Henry Kissinger, ampliamente responsable de bombardear entre 1969 y 1973 a campesinos en Camboya matando hasta 600.000, está buscado para interrogarlo en Francia, Chile y Argentina. Sin embargo, el 8 de febrero, como si se demostrara la continuidad del poder americano, el asesor de seguridad nacional del presidente Obama, James Jones, dijo: “Recibo mis órdenes diarias del Doctor Kissinger”.

Puede que al igual que ellos, Tony Blair sea pronto un fugitivo. La Corte Penal Internacional, de la que Gran Bretaña es signataria, ha recibido un número record de peticiones relacionadas con las guerras de Blair. El célebre juez español, Baltasar Garzón, que encausara a Pinochet y a los líderes de la junta militar argentina, ha hecho un llamamiento para que George W. Bush, Tony Blair y el ex-presidente español Jose María Aznar sean juzgados por la invasión de Irak-“uno de los más sórdidos e injustificables episodios de la Historia reciente: un ataque devastador al imperio de la ley” que ha dejado a la ONU “por los suelos”. Dijo: “650.000 muertes constituyen un argumento de suficiente peso como para comenzar con esta investigación sin demora alguna”.

Esto no quiere decir que Blair esté a punto de que le pongan los grilletes y le hagan desfilar hacia La Haya donde dictadores serbios y sudaneses están mucho más cerca de enfrentarse a un juicio político organizado por Occidente. Sin embargo está creandose una agenda internacional y comenzando un proceso que trata tanto sobre legitimidad como sobre el sentido estricto de la ley, y es recordatorio de la Historia en la que los poderosos pierden guerras e imperios cuando la legitimidad se ha evaporado. Esto puede suceder rápidamente, como en la caída del muro de Berlín y el colapso de la Sudáfrica del apartheid- ésta última un espectro para el Israel del apartheid.

Hoy las “buenas noticias” de las que no se informa son que un movimiento global está retando la en su día sacrosanta noción de que los políticos imperialistas pueden destruir un número incontable de vidas, en pro de una antigua piratería, a menudo con cierto grado de separación en distancia geográfica y cultural, y mantener su respetabilidad e inmunidad ante la justicia. En su magistral Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, R.L. Stevenson escribe en palabras del personaje de Jeckyll: “Los hombres han contratado siempre bravos para llevar a cabo sus crímenes mientras su propia persona y reputación estaban a salvo... Me podía entonces pasear a la vista del público con una carga de genial respetabilidad y en un momento, como un colegial, desvestirme de estos préstamos y tirarme sin pensármelo al mar de la libertad. Pero para mí, en mi cobertura impenetrable, la seguridad era completa”.

Blair también está a salvo- pero ¿por cuánto tiempo? Él y sus colaboradores se enfrentan a una nueva determinación por parte de tenaces organismos no gubernamentales que están acumulando “un impresionante registro de documentación referente a cargos criminales”, de acuerdo con la autoridad en derecho internacional Richard Falk, que cita al Tribunal Mundial para Irak, reunido en Estambul en 2005, que escuchó evidencias de 54 testigos y publicó rigurosas acusaciones contra Blair, Bush y otros. Actualmente, el Tribunal de Crímenes de Guerra de Bruselas y la recientemente formada Fundación de los Crímenes de Guerra de Blair están trabajando en el procesamiento de Blair bajo el Principio de Nuremberg y la Convención de Ginebra de 1949. En un auto separado, el ex-juez de la Corte Suprema de Nueva Zelanda E.W. Thomas escribió: “Estaba inclinado a creer que el señor Blair había sido engañado aunque era sincero en sus creencias. Sin embargo, después de una extensa lectura y mucho reflexionar, mi conclusión final es la de que el señor Blair engañó deliberada y repetidamente a su gobierno, al partido Laboral y al público en muchos sentidos. No es posible sostener que estuviera simplemente engañado y fuera sincero: una víctima de su propio engaño. Su engaño fue deliberado”.

