Bajo la Lupa
EU humilla innecesariamente a Brasil, Irán y Turquía (BIT)
Alfredo Jalife-Rahme
Como reflejo de su decadencia y de la transición hacia el nuevo orden multipolar, Estados Unidos (EU) se ha autosecuestrado y es presa de flagrantes contradicciones e inconsistencias en su política exterior, cuando Barack Obama da simultáneamente un golpe a la derecha y otro a la izquierda con el fin de mantener su frágil equilibrio global, el cual, además, está siendo socavado por su decepcionante actuación doméstica, donde aún imperan los coaligados grupos de la plutocracia oligárquica de la globalización unimundialista: desde la banca parasitaria y especulativa de Wall Street hasta las trasnacionales petroleras de Texas aliadas a BP (Halliburton, Transocean y Cameron International).
No hay que dramatizar demasiado la precipitada cuarta ronda de sanciones encabezada por EU en el Consejo de Seguridad de la ONU contra Irán, pese a que el país persa había aceptado la muy creativa solución diplomática de Brasil y Turquía, curiosamente muy similar a la que había propuesto Obama el otoño pasado mediante el canje del uranio iraní con Rusia y Francia.
Como reflejo de su decadencia y de la transición hacia el nuevo orden multipolar, Estados Unidos (EU) se ha autosecuestrado y es presa de flagrantes contradicciones e inconsistencias en su política exterior, cuando Barack Obama da simultáneamente un golpe a la derecha y otro a la izquierda con el fin de mantener su frágil equilibrio global, el cual, además, está siendo socavado por su decepcionante actuación doméstica, donde aún imperan los coaligados grupos de la plutocracia oligárquica de la globalización unimundialista: desde la banca parasitaria y especulativa de Wall Street hasta las trasnacionales petroleras de Texas aliadas a BP (Halliburton, Transocean y Cameron International).
No hay que dramatizar demasiado la precipitada cuarta ronda de sanciones encabezada por EU en el Consejo de Seguridad de la ONU contra Irán, pese a que el país persa había aceptado la muy creativa solución diplomática de Brasil y Turquía, curiosamente muy similar a la que había propuesto Obama el otoño pasado mediante el canje del uranio iraní con Rusia y Francia.
El primer ministro ruso, Vladimir Putin, durante un encuentro con periodistas, el martes pasado en Estambul, Turquía
Foto Ap
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A nadie le gusta ser amonestado siquiera con una tarjeta amarilla y menos ser expulsado con tarjeta roja de cualquier juego como pretende EU castigar permanentemente a Irán con el objetivo de someterlo a sus anacrónicas exigencias unilaterales.
Todavía son mejores las sanciones a la guerra que le tiene preparada el sionismo financiero global a Irán. Pero, por desgracia, no hay que confiarse, ya que el sionismo financiero global, en plenitud de su insolvencia, no es nada descabellado que aproveche las sanciones como coartada para librar la tercera guerra mundial tan anhelada por Ambrose Evans-Pritchard y Norman Podhoretz.
Pese a las apariencias sobre las injustas sanciones que parecen conducir a una guerra contra Irán –en imitación a la guerra contra Irak, donde tanto los neoconservadores straussianos, núcleo ideológico del sionismo financiero global, como la dupla Cheney-Bush inventaron las "armas de destrucción masiva" por cuyas mentiras no existen sanciones en la diplomacia universal de la nueva civilización por edificar–, no están cerradas todas las puertas, si se escudriñan las posturas del propio EU, así como de Rusia y China, un día después del voto en la cuarta ronda de sanciones contra Irán del Consejo de Seguridad, presidido ignominiosamente por el representante "mexicano" Claude Heller Rouassant, quien no aprendió nada de la diplomacia nuclear de nuestro único Premio Nobel de la Paz, don Alfonso García Robles, uno de los principales apóstoles del desarme mundial y la desnuclearización.
Ya habrá tiempo de analizar la ausencia de una política exterior mexicana propiamente dicha, hoy totalmente sometida a las exigencias unilaterales de EU, en la etapa aciaga del entreguismo genuflexo del PAN.
