El BRIC se robustece en el seno del G-20
Alfredo Jalife-Rahme
Alfredo Jalife-Rahme
En el contexto de lo que Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional de Carter e íntimo de Obama, califica de incertidumbre estratégica” y en medio de su nuevo orden hexapolar –donde insiste en colocar a Japón y despreciar a Brasil (ver Bajo la Lupa, 9/9/09)–, el rotativo oficioso chino The People’s Daily (8/9/09), bajo la pluma de su “comentarista invitado”, el profesor universitario Shi Jianxum, confiere una gran ponderación geoeconómica y política a “los países del BRIC (Brasil, India, China y Rusia) que tendrán una voz (sic) más intensa y sonora”, en vísperas de la tercera cumbre del G-20 en Pittsburgh.
El artículo es cuádruplemente significativo: por su timing, el autor, el sitio de difusión y la relevancia inequívoca del BRIC. Shi Jianxum es profesor de economía y finanzas de la prestigiada Universidad Tongji, con sede en Shanghai.
Vale un paréntesis: Lim Hwee Hua, ministra de la oficina del primer ministro y segunda ministra para Finanzas y Transporte de Singapur (Xinhua, 11/9/09), afirmó que “el mundo se mueve hacia un nuevo orden mundial”, con “cambios estructurales profundos”, donde “el dominio de Estados Unidos será lenta (¡súper-sic!) pero seguramente (sic) balanceado por nuevos (sic) poderes como Brasil (¡súper-sic!), Rusia, India y China en un mundo multipolar” (al que agrega a Europa).
La ministra de Singapur adopta, sin citar la fuente original, nuestra tesis del nuevo orden hexapolar (con Brasil y sin Japón; al contrario de Brzezinski), que adelantamos hace casi cinco años. Lo interesante es que su adopción provenga desde Singapur, integrante de lo que hemos denominado el “circuito étnico chino” (junto a China, Hong Kong, Macao y Taiwán), al que le queda muy claro el nuevo orden hexapolar (con Brasil y sin Japón).
Shi Jianxum refiere que el pasado 5 de septiembre, el grupo de ministros de finanzas y gobernadores de los bancos centrales del G-20, durante una reunión en Horsham (Gran Bretaña), preparatoria de la cumbre de Pittsburgh, se llevaron la sorpresa de la posición unificada del BRIC, que nunca antes había ocurrido en un foro internacional plural: “El BRIC ha utilizado una sola voz para ventilar sus opiniones, y esto es de gran importancia en sí, lo cual facilitará la resonancia y el impacto de una voz integral de los nuevos mercados emergentes y países en vías de desarrollo para incentivar el desarrollo del multilateralismo”. Sus razones tendrá Shi Jianxum, quien usa “multilateralismo” (en imitación de la cacofonía anglosajona) en lugar de “multipolaridad”.
Un día antes a la reunión de marras, en una junta propia, el BRIC reclamó “la reforma de las instituciones financieras internacionales”, específicamente “la gobernación del Banco Mundial”, que “requiere la revisión de su capital de base para cumplir un papel contracíclico efectivo”.
Interpreta positivamente el comunicado del G-20, muy generoso en la retórica y exageradamente miserable a la hora de cumplir sus compromisos. A su juicio, el G-20 adoptó las exhortaciones del BRIC y prometió “completar (sic) las reformas al Banco Mundial para la primavera del 2010 y revisar las cuotas del FMI en 2011”. Shi Jianxum no se percata de que la columna vertebral del G-20, constituida por la dupla anglosajona, busca ganar tiempo para recuperar su poder financiero averiado.
Recuerda que en la primera cumbre del G-20 celebrada en abril en Londres –que no condujo a mucho salvo a un diluvio de promesas incumplidas–, el BRIC se comportó como “un nuevo bloque político”. Pues no se notó mucho, ya que al BRIC le faltó carácter, lo cual fue motivo de las burlas de The Financial Times, que lo tildó como una entidad vacua.
Reconoce que el BRIC “no es una comunidad”, ya que “sus miembros no se involucran en una cooperación militar ni en geopolítica” y “buscan sus derechos e intereses respectivos, así como la edificación de sistemas multilaterales (sic) globales a través de negociaciones”, lo cual “es vitalmente significativo y se conforma a una tendencia general de los tiempos de la historia humana”.
Aquí aflora la candidez de Shi Jianxum, quien cree en la evolución humana únicamente mediante “negociaciones” con el G-7 y soslaya la ominosa sicología bélica de la dupla anglosajona, que ha afianzado su poder desde el siglo XVII mediante sus guerras permanentes. A Shi Jianxum se le olvidaron “las dos guerras del opio” que le propinó humillantemente la “pérfida Albión” (con ayuda de Estados Unidos y Francia) a China.
