Iván Restrepo
A principios de mes, el doctor Jesús Kumate, ex titular de la Secretaría de Salud, fue objeto de un homenaje en el Hospital Infantil de México. Al término de la ceremonia, Kumate destacó la necesidad de que el sector salud y la sociedad en general unan esfuerzos para combatir el exceso de peso que registra uno de cada tres niños en el país, lo cual comienza a modificar la prevalencia de ciertas enfermedades que los afectan, como la diabetes tipo dos. Recalcó que desde la infancia es necesario adoptar hábitos de vida saludables. Para ello, es clave limitar el consumo de alimentos con grasa. El mismo día del homenaje, durante la 29 asamblea de la asociación que representa a quienes se dedican a la explotación de ganado lechero, el presidente entrante y el saliente de esa organización se quejaron porque algunos funcionarios de la Secretaría de Salud recomiendan el consumo de refrescos embotellados, e incluso bebidas alcohólicas, en vez de alentar el de leche. Dijeron que los funcionarios difunden que “la grasa de la leche engorda y es negativa para los niños” y les resulta mejor ingerir bebidas gaseosas sin azúcar.
Sobre lo anterior, Matilde Pérez, reportera de La Jornada, informó que la Secretaría de Salud dio a conocer en febrero pasado las recomendaciones de un grupo de científicos sobre los efectos adversos de consumir leche entera, pues al contribuir a la ingesta de grasas saturadas alienta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, además de sobrepeso, diabetes y obesidad en los niños. Mas sucede que en la mayor parte del mundo la leche figura como alimento básico para los menores y los gobiernos procuran su ingesta por ser una forma efectiva de atacar la desnutrición infantil.
En esa misma asamblea se criticó el programa social de reparto de leche a bajo precio porque “distorsiona el mercado nacional”. Extraño reclamo pues allí el titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Alberto Cárdenas Jiménez, anunció que el gobierno federal destinará 14 mil millones de pesos para la recría del hato lechero, y que los ganaderos continuarán recibiendo 2 mil 500 pesos de apoyo por cada vaquilla lechera que posean. Con ese subsidio, que sale de nuestros impuestos, extraña que los ganaderos se quejen de que se proporcione leche a bajo costo a quienes de otra forma no tendrían manera de consumirla, habida cuenta del aumento de precios de los productos que componen la canasta básica. En un país donde la mayoría de la población no come carne, ahora algunos piden que tampoco consuma leche porque hace daño y está subsidiada.
En cambio, el funcionario responsable de velar por los programas que sacarán a la agricultura del lamentable estado en que se encuentra respalda la puesta en marcha del programa de “sustentabilidad” de la empresa que produce y vende, a un alto precio, productos chatarra, que perjudican la salud, como es el caso de las papas Sabritas, cuya invitación a consumirlas so pretexto de la visita de Juan Pablo II a México fue tan criticada. La presencia del secretario de Agricultura en el inicio de ese programa fue porque este año mundialmente se recuerda la importancia de la papa como alimento. Sabritas promete ahora mejoras a quienes la siembran, y formas sustentables de producirlas. Sin embargo, los campesinos son los que menos reciben por cosechar ese alimento. En cambio, las botanas de Sabritas y otras marcas son excelente negocio para sus fabricantes. Mientras un campesino recibe dos pesos por un kilo de papas que cosecha, uno de papitas industrializadas cuesta al consumidor 50 veces más.
Todo aumenta en el país, menos en las estadísticas oficiales. No son la excepción las botanas, que por cientos de miles se venden en los centros educativos del país, en los mismos donde se habla de la necesidad de tener hábitos alimentarios sanos. Pero no seamos pesimistas: celebremos que, por fin, un artículo de primera necesidad baje de precio y se convierta en ejemplo de la estrategia oficial que ahora anuncian para garantizar la alimentación de las mayorías: los Cheetos, uno de los productos chatarra de Sabritas. El gobierno del empleo, la seguridad y el progreso cumple así también su promesa de luchar contra la desnutrición que afecta a millones de mexicanos.
Sobre lo anterior, Matilde Pérez, reportera de La Jornada, informó que la Secretaría de Salud dio a conocer en febrero pasado las recomendaciones de un grupo de científicos sobre los efectos adversos de consumir leche entera, pues al contribuir a la ingesta de grasas saturadas alienta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, además de sobrepeso, diabetes y obesidad en los niños. Mas sucede que en la mayor parte del mundo la leche figura como alimento básico para los menores y los gobiernos procuran su ingesta por ser una forma efectiva de atacar la desnutrición infantil.
En esa misma asamblea se criticó el programa social de reparto de leche a bajo precio porque “distorsiona el mercado nacional”. Extraño reclamo pues allí el titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Alberto Cárdenas Jiménez, anunció que el gobierno federal destinará 14 mil millones de pesos para la recría del hato lechero, y que los ganaderos continuarán recibiendo 2 mil 500 pesos de apoyo por cada vaquilla lechera que posean. Con ese subsidio, que sale de nuestros impuestos, extraña que los ganaderos se quejen de que se proporcione leche a bajo costo a quienes de otra forma no tendrían manera de consumirla, habida cuenta del aumento de precios de los productos que componen la canasta básica. En un país donde la mayoría de la población no come carne, ahora algunos piden que tampoco consuma leche porque hace daño y está subsidiada.
En cambio, el funcionario responsable de velar por los programas que sacarán a la agricultura del lamentable estado en que se encuentra respalda la puesta en marcha del programa de “sustentabilidad” de la empresa que produce y vende, a un alto precio, productos chatarra, que perjudican la salud, como es el caso de las papas Sabritas, cuya invitación a consumirlas so pretexto de la visita de Juan Pablo II a México fue tan criticada. La presencia del secretario de Agricultura en el inicio de ese programa fue porque este año mundialmente se recuerda la importancia de la papa como alimento. Sabritas promete ahora mejoras a quienes la siembran, y formas sustentables de producirlas. Sin embargo, los campesinos son los que menos reciben por cosechar ese alimento. En cambio, las botanas de Sabritas y otras marcas son excelente negocio para sus fabricantes. Mientras un campesino recibe dos pesos por un kilo de papas que cosecha, uno de papitas industrializadas cuesta al consumidor 50 veces más.
Todo aumenta en el país, menos en las estadísticas oficiales. No son la excepción las botanas, que por cientos de miles se venden en los centros educativos del país, en los mismos donde se habla de la necesidad de tener hábitos alimentarios sanos. Pero no seamos pesimistas: celebremos que, por fin, un artículo de primera necesidad baje de precio y se convierta en ejemplo de la estrategia oficial que ahora anuncian para garantizar la alimentación de las mayorías: los Cheetos, uno de los productos chatarra de Sabritas. El gobierno del empleo, la seguridad y el progreso cumple así también su promesa de luchar contra la desnutrición que afecta a millones de mexicanos.
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