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El ocaso del cártel de Neza
RICARDO RAVELO
MÉXICO, D.F. 14 de agosto (apro).- Después de seis años de vivir una etapa de esplendor al amparo de algunos altos jefes de la desaparecida Policía Judicial Federal, el llamado cártel de Neza –alguna vez considerado como una extensión del "clan" Arellano Félix— vivió la semana pasada uno de sus últimos estertores.
El pasado miércoles 5, el juez quinto de Distrito de Procesos Penales Federales del estado de México dictó una sentencia de veinte años en contra de una de sus últimas piezas, Juan Esquivel Martínez, conocido en el medio del hampa como El Mustang, quien después de un largo juicio fue hallado culpable de distintos delitos relacionados con la delincuencia organizada, entre otros, el de posesión de estupefacientes con fines de comercio.
El llamado cártel de Neza fue considerado como la expresión más acabada de una organización criminal: en sus filas había policías, expolicías, operadores financieros y, lo más importante para operar impunemente: protección oficial.
Con amplios tentáculos, el cártel de Neza –cuya existencia y operaciones fueron puestas en duda por las autoridades federales entre los años 2000 y 2002– resultó ser una de las organizaciones criminales mejor organizadas y con fuertes dominios en el estado de México y el Distrito Federal.
El grupo criminal era dirigido por un expolicía: Carlos Morales Gutiérrez, El Águila, y Delia Patricia Buendía, La Ma Backer. El primero fue aprehendido en el 2004 y, la segunda, dos años antes, en el 2002.
Sin embargo, aunque públicamente se negó que en Netzahualcóyotl operara un cártel y que se estaba expandiendo, las autoridades fueron tejiendo, paralelamente, el rompecabezas del grupo criminal, que recibía cuantiosos cargamentos de cocaína en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para abastecer su amplio mercado de consumo.
Primero, la Procuraduría General de Justicia y la del estado de México investigaron con detalle los movimientos de Morales Gutiérrez, El Águila, allá por el año 2002. De manera extraña, sin embargo, las autoridades no actuaban en contra de este personaje, por lo que pronto, el que para las autoridades era un cártel inexistente dio muestras de su poder: fue ejecutado Mario Roldán, director adjunto de Enlace Operativo de la desaparecida Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud (FEADS).
Luego, en septiembre de 2002, cuando los reflectores se centraron en el cártel de Neza y se conocieron mayores detalles, tanto de sus operaciones como de su protección, sobrevinieron, en un lapso de 20 días, tres asesinatos más en el estado de México. Las víctimas: Arturo Pérez Estrada, responsable de la base Plata en la delegación Iztapalapa; Guillermo Robles Estrada Liceaga, director de Operaciones Mixtas de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, y Nicolás Humberto del Águila Jiménez, agente del Ministerio Público Federal.
La PGR acreditó, meses después, que los ajusticiamientos fueron perpetrados por sicarios del cártel de Neza. Fue hasta entonces cuando esta organización criminal dejó de ser un mito para convertirse en una realidad innegable.
Se les vinculó con la organización encabezada por los hermanos Ramón y Benjamín Arellano Félix; se dijo que su radio de acción incluía no sólo al Distrito Federal y el estado de México, también tenían presencia en Morelos, Querétaro, Puebla, Michoacán y su red de abastecimiento de drogas era conformada por un nutrido grupo de agentes federales adscritos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Conforme pasó el tiempo se ubicó el centro de operaciones de Carlos Morales. Según la información a la que entonces se tuvo acceso, El Águila ocupaba indistintamente las viviendas ubicadas en Poniente 22 y 29 de la colonia La Perla. Otro refugio era en Luis García 244, colonia Ampliación, en Santa Marta Acatitla. En el primer sitio, la PGR detuvo posteriormente a Ma Baker y a otros de sus cómplices.
Los informes también establecían que el exagente de la Policía Judicial del Estado de México utilizaba varios vehículos: un Volkswagen gris, una Voyaguer blanca, un Cruise y una camioneta Expedition para realizar sus tareas criminales.
El poder que alcanzó Carlos Morales fue de los más llamativos. Tenía fuertes lazos con un prominente mando de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal: Carlos Morales Correa, su padre, y quien se desempeñaba como un alto jefe operativo.
Las autoridades capitalinas tuvieron conocimiento de este dato relevante sólo hasta que la FEADS solicitó "con carácter de urgente" una serie de datos confidenciales, entre ellos, el área al que estaba adscrito, puesto que desempeñaba, antigüedad y copia certificada de su expediente laboral "íntegro y legible", así como de su nombramiento.
El oficio DGMPFEADS/1AP/930/2002, mediante el cual se solicitaba al jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, la información, estaba firmada por Julio Eloy Páez Ramírez, agente del Ministerio Público Federal.
Hasta el año 2004 –y no obstante la aprehensión de sus principales cabecillas: El Águila y Delia Patricia Buendía, MaBacker, el cártel de Neza no había sido exterminado: ubicado en el centro del país y con diversas conexiones hacia el norte de la República, aún mantenía activas varias de sus células en el Valle de México, su principal zona de influencia.
En su etapa de esplendor, el cártel de Neza tenía una actividad boyante, aun cuando era un cártel en crecimiento: tan sólo en la zona de Nezahualcóyotl –su base– controlaba más de 500 narcotienditas y, según datos de la PGR, se estimaba que vendían unas 300 mil dosis de cocaína por mes.
Tenía amplias conexiones con otros grupos que operaban el tráfico de drogas en Tepito, otra de las conexiones del cártel de Tijuana.