Expone “las dificultades numerosas y los obstáculos en amplitud variada en su visión del desarrollo, así como algunas diferencias o disparidades en términos de ideología, sistema social, intereses geopolíticos y económicos, y en un número de algunas disputas o contradicciones prácticas”, lo que “no afecta ni interfiere en su asociación igualitaria ni en su cooperación con una mentalidad ganar-ganar”.
A su juicio, “el BRIC comparte el fuerte (sic) deseo de jugar un mayor papel para crear un nuevo orden financiero global con el fin de contrarrestar a Occidente y a Japón (¡súper-sic!)” y “tener una mayor representación en las instituciones financieras globales”. Por lo visto, en la fase desconstructivista de Yukio Hatoyama, no se ilusiona sobre la voluntad de acercamiento de Japón con China y el noreste asiático.
Aduce correctamente que “debido a su escala económica decisiva y pivote (sic), el BRIC ha mejorado su estatura competitiva en la economía global y ahora es capaz de rivalizar con los países desarrollados occidentales”, lo cual “no podría conseguir en forma individual”.
En una perspectiva de largo plazo, considera que “el futuro orden global estará determinado por los motivos, la capacidad y la fortaleza del BRIC en transformar la estructura de poder global y en continuar representando con una sola voz los intereses de los países en vías de desarrollo”.
Aconseja al BRIC “sistematizar y normalizar la reuniones de sus líderes y ministros de manera regular, con la optimización de su representatividad para atraer un mayor número de nuevos países emergentes con gran influencia regional, como Sudáfrica, México y Arabia Saudita, que deben ser reclutados”.
No discutimos la incorporación de potencias medianas, pero en una fase muy ulterior, después de que se consolide el original BRIC, todavía muy frágil.
Sudáfrica es incuestionable, y junto a Arabia Saudita deben acompañarla Egipto, Turquía, Irán e Indonesia.
Se nota la rigidez académica teórica de Shi Jianxum, quien no está actualizado sobre el “México neoliberal” que ha sido fagocitado por el ASPAN y que carece de voluntad política propia.
Baste ver la calamitosa conducta de Felipe Calderón en el G-20, siempre a favor del unilateralismo de Estados Unidos y quien, por cierto, apuntaló la instalación de sus siete bases militares en Colombia que, más que socavar obscenamente a Venezuela, tienen como último propósito descuartizar a Brasil, uno de los cuatro puntales del ascendente BRIC.
¿Cuál es la masoquista necesidad ontológica de compartir el lecho con el enemigo?
El artículo es cuádruplemente significativo: por su timing, el autor, el sitio de difusión y la relevancia inequívoca del BRIC. Shi Jianxum es profesor de economía y finanzas de la prestigiada Universidad Tongji, con sede en Shanghai.
Vale un paréntesis: Lim Hwee Hua, ministra de la oficina del primer ministro y segunda ministra para Finanzas y Transporte de Singapur (Xinhua, 11/9/09), afirmó que “el mundo se mueve hacia un nuevo orden mundial”, con “cambios estructurales profundos”, donde “el dominio de Estados Unidos será lenta (¡súper-sic!) pero seguramente (sic) balanceado por nuevos (sic) poderes como Brasil (¡súper-sic!), Rusia, India y China en un mundo multipolar” (al que agrega a Europa).
La ministra de Singapur adopta, sin citar la fuente original, nuestra tesis del nuevo orden hexapolar (con Brasil y sin Japón; al contrario de Brzezinski), que adelantamos hace casi cinco años. Lo interesante es que su adopción provenga desde Singapur, integrante de lo que hemos denominado el “circuito étnico chino” (junto a China, Hong Kong, Macao y Taiwán), al que le queda muy claro el nuevo orden hexapolar (con Brasil y sin Japón).
Shi Jianxum refiere que el pasado 5 de septiembre, el grupo de ministros de finanzas y gobernadores de los bancos centrales del G-20, durante una reunión en Horsham (Gran Bretaña), preparatoria de la cumbre de Pittsburgh, se llevaron la sorpresa de la posición unificada del BRIC, que nunca antes había ocurrido en un foro internacional plural: “El BRIC ha utilizado una sola voz para ventilar sus opiniones, y esto es de gran importancia en sí, lo cual facilitará la resonancia y el impacto de una voz integral de los nuevos mercados emergentes y países en vías de desarrollo para incentivar el desarrollo del multilateralismo”. Sus razones tendrá Shi Jianxum, quien usa “multilateralismo” (en imitación de la cacofonía anglosajona) en lugar de “multipolaridad”.
