Le llevará a Irak un largo tiempo deshacerse de “extremistas”: mando estadunidense
Un coche bomba deja siete víctimas fatales en la provincia chiíta de Diyala, en el norte del país
Vaticinan analistas una nueva ola de violencia por el retiro de EU en junio de ciudades iraquíes
Bagdad, 24 de abril. Al menos 60 personas murieron y 125 resultaron heridas después de que dos mujeres suicidas detonaron los explosivos que llevaban consigo a las puertas de un santuario musulmán chiíta en esta capital, mientras un coche bomba dejó siete víctimas fatales en la norteña provincia chiíta de Diyala, un día después de que una serie de atentados suicidas dejaron unos 88 muertos.
Las explosiones tuvieron lugar en el barrio bagdadí de Kadhimiya, en el norte de la capital.
La policía iraquí dijo que las atacantes se aproximaron a dos entradas del santuario, que contiene las tumbas de dos importantes santos o imanes y que ha sido un blanco frecuente de los activistas en el pasado reciente.
“Utilizaron las calles laterales para llegar hasta allá y esto les permitió evitar los puestos de control. Se inmolaron en la multitud”, declaró el mayor general Jihad Jabiri, jefe de una unidad del Ministerio del Interior que investiga las explosiones.
El funcionario indicó que las atacantes colocaron dos maletas de cuero llenas de explosivos entre la multitud en las dos entradas principales del templo musulmán. Fueron detonadas por granadas hechas estallar a distancia.
Esto se hizo gracias a que previamente el anillo de cada granada había sido atado con una cuerda que simplemente fue jalada por la atacante, en el momento en que se quiso provocar la deflagración.
La zona de la explosión fue totalmente acordonada por las fuerzas de seguridad, que prohibieron el acceso a los periodistas.
En el hospital se oían los gritos de los muchos heridos. Sabiha Kazem, quien resultó lesionada en una mano y en la cabeza, declaró que había perdido a cuatro miembros de su familia.
“Estaba cerca del mausoleo cuando hubo una enorme explosión y fuego”, relató esta mujer de 50 años originaria de Diwaniya, al sur del país. “Había restos humanos por todas partes”, agregó.
Qasem Zada, un ciudadano iraní que vive en Teherán, de 62 años, visitaba el mausoleo con su esposa por segunda ocasión.
“Estaba a pocos metros de la explosión, pero no sé lo que pasó”, dijo, con el torso y una de sus piernas heridos, y las ropas llenas de sangre.
Cada año viajan a Irak centenares de miles de fieles musulmanes para visitar los lugares santos chiítas y el mausoleo del imán Musa Kadhim, que es uno de los lugares de devoción más importantes para esta comunidad.
Horas más tarde, un suicida hizo explotar su coche bomba en la norteña provincia chiíta de Diyala, dando muerte a siete personas e hiriendo a 29, informó la policía a medios de comunicación.
El pasado jueves fue la jornada más mortífera en Irak desde hace más de un año, en la que murieron por lo menos 88 personas durante dos atentados suicidas.
Por lo pronto, este viernes se llevaron a cabo los funerales de varias de las víctimas fatales de los ataques de ayer.
En tanto, David Petraus, jefe del comando central estadunidense en las guerras de Irak y Afganistán, declaró que a Irak le llevará “un tiempo considerable” deshacerse de los “extremistas” de Irak, al hablar hoy ante el Congreso de Estados Unidos.
“A pesar de que Al Qaeda y los demás elementos extremistas en Irak se hayan debilitado, siguen amenazando la seguridad y la estabilidad” de ese país asiático, y “los progresos realizados allí continúan siendo frágiles y reversibles”, declaró Petraus durante una audiencia en el Congreso.
“A Irak le llevará un tiempo considerable eliminar a todos los elementos extremistas restantes. Las fuerzas de seguridad iraquíes son mucho más eficaces que hace dos años, pero los atentados continuarán en el futuro”, afirmó el funcionario militar estadunidense.
Pese a que la violencia en Irak cayó durante el año pasado, grupos insurgentes como la red Al Qaeda, que dirige desde la clandestinidad Osama Bin Laden, frecuentemente llevan a cabo ataques. Los atentados suicidas son el sello del grupo islámico sunita.
Los últimos ataques coinciden con el creciente temor de un resurgimiento de la violencia a medida que las tropas estadunidenses se preparan para retirarse de las ciudades iraquíes en junio, tras haber invadido la nación petrolera el 20 de marzo de 2003.
A comienzos de abril, más de 250 personas murieron y cerca de 650 resultaron heridas, cifras que confirman una nueva ola de violencia en el país desde febrero, según algunos analistas políticos.
A todo esto, el nuevo embajador estadunidense en Irak, Christopher Hill, llegó la noche del viernes a Bagdad, donde fue recibido por el jefe de la diplomacia iraquí, Hoshyar Zebari.
“Hill debe presentarme sus cartas credenciales”, había declarado Zebari, poco antes de la llegada del diplomático.
El Senado de Estados Unidos aprobó el martes anterior, después de un largo debate, el nombramiento de Hill como embajador de Estados Unidos en Irak.
