Saturday, April 25, 2009


Iturbide y el Plan de Iguala


Por Armando Ayala Anguiano

Condensado de Historia esencial de México
© Editorial Contenido, 2003

Miércoles 15 de abril de 2009. Núm. 551


Oficialmente la misión de Agustín de Iturbide consistía en acabar con uno de los últimos grupos insurgentes que seguían activos en el país, el de Vicente Guerrero. Debía ofrecerle la amnistía y, si la rechazaba, liquidarlo de una vez por todas.
Más que combatir a Guerrero, necesitaba atraérselo. El apoyo de este prestigiado jefe llevaría a su bando a muchos insurgentes veteranos. Pronto le escribió proponiéndole una alianza. Demostraba en esta forma que no era tan enemigo de la Independencia como de la chusma de insurgentes que trataron de realizarla en su provecho.

Iturbide también escribió a sus camaradas de otros regimientos y al insurgente Nicolás Bravo, quien residía en Cuautla después de haber recuperado la libertad mediante un indulto. Bravo aceptó la invitación y poco después se levantaba en armas con un centenar de guerrerenses. Pasaron así varios meses y el virrey sospechó una mala jugada, por lo que exigió a Iturbide que concluyera cuanto antes su misión. Ante la imposibilidad de seguir dando indefinidamente largas al asunto, Iturbide decidió quitarse la máscara.

A mediados de febrero de 1821 pasó por su territorio un cargamento de plata valuado en 525,000 pesos que los comerciantes de México enviaban a Acapulco. Iturbide confiscó el cargamento y escribió a los dueños que los compensaría debidamente en cuanto se consumara la Independencia. Ya tenía la materia prima más importante para el éxito de un cuartelazo: dinero en abundancia.

En seguida reunió a los de su ejército en Iguala y les leyó su plan independentista , el cual comenzaba tronando contra el levantamiento de Hidalgo, «Que tantas desgracias originó al pueblo por el desorden, el abandono y otra multitud de vicios» y ofrecía la bienaventuranza a todos los novohispanos ; al clero, la conservación de sus fueros y propiedades y la seguridad de que no se toleraría ninguna religión que no fuera la Católica, Apostólica y Romana; a los comerciantes, silencio en torno a la libertad de comercio; a los liberales, el establecimiento de una monarquía constitucional y no absolutista, a los moderados el reconocimiento de Fernando VII o del príncipe que él designara como soberano de la Nueva España; a los criollos en general, igualdad de derechos con los españoles para ocupar puestos burocráticos reservados hasta entonces a estos últimos; a los indios, mestizos y negroides, la igualdad jurídica con los criollos.

El Plan de Iguala
Como apuntó un historiador, el Plan de Iguala era un «Queso de todas las leches» y su aplicación efectiva tenía que ser imposible por la gran cantidad de intereses contrapuestos que pretendía satisfacer. Pero en su momento alcanzó los objetivos de renovar el entusiasmo independentista de la población, cansada de las luchas internas y de la inestabilidad política que reinaba en España.

El ejército formado en Iguala recibió el nombre de “Trigarante” por presentarse como defensor de 3 garantías: Religión, Independencia y Unión (por unión se entendía la de españoles y americanos). Un sastre de Iguala confeccionó la bandera del movimiento, en colores verde, blanco y rojo que simbolizaban cada una de las Tres Garantías. La lectura del plan tuvo lugar el 24 de febrero de 1821. El 9 de marzo Guerrero hizo pública su adhesión.

Sólo un sector se consideró defraudado con el Plan de Iguala. El de los absolutistas. Más aún: se consideraba traicionado por un esbirro desleal. Con el evidente propósito de apaciguar a este poderoso sector, el virrey declaró traidor a Iturbide y dio órdenes para su aprehensión.

Iturbide se trasladó de Iguala al Bajío, donde su antiguo camarada el coronel Anastasio Bustamante y el teniente coronel Luis Cortázar, lograron el apoyo de todos los soldados de la intendencia de Guanajuato para el Plan de Iguala.

También se incorporó a las filas iturbidistas el insurgente Guadalupe Victoria, quien andaba prófugo en la comarca veracruzana. Las deserciones menudeaban en el bando realista.

Era ya demasiado tarde para contener la marejada iturbidista: Valladolid, Cuernavaca, Pachuca, Puebla, Oaxaca… la mayor parte del país estaba en poder de Iturbide.

El 27 de septiembre de 1821, día en que Iturbide cumplía 38 años, el Ejército Trigarante hizo su entrada triunfal a la ciudad de México.

En la colección de los fondos virreinales del Centro de Estudios de Historia de México Carso, el número XXIV resguarda un conjunto de documentos relacionados con el protagonista de la consumación de la Independencia, don Agustín de Iturbide. Destaca notoriamente el Plan de Independencia de la América Septentrional , conocido como el Plan de Iguala por haberse firmado en aquella población, perteneciente al sur de la Nueva España. El documento cuenta con la única firma del caudillo del movimiento de las Tres Garantías, el 24 de febrero de 1821.

Este documento es una copia fiel que muestra la firma de Agustín de Iturbide y le fue obsequiado al señor general don Juan Nepomuceno Almonte, en 1840 por don Luis Gonzaga Vieyra, testigo presencial de la proclamación.

En este Plan y los tratados celebrados en la Villa de Córdoba entre Agustín de Iturbide y el último virrey de la Nueva España, se plantea el fin de toda una época y el inicio de una nueva. La monarquía moderada se propone como la forma de gobierno para gobernar a los nuevos mexicanos.

Se plantea la conservación de la “santa religión” y bases sólidas propuestas en 23 rubros que se comprenden a la luz del momento histórico que se vivía en aquella época.

Documento, sin lugar a dudas, fundamental para el conocimiento del inicio de nuestro México Independiente.

Manuel Ramos Medina.

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