Wednesday, August 19, 2009


Las botas de Dios

ISAíN MANDUJANO

Creado en 2006, un grupo religioso que se organizó en Chiapas bajo una estructura político-militar, el Ejército de Dios, se afilió a la Confederación Nacional Campesina a principios de este mes. Su objetivo: defender a los evangélicos afiliados que sufran expulsiones, despojo o acoso, así como promover su desarrollo. Y aunque sus dirigentes advierten que su única arma es la Biblia, algunos consideran que se trata de un “grupo paramilitar” en expansión y “aliado”, además, del gobierno de Juan Sabines.

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis.- ¡Somos el Ejército de Dios! ¡Listos para llegar hasta el fin! ¡Nuestras armas no son carnales! ¡Nuestra fuerza en nuestro espíritu está!
–¿Cómo dice el Ejército de Dios?
–¡Señor, sí, Señor!
–¿Cómo dice el Ejército de Dios?
–¡Guerreros, guerreros!
Con estructura, adiestramiento, disciplina y uniforme de tipo político-militar, el Ejército de Dios tiene tres años operando en Chiapas y se expande a nivel nacional “en defensa de los hermanos evangélicos”.
Este grupo –que dice pelear con la Biblia en la mano en vez de fusil– se creó y presentó oficialmente en abril de 2006 ante unos 3 mil evangélicos en la Plaza de Toros La Coleta de San Cristóbal de Las Casas.
En aquella ocasión se aclamó –con aplausos, vivas y aleluyas– a los primeros 120 hombres y mujeres que se presentaron públicamente como integrantes del grupo. Marcharon y saludaron al estilo militar, provistos de boina roja, playera negra con insignias, pantalón camuflado y botas negras.
Silvano Gómez Santis, fundador y mando del Ejército de Dios, señala que antes de entrar a la organización el recluta tiene que pasar por un curso intensivo de 108 horas de trabajo político, religioso y físico. En las primeras 48 horas de adiestramiento los exhortan a una “reestructuración de su persona en cuerpo, mente y alma”.
Luego, en las siguientes 12 horas, se refuerza lo aprendido, y en las 48 horas subsecuentes “se les da a conocer el liderazgo del Ejército de Dios y cómo marchará el grupo, según los lineamientos del comandante general, Esdras Alonso”.
–¿El arma? –se les pregunta.
–Nuestra Biblia. No tenemos otra.
Después de transcurridos más de tres años de aquella irrupción pública, sus líderes refieren que hoy no sólo están en Chiapas, sino en diversas partes del país, como Tabasco, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Estado de México, Morelos y el Distrito Federal.
Unos afirman que, a la fecha, los miembros del grupo son mil 300, pero otros estiman alrededor de 3 mil y algunos elevan la cifra a más de 4 mil 500 en todo el país.
En entrevista con Proceso, uno de los principales mandos de la organización señala: “No tenemos nada que esconder, somos transparentes, no somos un grupo paramilitar como se nos ha querido etiquetar, ni pretendemos ser un grupo subversivo”.
Esdras Alonso González, líder de la Iglesia evangélica Alas de Águilas, con una fuerte presencia en varios municipios de los Altos de Chiapas, es el “comandante general” del Ejército de Dios, y Álvaro Alonso González, hermano de aquél, es “general”.
Silvano Gómez Santis, también fundador del grupo, refiere que el Ejército de Dios nació como un brazo político y social de la Iglesia evangélica Alas de Águilas. Aunque allí tiene su base social más fuerte, tercia Esdras Alonso, otras Iglesias se han sumado como bases de apoyo y contribuido con más elementos de tropa. Entre éstas menciona a la Iglesia Presbiteriana Renovada, el Movimiento de los Pentecostales o la Iglesia de Acción y Amor de los Altos de Chiapas.
Coinciden Esdras, Álvaro y Silvano en que el Ejército de Dios se integró ante la oleada de agresiones físicas, expulsiones, desalojos –de viviendas y de tierras– e incluso asesinatos cometidos contra integrantes de la Iglesia evangélica Alas de Águilas.
El “comandante general”, Esdras Alonso, explica que ya era mucho el acoso, el hostigamiento y abuso contra los protestantes en los Altos, por lo que aceleraron la creación de este grupo, al que algunos de sus adversarios no dejan de calificar como “paramilitar”.
Pero Esdras Alonso insiste en que se trata de “una organización pacifista que no apela a la violencia, ni tomaremos un arma que no sea la Biblia y la palabra de Dios”.
Nueva fuerza cenecista
Como sea, en declaraciones no registradas en grabadora, Álvaro Alonso asegura que cuerpos de Inteligencia Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) se han acercado para investigarlos pero no han hallado nada que atente contra el Estado, si bien entre sus compañeros hay exmiembros del Ejército Mexicano que incluso han sido llamados por las fuerzas castrenses para que expliquen la naturaleza y acciones de la organización.
No obstante, cuando se interroga a Esdras Alonso en torno a la presencia de exmilitares de la Sedena en el Ejército de Dios, evade la pregunta para en seguida asegurar que allí sí militan exmiembros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que se han convertido a la fe protestante: “incluso hay exmandos zapatistas”, apunta.
El Ejército de Dios, continúa, va más allá del apoyo moral a los evangélicos que sufren acoso debido a la intolerancia religiosa, y manifiesta que sus miembros en la entidad se encuentran dispersos en decenas de comunidades indígenas rurales de unos 15 municipios de los Altos de Chiapas.
