Monday, August 17, 2009


Los “demonios rojos” de Baja California

2009-08-17

Juan José Morales

Impacto Ambiental

Un lector me remite copia de la noticia sobre una invasión de calamares gigantes —truculentamente apodados “demonios rojos”— en aguas costeras de la zona de San Diego, Estados Unidos, cerca de la frontera con Baja California, donde aterrorizan a los bañistas y buceadores, a quienes en ocasiones atacan. Pregunta si este fenómeno tiene alguna relación con el cambio climático.


La respuesta podría parecer ambigua: sí y no. El calamar gigante o Dosidicus gigas, como se le denomina en la clasificación científica, es un molusco común en una extensa zona del Pacífico oriental, desde Chile hasta California, de modo que no puede decirse que su presencia en la zona de San Diego resulte anómala. Igualmente, su abundancia varía considerablemente de año en año y ello explica por qué, en ocasiones, se registran estas concentraciones extraordinarias en algunos lugares.

Pero, por otro lado, hay informes de que durante los últimos años su área de distribución se ha ido extendiendo cada vez más hacia el norte y que incluso se le ha observado en Alaska. Esto lo atribuyen los biólogos precisamente al aumento en la temperatura del mar debido al calentamiento global.
En México, el calamar gigante es un viejo conocido de los pescadores de Sonora y Sinaloa, pues desde 1974 se le captura regularmente en el Golfo de California y por muchos años ha sido un importante recurso pesquero debido a su gran tamaño, la facilidad para capturarlo con pequeñas embarcaciones y sencillos artes de pesca, el buen sabor de su carne blanca y firme, su alto valor nutritivo, su gran tamaño —que permite cortarlo en filetes— y la posibilidad de aprovecharlo casi en su totalidad. Pero su abundancia es muy variable y totalmente impredecible. Años ha habido en que la producción rebasó holgadamente las cien mil toneladas, y otros en que se contrajo a sólo unas decenas de miles.
De cualquier manera, la del calamar gigante es la principal pesquería artesanal de México y quizá del mundo por su volumen de producción. Sin embargo, en nuestro país se consume poco. La mayor parte se exporta a Corea y Japón, donde es muy apreciado. Si usted encuentra en la pescadería filetes de calamar, no los desaproveche. Son baratos, de muy buena calidad y con ellos se pueden preparar deliciosos platillos.
Este animal, de cuerpo macizo y rechoncho, alcanza a pesar hasta 45 kilos, y medir metro y medio o dos metros de longitud, de lo cual la mayor parte corresponde al cuerpo, o manto como se le llama. No hay que confundirlo, sin embargo con el también denominado calamar gigante del género Architeuthis, de las grandes profundidades oceánicas, que con sus 15 metros de longitud es el mayor invertebrado conocido, y del cual se alimentan los cachalotes.
Nuestro calamar gigante forma grandes congregaciones de hasta más de mil individuos —lo cual facilita la labor de los pescadores— y realiza diariamente una curiosa migración vertical. Durante el día, se mantiene a varios cientos de metros de profundidad, donde debido a su color rojo resulta invisible para los depredadores ya que el agua absorbe las frecuencias correspondientes al rojo de la radiación luminosa solar. Por la noche, asciende a las capas superficiales para alimentarse con peces, crustáceos y moluscos.
Estos son, pues, nuestros “demonios rojos”, que ciertamente son agresivos y voraces, pero no por alguna mutación debida al cambio climático sino por naturaleza.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx

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