Protegido por la falsa sinecura de Enviado a Oriente Medio por el cuarteto (EEUU, CE, ONU y Rusia) Blair opera ampliamente desde una pequeña fortaleza en el hotel American Colony en Jerusalén, donde es un defensor de los EEUU en el Oriente Medio e Israel, una tarea difícil después del baño de sangre en Gaza. Como ayuda para sus hipotecas ha recibido recientemente un “premio de paz” israelí valorado en un millón de dólares. También él tiene cuidado a dónde viaja; y es instructivo ver cómo usa ahora los medios. Habiendo concentrado sus apologías post-Downing Street en una serie de serviles entrevistas con David Aaronovitch para la BBC, Blair ha conseguido cualquier cosa menos escapar del dominio público en Gran Bretaña, donde las encuestas revelaron hace ya un tiempo una marcada repulsión por el ex-presidente- un sentimiento compartido ahora por aquellos en la élite mediática liberal cuya anterior promoción de su “proyecto” y crímenes es una vergüenza que se prefiere olvidar.

El 8 de febrero Andrew Rawnsley, el antiguo y principal fan de Blair en The Observer, declaró que “este vergonzoso periodo no quedará enterrado tan fácilmente”. Preguntó:“¿Blair nunca preguntaba qué estaba pasando?”. Es ésta una pregunta excelente con un ligero cambio de palabras: ¿Nunca se preguntaban los Andrew Rawnsleys qué estaba pasando? En 2001 Rawnsley alertó a sus lectores sobre “la contribución de Irak al terrorismo internacional” y “el escalofriante apetito de Saddam Hussein de poseer armas de destrucción masiva”. Ambas afirmaciones eran falsas y se hacían eco de la propaganda oficial anglo-americana. En el 2003, cuando se lanzó la destrucción de Irak, Rawnsley la describió como un “punto de principio” para Blair, el cual, escribió más tarde, estaba “destinado a no equivocarse”. Se lamentaba: “Sí, demasiada gente ha muerto en la guerra. Demasiada gente muere siempre en las guerras. La guerra es desagradable y brutal pero al menos este conflicto ha sido piadosamente corto”. En los seis años siguientes por lo menos han muerto un millón de personas. De acuerdo con la Cruz Roja, Irak es hoy día un país de viudas y huérfanos. Sí, la guerra es desagradable y brutal pero nunca para los Blairs y los Rawnsleys.

Lejos de los quejicas chaqueteros en casa, Blair ha encontrado últimamente un puerto mediático seguro: Australia, la murdochracia original. Sus entrevistadores rezuman un ungüento reminiscente de los promotores del Blair “místico” en The Guardian hace una decada, aunque también traen a la memoria a Geoffrey Dawson, editor de The Times en los años treinta, que escribió sobre su infame humillación ante los Nazis: “Pasé mis noches eliminando cualquier cosa que pudiera herir sus susceptibilidades y dejando caer otras con la intención de suavizarlos”.

Con estas palabras a modo de cita se anuncian los finalistas del premio Geoffrey Dawson de periodismo (Antípodas). El 8 de febrero Geraldine Doogue, en una entrevista en la Australian Broadcasting Corporation, describió a Blair como “un hombre que llevó la religión al poder y ahora está llevando el poder a la religión”. Le preguntó: “¿Cuál sería la percepción de que la fe acerca a una mayor estabilidad... [sic]?”. Un confuso y claramente complacido Blair tuvo permiso para llenarse la boca hablando de “valores”. Doogue le dijo que “era la bifurcación entre el bien y el mal lo que ella creía que los británicos encontraban verdaderamente duro” [sic], a lo que Blair respondió que “en lo que respecta a Irak, intenté cualquier otra opción (a la invasión) que hubiera”. Era su clásica mentira, la cual pasó sin ser cuestionada.

