Tuesday, December 01, 2009


Plaza fantasma, negocios marianos

RODRIGO VERA

La jerarquía de la Iglesia católica corre el riesgo de perder el predio que hace más de seis años le donó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para edificar la Plaza Mariana. El convenio firmado entonces estipulaba que si el conjunto urbano no se construía ahí en un plazo de dos años, la cesión tendría que ser revocada. El delegado en Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo, dice que hasta ahora no se ha iniciado ninguna obra, lo que no ha impedido a las autoridades eclesiásticas seguir con su lucrativo negocio de venta de “nichos guadalupanos”.

El nuevo titular de la delegación Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo, planea quitarle a la Iglesia el amplio terreno, de 30 mil metros cuadrados, que le donó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para que ampliara el atrio de la Basílica de Guadalupe y construyera ahí la llamada Plaza Mariana.

La razón: seis años después de haber recibido la donación, la Iglesia ni siquiera ha iniciado las obras para edificar la plaza, en la que prometió dar cabida a cientos de comerciantes que fueron desplazados del predio donado. Ahora se encuentran instalados en la calle y la delegación tiene que apoyarlos económicamente hasta que concluya esa obra que aún no empieza.

Así, para las autoridades civiles la donación resultó ser una onerosa carga financiera. En cambio, para las eclesiásticas representa un jugoso negocio, pues llevan años recibiendo donativos de los fieles y vendiendo los miles de “nichos guadalupanos” que supuestamente estarán en esa plaza.

En entrevista con Proceso, Lobo lanza un ultimátum a los responsables del proyecto, el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo de la Ciudad de México, y monseñor Diego Monroy, rector de la Basílica de Guadalupe:
“A más tardar, para el próximo mes de marzo necesito una resolución formal sobre si van o no a construir la Plaza Mariana. No podemos esperar más tiempo, pues nos está resultando muy costoso ese proyecto. La delegación Gustavo A. Madero no aguanta más esa carga impositiva, por la que estamos dejando de atender nuestros programas sociales. Son gastos que no tienen fin.”

En sus oficinas de la delegación, desde cuyos ventanales se observa el terreno cedido por López Obrador, cubierto de abrojos y circundado por muros de lámina, el delegado comenta:

“Mire, como puede observar, el terreno está vacío. Así lleva años. Vemos con preocupación que no hay ninguna obra. Ni siquiera hay una estructura de base. ¡Todo está parado!”

A un costado del área, a lo largo de la avenida Fray Juan de Zumárraga, una de las más importantes arterias de la zona, se apiñan los comerciantes que fueron desalojados y que aguardan a ser reinstalados cuando la plaza esté concluida.

Agrega Lobo:

“Hay mil 300 comerciantes a los que apoyamos con más de 20 millones de pesos al año. Les construimos en la avenida Zumárraga ese mercado provisional, al que además debemos darle mantenimiento y afrontar el caos vial que provoca. No podemos seguir así.”

–¿Qué tan oneroso resulta ese gasto para la delegación?

–Demasiado. Para el próximo año, la delegación dispone de menos de 300 millones de pesos para atender la problemática social y el mejoramiento en infraestructura urbana. De manera que esos 20 millones que damos a los comerciantes es un porcentaje importantísimo de nuestro presupuesto.

“Le doy más cifras comparativas: en materia de agua potable gastamos anualmente 13 millones de pesos; en drenaje desembolsamos unos 14 millones, y en becas escolares a los niños invertimos 9 millones. Debido al proyecto Plaza Mariana estamos sacrificando importantes recursos que deberían destinarse a programas sociales, educativos o de salud. Toda la comunidad maderense resulta afectada.

“Y lo peor es que, pese a que fuimos al Congreso a pelear nuestros recursos, para el año próximo van a recortarnos 10% el presupuesto. Ya de por sí trabajamos con un profundo programa de austeridad que canceló teléfonos celulares a los servidores públicos, quienes además deben pagar el mantenimiento de sus vehículos oficiales.”

Complicaciones

El titular de la delegación asegura que el conflicto social ocasionado por el proyecto de la plaza afecta los programas viales, comerciales y de reordenamiento urbano:

“Los comerciantes que instalamos temporalmente en la avenida Zumárraga viven en la incertidumbre; consideran incierto su futuro laboral porque están invadiendo el arroyo vehicular y no saben si se construirá la Plaza Mariana. Por ello, insisten en que van a tomar el terreno donado a la Iglesia. También nos piden que les aumentemos el apoyo económico. En fin, nos están presionando mucho.