La opción de este funcionario como sucesor de Ryan Crocker fue inesperada ya que, al contrario que su predecesor, no habla árabe. Diplomático dedicado a Asia y Europa, Hill no es considerado como un especialista en los problemas de Medio Oriente.
Por eso fue muy criticado por varios senadores republicanos, que demoraron la confirmación de su nominación.
Las explosiones tuvieron lugar en el barrio bagdadí de Kadhimiya, en el norte de la capital.
La policía iraquí dijo que las atacantes se aproximaron a dos entradas del santuario, que contiene las tumbas de dos importantes santos o imanes y que ha sido un blanco frecuente de los activistas en el pasado reciente.
“Utilizaron las calles laterales para llegar hasta allá y esto les permitió evitar los puestos de control. Se inmolaron en la multitud”, declaró el mayor general Jihad Jabiri, jefe de una unidad del Ministerio del Interior que investiga las explosiones.
El funcionario indicó que las atacantes colocaron dos maletas de cuero llenas de explosivos entre la multitud en las dos entradas principales del templo musulmán. Fueron detonadas por granadas hechas estallar a distancia.
Esto se hizo gracias a que previamente el anillo de cada granada había sido atado con una cuerda que simplemente fue jalada por la atacante, en el momento en que se quiso provocar la deflagración.
La zona de la explosión fue totalmente acordonada por las fuerzas de seguridad, que prohibieron el acceso a los periodistas.
En el hospital se oían los gritos de los muchos heridos. Sabiha Kazem, quien resultó lesionada en una mano y en la cabeza, declaró que había perdido a cuatro miembros de su familia.
“Estaba cerca del mausoleo cuando hubo una enorme explosión y fuego”, relató esta mujer de 50 años originaria de Diwaniya, al sur del país. “Había restos humanos por todas partes”, agregó.
Qasem Zada, un ciudadano iraní que vive en Teherán, de 62 años, visitaba el mausoleo con su esposa por segunda ocasión.
“Estaba a pocos metros de la explosión, pero no sé lo que pasó”, dijo, con el torso y una de sus piernas heridos, y las ropas llenas de sangre.
Cada año viajan a Irak centenares de miles de fieles musulmanes para visitar los lugares santos chiítas y el mausoleo del imán Musa Kadhim, que es uno de los lugares de devoción más importantes para esta comunidad.
Horas más tarde, un suicida hizo explotar su coche bomba en la norteña provincia chiíta de Diyala, dando muerte a siete personas e hiriendo a 29, informó la policía a medios de comunicación.
El pasado jueves fue la jornada más mortífera en Irak desde hace más de un año, en la que murieron por lo menos 88 personas durante dos atentados suicidas.
Por lo pronto, este viernes se llevaron a cabo los funerales de varias de las víctimas fatales de los ataques de ayer.
En tanto, David Petraus, jefe del comando central estadunidense en las guerras de Irak y Afganistán, declaró que a Irak le llevará “un tiempo considerable” deshacerse de los “extremistas” de Irak, al hablar hoy ante el Congreso de Estados Unidos.
“A pesar de que Al Qaeda y los demás elementos extremistas en Irak se hayan debilitado, siguen amenazando la seguridad y la estabilidad” de ese país asiático, y “los progresos realizados allí continúan siendo frágiles y reversibles”, declaró Petraus durante una audiencia en el Congreso.
“A Irak le llevará un tiempo considerable eliminar a todos los elementos extremistas restantes. Las fuerzas de seguridad iraquíes son mucho más eficaces que hace dos años, pero los atentados continuarán en el futuro”, afirmó el funcionario militar estadunidense.
Pese a que la violencia en Irak cayó durante el año pasado, grupos insurgentes como la red Al Qaeda, que dirige desde la clandestinidad Osama Bin Laden, frecuentemente llevan a cabo ataques. Los atentados suicidas son el sello del grupo islámico sunita.
Los últimos ataques coinciden con el creciente temor de un resurgimiento de la violencia a medida que las tropas estadunidenses se preparan para retirarse de las ciudades iraquíes en junio, tras haber invadido la nación petrolera el 20 de marzo de 2003.
A comienzos de abril, más de 250 personas murieron y cerca de 650 resultaron heridas, cifras que confirman una nueva ola de violencia en el país desde febrero, según algunos analistas políticos.
A todo esto, el nuevo embajador estadunidense en Irak, Christopher Hill, llegó la noche del viernes a Bagdad, donde fue recibido por el jefe de la diplomacia iraquí, Hoshyar Zebari.
“Hill debe presentarme sus cartas credenciales”, había declarado Zebari, poco antes de la llegada del diplomático.
El Senado de Estados Unidos aprobó el martes anterior, después de un largo debate, el nombramiento de Hill como embajador de Estados Unidos en Irak.
La opción de este funcionario como sucesor de Ryan Crocker fue inesperada ya que, al contrario que su predecesor, no habla árabe. Diplomático dedicado a Asia y Europa, Hill no es considerado como un especialista en los problemas de Medio Oriente.
Por eso fue muy criticado por varios senadores republicanos, que demoraron la confirmación de su nominación.
No comments:
Post a Comment