Se advierte la precipitación del Departamento de Estado obligado por la creatividad del BIT (Brasil, Irán y Turquía) a acelerar los tiempos y a anunciar, al día siguiente de la histórica "declaración de Teherán" del 17 de mayo, que contaba con la aprobación de Rusia y China para sancionar a Irán mediante una resolución muy diluida por las negociaciones tras bambalinas y que probablemente fueron acompañadas de trueques globales y regionales.
Irán todavía no digiere la postura de China, que se sumó a las sanciones, mientras Brasil y Turquía las rechazaron (Líbano se abstuvo en forma inteligente para no ofender a Hezbollah y provocar una nueva guerra civil). Ali Akbar Salehi, jefe del programa civil nuclear iraní fustigó "las dos pesas y dos medidas" de Pekín respecto del país persa, por un lado, y a Norcorea, por otro (ISNA, 10/6/10). Vamos a ver cómo China sortea este delicado embrollo.
Suena interesante que, pese al voto negativo de Rusia y China, socios relevantes de Irán, el presidente Ahmadinejad haya acudido a la cumbre medio oriental y centroasiática de Eurasia (CICA, por sus siglas en inglés) de 40 países en Turquía (Huffington Post, 11/6/10) –donde participó el primer ministro ruso, Vladimir Putin– y, luego, haya asistido a China, horas después de la votación, a visitar el pabellón persa en la Exposición Mundial de Shanghai, inaugurada hace casi mes y medio.
En forma interesante, Fred Bergsten –anterior funcionario del Departamento del Tesoro y director del influyente Peterson Institute for International Economics– fustigó las sanciones de improductivas (CBS, 9/6/1), mientras Putin opinaba lo mismo y recordaba que las sanciones contra Norcorea fueron "ineficientes" para prevenir su dotación nuclear ulterior (Naharnet, 10/6/10).
Durante su gira por Sudamérica, donde se notó sobremanera la pesantez de la sombra de Brasil, Hillary Clinton, la vigorosa secretaria de Estado, abrió las puertas, un día después de su voto negativo en el Consejo de Seguridad, a nuevas negociaciones con Irán de parte del "P-5 más uno" –los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania, también conocido como el Grupo Viena (sede de la AIEA)– a cuyo grupo, sin explayarlo en forma diáfana, dio a entender la posibilidad de incorporar a Brasil y Turquía.
Pareciera que la administración Obama lucha desesperadamente por salvar su honra mancillada mediante la vieja diplomacia de garrote frente a la creatividad diplomática del BIT que le quitó la iniciativa para resolver en forma pacífica el contencioso nuclear iraní.
El problema no radica en sicoanalizar la muy entendible furia de EU por el triunfo diplomático del BIT que puso en la picota toda la estructura del vetusto y caduco orden mundial del Consejo de Seguridad, sino que, en su reacción pavloviana de "reflejo condicionado", humilló a dos de sus principales aliados en el mundo: Brasil y Turquía (único miembro islámico de la OTAN).
Sin contar la pertenencia de Brasil al BRIC, cabe recordar que tanto Brasil como Turquía forman parte del G-20, el conglomerado entronizado por Obama como la nueva estructura de mando mundial en sustitución del agónico G-7 (Geoeconomía Mensual, El Financiero, 24/5/10).
Con Irán no existe mayor problema de afrenta cuando EU, instalado en la catatonia confrontativa desde la revolución jomeinista chiíta hace 31 años, no ha podido ni sabido reanudar las relaciones diplomáticas en forma madura con la nueva potencia emergente y predominante en el Golfo Pérsico, Irak, Siria, Líbano y Gaza (para citar a los más conspicuos).
En plena génesis multipolar, donde el BIT goza de enorme peso en sus respectivas esferas de influencia, constituye un grave error de juicio practicar ahora las mismas políticas rígidas de hace 31 años, cuando EU aún pasaba por su gloria bipolar y se encontraba a 10 años de ingresar a su efímera apoteosis unipolar.
Al menos que en el fondo anhele aventurarse en su enésima guerra, en medio de la nueva complejidad global donde no caben más los maniqueísmos bushianos, EU humilló innecesariamente al BIT.
Ahora EU tiene la pelota en su cancha para reparar los severos daños y los constantes desequilibrios en su política exterior que esta vez pueden ser más costosos de lo acostumbrado.
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