Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
El presidente de EE.UU. Barack Obama reaccionó rápida y fuertemente ante la sentencia de ocho años de prisión por espionaje por un tribunal de Teherán contra la periodista estadounidense-iraní Roxana Saberi. Obama insiste en que Saberi es inocente y debe ser liberada.
Según informes desde Irán, Saberi fue atrapada mientras trataba de comprar información sobre el programa nuclear de Irán. Es una acusación seria que el sistema judicial de Irán debe respaldar con una evidencia sólida. De otra manera, la sospecha de que Saberi fue simplemente atrapada por la red de la intriga política de EE.UU. e Irán podría perdurar mientras siga en la cárcel.
De acuerdo con una directiva del presidente Mahmud Ahmadineyad que pedía un proceso justo y acelerado de apelación para Saberi, de 31 años, su condena a prisión podría ser conmutada. Es posible que reciba una sentencia más ligera, en parte como resultado de la presión. El gobierno de Ahmadineyad ha reaccionado positivamente a la oferta de Obama de diálogo directo y no quiere que el prominente caso retarde o bloquee algún progreso potencial.
Al mismo tiempo, el caso de Saberi plantea nuevas preguntas sobre las acciones encubiertas del gobierno de EE.UU. dentro de Irán. Tales tácticas fueron abiertamente admitidas por el gobierno de George W Bush y aún no han sido repudiadas por el nuevo equipo de Obama.
En 2007 y 2008, los medios de EE.UU. fueron inundados de informes sobre la autorización por Bush de acción clandestina en Irán. Según los informes, se recolectaba inteligencia sobre el programa nuclear de Irán. El verano pasado, el periodista Seymour Hersh escribió en The New Yorker sobre la autorización por Bush de acción encubierta para desestabilizar Irán.
Después de heredar las directivas presidenciales de Bush sobre Irán, Obama puede haber firmado nuevas directivas sin permitir que el público las conozca. Esto puede ser deducido lógicamente por la ausencia de noticias de que la Casa Blanca haya rescindido las directivas pasadas a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y a otros brazos de la comunidad de inteligencia de EE.UU., para acción clandestina dentro de Irán.
A la luz de la aparente posibilidad de una iniciativa semejante por parte de Obama, se puede perdonar al gobierno iraní por estar sensibilizado ante la posibilidad de un presunto espionaje de EE.UU.
En circunstancias de que Irán soporta sanciones de EE.UU. y de Naciones Unidas y de que las intenciones nucleares de Teherán son discutidas por la Agencia Internacional de Energía Atómica, es casi una conclusión lógica que los servicios de inteligencia occidentales e israelíes no escatiman esfuerzo alguno para obtener más información sobre el programa nuclear de Irán.
¿Podría ser que Saberi haya sido una cómplice inconsciente del impulso occidental para conseguir inteligencia sobre Irán? La posibilidad no puede ser excluida. Si fuera el caso, los verdaderos culpables serían los gobiernos que incitan a obtener la información y presionan a Irán con sanciones sin ninguna evidencia de que Teherán esté en camino hacia armas nucleares.
La falta de disposición de Obama a apartarse de manera radical de la política de acción encubierta de Bush no promete nada bueno para un “nuevo comienzo” entre EE.UU. e Irán. En su lugar, sólo sirve para convencer a Teherán de que los cambios en Washington son simplemente cosméticos. Un intento serio de la Casa Blanca de convencer de otra manera a los dirigentes de Irán debería comenzar por un rechazo público de la acción encubierta de Bush en Irán por parte de Obama.
Hasta que se realice ese paso, es una apuesta segura que continuarán las noticias sobre el arresto por Irán de individuos acusados de espiar para gobiernos extranjeros. La supuesta disposición de Obama de emprender un diálogo directo con Irán lo implicará pronto en un compromiso público de honorar los términos del acuerdo entre Irán y EE.UU. en Argel en 1981, por el cual EE.UU. se comprometió a honorar los asuntos internos de Irán.
El gobierno de EE.UU. ha estado violando su propio acuerdo con Irán durante muchos años. ¿Qué mejor manera de cimentar confianza con Irán que la renovación de su compromiso con el acuerdo de Argel? Un tal paso puede ser el mayor golpe al caso de la fiscalía contra Saberi.
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Kaveh L Afrasiabi, PhD, es autor de “After Khomeini: New Directions in Iran's Foreign Policy (Westview Press) . Su último libro: “Reading In Iran Foreign Policy After September 11 (BookSurge Publishing , 23 de octubre de 2008) está en venta.
(Copyright 2009 Asia Times Online (Holdings) Ltd.
http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/KD23Ak01.html
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