Sin embargo el claro ganador del premio Geoffrey Dawson es Ginny Dougary del Sydney Morning Herald y The Times. Dougary acompañó recientemente a Blair en lo que describió como su “Corriente del Golfo*** a lo James Bond” donde ella tuvo conocimiento de sus “niveles de energía biónica”. Escribió: “Le hice la típica pregunta infantil: ¿Quiere usted salvar el mundo?”. El contestó, bien, más o menos, que sí. El asalto asesino sobre Gaza, que se estaba desarrollando durante la entrevista, se mencionó de pasada. “La guerra es así, me temo”, dijo Blair “y la guerra es horrible”. No hubo ninguna réplica de que Gaza no era una guerra sino una masacre se mirara como se mirara. Y respecto a los palestinos, anotó Dougary, la tarea de Blair era “prepararlos para un Estado”. Los palestinos se sorprenderían de oirlo. Pero dejemos de divagar; su hombre “tiene el brillo de alguien que se acaba de enamorar: enamorado del mundo y, para la mayoría, el sentimiento es recíproco”.

Y la evidencia que ofreció (la periodista) para justificar este absurdo es que “mujeres de ambos lados de la política me han confesado que están locas por él”.

Estos son tiempos extraordinarios. Blair, un hombre que ha perpetrado el crimen épico del siglo XXI comparte un “desayuno de oración” con el Presidente Obama, el hombre “yes-we-can” que se lanza ahora a más guerras. “Rezamos”, dijo Blair, “para que al actuar, hagamos el trabajo de Dios y sigamos la voluntad de Dios”. Para la gente decente, tales pronunciamientos sobre la “fe” de Blair representan una contorsión de la moralidad y la inteligencia que significa una profanación de las enseñanzas básicas de la cristiandad. Aquellos que ayudaron e instigaron su gran crimen y que ahora desean que el resto de nosotros olvidemos su participación- o, como Alistair Campbell, su “director de comunicación”, ofrecen su maldita notoriedad para el placer vicario de algunos- debieran leer la primera acusación propuesta por la Fundación de Crímenes de Guerra de Blair: “Engañar y conspirar en favor de la guerra, proporcionando noticias falsas que incitan la pasión por la guerra, y causan aproximadamente un millón de muertes, 4 millones de refugiados, incontables mutilados y traumas”.

Estos son, verdaderamente, tiempos extraordinarios.


http://www.johnpilger.com/page.asp?partid=528

http://www.newstatesman.com/religion/2009/04/war-crimes-blair-pilger-iraq


*Expresión latina que significa “a primera vista,” o “como primera impresión”, utilizado en jurisdicciones de ley común ([Common law]) para denotar la evidencia que si no es refutada, es suficiente para probar un asunto o un hecho particular. N. Del T.

** Hay que ver sin embargo, en qué quedan las posibles nuevas reformas en la ley sobre jurisdicción internacional supuestamente negociadas por el ministro Moratinos y la primera ministra israelí Tzipi Livni y cómo las aplicarían en su caso, una vez aprobadas, los jueces españoles. N. Del T.

*** La Corriente del Golfo es una corriente oceánica que desplaza una gran masa de agua cálida procedente del Golfo de México y que se dirige al Atlántico Norte. Alcanza una profundidad de unos 100 m y una anchura de más de 1000 km en gran parte de su larga trayectoria, lo que da una idea aproximada de la enorme cantidad de energía que transporta y de las consecuencias tan beneficiosas de la misma. Se desplaza a 1,8 m/s aproximadamente y su caudal es enorme: unos 80 millones de m³/s.

La circulación de esta corriente asegura a Europa un clima cálido para la latitud en que se encuentra e impide la excesiva aridez en las zonas atravesadas por los trópicos en las costas orientales de América (por ejemplo: México y las Antillas).También, determina en buena parte la flora y la fauna marina de los lugares por los que pasa -por ejemplo, los artrópodos y cefalópodos arraigan peor en las costas del País Vasco que en otras como las deGalicia, donde su influencia es mayor.

Es provocada por la acción combinada de los vientos globales , especialmente, de los vientos del oeste, vientos constantes o planetarios en la zona templada del Hemisferio Norte, de la alta concentración salina de sus aguas y de la baja temperatura de la misma cuando llega a latitudes próximas al polo (lo cual se denomina circulación termohalina) y del movimiento de rotación del planeta. N. Del T.



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