Saturday, April 25, 2009


¿Cuál fue el punto de la reunión del G-20?

Immanuel Wallerstein

Casi todo el mundo tomó demasiado en serio la reunión del G-20 en Londres, el 2 de abril. Los expertos y los críticos la han analizado como si hubiera sido diseñada para lograr algún cambio en las políticas de los estados que participaron. El hecho es que todos los que fueron sabían desde antes que nada que tuviera alguna significación cambiaría como resultado de reunirse, y que los cambios menores que fueron adoptados podrían muy fácilmente haberse arreglado sin dicha reunión.
El punto de la reunión –para Estados Unidos, para Francia y Alemania, para China– fue mostrar a sus públicos en casa que estaban
Probablemente la reunión fue de lo más importante para el presidente Obama. Él fue a demostrar tres cosas: que era popular en lo personal por todo el mundo; que se presentaría a sí mismo con un estilo diplomático muy diferente de aquel de George W. Bush; que esas dos cosas juntas harían la diferencia.
Obama ciertamente demostró las dos primeras. Fue aclamado por las multitudes en todas partes –en Londres, en París, en Estrasburgo, en Alemania, en Praga y en Turquía, así como por los soldados estadunidenses en Irak. También lo hicieron con Michelle Obama. Y ciertamente empleó un estilo diplomático diferente. Todos sus interlocutores dijeron que los tomaba en serio, que los escuchaba con atención, que admitió los errores pasados y limitaciones de Estados Unidos, y que pareció abierto a soluciones de compromiso en cuanto a las disputas diplomáticas –nada de lo que podrían haber acusado a Bush.
¿Pero hizo esto alguna diferencia en lograr los objetivos diplomáticos estadunidenses? Es difícil verlo de este modo. No se resolvió en lo absoluto el debate entre, por un lado, el enfoque estadunidense de reavivar la economía-mundo (con más
Es cierto que el G-20 accedió a reunir un paquete de 1.1 billones de dólares para otorgarlo al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que emita los llamados Derechos Especiales de Giro (DEG) como parte de un Todos salieron contra el proteccionismo y propusieron hacer cosas al respecto. Pero no se adoptaron medidas vinculantes. Además, hay tres clases diferentes de proteccionismo en cuestión.
La primera es la protección de las industrias propias, algo que virtualmente todos los miembros del G-20 ya hacían y que probablemente seguirán haciendo. La segunda es la regulación de los fondos de cobertura y de las agencias de calificación crediticia. Los chinos se alegran por esto, mientras que Estados Unidos y Europa occidental están dudosos. La tercera es regular los paraísos fiscales. Los europeos impulsan esto, los chinos permanecen inmutables y Estados Unidos se halla entre ambos. Nada cambió en Londres.
Pareció que los franceses y los alemanes utilizaron la reunión de Londres más para demostrar que los compromisos geopolíticos que rehusaron hacer con Bush también se rehusarán a hacerlos con Obama. El diario alemán Der Spiegel fue rudo en su juicio. Dijo que la causa del desastre financiero era que George W. Bush era un
En el ámbito geopolítico, el enfoque franco-alemán hacia Afganistán se mantuvo sin cambio –respaldo verbal de los objetivos estadunidenses, pero no más tropas. ¿Recibirían a los prisioneros liberados de Guantánamo? Alemania continúa diciendo que no. Francia accedió, con gran magnanimidad, a aceptar uno –sí, uno.
Obama dio un discurso importante en Praga delineando un llamado al desarme nuclear –supuestamente un gran cambio con respecto a la posición de Bush. El diario conservador francés Le Figaro informa que la célula diplomática del círculo interno de Sarkozy asumió un punto de vista muy
En otros lados, tampoco le funcionó mucho mejor con las poblaciones de Europa centro-oriental, donde el primer ministro saliente, conservador, de la República Checa, Mirek Topolanek, denunció las propuestas de Obama, de más estímulo, como Lo que China quería de la reunión del G-20 es que ocurriera esta reunión. China quería ser incluido en el círculo interno de quienes toman las decisiones en el mundo. Celebrar una reunión del G-20 hizo posible esta nueva realidad. Cuando el G-20 decidió reunirse de nuevo, confirmó el lugar de China. ¿Se volverá a reunir el G-8 alguna vez? Dicho esto, China mostró su reserva acerca de las decisiones que ocurrieron, en muchas formas. Ofreció una cantidad irrisoria al nuevo paquete del FMI. Después de todo, no le dieron garantías de que habrá una reforma real de la gobernanza del FMI, que podría acordar un papel apropiado para China.
En suma lo que podemos decir es que los principales actores desfilaron por la escena mundial. ¿Alguna vez tuvieron la intención de hacer algo más que eso? Probablemente no. El declinar económico mundial continúa su camino tendido, como si la reunión del G-20 nunca hubiera ocurrido.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein



"What Was the Point of the G-20 Meeting?"