“Aquí se tiene el proyecto de hacer el centro histórico del norte de la ciudad, enmarcado en el proyecto turístico Zócalo-Basílica. Para ello, entre otras acciones, ya se rehabilitan calles y se planea remozar fachadas, en colaboración con el INBA (Instituto Nacional de Bellas Artes) y el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia). Pero este proyecto no podrá realizarse con una importante vialidad bloqueada por comerciantes, a causa de una obra que prometió la Iglesia y que ni siquiera inicia.”

Frente a la larga mesa de su oficina, el joven delegado se recarga en su silla, hace una pausa y advierte:
“Yo no voy a heredar el problema de la Plaza Mariana al delegado que me sustituya en el cargo. Ha provocado todo un conflicto en el entorno. Llegó el momento de darle solución.”

–¿Qué tipo de acciones emprende para resolverlo?

–Por lo pronto, ya le solicité formalmente a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) que cancele el permiso a la Fundación Plaza Mariana, responsable de realizar la obra. Quiero que al término de mi administración, a la que le faltan más de dos años, ese terreno donado a la Iglesia se reintegre a la comunidad.

–¿Y qué obras piensa realizar ahí?

–Construiremos un parque y un nuevo mercado para los locatarios que fueron desplazados a la calle. El mercado contará con un estacionamiento subterráneo y otro en la parte superior. Ya tenemos el proyecto de resistencias, de espacios y distribución de los giros mercantiles. Su construcción costará unos 35 millones de pesos, suma muy inferior a los más de 100 millones de pesos que, durante cinco años, hemos dado como apoyo a esos comerciantes.
Sin embargo, asegura que todavía le dará una oportunidad a la Iglesia para que utilice el terreno donado y construya ahí su Plaza Mariana:

“Repito: necesito su resolución a más tardar para el próximo mes de marzo. Requiero un compromiso puntual y claro por parte de la Fundación Plaza Mariana. Al firmar el convenio mediante el cual se hizo la donación, se estipuló que tenían un plazo de dos años para empezar a construir. Éste se venció desde hace mucho, por lo que legalmente ya podemos recuperar el predio.”

Efectivamente, en el “decreto desincorporatorio”, publicado el 8 de abril de 2003, en la Gaceta Oficial del Distrito Federal, se estipula que el gobierno de López Obrador hace la “transmisión a título gratuito a la Fundación Plaza Mariana” del área de 29 mil 534.27 metros cuadrados. Y precisa que si “en el plazo de dos años” los terrenos “no sean destinados para el desarrollo del conjunto urbano denominado Plaza Mariana”, entonces “la transmisión a título gratuito será revocada y los bienes se reintegrarán al patrimonio del Distrito Federal”.

La Iglesia: negocios intactos

El presidente de la Fundación Plaza Mariana es el cardenal Rivera Carrera; el secretario y apoderado es monseñor Diego Monroy, rector de la Basílica; el tesorero es Fernando Chico Pardo, del Grupo Posadas, y el comisario es el empresario Carlos Abedrop.

En el área donada estaban el mercado Villa Zona y otros locales comerciales, así como un jardín. Las construcciones se demolieron y sus locatarios lo aceptaron, con la condición de ser reinstalados en Plaza Mariana y, mientras concluía la obra, de recibir apoyo económico por parte de la delegación. Sin embargo, quedaba un grupo de 250 comerciantes establecidos, liderados por Jesús Badillo, que se negaban a salir, por ser los propietarios de sus locales y considerar “ilegal” la donación de López Obrador (Proceso 1449).

Diego Monroy instó a las autoridades civiles a sacarlos, pues de otra manera no podían empezar la obra. “Es imposible ponernos a excavar encima de los comerciantes”, se quejaba.

Los comerciantes rebeldes fueron desalojados por la fuerza mediante un aparatoso operativo policiaco en el que intervinieron más de mil elementos de distintas agrupaciones. Los acompañaban grúas y trascabos que, al momento del desalojo, demolían los locales. Hasta hoy, esos comerciantes llevan un litigio en los tribunales con el fin de recuperar sus predios (Proceso 1519 y 1571).