Un día antes a la reunión de marras, en una junta propia, el BRIC reclamó “la reforma de las instituciones financieras internacionales”, específicamente “la gobernación del Banco Mundial”, que “requiere la revisión de su capital de base para cumplir un papel contracíclico efectivo”.
Interpreta positivamente el comunicado del G-20, muy generoso en la retórica y exageradamente miserable a la hora de cumplir sus compromisos. A su juicio, el G-20 adoptó las exhortaciones del BRIC y prometió “completar (sic) las reformas al Banco Mundial para la primavera del 2010 y revisar las cuotas del FMI en 2011”. Shi Jianxum no se percata de que la columna vertebral del G-20, constituida por la dupla anglosajona, busca ganar tiempo para recuperar su poder financiero averiado.
Recuerda que en la primera cumbre del G-20 celebrada en abril en Londres –que no condujo a mucho salvo a un diluvio de promesas incumplidas–, el BRIC se comportó como “un nuevo bloque político”. Pues no se notó mucho, ya que al BRIC le faltó carácter, lo cual fue motivo de las burlas de The Financial Times, que lo tildó como una entidad vacua.
Reconoce que el BRIC “no es una comunidad”, ya que “sus miembros no se involucran en una cooperación militar ni en geopolítica” y “buscan sus derechos e intereses respectivos, así como la edificación de sistemas multilaterales (sic) globales a través de negociaciones”, lo cual “es vitalmente significativo y se conforma a una tendencia general de los tiempos de la historia humana”.
Aquí aflora la candidez de Shi Jianxum, quien cree en la evolución humana únicamente mediante “negociaciones” con el G-7 y soslaya la ominosa sicología bélica de la dupla anglosajona, que ha afianzado su poder desde el siglo XVII mediante sus guerras permanentes. A Shi Jianxum se le olvidaron “las dos guerras del opio” que le propinó humillantemente la “pérfida Albión” (con ayuda de Estados Unidos y Francia) a China.
Expone “las dificultades numerosas y los obstáculos en amplitud variada en su visión del desarrollo, así como algunas diferencias o disparidades en términos de ideología, sistema social, intereses geopolíticos y económicos, y en un número de algunas disputas o contradicciones prácticas”, lo que “no afecta ni interfiere en su asociación igualitaria ni en su cooperación con una mentalidad ganar-ganar”.
A su juicio, “el BRIC comparte el fuerte (sic) deseo de jugar un mayor papel para crear un nuevo orden financiero global con el fin de contrarrestar a Occidente y a Japón (¡súper-sic!)” y “tener una mayor representación en las instituciones financieras globales”. Por lo visto, en la fase desconstructivista de Yukio Hatoyama, no se ilusiona sobre la voluntad de acercamiento de Japón con China y el noreste asiático.
Aduce correctamente que “debido a su escala económica decisiva y pivote (sic), el BRIC ha mejorado su estatura competitiva en la economía global y ahora es capaz de rivalizar con los países desarrollados occidentales”, lo cual “no podría conseguir en forma individual”.
En una perspectiva de largo plazo, considera que “el futuro orden global estará determinado por los motivos, la capacidad y la fortaleza del BRIC en transformar la estructura de poder global y en continuar representando con una sola voz los intereses de los países en vías de desarrollo”.
Aconseja al BRIC “sistematizar y normalizar la reuniones de sus líderes y ministros de manera regular, con la optimización de su representatividad para atraer un mayor número de nuevos países emergentes con gran influencia regional, como Sudáfrica, México y Arabia Saudita, que deben ser reclutados”.
No discutimos la incorporación de potencias medianas, pero en una fase muy ulterior, después de que se consolide el original BRIC, todavía muy frágil.
Sudáfrica es incuestionable, y junto a Arabia Saudita deben acompañarla Egipto, Turquía, Irán e Indonesia.
Se nota la rigidez académica teórica de Shi Jianxum, quien no está actualizado sobre el “México neoliberal” que ha sido fagocitado por el ASPAN y que carece de voluntad política propia.
Baste ver la calamitosa conducta de Felipe Calderón en el G-20, siempre a favor del unilateralismo de Estados Unidos y quien, por cierto, apuntaló la instalación de sus siete bases militares en Colombia que, más que socavar obscenamente a Venezuela, tienen como último propósito descuartizar a Brasil, uno de los cuatro puntales del ascendente BRIC.
¿Cuál es la masoquista necesidad ontológica de compartir el lecho con el enemigo?
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