Esdras Alonso refiere también que, debido a las expulsiones de indígenas evangélicos de los Altos de Chiapas, principalmente de las comunidades de San Juan Chamula, se formó un grupo autodenominado Guardián de mi Hermano, al que considera antecedente del Ejército de Dios.
Recuerda que algunos miembros de Guardián de mi Hermano se vieron en la necesidad de defenderse con las armas de las agresiones que sufrían, y que uno de sus máximos líderes, Salvador Collazo Gómez, murió acribillado en noviembre de 1997.
Pero advierte que, a diferencia de Guardián de mi Hermano, el Ejército de Dios no es una amenaza armada contra quienes agreden a los evangélicos o el gobierno, sino que su fuerza es moral y política.
A juicio de Álvaro Alonso, la intolerancia religiosa ha disminuido tanto por el oficio político del actual gobierno como por “la presencia del Ejército de Dios” que, afirma, inhibe cualquier agresión contra los evangélicos.
Más aún, considera que esta organización seguirá vigente y fortaleciéndose no sólo en Chiapas, sino en otros estados del país donde la intolerancia religiosa no es frenada por los gobiernos federal y de los estados.
Explica Esdras Alonso que muchas veces las autoridades –estatales o federales– no sólo han sido omisas en los casos de intolerancia religiosa, sino que además han sido cómplices. “Por eso es que nació el Ejército de Dios”.
Este grupo, puntualiza, es una extensión más de Alas de Águilas, que desde hace muchos años ha venido diversificando sus acciones. Tiene muchos templos construidos, un gran auditorio y al menos 25 radiodifusoras ilegales o piratas desde las cuales propaga su fe religiosa.
Después de muchos intentos infructuosos por crear un partido político, revela, el pasado 3 de agosto el Ejército de Dios se adhirió a la Confederación Nacional Campesina (CNC) del PRI.
Para Álvaro Alonso esta adhesión no fue fortuita, sino producto de una reflexión de un año, pues además de buscar espacios políticos pretenden llevar a las comunidades identificadas como bases de apoyo los proyectos productivos para el desarrollo rural de los evangélicos, a quienes durante décadas se les ha negado el progreso por su fe religiosa.
En el acto del lunes 3 de agosto, la lideresa estatal del PRI, Arely Madrid Tovilla, y el líder estatal de la CNC, el diputado Jorge Enrique Hernández Vielma, elogiaron el hecho de que un grupo religioso decidiera sumarse a sus filas para sacar adelante a sus comunidades.
Conflictos latentes
“Aunque nos vestimos como militares y marchamos o hacemos prácticas de adiestramiento militar, no somos un grupo paramilitar, no encajamos en ese concepto porque no tenemos armas”, insiste Álvaro Alonso.
–¿Podrían llegar a tomar las armas?
–No está dentro de nuestros planes: nuestra arma más poderosa es la Biblia. Queremos decir al gobierno y a toda la sociedad que acá estamos presentes y listos para defender a nuestros hermanos, pero no con las armas, sino con la Biblia y la fuerza de la razón.
Sin embargo, no todos tienen esa percepción del Ejército de Dios.
A pocos kilómetros de San Cristóbal de las Casas, pasando el cuartel de Rancho Nuevo, puede leerse a orillas de la carretera un gran letrero que reza:
“Pueblo organizado de Mitzitón, adherentes a La Otra Campaña: Castigo a los paramilitares, fuera los asesinos del Ejército de Dios.”
El pasado 21 de julio, un incidente entre católicos que se oponen a la construcción de una autopista que comunicará a San Cristóbal con Palenque y evangélicos que la apoyan generó un hecho violento que dejó un muerto y varios heridos.
Oswaldo Díaz, vocero de las autoridades ejidales de Mitzitón, afirma que Aurelio Díaz Hernández, de 33 años, es la primera víctima mortal del Ejército de Dios, y que si bien no utilizaron armas de fuego para matarlo, sí emplearon un vehículo con el que lo arrollaron. “Antes –apunta el vocero– se les vio patrullar la comunidad a bordo de una camioneta”.
Aurelio Díaz Hernández dejó viuda a Hermelinda Jiménez Jiménez con tres menores: María Aurora, de 10 años; Alejandra Inés, de siete, y José Alfredo, de cinco.
Oswaldo Díaz subraya que para ellos no hay duda: el Ejército de Dios “es un grupo paramilitar” que opera en los Altos de Chiapas, “y lo que es peor” es que han hecho alianza con el gobierno estatal de Juan Sabines Guerrero, de quien obtienen recursos a través de proyectos productivos, y ahora “buscan cobijo en el partido que siempre auspició a ese tipo de grupos armados, el PRI”.
En Mitzitón, puntualiza Oswaldo Díaz, uno de los principales financiadores del Ejército de Dios es Carmen Díaz López, “un traficante de humanos” que tres veces ha sido capturado “en flagrancia” por las autoridades “y jamás ha pisado la cárcel”. Agrega que Díaz López fue expulsado del lugar junto con otras 90 personas, pero desde hace algún tiempo “llega, provoca y se desaparece”.
Para él no es casual que los miembros de ese grupo operen en su comunidad, donde tienen una iglesia para reunirse: “Desde que nos adherimos a La Otra Campaña del EZLN, vimos que empezaron a ostentarse públicamente con sus uniformes para que los veamos. Pero no nos vamos a dejar. Si ellos vienen, acá los vamos a esperar…”.

Este reportaje se publicó en la edición 1711 de la revista Proceso que empezó a circular el pasado domingo 16 de agosto.

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