Según la PGR el cártel de Tepito "fue la expresión más acabada de una organización criminal: tenía mucho poder, tanto, que se le atribuyen unos 40 crímenes; controlaba el monopolio de la droga en el Valle de México: ponían precio a la cocaína y eran intocables".
El pasado miércoles 5, el juez quinto de Distrito de Procesos Penales Federales del estado de México dictó una sentencia de veinte años en contra de una de sus últimas piezas, Juan Esquivel Martínez, conocido en el medio del hampa como El Mustang, quien después de un largo juicio fue hallado culpable de distintos delitos relacionados con la delincuencia organizada, entre otros, el de posesión de estupefacientes con fines de comercio.
El llamado cártel de Neza fue considerado como la expresión más acabada de una organización criminal: en sus filas había policías, expolicías, operadores financieros y, lo más importante para operar impunemente: protección oficial.
Con amplios tentáculos, el cártel de Neza –cuya existencia y operaciones fueron puestas en duda por las autoridades federales entre los años 2000 y 2002– resultó ser una de las organizaciones criminales mejor organizadas y con fuertes dominios en el estado de México y el Distrito Federal.
El grupo criminal era dirigido por un expolicía: Carlos Morales Gutiérrez, El Águila, y Delia Patricia Buendía, La Ma Backer. El primero fue aprehendido en el 2004 y, la segunda, dos años antes, en el 2002.
Sin embargo, aunque públicamente se negó que en Netzahualcóyotl operara un cártel y que se estaba expandiendo, las autoridades fueron tejiendo, paralelamente, el rompecabezas del grupo criminal, que recibía cuantiosos cargamentos de cocaína en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para abastecer su amplio mercado de consumo.
Primero, la Procuraduría General de Justicia y la del estado de México investigaron con detalle los movimientos de Morales Gutiérrez, El Águila, allá por el año 2002. De manera extraña, sin embargo, las autoridades no actuaban en contra de este personaje, por lo que pronto, el que para las autoridades era un cártel inexistente dio muestras de su poder: fue ejecutado Mario Roldán, director adjunto de Enlace Operativo de la desaparecida Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud (FEADS).
Luego, en septiembre de 2002, cuando los reflectores se centraron en el cártel de Neza y se conocieron mayores detalles, tanto de sus operaciones como de su protección, sobrevinieron, en un lapso de 20 días, tres asesinatos más en el estado de México. Las víctimas: Arturo Pérez Estrada, responsable de la base Plata en la delegación Iztapalapa; Guillermo Robles Estrada Liceaga, director de Operaciones Mixtas de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, y Nicolás Humberto del Águila Jiménez, agente del Ministerio Público Federal.
La PGR acreditó, meses después, que los ajusticiamientos fueron perpetrados por sicarios del cártel de Neza. Fue hasta entonces cuando esta organización criminal dejó de ser un mito para convertirse en una realidad innegable.
Se les vinculó con la organización encabezada por los hermanos Ramón y Benjamín Arellano Félix; se dijo que su radio de acción incluía no sólo al Distrito Federal y el estado de México, también tenían presencia en Morelos, Querétaro, Puebla, Michoacán y su red de abastecimiento de drogas era conformada por un nutrido grupo de agentes federales adscritos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Conforme pasó el tiempo se ubicó el centro de operaciones de Carlos Morales. Según la información a la que entonces se tuvo acceso, El Águila ocupaba indistintamente las viviendas ubicadas en Poniente 22 y 29 de la colonia La Perla. Otro refugio era en Luis García 244, colonia Ampliación, en Santa Marta Acatitla. En el primer sitio, la PGR detuvo posteriormente a Ma Baker y a otros de sus cómplices.
Los informes también establecían que el exagente de la Policía Judicial del Estado de México utilizaba varios vehículos: un Volkswagen gris, una Voyaguer blanca, un Cruise y una camioneta Expedition para realizar sus tareas criminales.
El poder que alcanzó Carlos Morales fue de los más llamativos. Tenía fuertes lazos con un prominente mando de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal: Carlos Morales Correa, su padre, y quien se desempeñaba como un alto jefe operativo.
Las autoridades capitalinas tuvieron conocimiento de este dato relevante sólo hasta que la FEADS solicitó "con carácter de urgente" una serie de datos confidenciales, entre ellos, el área al que estaba adscrito, puesto que desempeñaba, antigüedad y copia certificada de su expediente laboral "íntegro y legible", así como de su nombramiento.
El oficio DGMPFEADS/1AP/930/2002, mediante el cual se solicitaba al jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, la información, estaba firmada por Julio Eloy Páez Ramírez, agente del Ministerio Público Federal.
Hasta el año 2004 –y no obstante la aprehensión de sus principales cabecillas: El Águila y Delia Patricia Buendía, MaBacker, el cártel de Neza no había sido exterminado: ubicado en el centro del país y con diversas conexiones hacia el norte de la República, aún mantenía activas varias de sus células en el Valle de México, su principal zona de influencia.
En su etapa de esplendor, el cártel de Neza tenía una actividad boyante, aun cuando era un cártel en crecimiento: tan sólo en la zona de Nezahualcóyotl –su base– controlaba más de 500 narcotienditas y, según datos de la PGR, se estimaba que vendían unas 300 mil dosis de cocaína por mes.
Tenía amplias conexiones con otros grupos que operaban el tráfico de drogas en Tepito, otra de las conexiones del cártel de Tijuana.
Según la PGR el cártel de Tepito "fue la expresión más acabada de una organización criminal: tenía mucho poder, tanto, que se le atribuyen unos 40 crímenes; controlaba el monopolio de la droga en el Valle de México: ponían precio a la cocaína y eran intocables".
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