Marcial/ II y última
Alguna muy antigua vez bajaba yo en Insurgentes por la puerta trasera de un camión mientras Marcial Alejandro se preparaba a abordarlo. Casualmente volteamos a vernos y ya no subió (eran como las 11 de la noche). Nos fuimos a una pizzería cercana a mi casa y allí nos la pasamos dos, tres horas. Hay amigos que dejan de verse y al volverse a encontrar deben empezar de nuevo. Nosotros seguimos de donde nos quedamos
, me dijo.
Con el tiempo me pareció descubrir que hay otros, los que siguen trabajando por su cuenta los temas de esa misma amistad y parten de donde cada uno va, no es necesario retornar, todo es presente, y pienso que al fin y al cabo Marcial era uno de éstos.
Cuento otra anécdota (que dará la impresión de tratarse de dos, porque eludiré el puente que une principio y fin): supongo que su muy claro razonamiento le impedía a Marcial irritarse. Lo vi irritado tres veces, las tres contra mí, que también me las gasto. Olvidemos la primera. La segunda, porque cual sin querer ofendí (no era en principio mi intención, sino la de elogiarlo, absurdos de la vida) a un muy amigo suyo, cuya identidad dejaremos en la incógnita. Fue en un bar cantante. Marcial iba con sus amigos, yo con los míos. Nos topamos y no encajamos allí. Ellos decidieron prudentemente despedirse. Y nosotros, que ya no estábamos a gusto en el lugar, en seguida también partimos. A la entrada del siguiente antro, nos rencontramos. Ofrecieron compartir la mesa y terminamos creo que cantando todos.
Otro día, en el mismo primer bar, el desaparecido Los Íntimos, agradeciéndole yo que me había regalado un sarape en Guadalajara (sarape que aunque tiene impreso en serigrafía, con negro, una especie de lema turístico, aprecio mucho), me dijo: No te lo regalé, te lo quedaste
. Enfurecí, qué pena; hasta le dije que lo quemaría (modos nada educados de ser, ni modo de no reconocerlo).
Pasó poco más de un año, editamos el mencionado disco y no podía menos que hablarle a Marcial para dárselo. Nos vimos, por cierto que con David Haro y no recuerdo bien si (Bar Martell) Rafael Mendoza. Al yo intentar retomar el tema del sarape, para que todo volviera al gozoso sitio de la amistad, Marcial me detuvo: Ricardo, si uno se va a pelear, debe hacerlo con los amigos. Con los enemigos es de la chingada
. Y ahí quedó la cosa.
En su último domingo sobre la tierra quise verlo. Había la disposición. Ya no se pudo.
¿Conocí a Marcial? Yo digo que sí. Creo que queda conmigo, con nosotros, su sensibilidad, su inteligencia, su a pesar de todo cordura, algo que a Marcial hijo quise decirle en la despedida y ciertamente no pude. Espero me entienda ahora.
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