Por su lado, Norberto Rivera y Diego Monroy emprendieron desde entonces una ambiciosa campaña publicitaria –“Plaza Mariana… el milagro continúa”– enfocada a vender los 117 mil nichos que, según ellos, albergará la Plaza Mariana. Y entre otras formas de allegarse recursos, abrieron cuentas bancarias para recibir las “donaciones” de los fieles, en México y en el extranjero, que quisieran financiar el proyecto.

En 2003, Chico Pardo calculó que el costo de construcción sería de 500 millones de pesos. Y agregó que ya tenían más de la mitad –300 millones de pesos–, gracias a un crédito bancario que habían conseguido.

Diseñado por el arquitecto Javier Sordo Madaleno, el proyecto Plaza Mariana incluye un ultramoderno mall comercial; un centro administrativo y de evangelización; un museo guadalupano interactivo; una amplia explanada que será la extensión del actual atrio; estacionamientos subterráneos, y el columbario donde se ubicarán las criptas, que llevan años vendiéndose.

A mediados de 2007, Francisco Chíguil, entonces delegado de la Gustavo A. Madero, ya denunciaba la pesada carga financiera que representaba para la demarcación el retraso de la obra.

Al igual que el actual delegado, Chíguil intentó quitarle los terrenos a Rivera Carrera y Diego Monroy mediante la revocación del decreto. Incluso le envió una carta a Marcelo Ebrard, jefe del gobierno capitalino, para pedirle su apoyo. Todo fue inútil.

De acuerdo con Chíguil, el retraso obedecía a que los “grupos financieros” metidos en el proyecto, con el fin de “maximizar sus utilidades”, no lograban “ponerse de acuerdo” en “cómo se repartirán las ganancias”. Indicaba que ni siquiera el grupo Autofin, que entonces vendía los nichos, contaba con permiso para hacerlo, por lo que el negocio era “ilícito”. Mientras que la Gustavo A. Madero tenía una “fortísima erogación” para sostener a los comerciantes (Proceso 1592).

El presidente del consejo de administración de Autofin, Juan Antonio Hernández Venegas, reconocía que no tenía permiso para comercializar los nichos. Y aseguraba a este semanario: “A más tardar, la Plaza Mariana quedará concluida en marzo de 2009”.

Ahora, el actual delegado, al igual que su antecesor, intenta recuperar el predio con el apoyo de Marcelo Ebrard. Al respecto dice Lobo:

“El jefe de gobierno es muy sensible a este asunto. Es una persona con mucha disciplina financiera. Aunque reconoce la identidad guadalupana de nuestro pueblo, sabe que el convenio con la Iglesia es de carácter civil y que la delegación no puede seguir pagando costos tan altos.

“No tenemos ninguna diferencia con la Iglesia ni con monseñor Monroy. Al contrario, siempre hemos apoyado a los peregrinos que vienen a la Basílica, como nos corresponde hacerlo. El problema es que no hay nada claro, ni siquiera tenemos información si la Plaza Mariana finalmente se va a construir.”

–¿Ha tenido alguna reunión formal con monseñor Monroy para que le explique? ¿Alguna junta de trabajo?

–No, nada. Nosotros hemos buscado a los encargados de la Fundación Plaza Mariana, intentado tener una interlocución con ellos, pero no hemos tenido la fortuna de realizar ese encuentro. Eso sí, me he topado en algunas ocasiones con monseñor Monroy y le he comentado nuestra preocupación.

–¿Cuál ha sido su respuesta?

–Sin dar más detalles, sólo me dice que es una obra muy costosa y que no tienen financiamiento. Pero no hemos obtenido información concreta. Está bien: si no pueden construir, pues entonces que nos regresen el predio y asunto concluido.

“Sin embargo, veo que siguen vendiendo los nichos guadalupanos. También me doy cuenta de que han estado cambiando a las empresas financiadoras de su proyecto. Primero estuvo Bancomer; luego, si mal no recuerdo, Santander, y después Autofin. Al parecer, ahora tienen a otra financiadora. No sabemos los motivos de tanto cambio.”
En varias ocasiones, como ahora, Proceso ha solicitado una entrevista con Monroy a fin de saber cuánto dinero han recaudado, cuántos nichos han vendido, por qué se retrasó la obra… El rector de la Basílica siempre se ha negado.

Proceso
30/11/2009

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