Commentary No. 255, April 15, 2009

Almost everyone took the meeting of the G-20 in London on April 2 too seriously. Pundits and critics have been analyzing it as if it had been designed to accomplish some change in policies by the states which participated. The fact is that everyone who went knew in advance that nothing of any significance would change as a result of the meeting, and that the few minor changes that were adopted could easily have been arranged without the meeting.
The point of the meeting - for the United States, for France and Germany, for China - was to show their internal publics that they were "doing something" about the calamitous world economic situation when in fact they were doing nothing that would in any significant way save the sinking ship.
The meeting was perhaps most important for President Obama. He went to demonstrate three things: that he was personally popular around the world; that he would present himself in a radically different diplomatic style from that of George W. Bush; that the two together would make a difference.
Obama certainly demonstrated the first two. He was acclaimed by the crowds everywhere - in London, Paris, and Strasbourg, in Germany, Prague, and Turkey, as well as by U.S. soldiers in Iraq. So was Michelle Obama. And he certainly employed a different diplomatic style. His interlocutors all said he took them seriously, listened to them attentively, admitted U.S. past errors and limitations, and seemed open to compromise solutions of diplomatic disputes - nothing of which they might have accused George W. Bush.
But did this make any difference in achieving U.S. diplomatic objectives? It is hard to see in what way. The debate between, on the one hand, the U.S. approach to reigniting the world-economy (more "stimulus"), an approach supported by Great Britain and Japan and, on the other hand, the Franco-German approach (more international "regulation" of financial institutions) was in no way resolved. Whatever the merits of the two arguments, both sides stuck to their guns, and the communiqué simply papered over the differences.
It is true that the G-20 agreed to put together a package of 1.1 trillion dollars to be given to the International Monetary Fund (IMF) to issue so-called Special Drawing Rights (SDRs) as part of a "global plan for recovery on an unprecedented scale." But as many commentators have pointed out, the scale of the effort is far less than is implied. First of all, part of this is not new money. Secondly, this is financing and not necessarily spending. Thirdly, 60% of the SDRs will go to the United States, Europe, and China, who do not need them. And fourthly, 1.1 trillion isn't all that much, when placed beside the 5 trillion already being provided in the fiscal stimulus plans around the globe.
Everyone came out against protectionism, and proposed to do things about it. But there were no enforceable measures adopted. In addition, there are three different kinds of protectionism in question. The first is protecting one's own industries, something which virtually all G-20 members are already doing and most probably will continue to do. The second is regulating hedge funds and rating agencies. The Chinese cheer this on, while the United States and western Europe are hesitant. The third is regulating tax havens. The Europeans are pushing for this, the Chinese are very cool on the idea, and the United States is somewhere in-between. Nothing changed at London.
The French and the Germans seemed to use the London meeting more to demonstrate that the geopolitical commitments they refused to make for Bush they would continue to refuse to make for Obama. The German newspaper, Der Spiegel, was harsh in its judgment. It said the cause of the financial disaster is that George W. Bush had been a "poppy farmer" who had "flooded the entire world [with cheap dollars],...creating sham growth and causing a speculative bubble...." Worse still, "the change in government in Washington has not brought a return to self-restraint and solidity. On the contrary, it has led to further abandon." Its conclusion: "German Chancellor Angela Merkel is right. The West may very well be giving itself a fatal overdose."
In the geopolitical arena, the Franco-German approach to Afghanistan is unchanged - verbal support for U.S. objectives but no more troops. Would they receive prisoners released from Guantanamo? Germany continues to say absolutely not. France magnanimously agreed to receive one - yes, one.
Obama gave a major speech in Prague outlining a call for nuclear disarmament - presumably a big change from the Bush position. The French conservative newspaper, Le Figaro, reports that the diplomatic cell in Sarkozy's inner circle took a very "abrasive" view of the speech. Just public relations, they said, masking the fact that the negotiations of the United States with Russia on this question were getting nowhere. Furthermore, France was not about to take moral lectures from the Americans. So much for Obama's new diplomatic style appeasing the West Europeans.
Elsewhere, it didn't seem to work too much better with the East-Central Europeans, where the outgoing conservative Prime Minister Mirek Topolanek of the Czech Republic denounced Obama's stimulus proposals as "a way to hell." Obama's speech to the Turkish parliament did get him great applause from all factions (except the proto-fascist right) for its concrete and modulated approach to Turkish questions. But observers noted that the language on Middle Eastern questions was both traditional and vague.
What China seemed to want from the G-20 meeting was for it to occur. China wanted to be included in the inner circle of the world's decision-makers. Holding a G-20 meeting displayed this new reality. When the G-20 decided to meet again, it thereby confirmed China's place. Will the G-8 ever meet again? That said, China showed its reserve about the actual decisions in many ways. It offered a derisory amount to the new IMF package. After all, it got no guarantees that there would be a real reform of IMF governance, which might accord an appropriate role to China.
What we can say in summary is that the principal actors strutted on the world scene. Did they ever intend to do something that was more than that? Probably not. The world economic downturn continues to wend its way, as though the G-20 meeting never occurred.
by Immanuel Wallerstein


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